13. Entre Rosas y Secretos
Al día siguiente, Jake volvió a su rutina en la florería. Las mañanas en el local eran siempre tranquilas, pero esa paz que solía reconfortarlo ahora le parecía distinta, como si algo faltara. Sus pensamientos seguían volviendo a la noche anterior, al calor de la moto, a la mirada intensa de Sunghoon, y a cómo todo parecía tan diferente cuando estaba con él.
El aroma de las flores lo envolvía mientras arreglaba un ramo de rosas frescas, tratando de concentrarse en su trabajo. Pero cada vez que bajaba la mirada, recordaba cómo Sunghoon lo había mirado, cómo su presencia lo había envuelto con esa mezcla de seguridad y posesividad. Jake suspiró, sintiendo que algo dentro de él se revolvía cada vez que pensaba en el alfa.
—Jake, tienes visita —dijo una voz conocida.
Jake levantó la vista justo a tiempo para ver a Yunjin, su mejor amiga, asomándose desde el umbral de la tienda con una sonrisa traviesa en los labios. No estaba sola. Justo detrás de ella, apoyado en la puerta, estaba Sunghoon, con una chaqueta de cuero y una expresión despreocupada que hacía que el corazón de Jake diera un vuelco.
—Hola —murmuró Jake, tratando de no parecer demasiado nervioso.
—Te traje café —respondió Sunghoon, levantando una taza en señal de paz. Su mirada era como siempre, intensa, pero hoy había un leve brillo juguetón en ella.
—Oh, gracias —Jake tomó la taza con una sonrisa tímida—. No tenías que molestarte.
—No es molestia —replicó Sunghoon, acercándose un poco más, haciendo que el espacio entre ellos disminuyera lentamente.
Yunjin, que había estado observando la escena con diversión, se aclaró la garganta de forma exagerada.
—Bien, parece que estoy de más aquí —dijo, con una sonrisa picara—. Nos vemos luego, Jake. ¡Diviértanse!
Jake rodó los ojos mientras su amiga salía rápidamente de la tienda, dejándolos solos. Hubo un silencio breve, pero no incómodo. Sunghoon lo llenaba todo con su sola presencia, y Jake lo notaba más que nunca.
—¿Qué tal tu día? —preguntó Jake, tratando de mantener la conversación ligera mientras se ocupaba de terminar el ramo.
—Mejor ahora que te veo —dijo Sunghoon, sin perder la oportunidad de coquetear.
Jake se rió entre dientes, aunque no pudo evitar que sus mejillas se sonrojaran ante el comentario. Sunghoon siempre tenía esa forma de ser tan directa, tan segura, que hacía que Jake sintiera un ligero cosquilleo en el estómago.
—Eres un alfa muy directo, ¿lo sabías? —Jake trató de bromear, pero su voz salió un poco más suave de lo que esperaba.
—Solo contigo —respondió Sunghoon, su tono ahora más bajo y serio—. Me haces querer serlo.
Jake levantó la vista, sus ojos encontrándose con los de Sunghoon, y de inmediato sintió ese tirón en su interior, esa conexión palpable que parecía estar formándose entre ellos. El alfa dio un paso más, cerrando el poco espacio que quedaba, y aunque su proximidad era evidente, no resultaba abrumadora. Era como si todo en él invitara a Jake a acercarse también, a confiar.
—No puedo dejar de pensar en ti —continuó Sunghoon, su voz como un susurro que solo ellos dos podían compartir—. Quiero entender lo que está pasando aquí, pero lo que más quiero es... protegerte.
Las palabras de Sunghoon resonaron en Jake, quien no pudo evitar sentir un nudo en el pecho. La sinceridad del alfa era palpable, y aunque aún había algo en su naturaleza posesiva que lo inquietaba, una parte de Jake se sentía atraída por ello, como si ese deseo de ser cuidado y valorado fuera algo que nunca había experimentado de esta manera.
—Sunghoon... —Jake bajó la vista, sus dedos jugueteando nerviosamente con los tallos de las flores—. Esto es todo tan... rápido.
—Lo sé —admitió Sunghoon—. Y no quiero presionarte. Pero no puedo negar lo que siento, Jake. Eres diferente. No solo por tu belleza, aunque créeme, podría hablar horas sobre eso —agregó con una sonrisa encantadora—. Es por cómo eres por dentro. Eres como esas flores que cuidas... delicado, pero con una fuerza interior que la mayoría no nota. Y yo lo veo. Lo siento.
Jake quedó en silencio. Sus palabras habían sido tan sinceras, tan cargadas de admiración, que el omega no sabía cómo responder. En lugar de eso, sintió que su corazón se aceleraba mientras una suave sensación de calidez lo inundaba. No sabía qué decir, pero tampoco sentía la necesidad de hablar. Era como si Sunghoon lo entendiera, como si la conexión que ambos estaban formando hablase por sí misma.
—Te admiro tanto —continuó Sunghoon, levantando suavemente una mano para rozar los dedos de Jake, sin forzarlo, solo probando el contacto—. Quiero ser parte de tu vida, y sé que tal vez es mucho pedir ahora... pero no puedo evitar desear que lo veas también.
Jake sintió un leve temblor en sus dedos ante el suave contacto, y aunque sus dudas seguían presentes, había algo en Sunghoon que lo tranquilizaba. Era fuerte y dominante, sí, pero también había una vulnerabilidad en él que lo hacía sentir especial. Como si Sunghoon no lo viera solo como un omega, sino como alguien con quien quería compartir algo más profundo.
—Sunghoon... —Jake empezó, pero sus palabras quedaron atrapadas en su garganta cuando el alfa lo miró con esos ojos oscuros, llenos de deseo pero también de ternura.
El tiempo pareció detenerse cuando Sunghoon se inclinó hacia él, con una lentitud casi tortuosa, dándole a Jake la oportunidad de detenerlo si lo deseaba. Pero Jake no lo hizo. En su lugar, cerró los ojos mientras los labios de Sunghoon rozaban los suyos en un beso suave, delicado, pero cargado de emociones. Fue un contacto breve, casi tímido, pero fue suficiente para que el mundo alrededor de Jake desapareciera por completo.
Cuando se separaron, Jake sintió que su corazón latía con fuerza desbocada, pero había algo en su interior que finalmente se había calmado. Como si aquel beso hubiera sido el comienzo de algo más grande, algo que ambos estaban listos para descubrir juntos.
Sunghoon se quedó en silencio, observando el rostro de Jake, su sonrisa suave pero satisfecha.
—No te apresures, Jake —murmuró Sunghoon, acariciando suavemente su mejilla—. Pero tampoco me dejes esperar demasiado.
Jake sonrió, asintiendo levemente. Quizás, pensó, estar con Sunghoon no era tan aterrador después de todo.
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