4
Andrés
Sé que ella cambió con los años y que sus sentimientos hacia mí iban a dejar de ser los mismos, pero no me imaginé que cuando hablaramos de nuevo tendría pareja. Y menos que caería en las manos de McCaffrey. Lindsey es esa clase de chica por la que abandonarías las cosas más importantes con tan solo verla feliz.
Yo tuve muchas oportunidades de irme a Inglaterra a dar clases, pero nunca las acepté porque quería quedarme a su lado. Quería estar con ella toda mi vida. Solo que no pensé lo suficiente en su felicidad que estuve con ella cuando estaba con otra. Debí darme cuenta de que la hería al preocuparme mas por una mujer que solo estaba conmigo por interés. Lynda era alguien a quien quería pero por la que no haría las mismas cosas que por Lindsey.
Es por eso que ella terminó conmigo días antes de que me diera por enterado de que Lynda me engañaba con otro. Odio toda esta situación. ¿Por qué no puedo tenerla? ¿Por qué tenía que estar con un hombre como Ezra McCaffrey? ¡Mierda, ella debía estar conmigo! Yo podía tratarla como una dama. Los últimos años en los que no estuve cerca de ella me enteré por su hermano que salía todas las noches y que no regresaba hasta el día siguiente. Y yo sabía que es lo que hacía cuando no llegaba a casa por la noche. Buscaba un lugar donde conseguir bebidas alcohólicas gratis y alguien que le diera su amor por una noche.
Esa chica preciosa tenía mala reputación por todos esos amores que no querían nada de verdad con ella. Solo que Lindsey no se daba cuenta de que no hay nadie como ella. Reconozco que yo tengo parte de culpa en su comportamiento de estos años. Yo mismo me sentía miserable de que se sintiera sola y sin nadie a su lado. Lo único que necesito es que me perdone por no quererla como merecía. Por eso mi chica huye de sus problemas por que yo hacía lo mismo. Cuando un día entendiera que ella no necesitaba del amor de nadie para ser feliz, es que Lindsey podrá enfrentar todo lo que se le presente con la cara en alto.
Recuerdo que cuando estaba en mi clase se sentaba apartada de todos sus compañeros ya que nadie quería estar cerca de ella. Se quedaba en silencio y nunca participaba en mis actividades extra escolares debido a que no tenía amigos. Y de los pocos que tenía ninguno se encontraba a su disposición. Es así que siempre la observaba sola en el salón de baile, sacando toda esa frustración con sus movimientos rítmicos feroces y rudos.
Deambulaba por los pasillos de la preparatoria hacia la sala de profesores por mi térmo de café. Era el último receso del día y no había ningún alma vagando por estos lares. Mi día no podía estar peor. No cuando esa preciosa chica de cabello castaño y ojos verdes no se presentó a mi clase. Me gustaba verla mientras la impartía y mas por que siempre se la pasaba concentrada anotando cada palabra que decía.
No sabía que es lo que tenía ella que llamaba mi atención total. Quizá era debido a que constantemente se encontraba sola. Había escuchado por allí que dormía con media escuela y que hasta incluso por las noches salía a conseguir que alguien le diera bebidas gratis. Tenía la sensación de que ella no se valoraba y que alguien a quien más amaba la dejó de la peor forma.
Entré en el pasillo que me dirigía más aprisa a la sala de profesores cuando escuché a lo lejos música a un volumen muy alto. Caminé hasta allí y me encontré con la misma chica que permanecía solitaria. Sus movimientos eran raidos y con fuerza. Giraba y saltaba cuando la música cambiaba de velocidad. Era hermosa y sensual con cada paso que hacía, incluso olvidé a donde iba por lo maravillado que estaba al verla bailar.
El último giro que dio en el final de la canción la mandó al suelo y me preocupé al verla tomarse el tobillo. No dudé en ningún momento en entrar al aula y en acercarme a ayudarla. Levantó su mirada sorprendida y dolorosa a mis ojos, y no pude evitar perderme en sus delicadas facciones.
— ¿Se encuentra bien, señorita Blair?
Negó con la cabeza lentamente y sus ojos se llenaron de lágrimas. Sus pequeñas manos subieron a sus mejillas y enjugaron las gotas que se escaparon de sus maravillosos ojos.
— Usted creerá que soy una llorona.-Negué con la cabeza y limpié una lágrima solitaria que se escurrió por su ojo derecho.
— Claro que no. Cómo voy a pensar que eres una llorona cuando te lastimaste el tobillo —Me hinqué y señalé con mi cabeza su pie —. ¿Puedo revisarlo?
— Sí, por favor.
Agarré su pierna cuidando de no lastimarla y la puse arriba de mi muslo. Desabroché la agujeta, retiré su zapatilla y su calceta y miré su tobillo. Comencé a masajear con suavidad su máleolo, haciendo en algunas ocasiones presión en su piel y la escuché gemir.
— ¿Te duele?
— No, quiero intentar ponerme de pie.
Asentí y me levanté del suelo. Le ofrecí una mano, ella la tomó y le di un tirón, teniéndola en mis brazos. Su respiración se volvió irregular al mirarme a los ojos, su pecho subía y bajaba y su boca estaba entreabierta. No me imaginé que con tan solo entrar a auxiliarla con su tobillo, ella y yo terminaríamos besándonos.
El sonido de unos tacones interrumpe mis pensamientos. Levanto la mirada y veo que una mujer se aproxima del brazo de un hombre de la tercera edad hacia mí. Ella le dice algo al oído y él sube las escaleras hacia dentro de la casa de los señores Blair sin prestarme atención.
— Vaya... al parecer el mundo es muy pequeño, Andrés.
Miro detenidamente las facciones de la mujer que tengo delante de mí y me doy cuenta de que es Lynda. No puede ser. ¡Esto debe ser una broma!
— ¿Qué haces aquí, Lynda?
— Eso mismo me pregunto yo. ¿Qué haces aquí? ¿Eres hijo de alguno de los empleados de mi padre?
— No, vine a ver a la hija del señor Blair.
Ella ríe irónica.
— Así que era cierto cuando me dijiste que salías con una de tus alumnas. No lo puedo creer. De verdad no creí que eras de ese tipo y menos de los que caen en las garras de una arrastrada.
— ¡No te permito que hables así de ella y menos que la insultes en su propia casa! —le grito poniéndome de pie molesto por sus palabras. Ella no es nadie para hablar así de Lindsey y más si no la conocía —. ¡No la conoces como yo!
—¡¿La quieres mas de lo que me quisiste a mí?!
Suelto una carcajada sárcastica. Lynda me mira confundida y con los brazos cruzados. ¿Qué si quería a Lindsey mas que ella? ¡Claro que si!
— ¡Sí, la quiero mas que a ti!
— ¿Eso es cierto, Andy?
Me vuelvo y miro a Lindsey mirarme con una sonrisa en la cara. Sus padres y el padre de Lynda también nos están mirando. Espero que McCaffrey no aparezca porque me voy a enojar más. Estrujo los labios y asiento bajando la mirada a mis manos incómodo.
— Bien, eso está bien —dice procesando mis palabras en su mente. Se rasca la nuca y camina hasta mí. No es necesario que alce la mirada para saber que la tengo delante de mí—. ¿Quieres que nos vayamos de aquí?—pregunta acariciando mi cabello, deseando calmar mis nervios alterados. Asiento lentamente y se vuelve a sus padres—. Regreso cuando la cena termine.
Ella no aguarda por una respuesta de sus padres y tira de mi mano para empezar a caminar. Mira molesta a mi ex novia cuando pasamos a su lado y ella le sonríe cínica.
No pienso decirle nada. Se supone que es una mujer madura y con una buena carrera, ¿y se comporta así? No cabe duda de que nunca terminas de conocer a las personas. Cuando estaba conmigo era linda y cariñosa, pero hubo un tiempo en el que ni ella se soportaba. Parecía como si hubiera estado en sus días malos y no quisiera que nadie la molestara, y fue cuando me enteré de que me engañaba con otro. Ese fue el golpe mas bajo que pude recibir. Yo me sentía mal por estarla engañando con Lindsey cuando ella llevaba tiempo de estarme engañando ¿con quién creen? Sí, con el bastardo de McCaffrey.
Por eso es que me molesta que ella salga con él, ya que sabía que ellos todavía están saliendo y no quiero que ese miserable lastime el corazón de Lindsey. Ella es una maravillosa mujer y no merece que alguien tan desgraciado como McCaffrey le haga daño. De eso me encargaré yo mismo. Aunque todavía no sé que es lo que haré para demostrárselo. Tenía que ser algo que lo dejara de verdad mal y que haga que mi chica no lo perdone.
Sé que lo ama y todo, pero ella debe enterarse de sus falsos sentimientos. Sufrirá eso está seguro, pero yo estaré allí para juntar los pedazos de su corazón y para unirlos otra vez.
— ¿Andy? —Su hermosa cara me saca de mis pensamientos. Estamos en una cafetería que recordaría siempre y noto que nos encontramos al inicio de la fila. Le sonrío y me acerco a su lado —. ¿Quieres algo de cenar?
— Sí, claro. Lo mismo de siempre. Ya sabes lo que me gusta.
Se sonroja y niega con la cabeza divertida.
— ¿Sabes que me encantas cuando te sonrojas? —Se estremece y asiente. Me sitúo atrás de ella y enrosco mis brazos en sus caderas, apegándola a mi cuerpo—. Buscaré una mesa para sentarnos, ¿está bien?
Ella apoya su cabeza en mi pecho y me pierdo en su dulce mirada. Siento la necesidad de quedarme a su lado y no dejarla nunca. Sé qué tiene una vida por delante, sé que puede encontrar al amor de su vida cuando termine su carrera y comience a trabajar, pero para mí ella lo es todo. Lo es todo y no quiero que eso cambie. Pongo mi cara en su cuello y olfateo su perfume. El olor a rosas llena mis fosas nasales y siento como ella coloca su pequeña mano en mi cabello no queriendo que me aleje. Cosa que no pienso hacer. Por mas que me lo pida no lo haré.
— ¿Irás a buscar la mesa o te quedarás aquí conmigo?— pregunta divertida al observar que no la libero de mis brazos. Depósito un beso en su cuello y la suelto fingiendo estar enfadado. Me cruzo de brazos y me voy hacia una mesa—. ¿En serio volveremos a esto? — Se ríe y tira de mi brazo. Me encojo de hombros desinteresado y su boca se abre sorprendida.
Quiero reírme de ella, pero no lo hago para seguir con mi juego. Sé que eso es lo que mas le gusta de mí y quiero hacerlo para que vea que conmigo siempre será así. Cuando la vi correr a mis brazos y echarse a llorar al momento de que me vio me sorprendió mucho, pues ella no es así a menos que haya ocurrido algo con sus padres. Especialmente con su madre que es una persona difícil de tratar. Si lo sabré yo que nunca ha podido estar en una habitación conmigo sin tener que insultarme.
— Ven conmigo. No te vayas— Sigue intentando acercarme a ella, pero no lo obtiene. Sus brazos caen a sus costados rendida y se voltea hacer nuestros pedidos—. Lamento hacerte esperar. Serían dos malteadas de chocolate y unos sándwich españoles.
El sujeto asiente y teclea en su pequeño computador nuestra orden. Vuelve a mirarla y le entrega el ticket de la compra.
— Serán quince dólares.
Saco mi billetera del bolsillo de mi chaqueta, busco un billete de veinte y se lo entrego.
— Quédate con el cambio.
— Claro. En unos minutos les llevaremos su comida.
Caminamos hasta una mesa y nos sentamos uno enfrente del otro. Lindsey me mira con el ceño fruncido y los brazos cruzados. No sé en lo que estará pensando, pero me hago una idea. Uno mis ojos y le saco la lengua, y ella se ríe. Esa tontería nunca me falla. Coloca sus codos en la mesa y su barbilla en sus manos.
— Nunca te enojaste — afirma molesta—. Lo hiciste para hacerme sentir mal por querer que me soltaras. Eso me molesta.
— Eso no es cierto, preciosa. Sabes que te gusta esa faceta mía y no lo niegues.
Un mesero en ese instante se acerca a nosotros, deteniendo nuestra pelea y pone enfrente de cada uno su pedido.
— ¡Gracias, Eric!
Él le sonríe y vuelve por donde vino.
Sonrío al verla morder el pan y luego beber de su malteada para quitar lo caliente de su boca. Esa manía aún la conservaba. Me muerdo el labio y ella me mira con el ceño fruncido.
— ¿Por qué sonríes? ¿Qué es lo gracioso?
Niego con la cabeza.
— No me río de ti. Solo que me encanta verte comer.
— Eso es lo más extraño que me has dicho alguna vez.
— Solo digo la verdad — aclaro, tomando una servilleta del dispensador y pasándola por la comisura de sus labios. Sostiene mi mano contra su mejilla y deposita un beso en ella—. ¿Qué tienes preciosa?
— Mi cabeza está llena de muchas cosas últimamente y yo no tengo idea de que hacer para resolverlo todo —confiesa, bebiendo de su malteada—. Tú no entenderías.
Tiro de su mano y la entrelazo con la mía.
— Explícame, así sabré entenderte y ayudarte en lo que sea. Sabes que siempre te ayudaré.
Cierra sus ojos y cuando los vuelve abrir me está mirando seria.
— Sé que aún me quieres y yo... yo también lo hago, pero no entiendo por que me buscaste ahora. ¿Por qué no cuando terminaste con Lynda?
— Por que estábamos heridos los dos. Tú descubriste que tenía novia y eso fue un fuerte golpe para ti, y yo no quería abrir más la herida buscándote después de descubrir que la chica que se suponía que era mi novia me estaba engañando con otro sujeto. Yo me sentía mal al estarla engañando contigo — Retira su mano de la mía y agacha la mirada. Mierda no debí decirle eso—, pero si hubiera descubierto su mentira antes de que me dejaras..., la habría dejado por ti—Ella alza sus ojos otra vez a mi cara, averiguando si no le estoy diciendo mentiras. ¿Creerían que le mentiría a la persona que amo? ¡Claro que no! ¡Yo no soy así! Niego con la cabeza y acerco mi mano hasta la suya, pero ella la quita. ¡JODER! ¡No confía en mí!—. ¡Mierda, Lindsey! ¿No confías en mí?
— ¡Baja la voz! Todos nos están mirando y sabes que no me gusta que los demás empiecen a inventar rumores sobre mí — Se encoge en su asiento y mira alrededor incómoda.
El ambiente entre nosotros está tenso. Me echo hacia atrás en la silla y me paso las manos por el cabello con frustración. Agarro mi malteada, pongo el popote en mis labios y la bebo hasta terminarla por completo. Esta situación me está poniendo de los nervios. Si eso no fuera poco, la canción Kid In Love, de Shawn Mendes, empieza a sonar empeorando las cosas. Pareciera como si hoy el mundo estuviera en mi contra y quisiera que ella me odiara por todo lo que he causado en este día.
Con el solo hecho de tener que escuchar esta canción hacía que muchos recuerdos sobre nuestra relación rondaran por mi cabeza. Como el día en que nos conocimos.
Como todos los días de mi aburrida vida, llegué temprano a mi salón de clases y cuando me senté frente a mi escritorio me di cuenta de que una chica de cabello castaño estaba sentada en la parte más profunda del lugar. En sus manos llevaba un libro y parecía muy concentrada que no se percató de mi presencia. Los segundos pasaban al igual que los minutos como un reloj de arena. Miré a mi alumna por otros segundos más y después volví a concentrarme en mi lectura.
— Creí que estaba sola. —la escuché decir. Despegue los ojos de mi libro de La Teoría del Conocimiento y la miré. Se había puesto de pie de su asiento y se puso delante de mí. Colocó un mechón de su cabello claro detrás de su oreja y me dio una sonrisa ladeada. Dios. Tenía una bella sonrisa. Me tendió una de sus manos —. Usted debe ser el nuevo profesor de Filosofía. Mi nombre es Lindsey.
Yo le sonreí y me fue imposible no perderme en sus ojos verdes.
— Mucho gusto, Lindsey. Soy el señor Meyers, pero puedes decirme Andrés.—me presenté y le estreché la mano.
Lindsey parecía una chica muy tímida por como apartaba la mirada y la dirigía hacia el suelo. A pesar de estar usando maquillaje advertí que sus ojos estaban rojizos y que tenían unas enormes ojeras. Era como si no hubiera pegado un ojo y se la hubiera pasado toda la noche llorando.
— Creo que no es correcto que yo lo llame Andrés dentro de clases.—afirmó en una voz muy dulce. Miró el libro que tenía en mis manos y lo señaló con un dedo —. Ese libro ya lo leí y es muy interesante. En sí todo lo que tiene que ver con el origen del conocimiento me llama mucho la atención.
¡Por Dios! ¿Podía ser más hermosa? Cuando yo le hablaba a mi novia sobre todos estos temas me ignoraba y me cambiaba el hilo de la conversación, pero ella. Aquella alumna que tenía delante de mis ojos asemejaba a la chica perfecta para mí. Nunca antes había encontrado a alguien que estuviera interesada en saber más sobre está cuestión y el hecho de que mi alumna lo estuviera me dejaba fascinado.
— ¿En serio te interesa todo esto? — averigüe sonriéndole, ella asintió —. Bueno, si tú quieres al final de la clase puedo darte algunos títulos de libros sobre este tema.
— Me encantaría, An...
La puerta del aula se abrió cuando estaba apunto de pronunciar mi nombre, y varios alumnos y alumnas comenzaron a entrar. Ella me sonrió y se alejó hacia su asiento.
Entierro mi rostro entre mis manos cuando la canción está por terminar y de mis ojos comienzan a caer las estúpidas lágrimas. ¿Por qué es tan difícil superar una relación? ¿Por qué no tan sólo me suicidaba? Esto es mucho mejor que seguir sufriendo por alguien que no quiere estar a tu lado. Yo anteriormente había dicho que Lindsey era mi chica perfecta en todos los sentidos y que no podía vivir sin ella. Sé que suena absurdo que esté enamorado de una chica diez años menor que yo, pero como saben en el amor no se manda. El amor es algo loco, obsesivo y doloroso que solo hace que te rompan el corazón. Yo necesitaba a Linds.
Yo mismo lo sabía y me volví loco, pero era un amor por el que valía la pena que te rompan el corazón. Solamente que no puedo vivir sabiendo que un miserable estaba jugando sucio con sus sentimientos. Yo sabía las intenciones de McCaffrey, sin embargo, no me atrevo a ponerle un alto. Yo quiero que ella misma se de cuenta de ello por si sola.
El estruendo de mis sollozos pone en alerta a mi chica y ella rápidamente se acerca a mí. Sus manos ascienden a mis mejillas haciendo que retire mi rostro de mis manos y la mire a los ojos.
— ¿Qué pasa? ¿Por qué lloras, Andy?
Un nudo se forma en mi garganta y me hace imposible modular alguna palabra. Ella se muerde el labio inferior, limpia mis lágrimas con las yemas de sus dedos y deposita un beso en mi frente antes de abrazarme contra su cuerpo. Yo envuelvo mis brazos alrededor de sus muslos y apoyo la cabeza en su estómago, continuando con mi llanto.
— ¿Está todo bien, por aquí? — le escucho preguntar al dueño del establecimiento.
— Por supuesto que sí. Sólo estamos teniendo algunos problemas, pero si a usted le molesta que estemos aquí, podemos irnos. No hay problema.— le responde con una voz dulce. Yo me incorporo y me seco los ojos. Después miro al anfitrión.
— ¿Se encuentra bien? — asiento—. De acuerdo. Pueden seguir hablando.
Linds y yo asentimos con la cabeza, y el señor se retira. Cuando estamos otra vez a solas, ella recorre su silla hasta mi lado y se sienta tomando mis manos entre las suyas.
— ¿Qué sucede? ¿Por qué te pusiste así? — pregunta acariciando mis manos con sus dedos. Yo bajo la mirada y niego con la cabeza. Lo que menos quiero es que ella me crea un romántico ridículo enamorado por decirle que esa canción que había sonado me ha hecho recordar como fue que nos conocimos. La conozco mejor que nadie y sé que si se lo confieso empezará a cambiar de tema. Por eso prefiero guardarme esto —. ¿No confías lo suficiente en mí como para decirme que fue lo que te pasó, para que te pusieras así?
Suspiro.
— No es eso. Temo que si te lo digo tú me creas un romántico ridículo enamorado.
Lindsey abre los ojos y la boca sorprendida.
— Claro que no. Yo jamás pensaría eso.
— ¿No? ¿En serio, Linds? — río sarcástico —. Te conozco lo suficiente como para no saber como te comportas ante estas cosas.
— Sé qué cuando estábamos juntos yo no era la mejor compañía, pero Andy, he cambiado. Todo gracias a ti —me mira a los ojos —. Gracias a ti puedo decir que creo en el amor otra vez.
Sus verdes ojos parecen estarme diciendo la verdad, sin embargo, no puedo confíar en que sea cierto cuando está saliendo con ese miserable. Creo que debía hablar con Mike sobre esta situación para ver si le contábamos, aunque sé que no me creerá. Yo lo sé, la conozco mejor que a mí mismo. Me paso la mano por el cabello y suspiro.
— Está bien — asiento —. Te diré que me sucede.
— Sabes que puedes confiar en mí y decirme lo que sea — sonríe —. ¿Vale?
Yo asiento y me muerdo los labios.
— Vale. Esto..., esto de alguna manera es difícil para mí.
Lindsey suspira y pone una mano sobre la mía, dándome su apoyo.
— Tranquilo. Solo dime lo que sientes. No voy a juzgarte.
Sé que no va a juzgarme, pero se me hace muy difícil confesarle mis sentimientos cuando sé que ella ahora está muy enamorada de McCaffrey. Retiro mi mano de la suya y me paso las manos por el cabello.
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