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CAPÍTULO  OO3

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Fuyuki mordía mi hombro cuando apunto estaba sintiendo llegar al orgasmo. El chico supuestamente 'Heterosexual' pero a escondidas en el instituto era un gay, ¡que estupidez! Lo más gracioso de todo esto es que estaba teniendo sexo conmigo.

Ahora estaba cien por ciento segura que podía hacer a algunas personas dudar de su género.

Pero aún así, no quitaba el hecho de que todos eran un mar de mentiras, todos ocultaban su realidad y fingían delante del público ser las personas perfectas que terminaban casándose, teniendo hijos y un empleo perfecto. Levantándose temprano todos los días y volviendo a casa por las noches para ayudar a sus perfectos hijos a hacer la tarea, se dirigían a su esposa perfecta para regalarle un beso y se sentaban en el comedor a comer y platicar sobre lo que habían hecho a lo largo de su perfecto día.

Mis uñas se clavaron con fuerza en su espalda, rezando porque todo terminará ya, me dolía, estábamos en la habitación de los padres de Saotome que seguramente lanzarían un grito al cielo al saber que dos personas ebrias y completamente desconocidas para ellos, estaban teniendo relaciones sexuales en la cama en donde dormían todos los días.

La música en la planta baja sonaba con fuerza y los gritos de las personas opacaban los gemidos que salían de nuestras bocas. Cada fin de semana había una fiesta cualquiera en diferentes lugares, cada uno parecía ser el soporte que Haizaki algunas vez lo había sido, pero no era así, solo buscaba una manera de reemplazarlo.

Cuando finalmente todo terminó, beso mi cuello y se apresuró en deshacer toda la evidencias posibles que aseguraran que habíamos hecho algo aquí. Se metió en el baño de los padres de su compañero de equipo mientras yo me sentaba en el borde de la cama con la respiración agitada.

También me quedé absorta a todo lo que pasaba por mi alrededor y pensando en ¿Cuando acabaría? ¿Cuando alguien finalmente me haría sentir el amor que Haizaki lograba encender en mi? ¿Cuando dejaría de ser tan patética si después de todo terminaría corriendo despavorida a refugiarme en los brazos del moreno?

Sin darme cuenta ya me encontraba llorando, me sentía sucia, usada, sentía que las cosas ya no parecían ser lo mismo desde que Haizaki le había puesto un fin a todo lo que teníamos. Aún no lograba comprender porque seguía llorando por él, no entendía la manera en la que quiera que todo recuerdo de él por fin se esfumara, para nada, porque al final de día siempre volvía a necesitarlo.

Todo esto tenía un porqué, o un por quien; su madre.

Su madre tenía la culpa de todo, le daban asco las personas que andaban de boca en boca y tenían prácticamente la reputación por el suelo. Su madre creía que no había ser más sucio que se revolcara entre las sabanas de millones de personas y fuera una completa zorra e hiciera como si no le importara nada. Y pude comprobarlo el día que nos encontró a Haizaki y a mí dándonos un beso corto a las doce de la noche en el patio de su casa. Ella le había dado una cachetada a Haizaki y lo había reprendido con una mirada de furia y decepción, gracias al golpe una pequeña cicatriz había aparecido en la comisura de sus labios.

La verdad es que necesitaba a Haizaki, a mi chico.

Después de mucho, después de todo, después de acostarme con todos esos chicos que disfrutan insultarme y llamarme de manera vulgar haciéndome menos, ninguno había podido llenar aquel vacío que Haizaki había dejado el día que se marchó. Ninguno podía reparar aquel corazón roto.

Solo quería ahogar el dolor que sentía.
Solo quería que desapareciera y que no volviera.
Solo quería olvidarme de Haizaki de una vez por todas.