Little sunshine
Una semana... una semana aquí y tenía que admitirlo, no estaba mal.
Desperté como todas las mañanas, enojado con la vida y con ganas de dormir.
Mientras desayunaba me percaté que mi rayito de sol no estaba y mi hermana seguía cocinando.
—¿Y Dani? —pregunté confundido.
—Ah se siente mal, al parecer le cayó mal algo en el estómago —explicó— así que no irá.
—Ahora que lo dices...
—No —me miró— tú si iras.
—Pero él...
—Dani no miente nunca y si me dice que se siente mal es verdad, en cambio tu solo buscas excusas para faltar —regañó molesta— no está a discusión irás.
Bufé pero no la iba hacer cambiar de opinión, fui a la habitación por mis cosas.
—A mi no me engañas solecito —le dije con molestia.
—Déjame en paz estoy malito —se quejó dándome la espalda.
Pero sabía que no... el corte de cabello, no tenía ese brillo digno del sol, estaba decaído y no lo iba a permitir.
Me fui a la escuela teniendo esa idea en la cabeza.
Tener a Xime era de mucha ayuda, tener una amiga era algo que me agradaba... en cuanto al imbecil de Aslan... era insoportable.
No hablaba mucho pero si lo hacía era para joder, siempre estaba serio y seguía sin sacarse a la verga de mi camino al subir la rampa... muy odioso a decir verdad.
—Quiero una marucha —dije a media clase de química.
Ximena me miró para empezarse a reír.
—Señorita Díaz, díganos que se le hace tan gracioso—regañó la vieja.
—Pues no su clase —me quejé.
Mi chiste si les dió risa pero a la maestra no tanto.
—Joven Macotela algo que decir —insistió.
—No —asentí— no de frente —susurré.
—Porque no sale de mi clase y se despeja un poco—ordenó— así deja de interrumpirme.
—Si señora —salí, me estaba quedando dormido de todas maneras.
—Acompáñelo señorita Díaz ya que parece que vienen juntos —añadió.
Al salir miré a la chica con una sonrisita torpe, ella solo me quería asesinar
—Como en los viejos tiempos no —le recordé.
—Te odio —gruñó.
—Vamos te invito algo de desayunar al menos —la animé.
—Me pagarás todo el almuerzo cabron —amenazó.
Y si que me hizo cumplir pidiéndose hasta postre.
—Guapo —me llamó— porque le dijiste a Cas que tenías espina bífida.
—Bueno... es más fácil que contar lo del accidente —expliqué comiendo mi pan— si les digo que tengo esta enfermedad solo lo dan por sentado y no hacen más preguntas.
La chica asintió para verme.
—¿Cómo has estado desde al accidente? —preguntó preocupada.
—Mejorando supongo —asentí— sin preguntas quieres o te pondrás a llorar.
Ella asintió con una liguera sonrisa.
—Hoy tienes natacion no —cambio el tema.
Me quejé recostándome en la mesa.
—Te cambió de lugar —bufé.
—Acepto —sonrió de inmediato.
—Sucia —señale.
La chica asintió mordiéndose el labio, a la hora de mi clase de natación ya me esperaba el blanquito.
Entramos a los vestidores donde ya estaban los demás con sus carers, solo había una chica en silla de ruedas como yo pero ella se cambiaba en otro lado.
—Necesitas ayuda —me preguntó desvistiéndose.
—Que tengo cinco años —me quejé.
—Te comportas como uno —gruñó irritable.
—Mira quien lo dice —contesté.
—Ni cinco minutos llevan y ya están peleando —regañó el señor Miller, el encargado de esta área.
—Él empezó —me quejé.
—No importa quien empezó lo importante es que paren —bufó.
Asentimos para seguirnos cambiando, traía mi playera de nadar pues no quería que vieran las miles de cicatrices en todo mi cuerpo.
Fuimos a la piscina para que me bajaran con esa maquinita directo a la alberca donde ya me esperaba el chico y el entrenador.
Al parecer ser carer aquí involucraba que tomaran un curso completo, claro eso les encantaba a las universidades prestigiosas.
El blanquito me cargó en el agua que estaba calientita.
Me quedé observando su músculo para precionarlo.
—¿Qué haces? —preguntó con molestia.
—Ay perdón me dió tentación —me disculpé mirándolo.
—A mi me da tentación soltarte y no lo hago —arqueó las ceja.
—Se flotar así que tu intento de asesinato no va a resultar —dejé en claro.
El chico gruñó para negar, el entrenador llegó para dar las indicaciones de lo que teníamos que hacer.
Yo no tenía que hacer nada pues el trabajo era de ellos, tenía una lesión a nivel de L1 lo que quería decir que parte de mi cadera y piernas habían perdido movilidad y algo de sensibilidad aunque esa todavía tenía un poco.
Pero después de todo y a pesar de mucha terapia mis piernitas ya estaban atrofiadas lo que me causaba dolor.
Mientras Aslan movía mis piernitas yo me relajaba.
—He león —lo llamé— hace cuanto vives aquí.
—Cinco años —contestó haciendo los ejercicios,
—¿De donde vienes? —pregunté haciendo plática.
—Kansas —contestó.
—Lejos de casa no Dorothy —me burlé.
—Tu igual no speedy González —contestó.
—Ah bien jugado —asentí— como sea, conoces un buen lugar de hamburguesas.
—No gordo —gruñó.
Le mostré el dedo medio para sonreír.
—No es para mi, es para mi hermanito a estado un poco decaído —explique.
El chico se lo pensó por un momento.
—Porque no le preguntas a Xim, no es tu mejor amiga —remarcó.
—Agh si pero la señorita es vegetariana —me queje— podría ser perfecta, pero solo come cosas con V.
—¿Con V? —preguntó confundido.
—Vegetales y verga —asenti.
El chico soltó una pequeña risita para asentir.
—A mira si sonríes, yo pensé que sólo tenías lo opción de modo serio o enojado en tu sistema—me burlé.
El chico me sonrió para levantarme el dedo medio.
—Una muestra más de ese tipo y los castigaré —regaño el profesor.
—Pero si es una muestra de afecto —establecí.
—Pues menos afecto jovenes —regañó, estaba claro que no somos sus favoritos.
Bufé para mirarlo.
—Entoces —insistí.
—Te mandaré la dirección por mensaje —aceptó.
Asentí feliz, al acabar con esto me di una ducha rápida para quitarme el cloro pues sabía que si no me iba a irritar.
Mientras me estaba cambiando la puerta se abrió... por suerte ya me había puesto los calzones.
—He qué haces imbecil—le lancé un zapato al blanquito.
—Vamos a llegar tarde si no te apuras —se quejó.
—Vamos, vete yo puedo hacer esto solo —me quejé.
—Me tenían que poner con el terco —gruñó.
Se quedó mirándome por unos segundos... fue cuando recaí en que estaba desnudo.
—Pervertido —le aventé el otro zapato que fue a dar justo en su cara.
Gruñó para salirse maldiciendo por lo bajo.
Al salir ya no estaba pero el muy cabron se había llevado mi zapato.
—Lindos calcetines —se burló Xim— donde están tus zapatos.
—Tu noviecito se lo llevó —me quejé.
—Los dos —dijo riendo, sonrojada por lo del noviecito.
—Uno pero me iba a ver ridiculo con solo un zapato —me quejé— además no es como que sean necesarios para mi no.
La chica asintió riendo, el león no se atrevió aparecer incluso cuando ya me iba.
—Porque no traes zapatos —regaño mi hermana.
—Un idiota se los llevó —me quejé.
—Dame un segundo...
—No espera fue mi culpa —me adelanté.
—No los cubras Ander no quiero...
—No, puede que yo se lo haya lanzado a la cara a la persona que se lo llevó —sonrei torpe.
—¡Ander! —me regañó.
Sonreí torpe.
—Anda ayúdame a subir, estoy cansado —me queje.
Mi hermana bufó para cargarme y ayudarme a subir.
Al llegar a casa me fui directo a ver a mi hermanito que seguía en cama.
—Solecito —lo mire— vamos salgamos.
—Estoy enfermo —se quejó dándome la espalda.
Bufé para deslizarme sobre su cama y acostarme en el.
—¡déjame en paz! —ordenó.
—Oye ya tengo el primer restaurante para nuestra ruta de hamburguesas, qué tal si vamos hoy —animé.
El chico bajo la cobija para verme y negar.
—Enfermo no estás, así que dime que te pasa —ordené.
—Nada —dijo molesto.
—Daniel que te pasa hombre —regañé aplastando su mejilla.
—Nada —dijo tratando de evitarme.
—¡Carajo Daniel! —le grité.
Él me miró con sus ojitos llorosos para empezar con lo inevitable, empezó a llorar.
—Extraño California —confesó.
Abracé a mi hermanito para calmarlo, era solo un bebito la primera vez que nos mudamos, un cambio que no le costó pero ahora ya tenía doce, un preadolescente que le habían cambiado todo su mundo.
—Son malos contigo o...
—No, todos han sido muy amables y ya hice amigos pero extraño a Cam —gimoteó— y a la abuela.
—Bueno pues eso se resuelve fácil —lo calmé.
Saqué mi teléfono para llamar a su mejor amigo, aquel castaño había crecido y no era más ese bebito adorable que conocía.
—Hola señor Cam —saludé.
El chico sonrió divertido.
—Hola Andy —saludó feliz.
—Tengo aquí a mi lado a un bebé chillon que dice que te extraña mucho —le pasé el teléfono.
Fue mala idea pues ambos niños terminaron llorando.
—De dos no se hacen uno —negué.
—Tranquilo Dani... mi hermano Dean dijo que me va a llevar a verte pronto —lo trató de calmar.
—Ya vieron par de llorones —bufé— bien en lo que terminan de llorar yo le diré a Soso que nos vamos para las hamburguesas de acuerdo.
—De acuerdo —asintió Dani.
Salí para ver a mi hermana huyendo de la escena del crimen pues seguro había escuchado todo.
—Bueno ya oíste iremos a comer hamburguesas —señale.
Mi hermana asintió cruzándose de brazos.
—Porque te lo contó a ti y no a mi —gruñó.
—Porque yo soy su hermano y tú... eres como su madre —le expliqué lo que ya sabía.
—Pero soy su hermana —se quejó— antes me contaba todo.
—Es un adolescente —le recordé.
Ella asintió molesta y frustrada, la entendía.
—Tranquila, hiciste bien al traernos —dije lo que necesitaba saber.
Mi hermana asintió para suspirar.
—Será nuestro primer fin de semana aquí, que quieren hacer —trato de calmar la situación
—Conocer a tu novio —sonreí.
—Ander —me regañó.
—De seguro es feo —me queje— por eso no nos lo quieres presentar verdad, ademas no llevan como un año juntos.
—Una no es feo y si lo fuera que —se quejó— y dos, aún no es algo formal.
—Llevas un año con él mujer ya es algo formal —gruñi.
Ella negó.
—No quiero agobiar más a Dani —añadió.
—¡Daniel quieres conocer al novio de Soso! —le grite.
—¡Si! —exclamó el niño desde la habitación.
—Dos a uno, ni modo ganamos —señale.
—Bien —dijo mi hermana a la fuerza— le voy a decir.
Sonreí, pobre la que le iba a caer...
Buenas, buenas aquí les traigo un dibujito de Ander siendo el agresivo que es 🥰
Pobre Solecito le afecto el cambio😢
Esta cap volaron zapatos por todos lados. 👟
En fin los veo la siguiente semana, se me cuidan tomen agüita 🙌
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