┏┉┅━━━━━━⊕━━━━━━┅┉┓

CAPÍTULO OO2

┗┉┅━━━━━━⊕━━━━━━┅┉┛

Haizaki en ningún momento me decía vulgaridades para hacerme sentir exitada, Haizaki no se atrevía a decirme que era "una zorra más" que necesitaba de un cuerpo sobre el suyo porque era una chica tonta con fama de puta. Haizaki acostumbraba a decirme cosas lindas, Haizaki con tan solo susurrar que me veía linda hacia que mi piel se volviera de gallina, hacia que me sintiera en las nubes y mis mejillas siempre estaban rojas por ello. Él nunca se atrevió a faltarme el respeto y intentaba tratarme con cariño asegurándose de que me sintiera bien.

Ahora mismo iba de camino a casa después de salir de clases, y Kidou junto a Fudou ya no me venían a pasar buscando para irme de regreso a casa con ellos. Lo habían dejado de hacer hace mucho tiempo, ni tampoco Kidou que estudiaba conmigo se sentaba junto a mi en los almuerzos como antes, porque todo cambió después que empezaron a insistirme una y otra vez que dejara de hacer lo que hacía con toda la escuela, yo solo me negaba pero aún así estaba segura de que ellos no querían tener una fama al igual que la mía. Menos Fudou que seguramente no quería manchar su nombre en la Royal. No querían ser amigos de la patética Shuuna.

Pero entonces, volví a verte, Haizaki, estabas tan concentrado pintando la barda de tu apartamento con color gris, quería ir y correr hacia ti, cubrirte los ojos para escuchar mi nombre salir de tus labios en un susurro, para que luego me llenarás de besos una y otra vez. Quería que calmaras el dolor que yo misma me había provocado en el intento de ya no evocar tu recuerdo, quería que volviéramos a lo de antes.

Me observaste con una sonrisa cerrada de labios, y aunque siempre fuera un tanto arrogante a mi encantaba. Tú ojos, oh dios, esos ojos escarlata que me miraban me hacían sentir arder en el fuego mismo. Cargaba tu viejo suéter y dejaba al descubierto una pequeña parte de mi clavícula donde hace días atrás un chico se había encargado de dejarme un chupetón, caminaste con un poco de incomodidad regalándole unas cuantas miradas a tu casa, no querías que tu madre te viera con alguien como yo, mucho menos acercándote a mi. ¿Porque era la zorra que tenías por amiga, no?

Tú madre en cierta parte no me agradaba, porque ella había sido la causante de que rompiera el desastre que una vez habíamos comenzado, creí que iba a ser nuestro vínculo secreto, pero ya me había dado cuenta que tarde o temprano alguien iba a romper ese vínculo, y no hizo falta, pues tu mismo lo habías hecho.

—¿Quién te hizo esto? —acariciaste el pedazo de mi piel que se había puesto de un color morado, sentí escalofríos al sentir el tacto de tus manos.

Y es que aún seguía sin comprender. ¿Porque si terminamos actuabas como si seguía siendo tuya? Como si aún fuéramos algo, como si de verdad te importara.

—Respóndeme bebé, ¿quién te hizo esto? —murmuraste por última vez sobre mis labios, tomando ligeramente mi cintura y atrayéndome hacia ti como zuma delicadeza.

Me agradaba la forma como me tocabas, porque a diferencias de los demás, tú no me lastimabas, no me sanabas totalmente pero de cierta manera eras aquella curita que hacía neutralizar mi herida. Cuando estaba junto a ti podía volver a sentir que era la pequeña Shuuna, con la misma mirada inocente y ese brillo en mis ojos al verte.

Haizaki Ryhoei, tus labios... ¿Cómo podría explicarlo? Cuando me besas el dolor se apaga, el sufrimiento se esfuma y eres esa increíble diferencia, que al resto de los demás, me hacías sentir bonita. Después de todo te amaba Haizaki, solo a ti te amaba.

El sonido de una cerradura quitando el seguro para abrir la puerta te puso alerta, y me apartaste de ti rápidamente volviendo a pintar la barda de tu apartamento. Tu madre no tardó en salir en un par de minutos, pero ya era tarde, ya me había marchado, solo logró observarme a lo lejos con una mirada de asco.

Haizaki, deseo escapar junto a ti. Quiero que nos escapemos juntos.