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¡Ese culito es mío!

La semana Pride había sido divertida... si divertida, pero el viernes había llegado ya lo que significa que me rencontraría con mi primer crush.

Me vestí divino incluso me peiné para no parecer un desastre frente a él.

—No —dijo Xim revolviendo mi cabello al verme,

—Oye me tardé mucho —me quejé arreglándo mi cabello de nuevo.

—Veo tus sucias intenciones y no pasarán Macotela —ordenó.

—Él sucias intenciones, cuando no —se burló el león llegando— sigue con lo del entrenador de gimnasia.

—Digan lo que quieran ese hombre me desea —asenti.

Ximena negó molesta para sobarse la sien.

—Peor, va tras mi hermano —se quejó— desde los que siete.

—Seis y medio, antes de salir —sonrei— y hoy por fin lo veré.

—No, me aseguré de que no estuviera —sonrió orgullosa.

—Eres malvada —me queje— malvada, deberías apoyarme tengo mi corazón roto.

—Y no lo sanarás con mi hermano —gruño ella.

Me crucé de brazos.

—En que me metí —bufo— venga rueditas tenemos clase —dijo empujándome.

—Yo puedo león —gruñi.

—Ah no empieces siempre llegamos tarde por tu culpa —se quejó.

Ahora llegamos temprano por su culpa, nos sentamos por desgracia juntos pues era su lugar.

Me puse a dibujar en mi libreta pues estaba aburrido, el chico no dejaba de mover su aparato auditivo.

—Mierda —se quejó— cámbiame de lugar.

—No —dije sin mirarle— esa chica Grace me trata como bebé y me pregunta mil veces si necesito algo.

—Cámbiate carajo —gruñó.

—Crees que gritando vas hacer que me cambie —levanté la ceja— soy latino tú gritito no me hace nada.

El chico me miró molesto.

—Muévete o te muevo —ordenó jalándome de la playera para acercarme a él.

—Me arrancarás de la mesa para eso —señale aferrándome a ella.

El chico suspiró para acercarse a mi girando la cabeza.

—Se le acabó la batería a mi audífono y no escucho nada de este oído, puedes moverte por favor me da dolor de cabeza — susurro a mi oído.

—Ya ves hablando se entiende la gente —dije alejándome de la mesa para sedarle el lugar, la ventana era un lugar muy tranquilo.

—Tienes talento —murmuró.

—No soy solo una cara bonita —asentí.

—No eres una cara bonita —atacó.

Le miré para negar.

—No que te dolía la cabeza —señalé.

El chico asintió para acostarse en la mesa, se quedó dormido de inmediato.

La clase empezó, no puse atención por andar dibujando, usualmente el león es el que me pasaba las cosas después pues tenía una excelente memoria pero se había pasado toda la clase dormido.

—Hey león es hora —lo llamé pero no despertó— vamos leoncito se hará tarde.

Pero el chico estaba muerto, y no podía negar que se veía lindo.

Moví su hombro ligueramente a lo que por fin desperto.

—¿Te sientes mejor? —pregunté— puedes irte a casa si no te sientes bien.

—Aunque te quieras deshacer de mi no lo lograrás—suspiró— mamá me traerá mi audífono en él almuerzo.

—Bien porque no te prestaré más mi lugar —me negué.

El almuerzo llegó rápido y Xim no aparecía.

—Ahora vuelvo —dijo el león levantándose de la mesa del comedor.

—Yo quiero ir contigo —insistí— quiero conocer a tu mamá.

—Absolutamente no —se negó.

—Porque no, tu coqueteas con mi hermana —le recordé.

El chico levantó el dedo medio para irse, mi perra iba pasando así que aproveché.

—Klaus ayuda —lo jale— sigo al león dame un empujón.

—Paso —se negó— tiene fama de golpeador.

—Que no eras medio masoquista —recordé.

El chico me miró para asentir, me llevó tras él ahí lo vi con su madre, era una mujer muy linda.

Aquella castaña besó la mejilla de su hijo para abrazarlo y después irse.

—Retirada —sonrei.

Nos fuimos corriendo para que no nos cachara, Xim ya estaba ahí esperándonos.

—Cualquier cosa estuvimos aquí todo el tiempo —señalé.

El blanquito llegó para sentarse y mirarnos.

—Si te vi imbecil—atacó— te dije que no fueras.

—Cállate niño de mamá —me burlé.

Nos empezamos a pelear a lo que Xim terminó molesta con los dos, sin embargo la hora de mi rencuentro llegó.

—Quita es sonrisita ya te dije que no está —se quejó.

—No pierdo la esperanza—sonreí.

Ella negó, pero el primer problema se suscitó al ver esas escaleras tan empinadas.

—¿Cómo esperabas que subiera eso? —me quejé.

—La verdad es que no lo pensé —suspiró— bueno a empujar.

El blanquito suspiró, se veía medio cansado.

—Ten más cuidado —ordene ante el golpe que daba.

—Bueno pues deberías bajar de peso gordo —atacó.

—Has más pesas debilucho —ordene.

—Dejen abro la puerta —dijo Xim adelantándose.

El chico seguía intentando subir cuando una de mis llantas se atoró.

—¡Mierda con cuidado! —exclamé.

—Si, se lo que hago —gruño.

—No, no, me vayas a tirar —me empecé a poner nervioso.

—Pues no te muevas tanto idiota —regañó.

—Venga ya apúrate —insistí.

—Ya casi.... Mierda...

Por el empujón mi destino iba hacer que fuera a dar al suelo cuando alguien me atrapó.

—Ya te tengo —dijo sosteniéndome— vaya el pequeño Ander ya creció.

Esa sonrisita y ojos azules... Justo como lo pensé.

—Mi héroe como siempre —guiñe.

El chico me cargó, vaya que el pequeño Santiago se había puesto bueno.

—Porque no tu subes la silla y yo a él —miró al león con desdén.

El blanquito asintió aún asustado, una vez arriba y en mi silla por fin lo vi, había crecido bastante, ya no éramos niños.

—Ahora si —sonrió— mírate cuanto has crecido

El chico sonrió para abrazarme con fuerza.

—Me alegra que estes bien —asintió.

—Me alegra volverte a ver —correspondí al abrazo que duró un buen tiempo.

Nuestro abrazo se vió interrumpido por Ximena.

—No te dije que no te quería aquí distrayéndonos —gruño molesta.

—Se canceló la práctica y quería venir a saludar —mintió y es que se le veía la mentira.

La morena bufó para poner los ojos en blanco, entramos a su linda casa.

—Cas el es mi hermano mayor Santiago, Santi el es Cas —presentó.

—Tu amiguito casi mata a mi chico —señaló él— porque no lo subieron y después la silla.

—Pues... cállate y lárgate entrometido —lo corrio Xime.

—No quiero —negó cruzándose de brazos.

Xim tomó el cuchillo de la cocina para perseguirlo... clásico, lo hacían desde pequeños.

—Lo siento —murmuró el león para verme.

—Ah tranquilo —lo calmé— no sabes cuantas veces mi hermana me tiro de la silla por no dar dos vueltas —me burlé— aunque una ves me robaron la silla por eso.

El chico asintió para ver las fotos.

—Listo —dijo Xim llegando— está en su cuarto y no bajará.

—Aguafiestas —me queje.

—Empecemos —sonrió mirando a Aslan— quieres algo de beber.

El chico negó, nos pusimos hacer la investigación mientras yo me hacía menso.

Escuchamos el violín desde arriba pues su casa era de dos pisos.

—Este maldito —dijo Xim irritada— ¿Por qué no me dieron un hermano como el tuyo? —insistió.

—A mi me agrada —sonreí.

—Porque te lo quieres cojer —saco mis sucias intenciones.

—No me caería mal un culito blanco desde que me dejó el otro —bufé irritado.

Si los vieras asegurarías que no son hermanos pues eran lo contrario el uno del otro y es que tenien diferentes madres, sin embargo la mamá de Santi lo abandonó con su padre cuando aún eran bebé.

—Sigue trabajando Ander —ordenó ella.

Asentí, volviendo a lo mío, mientras comíamos un refrigerio Santi bajo... sin camisa.

—¡Santiago! —exclamó molesta.

—Es mi casa yo decido cómo andar —ordenó tomando una manzana— o que comer —guiño.

Me ruborice, mientras Xime peleaba con su hermano me percaté de que Aslan estaba más callado de lo normal.

—¿Estás bien? — pregunté

El chico asintió sin mirarme.

—Aún te duele la cabeza no es así —le miré.

El león asintió suspirando.

—Tengo migraña no es nada —me calmó.

—Tengo analgésicos si quieres —dije tomando mi mochila— desde ibuprofeno a vicodin, soy una droguería andante.

—No gracias —negó.

Negué para ver a Xim venir, entonces vi mi oportunidad para quedarnos a solas.

—Xim aquí el terco este se siente mal desde la mañana, porque no lo llevas a su casa para que descanse —insistí.

—Estoy bien, no te metas en esto —gruño bajando la voz un poco.

—No puedes ni contigo mismo que vas a poder con esto —me queje— hazte un favor y priorízate.

—Andy tiene razón—dijo Xim sentándose a su lado— no te preocupes lo terminamos después, aún tenemos mucho tiempo.

El chico suspiró para asentir.

—Venga Andy te llevo de una ves —dijo ella tomando las llaves de su coche.

—Ve, yo me adelanto aquí —la calmé— si no llamo a mi hermana.

—Oh no... tu...

La jale para susurrarle algo al oído.

—Te estoy dando la oportunidad de irte con él, no la desaproveches —susurre.

Ella me miró inspeccionando la situación para asentir.

—Cuídate león —me despedí.

El chico asintió para irse, el blanquito se asomó de las escaleras.

—¿Ya se fue? —preguntó.

—Ya puedes salir —asentí riendo.

Santi solo era dos años mayor que yo y desde muy joven ambos nos habíamos identificada, aunque en realidad él era bi.

—Sigues tocando el violín —me sorprendí.

—Si, no soy el mejor pero me gusta —asintió— quieres que te muestre en lo que estoy trabajando.

—Claro que si —sonreí.

Me ayudó a subir para acomodarme en su cama.

—Se aceptan donativos al final —me guiño.

Asentí, el chico se acomodó para empezar a tocar... habían pasado casi diez años pero seguía siendo el mismo chico que iba con su violín por todos lados.

Al terminar de tocar me sonrió.

—¿Te gustó? -1preguntó dejando su violín en su lugar.

—Sabes que si —asenti— pero sobre lo del donativo no traigo dinero.

—Que le vamos hacer —arqueó las ceja para acostarse a mi lado.

Sabía por donde venía esto... siempre nos tuvimos ganas, claro no de esas sexuales pero siempre quise besar esos labios y se que él igual, pero cuando eres pequeño dos años suena demasíado.

—Tengo una idea —dije besándolo por fin, diez años después.

El no se negó para seguir, su mano que iba bajando cada vez más hasta que se detuvo.

—Ah tu... esta bien, ¿si lo sientes? —pregunto confundido.

—Si la pregunta es si se me para, si ,que lo consigas es otra cosa —guiñe.

—Averigüémoslo —sonrió pícaro.

Empezó a besarme para quitarme la playera rompiéndola, beso tras beso fue bajando... por obvias razones es complicado tener penetracion si no se tiene experiencia pero una buena paja de amigos y algo que involucró la boca era bien aceptado.

Terminé acostado en su pecho, mi yo de siete años estaría orgulloso... asqueado un poco pero orgulloso.

Mientras estábamos recostados Santi empezó a jugar con sus dedos en mi espalda encontrando la cicatriz que atravesaba la mayor parte de mi columna.

—¿Te duele? —preguntó recargando su cabeza en la mía.

—De vez en cuando tengo una especie de dolor fantasma y es muy doloroso pero me suele pasar solo cuando estoy muy estresado —expliqué.

Tomé su mano para guiarlo hasta donde se sentían mis tornillos.

—¿Qué es eso? —preguntó asombrado.

—Me tuvieron que poner varias placas y tornillos —explique riendo— soy mitad robot ahora —bromee.

Santi sonrió para abrazarme.

—No sabes cuánto necesitaba esto —suspiró abrazándome.

—Cojerme —dije burlon

—Volverte a ver —explicó— yo... no me atreví a irte a ver en el hospital y cuando te fuiste siempre me lamenté por no hacerlo.

—Está bien —lo calmé— no esperaba que lo hicieras, sé que fue difícil.

El chico asintió para sonreírme y besarme, no esperaba tener una relación con él, sinceramente no nos veíamos de esa forma, pero si necesitábamos esto para cerrar los ciclos.

Le puerta de su habitación se abrió dejando entrar a la morena cruzándose de brazos, mi corazoncito empezó a latir muy rápido.

—Ayúdalo a bajar lo voy a llevar a su casa —ordenó para salir.

Ambos asentimos nerviosos ante su reacción.

—Nos va a matar —concluyó de inmediato

—Yup, fue una buena vida, corta pero buena —asentí

Mire mi playera rota para ver al chico con molestia, solo respondió con una sonrisita torpe.

Me ayudó a vestir dándome una de sus playeras para bajarme, nos dimos nuestro último beso antes de ser asesinados.

—Nos vemos mi niño —besó mi frente.

—Nos vemos mi héroe —me despedí.

Me subí al auto de mi amiga listo para mi muerte.

Se logró lo cometido jaja 💕

Ya que estamos cerca felices fiestas a todos, pásenla lindo y mis mejores deseos 🥰

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