Capítulo IV: Someday
Nikolai
Los molestos rayos del sol pegándome en la cara a través de la ventana de la poco cómoda camioneta de Ryan denotaron el obvio auge del verano, despertándome.
Mi primer instinto fue cubrir mi cara con los brazos, que estaban algo acalambrados por la incómoda posición en la que estaba y cuando intenté moverme, no sólo me dolió el cuello por mantener la cabeza baja, sino que también me di cuenta de que Nick estaba recostado en mis piernas. Fruncí el ceño...no recuerdo haber tenido a Nick encima cuando me dormí.
Cuando volteé mi mirada hacia adelante, vislumbré a Ryan en uno de los asientos de enfrente, al parecer también durmiendo, y en el otro asiento al lado de él se encontraba Julian, medio despierto viendo por la ventana, algo pensativo con su cuaderno de composiciones y pluma en mano.
En el asiento del piloto y copiloto se encontraban Steven y Adam respectivamente, silenciosos. Ava, Matt y los demás de seguro venían en la otra camioneta, siguiéndonos.
Un ronquido y un peso en mi espalda me hicieron voltear a mi lado derecho para encontrarme a Fab encima de mí y a Albert encima de él. Éramos como una cadena humana, aunque Nick era el que estaba encima de todos.
¿En serio Albert y Fab no fueron separados al nacer?
Realmente son gemelos, no solo en apariencia. Tenían una maldita orquesta, de ronquido en ronquido; les juro que ni la quinta sinfonía de Beethoven estaba tan sincronizada.
Pareciera que se respondían los ronquidos, lo que comenzó a irritarme.
Tengo dos suposiciones, o estaban soñando que eran motos o conversaban realmente.
Empezó el concierto y nadie me había avisado. Albert roncaba y un segundo después Fabrizio lo hacía también.
No sabía si ser tan malvado como para exaltarlos o romper la cadena porque literalmente mi espalda me dolía.
─ Mierda...─ me quejé y Julian volteó hacia atrás.
─ Al parecer uno de los bellos durmientes ha despertado. ─ Lo fulminé con la mirada.
─ Al parecer el tipo ardido está de humor este día. ─ afirmé sonriendo.
─ ¿Tan buena estuvo la orgía? ─ preguntó con cara de pervertido, haciendo ademán a Fab, Albert y Nick encima de mí.
─ Solo faltabas tú para que fuera perfecta. ─ inquirí con una mirada victoriosa y chasqueé mis dedos.
─ Oh, perdona, estaba tan ocupado comiéndome tu última rebanada de pizza como para unirme. –replicó con esa cara de engreído.
─ ¡¿Qué?! ─ exclamé y al instante Nick despertó de un susto y cayó, mientras que Fab abrió los ojos exaltado para después chocar con Albert.
─ Se veía tan solitaria. ─ admitió el desgraciado, sobando su estómago como si estuviera embarazado. Ya me estaba saboreando esa rebanada de pizza en mis sueños y ahora ya no estaba.
─ ¿Qué mierda les pasa? ─ bramó un Nick malhumorado palpándose la cabeza.
─ Se tragó MI pizza. ─ respondí señalando a Julian que seguía con la mano en su estómago mientras reía.
─ ¿Y por qué Julian soba su estómago como si estuviera en cinta? ─ preguntó Albert con el ceño fruncido y por fin se enderezó para librar mi espalda de su peso junto con Fab.
─ ¿De cuantos meses hablamos? ─ carcajeó Fab.
─ Un mes y medio. ─ contestó Julian viendo su estómago con demasiado cariño.
─ ¿Y quién es el padre? ─ me atreví a agregar.
─ Nick, pero como se niega a hacerse cargo, seré madre soltera. – respondió con un puchero.
─ Lo siento pero yo solo tengo ojos para Ryan. – dijo Nick y rodeo por detrás del asiento a un Ryan demasiado dormido como para notarlo.
Creo que Amanda merecía explicaciones...ya tengo como desquitarme de Nick por su última broma. Sí amigos, la novia de Nick era tan celosa, que ni una mosca se le podía acercar y salir viva con la hazaña. Creo que incluso le tiene celos a la preciada Riviera de Nick (no me sorprendería que un día no la volviera a ver). Creo que firmaría la sentencia de muerte de Ryan.
Todos nos partimos de risa, inclusive Steven y Adam. El viaje a cada destino de Philadelphia ha sido tremendamente pesado, porque las camionetas de Ryan no hacían del viaje algo cómodo. Al menos el tiempo pasaba volando con las tonterías entre mis amigos y yo.
Aunque ahora mismo tengo ganas de estrangular a Julian por comerse mi rebanada de pizza. Yo soy muy receloso tratándose de mi comida. Pronto obtendría mi venganza.
Ahora más que nunca estábamos tranquilos y relajados, lo que no ha sido tan posible desde que inició toda esta locura. Hace unos días estábamos casi matándonos por la presión que tenemos por parte de los medios de comunicación, al no dar (según ellos) señal de vida desde enero, el mes en el que publicamos nuestro EP. Nos esperaban muchas entrevistas llegando a Nueva York, más las sesiones de fotos para el contenido de nuestro álbum y miles de cosas más. Todo esto lo veo fastidioso e innecesario, pero tenemos un contrato que cumplir.
¿Cuál es la razón de nuestra extraña relajación? Bueno, hay demasiadas noticias buenas y una de ellas es que aprovechamos nuestro mes en Philadelphia para armar la canción que reemplazará New York City Cops. Fue todo un éxito, ya que la hemos terminado en un sorprendentemente lapso e incluso le llega a la altura a nuestro otro tema, ni hablar del grandioso solo que Nick había armado.
Hemos quedado satisfechos con el resultado final y no podemos esperar para revelarla esta misma noche, en nuestra última presentación en Philadelphia.
También hemos revelado la lista de temas que se incluirán en nuestro álbum y aquí mismo en Philadelphia hemos tocado la mayor parte de ellos.
Tornándome más serio...a veces me aterraba entrar a éste comprometido estilo de vida, dónde todo detalle queda al alcance de cualquiera, que te puede consumir día con día. Supongo que la vida es un riesgo y la fama se nos podría venir encima en cualquier momento para bien o para mal. Siempre hay un precio a pagar.
¿En qué momento la vida me enfocó en torno a esto? Casi pareciere que nací para tocar el bajo, con mis dedos largos que con facilidad llegan a la posición correcta sin problema alguno; pero también se me dio el cuerpo de un basquetbolista con mis anchos hombros, piernas larguiruchas y brazos extensos.
Aunque alguna vez pensé que el basquetbol era mi futuro, la vida me puso enfrente a Julian Casablancas y después me dio limones (el bajo que mi abuelo me obsequió, y después le di a Julian), así que hice limonada; por obra del destino mi limonada se convirtió en un ponche de frutas junto con Nick, Fab y Julian. Un poco después Albert se fusionó con nuestro ponche como el toque de azúcar que faltaba para hacerlo perfecto.
¡Bienvenidos a la introducción a la patética vida de Nikolai Fraiture! El chico que a sus 21 años (casi 22) no tiene nada interesante que compartir, omitiendo las bromas pesadas con sus cuatro desquiciados amigos y todo lo aburrido sin sentido...ósea, omitiendo todo.
A los 19 años casi recién cumplidos mi vida cambió de forma permanente; después de pasar por una horrible epidemia me dije a mi mismo: «Voy a ser músico». De ahí parte la aventura que he emprendido junto con otros cuatro sujetos de vidas más alocadas e interesantes que la mía, y no es que sea alguien normal...supongo que por algo soy amigo de los cuatro sujetos.
Sí, no fue nada fácil padecer la fiebre maculosa de las montañas, mejor conocida como la fiebre manchada (suena menos aterrador) a causa de la peligrosa y casi mortal mordida de una pequeña e insignificante a la vista garrapata. Pienso que fue la consecuencia de mi aberración por ir a Nueva Orleans.
A veces los giros inesperados que da la vida suelen cambiarte demasiado. Después de algo tan grave uno no vuelve a ser el mismo, nunca más. El miedo desaparece, te haces más fuerte, pero algo en tú interior pierde la capacidad de extenuar las emociones, te haces más frívolo, te inunda la inseguridad.
La enfermedad me debilitaba a tal punto que deseaba arrancarme la piel y aruñar mis entrañas para librarme de esa pesadez que me consumía. Los medicamentos servían para dos cosas: agudizar mi malestar y para nada.
Fatiga, confusión, fiebre, desorientación y parálisis del sueño. En eso consistían mis días enteramente, luchando con ferocidad para no decaer mientras la enfermedad me carcomía. Según el doctor, tenía que reposar si quería recuperarme, porque afortunadamente no quedaron secuelas y no fue tan grave como para que hubiera consecuencias permanentes, pero yo lo sentía así.
No seguí las recomendaciones del doctor porque no iba a dejar que una estúpida fiebre controlara mi vida, mucho menos a sabiendas de que no era grave, aunque yo mismo la volví lo contrario. Tenía cosas mucho más importantes por hacer que solo reposar, como mantener mi promedio ejemplar, ayudar a mi pequeña hermana (no tan pequeña en la actualidad), trabajar (tenía tres empleos) y por supuesto la banda, que aunque la veía como un hobbie más que cosa seria, le tomaba responsabilidad.
Seguía mi vida normal, tomando la inútil medicación pero no reposando y mucho menos siendo capaz de decirle a mi familia que me sentía incluso peor físicamente para no alterarlos. De igual forma mi deterioro comenzó a ser más drástico y no pude ocultarlo a la vista de mi familia o amigos; los cigarrillos que compartía con Nick de pronto se volvieron mi terapia por al menos unos segundos a la semana.
Me preguntaban a diario que si me sentía bien, a lo que siempre afirmaba. Fue la angustia de mi madre y aquel reporte de Nick lo que me hicieron reaccionar. Mi madre tenía miedo de que me rindiera y llegara al punto de querer quitarme la vida; fue también en esos tiempos que descubrí una amistad verdadera, pues no solo Julian demostró ser mi mejor amigo a pesar de su difícil situación. Fabrizio y Nick probaron no ser amigos convenientes porque estuvieron para mí en las buenas pero también en las malas. Nick y Fab no eran de los "amigos" que Julian siempre hacía, porque me diera cuenta o no teníamos demasiadas cosas en común. Albert fue algo así como el "pilón".
No me quise tomar muy enserio eso de ser músico al principio, cuando mi abuelo puso de todo su esfuerzo para comprarme aquel bajo, que terminé regalándole a Julian, pero fue en ese entonces que las circunstancias me obligaron a notar el bien que me hacía olvidarme de todo lo demás mientras me perdía en el arte de crear música. Junto a mis amigos y todo el apoyo que me dieron logré sobrellevar todo aquello, hasta que un día los síntomas desaparecieron por completo. Me prometí hace cuatro años dedicarme a esto junto con mis mejores amigos si la enfermedad desaparecía y el día de hoy estoy en proceso de hacer realidad todos mis sueños.
¿Qué más puedo agregar? Supongo que nada, en resumen eso ha sido lo más relevante de mi vida. Predigo que con el tiempo se le irán sumando anécdotas conforme la aventura progrese.
Tengo hambre (Julian pagará muy caro lo de mi pizza) y sueño, así que por ahora hay una pausa al cuento de Nikolai...tal vez continúe, tal vez no... ¿Por qué hablo conmigo mismo? Supongo que ya me está afectando no haber dormido bien. Las voces me dicen que los mate a todos...nah, era broma, las voces no dijeron eso. ¿Ven? Soy algo patético.
En un rato todos estábamos más que despiertos, excepto Ryan, que parecía estar medio muerto. Julian y Nick se contradecían mientras los gemelos fastidiaban, algo normal en medio de una inesperado y pequeño tour por Philadelphia, lo que no es mucho contando el hecho de que ya lanzamos material de estudio...supongo que es un avance que nuestro país exigente haya puesto un ojo en nosotros (al menos una parte).
─ Pepsi es mejor. ─ alegó Albert.
─ Esa mierda la sacan del caño y le ponen azúcar, la Coca ─ Cola es soda de verdad. ─ recalcó el pequeño Fab con orgullo, portando una de sus miles de camisetas de aquella marca. Creo que da igual cuál soda sea mejor, igual algún día le saldrán piedras en los riñones.
─ Creo que ya estamos llegando al hotel. ─ anunció Steven señalando a lo lejos unos locales que se veían vulgarmente peligrosos.
─ ¿Ese motel barato de pasada es nuestro lugar de hospedaje? ─ dijo Nick en un tono de desagrado, de hecho, todos mirábamos realmente asqueados el peor lugar en el que alguien podría pasar.
Julian se veía tan normal, realmente no se le veía afectado por eso. Como por arte de magia todas nuestras miradas se posaron en el tipo, que se limitó a encogerse de hombros. Un clásico de Julian. Por supuesto que no le afectaba en nada, pues en Nueva York acostumbra a frecuentar ese tipo de lugares.
─ ¿Qué? No se ve tan mal ─ alegó Julian con tranquilidad y creo que Nick no exageraba...podía ser el más delicado de los cinco, pero este lugar ni en las películas de terror tendría un aspecto tan asqueroso.
¿Qué habrá dentro? ¿Una granja de cucarachas? ¿Un criadero de viudas negras?
Necesitábamos explicaciones y nadie más que Ryan tenía las respuestas en la punta de la lengua.
─ ¡RYAN! ─ gritamos al unísono, rodeando a nuestro mánager, excepto Julian, quien se encogió de hombros.
Nuestro mánager y amigo despertó como arte de magia, después del susto que le causaron nuestros gritos.
Fab
Después de casi una hora discutiendo con Ryan sobre el lugar de nuestro hospedaje, nos obligó a entrar, alegando que no debíamos juzgarlo por la apariencia del exterior. Además, no tenemos el suficiente presupuesto para darnos lujos.
Y en estos momentos precisamente, es cuando necesito mi Coca ─ Cola en botella de vidrio bien fría corriendo por mi sedienta garganta. No creo que en este hotel de mierda barato pueda encontrar mi necesidad de primera mano.
Creo que no confiaré ni en el agua. Entramos al lugar del infierno con paso sigiloso, por supuesto que yo iba atrás del grupo (no me iba a arriesgar).
─ Esto es más aterrador que aquella vez, cuando Amanda esperaba a Nick en su departamento. ─ comentó Albert, quién iba delante de mí. Concordaba con eso.
Conforme nos adentramos al lugar, confirmamos nuestras sospechas. El lugar era un asco por fuera y por dentro. Un hedor a drenaje invadió nuestras fosas nasales al acercamos a donde se suponía que debíamos registrarnos.
─ ¡Me rindo! Iré a dormir a la camioneta. ─ anunció Nick. Un par de arcadas casi lo hacen vomitar. Sin esperar la respuesta de Ryan, se salió.
─ No es muy mala idea después de todo. ─ comenté. Me dieron ganas de ir con Nick, antes de que se adueñara de la parte trasera de la camioneta.
Fui ignorado épicamente.
No pasó ni un segundo más cuando entraron Ava, Sabana, Lucas, Smithy, Adam y los demás. Ava miraba mucho a Niko. Es muy obvio notar que siempre le ha gustado mi amigo pero... ¿será que Nikolai se dará cuenta? En realidad él es muy torpe en cosas del amor, así que si una relación entre ellos llega a ser posible, me temo que ella tendrá que tomar las riendas del asunto.
Le di un codazo a Albert.
Ryan discutía con una señora que estaba detrás de un escritorio demasiado desgatado y de madera podrida, donde he de suponer que debíamos registrarnos.
Nada dentro de este lugar tenía buena pinta. Suena muy tentador ir tras de Nick o dormir bajo un puente.
Albert se volteó hacia mí.
─ ¿Qué? ─ entornó sus ojos.
─ ¿No es muy obvio? ─ pregunté haciendo ademán a Ava mirando a Niko y este último viendo hacia la nada. Albert fruncido el ceño.
─ ¿Qué cosa? ─ Ahora yo rodé los ojos.
─ Que a Ava le gusta Nikolai ─ susurré. No quería ser tan indiscreto.
─ Todo el mundo lo sabe excepto Nikolai. ─ carcajeó. Tenía toda la razón.
─ Te apuesto cincuenta dólares a que Ava es la que va a decírselo. ─ Le ofrecí mi mano para confirmar la apuesta.
─ Pero con límite de una semana, sino yo gano. ─ Le escupió a su mano.
Es como una tradición cuando apostamos escupirle a nuestras manos y sellar la apuesta. Le escupí a mi mano y la estreché con la de Albert. Podía sentir nuestra saliva mezclándose.
─ Eso es asqueroso. ─ comentó Kim con cara de asco.
Solo para asquear más a Kim, ambos nos llevamos nuestras manos a la boca y pasamos nuestra lengua sobre la saliva como si nada.
Su cara de desagrado fue aún más notoria que la última vez.
─ Eww... ¿con esa boca besas a Catherine? ─ Le preguntó Steven a Albert. Steven es, como ya he mencionado, una de las muchas personas que nos acompaña en esto, solo que él si forma parte directamente, ya que está al tanto de que el equipo de sonido funcione adecuadamente para nuestras presentaciones junto con Matt.Y Catherine...digamos que es el ligue más reciente de Albert. Ella es una mujer ruda que forma parte de la banda The Pierces. La conocimos en el legendario Mercury Lounge, el bar de nuestros inicios.
─ Por favor...Julian se ha comido las rebanadas de pizza más pútridas en nuestro refrigerador y lo besan todos los días.
─ Yo puedo confirmar eso. ─ aseguré.
─ ¡Hey! Puedo escucharlos ─ aseveró Jules.
─ Con más razón lo decimos.
Así es...el galán del grupo tiene su lado oscuro.
Albert.
Después de que prácticamente Ryan nos arrastrara hacia las habitaciones del hotel (excepto a la princesa de Nick) todo mundo se fue a "dormir", aunque creo que es imposible en este lugar de mierda.
Ryan había reservado cuatro habitaciones; en una nos encontrábamos Fab, Nikolai, Julian y yo; en otra todas las mujeres, en otra Ryan, Matt, Steven, Lucas y Smithy y el resto en la última.
Las habitaciones son una mierda. La nuestra no es una excepción. Para empezar, la puerta tiene varios orificios con la forma exacta de balas y no tiene una chapa; la cama es un caos, como si los huéspedes anteriores hubieran tenido sexo salvaje por horas y el edredón tenía manchas de sustancias humanas que no me apetece nombrar, oh...y las "almohadas" eran solo unas jodidas sábanas rellenas de periódico.
Julian era el único que se atrevió a hacer contacto con la cama, de hecho estaba dormido y tapado con el edredón como si nada. Niko, Fab y yo seguíamos despiertos. Nikolai estaba sentado en una silla de madera situada en un rincón mientras Fab y yo caminábamos por toda la habitación como niños hiperactivos.
Le dediqué una mirada de soslayo a la lámpara postrada en el buró izquierdo de la cama. Creo que algo no encajaba con una lámpara normal...
A lejana vista daba la impresión común y corriente de una lámpara normal y no es que tuviera una maestría en lámparas, pero había algo raro en el interruptor.
Como todo un idiota curioso me acerqué a la jodida lámpara y tiré de la cadenita que se supone que encendería el foco.
Pasaron dos cosas.
Número 1: Caí en la cuenta de que en vez de un foco, había una maldita naranja en donde tendría que ir el foco.
Número 2: Para cuando quise quitar mi mano ya me había dado un jodido toque y la jodida lámpara comenzó a echar chispas. Me quedé prendido a la cadena de alguna manera.
─ ¡¡AAAAAAAHHHH!! ─ grité a todo pulmón mientras intentaba soltar la cadena.
Y grité más.
Julian se despertó exaltado y después de ver la situación sus ojos se volvieron dos platos.
Fab fue el primero en acudir a mi ayuda, pero al hacer contacto conmigo también le pasé la corriente o lo que me estuviera electrocutando en ese instante. Ahora Fab se unía a mis gritos.
¡Genial! Fab y yo estábamos siendo freídos por una lámpara.
¿Acaso saldríamos en un especial de muertes estúpidas en 1000 maneras de morir?
─ Necesitamos algo que sea de madera... ¡rápido! ─ Se apresuró a gritar Nikolai. Su "sabiondez" nos ayudaría probablemente a sobrevivir.
¡Mierda! Duele mucho. Siento que me estoy friendo por dentro.
Si hubiera un caníbal disfrutaría de esto, es más, ya me imagino siendo devorado, acompañado de una guarnición.
Y como siempre, el pensamiento más estúpido y absurdo dada mi situación invade mi mente: ¿Le sabré delicioso al caníbal o le daré un mal sabor de boca de tan quemado que quedaría?
Una observación/duda rápida... ¿por qué mierda Julian corre hacia Fab y a mí con un cajón del buró?
¡Liandres! Creo que el golpe propinado y el sonido de la madera rompiéndose contra mi cabeza responde a todo. Recibo otro golpe aún más cargado y eso es lo último de lo que soy consciente.
Nikolai
─ ¡Imbécil! Era romper el contacto con la corriente, no desnucarlos ─ grité a Julian, quien todavía tenía el cajón – roto, por cierto- en las manos. Los aún más idiotas de Fab y Albert se encontraban en el piso, inconscientes a un lado de la cama, uno encima del otro.
Me apuré a desconectar la maldita lámpara y posteriormente revisar que el par de idiotas tenían pulso.
¿Es en serio? ¿Tenía que pasar esto a unas horas de nuestra próxima presentación?
Dos horas y medias después, todos nos encontrábamos en la sala de espera de un hospital, mientras Ryan estaba con el par de idiotas en emergencias siendo atendidos. Estaba recargado en la pared, mientras que Nick, Julian y los demás estaban repartidos en las sillas.
Justo cuando llegaba al 100 en mi cuenta interna de cuántas veces pasaban camillas por el pasillo frente a la sala, Ryan se acercaba con el celular pegado a su oído, probablemente atareado por los contratiempos que significaba este accidente.
Todos levantaron la vista hacia él cuando cruzó la transparente puerta corrediza. Seguía en su al parecer importante llamada, cuando recibimos la buena noticia indirectamente.
─ Sí, repito, no quedaremos mal. Los cinco chicos estarán frente a ese escenario justo después de ser teloneados por The Moldy Peaches. Entiendo tu preocupación, yo... sí, fue un pequeño accidente. Hmmm... seguro, los dos están vivos. Gracias por tu preocupación...
Solté un suspiro de alivio ante sus palabras. Dejé de poner atención a su llamada, y a las cinco posteriores. Él sí que necesitaba un asistente.
Después de lo que me pareció una eternidad. Ryan colgó su última llamada y se dirigió a nosotros.
─ De nuevo nos salvó el ingenio de Nikolai. ─ afirmó Ryan en un todo cansado. No lo culpo. Luego de un pequeño bostezo que reprimió con su puño, prosiguió: ─Gracias al cielo y para nuestra fortuna, el choque eléctrico no dejó ninguna lesión visible o grave que necesite ser atendida después de la ardua revisión a ambos. Los darán de alta en media hora.
─ Gracias al cielo. ─ respondió Ava con tranquilidad. Me miró sonriente. Yo solo asentí.
─ Ahora solo hay que asegurarnos que el par de tarados no toquen nada que lleve electricidad hasta nuestra presentación. ─ inquirió Nick. Después de verificar que están vivos, nada impide que les recordemos por el resto de sus vidas su idiotez. Es como cuando nuestros padres se aseguran de que estamos bien después de meter la mano al fuego de pequeños, para después regañarnos por tremenda idiotez. Claro, eso aplica para niños de aproximadamente dos años que probablemente no sabían que el fuego quema al tener contacto directo con él. Albert y Fabrizio ya estaban grandecitos.
─ Me sorprende que romperles el cajón en la cabeza no les haya dejado alguna secuela. ─ agregó Julian. Sí, regresamos a la normalidad.
─ La secuela de la idiotez, tal vez. ─ agregué con una media sonrisa.
─ Esa ya la tienen de nacimiento. Lo que hiciste fue matarles todavía más neuronas. ─ comentó Smithy.
De repente todos soltamos la tensión silenciosamente, volviendo a la programación habitual de bromas y sarcasmo. Incluso Ryan relajó ese cansado semblante y se permitió por unos instantes salir del papel de manager de la banda y ocupar el de nuestro amigo.
¿Qué hubiéramos hecho si perdíamos a ese par de idiotas? Sinceramente no quería averiguarlo, así que aparté ese oscuro pensamiento de mi mente, reemplazándolo con los nervios que no harían más que aumentar en unas horas, cuando nos encontráramos de nuevo frente a un escenario ante más de mil personas expectantes.
El 15 de mayo habíamos revelado oficialmente la lista de canciones que componían nuestro álbum, y hoy era el último concierto en Philadelphia, para después volver a Nueva York, directamente a las instalaciones de Wiz Kid Management para reunirlos con Collin Lane, nuestro fotógrafo predilecto, quien se encargaría de organizar nuestras probablemente fatídicas sesiones fotográficas de grupo. Tan solo imaginarme las horas que vamos a estar parados frente a una cámara, tratando de posar lo más decente posible, diablos... es agotador. Pero como dije antes: hay un precio a pagar por la fama.
Nada es gratis en la vida. Queríamos ser escuchados por el mundo, ¿no? Pues eso implica venderles no solo nuestra música, sino también nuestra imagen.
Justo unos cuarenta minutos más tarde, nos encontrábamos en camino al concierto, con toda una caravana de equipo completo tras nuestra camioneta.
Me encontraba en la parte trasera de la camioneta, la más recóndita y solitaria, recargado en la ventana mientras veía el rojo atardecer tornarse cada vez más oscuro. La luna hacía un apenas visible acto de presencia junto a las millones y minúsculas estrellas a su alrededor. Recuerdo que cuando era niño sentía que me seguía a todas partes. En vez de estúpidos amigos imaginarios, la luna era mi mejor amiga.
Salí de mi ensimismamiento para poner atención a lo que sucedía dentro de la camioneta. Albert y Fab jugaban piedra, papel o tijera en los asientos individuales de enfrente, tan casuales que me daban ganas de estrangularlos. Hace unas horas casi pasan al plano astral. ¡Ay de mí y mis idiotas amigos!
Nick se encontraba acaparando casi todo el asiento trasero junto a mí, medio acostado y con su cabeza pasiblemente recargada al otro extremo del asiento. Tenía el sueño tan profundo que alcance a ver unos filos hilos de baba conectar de su boca medio abierta al asiento.
Julian por su parte estaba de copiloto, tarareando una melodía extraña de alguna estación de radio igual de extraña. Ryan manejaba nuestra camioneta. Y así transcurría esta reciente cotidianidad de The Strokes. Me imagino que una gira por todo el país no sería tan distinta.
Dos horas después
Cuando menos lo esperamos, la noche del concierto pasó volando. Nos tomamos un minuto de descanso para pasar a la siguiente y última canción del set – list. En esta ocasión habíamos dejado Someday para cerrar con broche de oro nuestro mes en Philadelphia, la "Ciudad del amor fraternal".
¿Qué nos dejó este mes, aparte de unos hoteles de mierda? Oh, no todo fue malo. Probamos el bendito Philly cheesesteak y, cuando no dábamos conciertos, pudimos recorrer la ciudad. Estando a una hora y media de Nueva York, no es una ciudad tan grande. No es tan caótica como mi querida ciudad y es fácil de recorrer.
Fuimos al Parque Histórico Nacional de la Independencia y al Salón de la Independencia. También estuvimos en la Campana de la Libertad y obviamente no podíamos venir a esta ciudad sin subir las famosas setenta y dos escaleras que recorrió Rocky Balboa para llegar al Museo de Arte de Philadelphia. Puedo jactarme de haber sido el primero del grupo en subirlas. El torpe de Fab se tropezó con el último escalón y Julian casi se arrastró para terminar el recorrido. Digamos que Jules no es tan atlético.
Respiré hondo desde mi extremo del escenario. Nick revisó el sonido de su amplificador brevemente. Jules tomó un sorbo de cerveza antes de tomar la base de su micrófono. Albert jugueteó con las cuerdas de su guitarra y Fabrizio pegó un gran bostezo antes de prepararse para iniciar.
─ Eeeo ─ cantó Julian medio en broma, pero se alcanzó a escuchar. La muchedumbre se emocionó. Julian volteó hacia nosotros con la cara roja de vergüenza, y como buenos amigos que somos, nos reímos. Soltó una carcajada que también se escuchó y, tomando firmemente la base del micrófono, dirigió una mirada más decidida al público. ─ Después de comer casi todo un mes Philly cheesesteak, puedo decir que realmente disfruté este mes en Philadelphia. Muchas gracias por recibirnos.
Posó su brazo izquierdo en su espalda y formó un puño con su mano. Esa era la señal para estar listos. Sí, no solo los policías tienen códigos de comunicación.
─ Muy bien. Aquí vamos, amigos.
Las baquetas de Fab chocaron una con otra, inminente señal del comienzo de la canción. Oh, aquí vamos. Aquí voy.
En el momento en que las baquetas de Fab empiezan a trabajar, mi bajo acompaña el tema, seguido de la guitarra de Nick, y unos instantes después se une la de Albert. Le damos paso a la voz de Jules.
Y aquí viene la no requerida interpretación de Nikolai. Si bien todas las letras del disco fueron invención de Julian, las ventajas de ser su mejor amigo es que veo detrás de ellas, porque lo conozco demasiado bien. Está canción habla básica y sutilmente de como nuestra amistad le sirvió para sobrellevar sus decepciones amorosas.
El viejo cucarachón no lo dice en voz alta, pero es sentimental. La amistad que hay entre los cinco es como una salvación no solo para él, sino para cada uno de nosotros.
De muchas maneras, echarán de menos los buenos viejos tiempos
Algún día, algún día
Sí, así es. Ya estoy extrañando la simplicidad de tocar en el garaje de Nick todos los viernes después del trabajo. Voy a extrañar a su madre avergonzándolo con sus mimos y las limonadas frescas que nos preparaba en pleno verano.
Sí, duele decirlo, pero quiero que te quedes
Algunas veces, algunas veces
Veo al pequeño Julian de 14 años sufriendo por el divorcio de sus padres, pidiendo a gritos ayuda, y, al no estar presente ni siquiera yo por un tiempo, lo veo recurriendo al alcohol y a sus amigos superficiales.
Cuando éramos jóvenes, oh, hombre, ¿nos divertimos?
Siempre, siempre
Ahora en contraste, veo a un Julian más repuesto haciendo locuras junto a Nick y Fab, y yo de estúpido siguiéndolas. A veces nos veo paseando por las calles sin rumbo fijo, pero nunca aburridos. Nos visualizó comprando perros calientes y llegando a los juegos arcade. Qué buenos tiempos aquellos.
Promesas, se rompen antes de ser hechas
A veces, a veces
Oh, aquí viene la parte más personal de la canción. Las decepciones amorosas. No es que haya hecho un cálculo exacto de a partir de cuando comenzó la ruina de Julian, pero el alcohol solo fue el primer paso. No me lo dijo directamente, pero perdió su virginidad a los 15 con una mujer mucho mayor que él. Las lenguas son largas, las paredes oyen, y sus amigos hipócritas ladran.
Oh, Maya dice que me falta profundidad
Haré mi mejor esfuerzo
Maya, el trágico primer amor de Julian. Lo marcó demasiado. No es que haya sucedido durante la parte más saludable de la vida de Julian, pero fue su refugio, hasta que un día ya no lo fue. Es doloroso percibir la manera en que no parece que dice Maya, sino ex (my ex). Buen juego de palabras, amigo. Sé lo que te costaron.
Dices que quieres estar a mi lado
Cariño, no estás bien de la cabeza
Oh, mira, solos nos mantenemos, juntos nos desmoronamos
Sí, creo que estaré bien
Leyla, otra triste historia para contar. Más pena para ella que para Julian. Era una buena chica, lástima que le tocaron las sobras de Maya. Todos deseamos que hubiera llegado a Julian antes que Maya. Quizá hubiera sido su salvación. Supongo que no estaba destinado a pasar. Estos cuatro versos de la canción hablan por sí solos. La historia no es de difícil deducción.
Estoy trabajando para no tener que esforzarme tanto
Los papeles a veces se invierten
Ay, Julian. Trabajas tanto en tu imagen de mujeriego que no te das cuenta de que más que simplificar tu vida, la haces más compleja. Al final, te esfuerzas constantemente. ¿Cuándo botarás esa carga?
Oh, algún día
No, no perderé más el tiempo
Espero que sea un propósito y no solo una reflexión que se escuchaba bonita para incluir. Te conozco, no dejas las cosas al azar. En el fondo, esperas realmente no perderte más.
Y sí por una razón amo esta canción, es por lo que yo llamo el minuto Nikolai, la parte de la canción en la que por un momento destaca el sonido de mi bajo. Es como mi propio solo. Y luego la voz de Julian susurra: ─ Intentando, intentando (Trying, trying).
Julian saca el micrófono de su base y se inclina hacia adelante para volver a cantar.
Y ahora mis miedos, vienen a mí de a tres
Entonces, a veces
Dice mi amigo el destino, dices las cosas más extrañas
Me doy cuenta, a veces
Oh, Maya dice que me falta profundidad
Haré mi mejor esfuerzo
Dices que quieres estar a mi lado
Cariño, no estás bien de la cabeza
Oh, mira, solos nos mantenemos, juntos nos desmoronamos
Sí, creo que estaré bien
Estoy trabajando para no tener que esforzarme tanto
Los papeles a veces se invierten
Oh, algún día
No, no perderé más el tiempo
Y con el abrupto silencio de las guitarras y la reverencia de Julian, cerramos este ciclo en Philadelphia. Un Someday más que espero de alguna forma que vaya curando las viejas heridas que aquejan a mi amigo. Quiero pensar que cada vez que canta sus letras, se va deshaciendo poco a poco de sus traumas, como alguna clase de mierda psicológica. Espero estar en lo correcto.
Le tengo un agradecimiento especial a la misteriosa chica que hace poco hizo que Julian pusiera los pies sobre la tierra. Dios, admiro la brutalidad con la que colisionó sobre el desastre interno que es mi amigo. Espero que de alguna manera su rechazo lo haga hecho reflexionar.
Las luces se apagan. Una noche más, un concierto más. Espero con ansias volver a experimentar esta adrenalina frente a una muchedumbre incluso más grande.
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