5
Lindsey
— Yo... yo aún te amo, y se me hace difícil el verte con alguien que no soy yo. Esa canción que sonó anteriormente hizo que recordara como nos conocimos y...— Oh mi Dios —. Y me siento un romántico ridículo enamorado por decirte esto, pero no puedo pedirte una disculpa por amarte de la manera en la que lo hago. Siempre pensé que eras una chica especial a pesar de todos tus defectos y problemas. Y ahora te veo, y me siento tan miserable porque...— aspira aire por su nariz y después lo libera por la boca en un suspiro. Sus palabras me dejan helada. Desde un principio supe sus intenciones cuando nos encontramos en el estacionamiento del centro comercial. Sabía que me volvería a buscar, pero no pensé que vendría a musitarme todo esto. Me echo para atrás en la silla y apoyo las manos en mis rodillas, sopesando lo que me ha dicho—, porque sé que eres feliz con tu novio, solo que no puedo guardarme estos sentimientos que tengo por ti. Para mí, tanto como a ti es difícil escuchar que la persona que más te hizo dañ...
— Que te quede claro algo. Tú nunca me hiciste daño. Solo que preferiste a alguien por encima de mí. Solo eso — lo interrumpo.
Andrés aprieta los labios y asiente.
— Está bien, tienes razón. Y es por eso que quiero pedirte otra oportunidad para enmendar mis errores.
— Yo no sé que decirte. Ambos cometimos muchos errores, yo más al no decirte que..., que me dolía verte con Lynda. El que la prefirieras antes que a mí me hizo sentir la peor persona del mundo, y juré olvidarte. Olvidar todo lo que dijimos cuando fui a terminar contigo.
Andrés se arrodilla a mis pies y toma mis manos entre las suyas.
— Mírame. Mírame, Lindsey.
Yo lo miro a sus ojos azules y veo tranquilidad y una mirada limpia que me refleja un amor verdadero. Algo que nunca he visto en los ojos de Ezra hacia mí. Sus manos sueltan a las mías y suben a mi cara, en la cual acaricia mis mejillas, a continuación me sujetan por la nuca y sus ojos se cierran en señal de que me besara. El corazón me late muy deprisa cuando siento sus labios en mi boca. Es un beso lento, dulce y lleno de mucho amor de su parte. Con Andrés los besos son distintos. Él tiene una manera de besarte que puede transimitirte todo lo que está sintiendo por ti en esos momentos. Y eso era algo que demasiadas veces envidie de Lynda, ya que ella siempre lo tuvo fuera de la escuela. Ella conoció a sus padres, a sus amigos, tuvo la oportunidad de salir a fiestas de su brazo, pero yo, ¡Yo no pude hacer nada de eso!, y eso ahora mismo está confundiéndome. Me está confundiendo demasiado y más porque estoy comparando mi relación con él con la que tengo ahora con Ezra.
Mis sentimientos por Andrés están volviendo y eso es algo que quería evitar. No quería volver a lo mismo de siempre. Y aunque Lynda no estuviera más en su vida, sé que él todavía tiene algunos sentimientos albergados hacia ella. ¡Joder, estuvieron juntos por más de tres años! ¡Como iba a superarla tan rápido!
Andrés se aparta de mí y comienza a dejar suaves besos en mis labios.
— Por favor ¿podemos olvidarnos de todo lo que dijimos y volver a intentarlo? — hace una pausa—. Nunca podré superar no estar por debajo de ti. Siempre estuve por encima de lo que sentías y fui tan egoísta acerca de lo que necesitabas. Tú no querías cosas caras, cenas en restaurantes de lujo, y por eso me arrepiento..., me arrepiento por dejar que una mujer como Lynda estuviera en el lugar que tú merecías. Tú me necesitabas, me necesitabas cuando todos se pusieron en tu contra, incluso me defendiste de tus padres cuando no me aceptaban ¿y qué hice yo? Alejarte por querer a una mujer que fuera más centrada, que tuviera una carrera hecha y un trabajo estable cuando tú estabas dispuesta a darme eso y mucho más.
Es completamente cierto. Todo lo que dijo yo en su momento estuve dispuesta a hacerlo y muchísimo más, pero él prefirió quedarse con Lynda. Yo sabía que nuestra relación no iba a durar mucho, sin embargo, quise arriesgarme. Porque yo me había enamorado de él y de sus pequeños detalles que tenía hacia mí. Incluso pasábamos demasiado tiempo juntos tanto dentro de la preparatoria como fuera de ella. Solo que finjiamos que nada más teníamos una bonita amistad, cuando en realidad era otra cosa. La primera vez que sus sentimientos salieron a relucir dentro de los pasillos de la escuela fue cuando un amigo de Mike hizo circular el rumor de que se había acostado conmigo, eso llegó a los oídos de mi hermano y se molesto tanto conmigo que me creyó una zorra. Eso me había hecho sentir realmente mal. Que mi hermano menor pensara eso de mí era una cosa difícil de soportar y yo le aclaré que nada de lo que él dijo era cierto, y fui y dejé en evidencia a su amigo enfrente de todos los chicos del equipo de Lacrosse, de todo el alumnado, que fue cuando llegó hasta Andrés. Solo que no pensé que reaccionaría de esa manera.
Entramos a su salón de clases y él cerró la puerta de un portazo. Se pasó las manos por su cabello, luego suspiró y a continuación se detuvo delante de mí.
— ¿Me crees estúpido? — gritó molesto-. ¡Yo te dije que ese mocoso tenía otras intenciones contigo, pero nunca me escuchas!
— ¿A ti qué mierda te pasa?
Se quedó en silencio y apartó la mirada de mis ojos. ¿Quién se creía que era para gritarme de esa manera? Él y yo no éramos todavía pareja y no tenía derecho de reclamarme absolutamente nada sobre lo que hacía con mi vida. Yo le quería y me dolía que me tratara así. Sabía que tarde o temprano él también pensaría que todos los rumores acerca de mí eran ciertos, pero no creí que lo haría tan rápido y menos cuando yo comenzaba a enamorarme de él.
— ¡Es que no puedo creer que te hayas acostado con él cuando yo te quiero! ¡Sí maldita sea, yo te quiero! — replicó mirándome a los ojos otra vez y acercándose más a mí. Se inclinó un poco más cerca de mis labios y su boca se abrió, dejándome oler su delicioso aliento a cigarrillo mentolado mezclado con café. Una de sus manos se estableció en mi mejilla y la acarició con dulzura y lentitud haciendo que mis ojos se cerraran por la suavidad de su caricia —. ¿Por qué no puedes comprender que..., que eres la mujer que más necesito en mi jodida vida?
— Yo...—Tragué saliva cuando sus labios pusieron un beso húmedo detrás de mi oreja en tanto su mano continuaba rozando mi mejilla con sus dedos. No sabía que responderle. Tenía claros mis sentimientos hacia él, pero no pensé que admitiría los suyos en un momento como este.
— Habla, preciosa, dime ¿por qué lo hiciste?
— Yo no me acosté con él —protesté aún hipnotizada por sus caricias. El maldito sabía como tener a una mujer a sus pies —. Yo simplemente ayudé a Mark con un ensayo de Literatura y cuando se estaba por ir me besó, pero nada más.
— ¿Es en serio? Y entonces ¿por qué dijo eso?
— Porque solo quería llamar la atención y hacerles creer a sus amigos que se había acostado con la «Suelta de Lindsey Blair», pero nada de eso ocurrió.— gemí al verlo alejarse de mí con repulsión. Yo no quería que él me viera como todos lo hacían por mi reputación de zorra. Se sentó detrás de su escritorio y miró a todos lados menos en mi dirección.—. ¿Tú crees todos esos rumores, cierto? ¡Contéstame, Meyers!
— ¿Cómo no quieres que los crea si tienes esa reputación? ¿Cómo no quieres que los crea si te vistes así? ¿Cómo no quieres que los crea si te he visto besarte con muchos en el pasillo?
Me reí con amargura.
— ¿Y así dices que me quieres? Si me quisieras como me dices, confiarías en mí y no en todo lo que dicen —Y cogí mi mochila del escritorio y salí de su salón cerrando la puerta de un portazo.
Ese día cuando dejé su salón había hecho que mi corazón se rompiera y mi autoestima bajara por los suelos. Yo confíe en que él no creía ninguno de esos rumores y que me quería por encima de todo lo que decían de mí, pero únicamente le dio por llevarse ante todos esos chismes. Al día siguiente, y la siguientes semanas solo manteníamos una relación de alumna-profesor y, aunque él quisiera negarlo se sentía mal por verme sola en los pasillos; incluso lloré horas por su culpa.
Solamente que hacía todo lo posible porque no se diera cuenta de ello. Esas semanas usé mucho maquillaje y muchas pulseras debido a que también había agarrado un amor por cortarme las muñecas. Sé que era estúpido que hiciera esto por un hombre, pero yo lo quería y no podía evitar sentirme una basura que él no se merecía. Mis padres nunca se encontraban en casa y cuando lo estaban solo era por los problemas de agresividad de Mike, y a mí me dejaban de lado como si yo no los necesitara. Conforme los días y las semanas pasaban, yo cada vez más sentía la necesidad de refugiarme en los cortes y en el alcohol porque inclusive había decidido a cambiar mi manera de ser con los chicos, que cuando se me insinuaban yo los mandaba al infierno, y eso solo lo había hecho para que mi concepto de zorra desapareciera de la mente de Andrés y no fue hasta que un día me lastime el tobillo que él y yo nos reconciliamos y empezamos a salir a escondidas.
Sus manos acariciando las incipientes líneas de los cortes en mis muñecas me sacaron de mis pensamientos y me insitaron a mirarlo a los ojos.
— Yo... Dame una oportunidad de solucionar las cosas y demostrarte que puedo ser mejor que todos esos chicos con los que has salido. Solo déjame tratarte como una verdadera dama. Sé mi dama de nuevo. Por favor, amor. Yo te necesito.
¿Qué hago? ¿Ustedes que harían ante una propuesta como esta? ¿Lo aceptarían después de todo lo que les conté? ¡Mierda, ¿qué hago?! Yo realmente no quiero pasar por lo que pasan las chicas en los libros. No quiero escoger entre dos chicos maravillosos. Y aunque casi no conozco a Ezra puedo asegurarles que lo quiero muchísimo. ¿Más a que Andrés?, me pregunta mi consciencia. ¿En realidad quiero más a Ezra de lo que quise a Andrés? ¿Por qué el amor es tan complicado?
— Creo que será mejor que me vaya a mi casa. — le aclaro con la mente revuelta y me pongo de pie, pasándome las manos por el cabello. No sé que hacer ante su propuesta. Sigo diciendo que estoy bien con Ezra y lo que menos quiero es tener más problemas con mis padres por estar con Meyers. Comienzo a recoger mis cosas de la mesa y silla y cuando paso por un lado de Andrés su mano detiene mi andar.
Volteo a mirarlo con el ceño fruncido, pero él solo se mantiene examinando su teléfono celular de la misma manera en que yo lo estoy mirando, después me mira con la cara relajada sonriendo falsamente.
— Lo siento, pero eso no será posible, no por esta noche.
— ¿Por qué no?
— Al parecer hubo un problema en la cena, y tu hermano me pidió que no te permitiera volver por lo sucedido. Según este mensaje que me acaba de llegar de parte de Mike las cosas no están muy bien que digamos.
Andrés emprende a romper en pedacitos una servilleta que tiene en las manos, dandome a entender que se encuentra nervioso. ¿Es verdad todo lo que está diciendo, o tan solo es una manera de hacer que me confunda más? Me libero de su mano y con ella le arrebato la servilleta, privando que continue despedazandola. Él me mira con las cejas levantadas.
— ¿Qué está ocurriendo, Carlos y quiero la verdad?
Sé lo que están pensando y sí su nombre completo es Andrés Carlos Meyers, pero no lo juzguen por tener unos padres que no saben combinar nombres. Retomando el tema, sé que cuando lo llamo por su segundo nombre él se pone más nervioso de lo que se halla y termina contándome lo que está guardándose. Sus manos cogen otra servilleta y mientras la está destrozando mira a todos lados menos a mí. ¿Qué pasa Andy? ¿Por qué no quieres contarme?
Agarro sus manos y él me mira a los ojos.
— Dime ¿qué está sucediendo y por qué no puedo regresar a mi casa?
— Mike no me dio la razón por la que no puedes volver. Solo me pidió que te dejara quedarte conmigo por esta noche.— miente.
— Tengo que volver. Si Ezra se entera de que me quedé a dormir con mi exnovio me matara —le aclaro nerviosa ahora yo.
Deslizo mis manos por mi cabello una vez más y me acomodo el gorro de mi abrigo sobre la cabeza antes de salir por la puerta. Camino a paso rápido por las calles, sintiendo las primeras gotas de lluvia caer por mi cabeza y por mis hombros empezando a calarme. ¿Y así quiere que regrese con él? Él mismo sabe que odio que me oculten las cosas. Prefiero la sinceridad, aunque me duela, pero eso al menos no te hace quedar como un hipócrita y un mentiroso. Escucho las pisadas y los gritos de alguien correr detrás de mí, sin embargo yo no me detengo y en cambio aumento la velocidad de mis pasos.
— ¡Maldición, Lindsey! ¡Espera!
Sus pasos se escuchan más cerca de mí y por curiosidad suspendo mi caminar y me vuelvo en su dirección. Andrés poco a poco empieza a ralentizar sus pasos al ver que me he detenido y camina más despacio hasta mí. Lo miro de pies a cabeza. Su cabello está completamente húmedo por la llovizna que cae sobre nosotros, su abrigo lo trae en una mano y su cuerpo permanece temblando del frío que debía tener en esos momentos. Ojalá no coja un resfriado por venir detrás de mí sin su abrigo puesto, ya que eso no me lo perdonaría jamás.
Cuando está delante de mí, levanta un dedo apuntando que aguardara unos segundos y apoya las manos en su cadera, logrando recuperar el aliento.
— ¿Por qué huyes así de mí?
— ¿Y tú por qué no me respondes sobre lo que está pasando en mi casa?
— Sabes que es de mala educación responder a una pregunta con otra — dice divertido, levantando la ceja derecha.
— Responde, Andrés.
— No puedo decírtelo yo. Mañana que vuelvas a casa Mike te lo dirá, pero ven conmigo a casa.
— Dijiste que no puedo ir a mi casa, mas bien sería a tu departamento —me burlo, señalándolo. Él se ríe y me toma de la mano.
— Bueno, bueno. Vayamos a mi departamento.
— Eso está mejor — nos reímos de nuevo y él suelta un gracioso estornudo —. Andrés ponte el abrigo.
— ¿Este abrigo?— cuestiona mostrándome su abrigo todo mojado. Rayos, tiene razón. Tiro de su mano que está con la mía y lo llevo debajo de Berries Drinks para pedir un Uber.
***
Caminamos por el pasillo lleno de puertas marrón oscuro, buscando la que tiene el 3B en ella. Cuando nos detenemos enfrente, Andrés saca las llaves del bolsillo trasero de sus vaqueros y abre la puerta, dejando que entre primero. Me quedo parada cerca de la entrada principal viendo cada movimiento que Andrés hace. Camina hacia su ropero, inspecciona su ropa y extrae la camiseta amarilla que tanto me gusta.
— Puedes usarla si quieres. Sé que es tu favorita.
Se acerca y me la extiende. Me muerdo el interior de la mejilla, asiento y tomándola de sus manos me meto en el cuarto de baño. Deslizo mis manos por el cierre de mi abrigo verde militar y lo saco de mi cuerpo, revelando mi corto vestido azul. Después paso una mano por detrás de mi espalda y bajo también el cierre, viendo como este se resbala por mi cuerpo hasta el suelo. Quedo en ropa interior, y cuando estoy por introducir la camiseta por mi cabeza siento la presencia de Andrés a mis espaldas. Levanto la mirada hacia el espejo y miro sus ojos oscuros mirarme. Su mano roza mi hombro corriendo mi cabello hacia el otro y entierra su cabeza en mi cuello.
— Yo..., — Trago saliva cuando inicia a depositar besos húmedos de mi hombro hasta antes del comienzo de mi nuca. Sus manos están en mis caderas, y me juntan cada vez más contra las suyas. Dios. ¿Cómo puede gustarme algo tan prohibido? —. Dios. Dios, detente Andrés. Esto no debería estar pasando. Por eso no quería venir aquí.
Andrés muerde mi cuello una ultima vez y se separa.
— Está bien. No te obligaré a hacer algo que tú no quieras.
Se sale del cuarto de baño y cierra la puerta detrás de sí. Suspiro aliviada, me pongo la camiseta y salgo a su busca luego de unos minutos. Miro a mi alrededor y veo a Andrés sentado con su pijama en el sillón, mirando algo en su celular. Camino de puntas por el departamento y me coloco a sus espaldas para ver que lo que está acariciando en la pantalla táctil de su iPhone es una foto de nosotros dos fuera de su salón de clases. Mis ojos se llenan de lágrimas y un sollozo se escapa de mis labios, delatando mi presencia en la sala de estar. Andrés bloquea rápidamente su celular y se vuelve a mirarme preocupado.
— Oye... ¿qué te pasa? ¿Por qué lloras? — Se levanta del sillón y viene a abrazarme entre sus fuertes y cálidos brazos. Siempre he pensado que Andy tiene una manera tan especial de abrazar que cuando estás triste, con solo que te envuelva en sus brazos consigue que te olvides de las cosas y las personas que están a tu alrededor y solo te concentres en él. Le devuelvo el abrazo, ciñendo mis brazos por su cintura, y cuando recargo mi cabeza en su pecho, recibo un beso en la frente, donde sus labios permanecen por unos eternos segundos mientras continuo llorando—. Chis preciosa, lo que sea que te esté pasando pronto va a pasar y se solucionará. Tú sabes que para todo hay una solución.
— ¿Y cómo le hago con tantos sentimientos encontrados? — gimo sobre su pecho y él me separa, tomando mi cara entre sus manos —. No quiero tener que elegir. Por favor, no me hagas elegir entre tú y Ezra.
Andrés aprieta los labios y suspira.
— Yo no quiero que me elijas a mí solo porque te lo estoy pidiendo. Quiero que lo hagas porque quieres estar conmigo.
Sus palabras me sorprenden. ¿Puede ser más maravilloso ese hombre? Solo él sabe que decir cuando las cosas están mal. Sé qué por más que quiera que esté con él pondrá mi bienestar emocional por encima de lo que desea. Aunque sigo diciendo que haber venido aquí fue una equivocación. Porque esto solo está haciendo que mis sentimientos se confundan todavía más. Necesito un consejo. Necesito que alguien me diga que hacer porque mi cabeza no tiene ni una idea de lo que debe hacer.
Mi teléfono suena. Miro incómoda a Andrés y él retira sus manos de mi cara para permitir que conteste la llamada. Miro la pantalla encendida y veo que quién me está llamando es Hannah, por lo que decido contestar en el cuarto de baño. Entro y cierro la puerta con seguro, después aprieto el botón verde y me llevo el iPhone al oído mientras me miro al espejo.
Dios, luzco horrible.
— ¿Qué sucede, Hannah?
— ¿Dónde estás? Fui a buscarte a casa, pero Mike me dijo que saliste con alguien.
— Estoy en casa de Spencer. — digo nerviosa.
— No mientas, Linds. No estás con ninguna de las chicas. Llamé a todas y me dijeron que no estabas con ninguna. Así que dime la verdad.
— Meyers —susurro temerosa —. Estoy con él.
— ¿Con quién dijiste? Repítelo, Lindsey.
Andrés toca la puerta.
— Preciosa, ¿puedo entrar? Necesito usar el sanitario.
Me aclaro la garganta y tapo la bocina.
— Un momento, Andy.
— Está bien.
— Estoy con Andrés ¿sí? — respondo molesta—. Dime ¿qué necesitas que tengo que colgar?
— ¿Has terminado el reporte de Inglés? Por lo que me dijo Jenna es para mañana.
— Sí, pero no estoy en mi casa y no podré volver por esta noche. ¿Para eso llamaste?
— Uy... Que humor que te cargas. Mejor te dejo.
— Adiós.
Cuelgo la llamada y bufo cansada. No terminé el maldito reporte y lo más seguro es que mañana Carter me mate por ser una irresponsable. Decido enviarle un mensaje a Mike.
De: Lindsey Blair.
Para: fastidioso-egoísta.
¿Mañana puedes traerme mi laptop temprano a casa de Meyers, por favor?
De: fastidioso-egoísta.
Para: Lindsey Blair.
Seguro.
De: Lindsey Blair.
Para: fastidioso-egoísta.
Gracias, hermanito.
Bloqueo mi teléfono y salgo otra vez en busca de Andrés. Ahora no está sentado en el sofá, sino que se encuentra enfrente de su escritorio y tiene bastantes ensayos en una de sus manos y en la otra un bolígrafo azul. Sus lentes de lectura están sobre su cabeza mientras está concentrado leyendo. Después vuelve a ponerlos sobre su nariz al ver que algo no cuadra con el trabajo.
— ¿Tienes mucho trabajo? — le cuestiono caminando hasta estar a su lado. Él levanta la mirada y sonríe divertido.
— Ya sabes, lo habitual.
— Si quieres te ayudo. Antes lo hacía ¿recuerdas?
Su sonrisa se ensancha, recorre su silla hacia atrás y palmea sus muslos para que me siente.
— ¿Es necesario que lo haga?
— Si tú quieres y lo deseas.
Lindsey me muerdo un labio y miro la hora en el reloj de la pared. 22.30 PM.
— Dios, es muy tarde y mañana tengo clase a las siete.
Él sube sus ojos dónde estoy mirando y asiente. Cierra la carpeta que está leyendo, se levanta y tira de mi mano hacia el baño. Se agacha debajo del lavabo, saca un cepillo de dientes nuevo y cuando se incorpora agarra el suyo y les coloca pasta dental. Después me lo da y ambos nos lavamos los dientes mientras bailamos con la música que se escucha en el departamento de a lado. Me encanta cuando se comporta como un chico de mi edad y hace que me ría de sus tonterías. Cosa que con Ezra nunca ha pasado. Joder Lindsey, deja de pensar. Cuando terminamos apagamos las luces y nos acostamos debajo de las sábanas uno enfrente del otro.
Andrés se acerca a mí y besa mi frente.
— Buenas noches, princesa.
— Buenas noches, Andy.
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