10. Entre el Silencio y la Posesión
La tarde avanzaba lenta y cálida, bañando la florería en un tono dorado que hacía que el aire se sintiera aún más tranquilo. Jake acababa de regar las plantas frente al escaparate cuando notó una sombra que interrumpía el sol. Giró la cabeza y ahí estaba Sunghoon, de pie junto a su motocicleta, sus ojos oscuros fijos en él, intensos y cargados de algo que Jake no lograba descifrar del todo.
No era raro que Sunghoon pasara por la florería desde su primer encuentro, pero cada vez que lo hacía, Jake sentía cómo el aire cambiaba, como si una especie de tensión invisible los rodeara. Ese día, sin embargo, había algo diferente en la forma en que el alfa lo miraba. Había algo más profundo, más instintivo.
Sunghoon caminó hacia la puerta, su presencia dominando el pequeño espacio entre ellos. Cada paso era firme, casi como si estuviera reclamando el terreno que pisaba. Al entrar, el tintineo de la campanilla sobre la puerta apenas rompió el silencio que se había instalado en la tienda.
—Estás de vuelta otra vez —comentó Jake, intentando mantener la calma. Pero su corazón latía un poco más rápido de lo habitual, como si algo dentro de él respondiera al alfa antes de que su mente pudiera hacerlo.
Sunghoon no respondió de inmediato. En lugar de eso, cerró la distancia entre ellos, apoyando una mano sobre el mostrador de madera. Sus ojos se clavaron en los de Jake, y el omega sintió una corriente de electricidad recorrerle la columna vertebral. Había algo en esa mirada... una mezcla de deseo y posesión que hacía que el ambiente se volviera pesado, cargado de una energía que Jake no sabía cómo manejar.
—Tú... —Sunghoon finalmente habló, su voz grave y suave a la vez—, hay algo en ti que no puedo dejar ir.
Jake parpadeó, sorprendido por la confesión repentina. Siempre había sentido que Sunghoon lo miraba con intensidad, pero nunca lo había escuchado decir algo tan directo. No sabía si debía sentirse halagado o asustado, pero lo que sí sabía era que esa mirada lo mantenía inmovilizado, incapaz de apartarse.
—No estoy seguro de qué quieres decir —respondió, su voz más baja de lo que pretendía.
Sunghoon inclinó la cabeza, como si lo estuviera estudiando, su mano moviéndose hacia el borde del mostrador, acercándose lentamente a Jake. No había prisa en sus movimientos, pero había una determinación clara. Cuando su mano finalmente llegó a la de Jake, la tomó con firmeza, como si estuviera marcando su territorio. El omega se quedó inmóvil, sus ojos fijos en los de Sunghoon, incapaz de ignorar la sensación de esa mano caliente envolviendo la suya.
—Lo que quiero decir es... —Sunghoon bajó la voz, haciéndola casi un susurro—, no puedo dejar de pensar en ti, Jake. Desde el accidente, no he podido sacarte de mi cabeza. —Su pulgar trazó pequeños círculos en la palma de Jake, una caricia que parecía suave pero que llevaba una carga de intensidad detrás.
Jake tragó saliva, sintiendo cómo su cuerpo reaccionaba de formas que no podía controlar. Sabía que los alfas eran posesivos por naturaleza, pero Sunghoon tenía algo diferente. No era solo la posesión lo que lo envolvía, era la conexión, un deseo de estar más cerca de Jake, de conocer cada parte de él.
—No soy alguien fácil de entender —continuó Sunghoon, acercándose un paso más, hasta que Jake pudo sentir el calor de su cuerpo a través de la ropa—. He vivido entre el ruido, las carreras, la velocidad. Nunca pensé que un lugar como este podría hacerme querer parar... hasta que te conocí.
Jake abrió la boca para responder, pero Sunghoon lo interrumpió, su otra mano alzándose hasta rozar suavemente la mandíbula del omega, obligándolo a levantar la vista hacia él.
—¿Te das cuenta de lo que me haces sentir? —preguntó, con una mezcla de frustración y deseo—. No puedo estar tranquilo cuando estoy cerca de ti. Quiero... quiero más de ti. Quiero protegerte, tenerte cerca.
Jake sintió cómo el aire a su alrededor se volvía pesado, como si el espacio que los rodeaba se hubiera reducido a solo ellos dos. El toque de Sunghoon, aunque suave, estaba lleno de una promesa, algo profundo que hablaba de una conexión más allá de lo superficial. El alfa no solo lo deseaba físicamente, lo quería de una manera que Jake no había experimentado antes.
—Sunghoon... —susurró Jake, intentando encontrar las palabras adecuadas. Pero su voz se cortó cuando Sunghoon se inclinó un poco más, acercándose peligrosamente a su rostro. El aroma del alfa lo envolvió, una mezcla de su colonia y algo más... algo puramente suyo, un aroma que hizo que el omega sintiera un calor inexplicable recorrer su cuerpo.
El corazón de Jake latía desbocado, pero no era miedo lo que sentía, era algo más. Algo que le decía que, a pesar de la intensidad de Sunghoon, estaba a salvo con él. El alfa nunca lo lastimaría; eso lo sabía. Y aunque el deseo de Sunghoon era fuerte, también había algo tierno en su toque, en la manera en que sus dedos apenas rozaban su piel, como si temiera romper algo delicado.
—No voy a hacer nada que no quieras —murmuró Sunghoon, su voz más suave ahora, su respiración acariciando los labios de Jake—. Pero necesito que sepas que no puedo evitar sentirme así contigo. Eres... importante para mí.
Jake cerró los ojos por un momento, permitiendo que las palabras del alfa lo envolvieran. Sentía una mezcla de emociones, pero ninguna de ellas era negativa. Había algo en la manera en que Sunghoon lo tocaba que lo hacía sentir valorado, deseado, pero no de una manera superficial. Era más profundo que eso.
Finalmente, abrió los ojos y miró a Sunghoon, permitiendo que sus labios se curvaran en una sonrisa suave, aunque tímida.
—Tal vez yo tampoco puedo dejar de pensar en ti —admitió Jake, su voz baja pero honesta.
Sunghoon parpadeó, sorprendido por la confesión, pero antes de que pudiera responder, Jake dio un pequeño paso hacia adelante, cerrando la distancia entre ellos por completo. El contacto fue sutil, casi como una prueba, pero suficiente para que ambos sintieran el calor del otro.
El alfa soltó un suave suspiro, como si la tensión que había estado acumulando finalmente hubiera encontrado su escape.
—Jake... —susurró, inclinando la cabeza hacia él, sus labios apenas rozando los del omega en un gesto lleno de ternura y deseo contenido.
Jake no se apartó. En cambio, se quedó allí, sintiendo la intensidad de ese pequeño contacto, sabiendo que, a pesar de todo, estaba dispuesto a dejarse llevar, a explorar lo que fuera que ambos estaban sintiendo.
Y en ese momento, en medio de las flores, el ruido del mundo exterior desapareció por completo, dejando solo el suave murmullo de sus corazones latiendo al unísono.
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