epílogo
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CAPÍTULO FINAL
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Dolía como los mil demonios.
Mi corazón dolía demasiado, dolía tanto y no entendía cómo. Intentaba buscar por todos lados una respuesta lógica del porqué había sucedió todo aquello, divagaba entre lo más profundo de mi mente una y otra vez buscando argumentos, pero como siempre nada aparecía.
Mamá lloraba desconsoladamente sobre el hombro de papá mientras este daba caricias a su espalda en un intento de calmarla siquiera un poco, ambos de pie frente a mí en mi habitación después de darme aquella noticia. Sabía con certeza que ellos no querían que sufriera, pero la verdad es que eso era algo totalmente inevitable. Porque me encontraba tan aferrada a ti, que si tú llegaba morir, mi alma lo haría junto a ti.
Exactamente hace aproximadamente una semana nos habíamos enterado sobre el accidente.. aquel accidente que había causado la muerte de los padres de Haizaki.
Te había visto volver a casa con los ojos hinchados, las mejillas rojas y a tu patética novia consolándote mientras entraban por la puerta, también te acompañaba Kidou, la verdad es que me dolía tanto no hacer nada al respecto e ir a dar todo el amor y consuelo del mundo que solo yo podía darte.
Me aseguré de que cuando ella se marchara al igual que tu amigo yo iría a consolarte.
Yo era la única que podía hacerlo.
No me hizo falta más que tocar el timbre de tu casa y que cuando me abrieras prácticamente me jalaras para dejarme guiar por ti hacia tu habitación, te sentaste en mis piernas y cerraste tus ojos intentando dejar de sollozar. Mis dedos estaban hundidos en tu larga cabellera, acariciándote con lentitud como solía hacerlo cuando éramos dos pequeños adolescentes, cantándote una canción e intentando que mi voz no se quebrara al verte tan roto.
Ese día me besaste en la cama en la que un día habíamos hecho el amor, en ese momento me sentí en casa, cuando tus labios se encontraron con los míos se sentía tan jodidamente familiar aquel olor que desprendías, me gustaste y me gustaste mucho. Aquellos sentimientos que con el tiempo me había encargado de eliminar completamente de mi habían salido nuevamente a flote con el simple roce de tus labios, ese acto me había dejado en claro que no había algo que me gustara más de lo que tú lo hiciste.
Dormimos juntos envueltos en aquella manta azul y cuando llegó la hora de despedirnos, salí de tu casa volviendo a ser los mismos desconocidos que no habían vivido ninguna historia de amor anteriormente.
Ayer me sonreías, y hoy ni me conocías.
Y haciendo que todo quedara en cenizas.
Los días pasan, al igual que las semanas y los meses, observo como todos los días sales de tu hogar con dirección al trabajo. Supe que dejaste de estudiar para seguir en pie después de la muerte de tus padres. O al menos eso dicen los chicos de tu clase.
No te marchaste, no te has desaparecido de mi vida, pero... ¿Por qué siento que es así?
Ya no nos hablamos más, ya no sabemos que ha pasado con la vida del otro y me es lejano recordarte cerca de mi, simplemente las cosas habían terminado de un momento a otro. Nuestro amor fue como una estrella fugaz, Haizaki.
Te miré por última desde la ventana de mi habitación, caminabas de un lado a otro con desesperación que no notaste mi presencia en ningún momento. En aquella misma habitación donde habíamos compartido de todo y a la vez nada, me duele mucho recordar en la manera inexplicable en lo que tus ojos brillantes me veían aquella noche, la manera que utilizaba tus buzos para mantenerme con tu aroma.
Y ahora es que comprendía aquel mensaje que me habías mandado a las tres de la madrugada, y ahora es que lo leía.
¿Es que acaso no te diste cuenta, imbécil? ¿No te quedaba en claro que solo te quería a ti?
Estábamos tan frágiles, tan solos, que terminamos por rompernos juntos.
Y desde ahora, mis días son tan iguales como dos gotas de agua, me la paso cada día en fiestas tomando grandes cantidades de cervezas para intentar reemplazar aquel dolor de mi cuerpo por alcohol, dejo que me toquen mientras bailo, dejó que me guíen hasta un sitio y disfruto de tener relaciones sexuales imaginándome de que Haizaki nunca existió; mis calificaciones han bajado sorprendentemente pero no me importa, porque incluso los profesores buscan algo a cambio para no reprobarme.
Mamá se encuentra enferma y mi padre se ha enterado de lo que su pequeña hija hace con los chicos de su instituto, pero independientemente de eso, de la manera en la que reemplazo el aroma de Haizaki por los de un cigarrillo sé que no podré olvidarme de él, porque cuando la fiesta termina, estoy deseando nuevamente que regreses a mi lado.
He estado yendo ya, una semana entera a tu casa, a llorarle a tu puerta estando ebria porque solo te necesito, aunque me abrazas y me dices que empecemos todo desde cero solo hago alejarte. No quiero que presencies en lo que me he convertido, porque estoy segura de que ya no me amas.
Se que en cualquier momento te irás dejándome sola y ya no recordarás aquellas tardes de verano cuando tan solo teníamos apenas diez años.
Y finalmente Haizaki se fue.
Porque todo apuntaba en que no era el amor de mi vida, pero yo solo estaba encaprichada a la idea de que lo fuera.
Aquellas palabras de despedida junto con un camión de mudanza quedaron grabadas en mi cabeza, las escuchaba cuando estaba en medio de todos esos chicos moviéndome frenéticamente al ritmo de la música, mi cabeza dolía y pensaba que iba a vomitar en cualquier momento.
Porque cariño, cuando la fiesta termina, te llamo por teléfono intentando escuchar tu voz aunque sea por un segundo, aunque sé que volveré a insistir.. Pero solo pido saber por última vez que estás bien, aunque siempre reciba un:
El número que usted marcó, no está disponible.
FIN
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Gracias por leer y aguantar mi pésima escritura de cáncer visual :³
Agradecia de que por lo menos a unas pocas personas les haya gustado y se tomaron el tiempo de leer, votar y comentar.
♥️
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