Capítulo III: Is This It?
Julian
Una luz blanca me cegaba casi por completo, como si estuviese mirando directo al sol, aunque afortunadamente no lo era.
De entre mi poca capacidad visual pude vislumbrar un rostro apenas reconocible por la fastidiosa luz. Lo supe porque distinguí unas finas y largas pestañas, tan perfectas como las de una muñeca de porcelana, solo que mucho menos toscas, con tal finura que juraría estar delirando; no había ni un toque de rímel, pues sabría diferenciar muy bien entre aquel característico color artificial con grumos minúsculos y unas pestañas completamente naturales.
Me sentí demasiado tentado a pasar suavemente la yema de uno de mis dedos por esas perfectas y alineadas pestañas, pero temía despertar a ésta misteriosa mujer que se encontraba tan pegada a mí. Lo único a la vista eran esos párpados cerrados y un pequeño mechón castaño suelto a causa de esa maldita luz blanca de dudosa procedencia.
Se abrieron. Unos ojos verdes me observaban, tan hipnotizantes que me perdí en ellos.
Esperen...yo conocía esos hermosos ojos verdes, los había visto antes. Ese tono opaco, casi verdiazul lo reconocía muy bien...
Antes de poder descifrar a quien pertenecían esos ojos, fui exaltado por un estruendoso ruido, que después se convirtió en fuertes golpes. Todo se disolvió, quedando solo un recuerdo de lo que había soñado.
Abrí mis ojos y me encontraba de nuevo tumbado en mi cama. Los golpes seguían y me levanté en dirección a la puerta.
Rodé los ojos con la mano en el picaporte.
─ ¡Albert! ¡Julian! ─ gritaba escandalosamente Nick. Revisé mi reloj y aún faltaban algunas horas para el encuentro con Ryan para viajar a Philadelphia.
No sé de dónde saqué las energías para levantarme hasta la puerta. La abrí. Maldito Nick.
─ Viejo, apenas son las...─ lo miré con sorpresa y me di cuenta de la razón por la que golpeaba con insistencia. ─ ¿Pero qué mierda le pasó a tu cabello? ─ carcajeé con ganas.
Esto es lo que llamo el karma; ya le tocaba pagar por las burlas que me ha hecho junto con los demás.
─ ¿Me vas a dejar pasar o qué? ─ cuestionó rodando los ojos.
─ ¡Albert! ¡Tienes que venir a ver esto! ─ grité después de hacerme a un lado y dejar a Nick entrar.
No sabía con precisión cómo describir el desastre de cabello que Nick tenía. Aun llevaba la espuma del champú que se le escurría por las sienes. Cargaba en mano una mochila y una toalla empapada; vestía una playera sin mangas a medio poner junto con un short negro y unas extrañas sandalias.
─ ¿A qué se debe tu grata visita? ─ pregunté aun sabiendo que venía a pedirnos prestado el baño. Una forma de fastidiarlo muy efectiva.
─ Vete a la mierda.
Albert salió de su habitación y no tardó en explotar en risas. Nick nos volteó a ver con fastidio.
─ Jajaja...pareces la versión esquelética de "Úrsula" de la sirenita. ─ Se burló Albert aun riendo a todo pulmón.
─ Espera...─ dije acercándome a Nick, y sin su permiso traté de moldear su cabello para imitar el peinado de Úrsula.
─ No me toques. ─ me empujó sin mucho esfuerzo. Choqué los puños con Albert. Éramos los principales cómplices tratándose de molestar a Nick.
─ ¿Ya terminaron? ─ nos fulminó con la mirada.
─ Un segundo. ─ respondió Albert y corrió hacia su habitación.
Nick volteó a verme, supongo que con la esperanza de saber lo que haría Albert y solo me encogí de hombros, pues tampoco lo sabía.
Cuando menos lo pensamos, nuestro amigo salió con su vieja cámara que usaba cuando aún estudiaba en cinematografía y apuntando hacia Nick pudimos notar el fugaz parpadeo del flash.
─ ¡Dame esa estúpida cámara! ─ gritó enervado el chico Úrsula, corriendo hacia Albert. En el instante, Albert me lanzó la cámara y la atrapé, provocando el enojo de Nick, quien después corrió hacia mí, terminando como el ratón en el juego del gato y el ratón.
Después de un rato molestando a Nick y de habernos asegurado de dejar un respaldo, le dimos la cámara al tipo, quien borró sin dudar la foto. Le devolvió la cámara a Albert y por fin hablamos civilizadamente.
─ ¿Entonces me prestarían su baño? Terminé de esta forma porque mi maldito piso esta jodido y no sé por qué diablos no corre el agua.
─ Está bien. ─ dijimos Albert y yo al mismo tiempo.
─ Gracias, muy amables. ─ Lo último lo dijo irónicamente para después tomar sus cosas y entrar al baño de mi habitación.
─ Es hora de abrir el respaldo. ─ comentó mi amigo maliciosamente.
─ Yo quiero ver...─ me acerqué.
─ Hijo de...─ maldijo Albert.
─ ¿Qué?
─ También borró el respaldo ─ afirmó.
─ Aún podemos conseguir una imagen que superé la otra ─ señalé mi habitación y Albert asintió.
Avanzamos con sigilo a mi habitación, hasta quedar frente a la puerta del baño. Albert se acomodó con la cámara para capturar la foto perfecta mientras yo me paré a un lado de la puerta con la mano en el pomo.
Nick siempre olvida cerrar la puerta con seguro, así que lo más probable es que tuviéramos la suerte de tomar una buena foto.
Giré el pomo de la puerta y descubrí que sí tenía seguro.
─ ¿Me creían tan idiota como para no ponerle seguro a la puerta? ─ escuchamos a Nick del otro lado. ¡Rayos! Se había salido con la suya por hoy.
Más tarde Albert y yo veíamos la tele, mientras Nick seguía dentro del baño. Veíamos la primera película de Terminator. Estábamos tan embobados, que Nick nos sorprendió por detrás, provocando nuestra exaltación. Después se sentó en el sillón para unírsenos.
Un rato después me levanté, fui a mi cuarto, tomé mi chaqueta de cuero negra y le di una pasada a mi cabello con el cepillo para salir.
Pasé por detrás de la tele para dirigirme a la puerta.
─ ¿A dónde vas? ─ preguntó Albert.
─ A "qué mierda te importa"
─ ¿Estas consciente de que faltan dos horas y media para estar en la caravana de Ryan? ─ dijo Nick.
─ Si, llegaré a tiempo. ─ respondí.
─ ¿No te rindes después del rechazo?
─ Esa mujer va a ser mía, de hecho voy al mismo bar para encontrármela.
─ ¿Cómo sabes que la encontrarás? ─ me cuestionó Nick.
─ Yo sé muy bien que ahí estará. Si no lo supiera, no tendría razón para perder mí tiempo.
─ ¿Ahora eres el tipo acosador? ─ comento Albert.
─ Si no me hubieran molestado los últimos dos días, lo hubiera dejado pasar, así que cuando ella sea mía va a ser gracias a ustedes. ─ sentencié.
─ Tú sí que estás loco ─ afirmó Nick.
─ No creo que le haga caso en absoluto. ─ Le dijo Albert a Nick. ¿En serio quieren apostar? Cuando ella esté en mi cama van a pagar por sus burlas.
─ Ya veremos. Ahora con permiso, tengo una chica que "acosar" ─ me despedí saliendo.
Caminando por las escandalosas calles de Nueva York encontraba cierta paz interna ante todos esos desgarradores recuerdos que me atormentan a menudo.
En todas las mujeres con las que me meto busco simplemente olvidar por un minúsculo instante que yo jamás voy a ser amado de verdad por ninguna de ellas, y es irónico, porque lo que hago con ellas me lo debería recordar mucho más.
Yo jamás voy a sufrir de nuevo por una mujer, es por eso que no tomo enserio a ninguna de esas con las que termino. Migajas...migajas. Como una paloma recogiendo migajas del suelo, eso es en lo que me he convertido.
Aquel bar cerca del lugar de grabación de Gordon estaba a la vista y sabía perfectamente que "La chica misteriosa" se encontraba ahí dentro, trabajando en el turno que según ella era el mejor. Haber escuchado su conversación con Dennis me trajo muchas ventajas.
Entré de nuevo al lugar que me encontré por casualidad hace dos días, pero esta vez no entraba por casualidad, sino con el objetivo de volver a encontrar a la chica que me vació una botella de Heineken en la cabeza.
Suponía que la primera impresión de aquella chica al verme sería "viene a quejarse y quitarme mi trabajo", pero claro que esa no era mi intención. No soy un imbécil tan rencoroso.
Además de volver a ver esos ojos verdes con los que extrañamente soñé, mis intenciones seguían siendo las mismas que las de aquel día, pero ahora conseguir lo que quiero de ella se volvió un reto para probarle a mis amigos que ninguna mujer me niega, y nunca me doy por vencido hasta obtener lo que quiero.
Esa chica va a ser mía cueste lo que cueste, el tiempo que me lleve, ya sean días, meses o años. Nadie se resiste a Julian Casablancas y esta no va a ser la primera vez.
Lo que me encontré al entrar era un ambiente muy distinto; la canción Proud Mary de Creedence Clearwater Revival (el de John Fogerty por supuesto) resonaba con aquel clásico ritmo pegajoso que cualquiera reconocería aun pasando miles de años. Esta canción es como el Yellow Submarine de The Beatles y prevalecerá con los años.
Por razones obvias CCR se encontraba en nuestra lista de influencias.
Después de todo, la chica tenía razón en que este turno es el mejor. El ambiente era relajado pero no por eso aburrido. No se sentía sofocado, no había mujeres tan sugerentes alrededor y lo mejor de todo: ¡No había mierdatón...digo, reggaetón!
Había una gran variedad de personas, desde tipos de mi edad con sus amigos viendo el juego de americano que pasaban en las pantallas, hasta hombres de 50 años o más jugando cartas y apostando.
«Algún día vendré con mis amigos» prometí para mis adentros, y más que un lugar para pasarla bien les recordaría que esa chica que busco ahora fue mía, porque va a ser MÍA.
Recordando el objetivo de mi visita a este lugar, volteé rápidamente hacia la barra de bartender y vislumbré un par de chicas, pero no veía a la que buscaba. Me acerqué sutilmente al mismo lugar en el que me senté aquel día: el más solitario del lugar.
Ahora que lo pensaba ¿Qué le diría? Tal vez un "─Siento haber sido un completo imbécil, empecemos de cero" o un "─Sigue en pie la oferta nena".
Creo que descarto la segunda opción porque me podría ganar algo más humillante que una botella de Heineken vaciada en mi cabeza y probablemente dos semanas más de las estúpidas burlas de mis amigos. Gracias...pero no gracias.
Sabía que ella estaba aquí, lo presentía.
Mis ojos recorrieron cada centímetro del lugar, en busca de aquella peculiar mujer que destaca de entre miles sin necesidad de un aspecto vulgar.
Una desesperación comenzó a invadirme al no verla por ningún lado (lo que significaría que estaba perdiendo mi tiempo) y en el fondo rezaba por que estuviera en el baño, o en aquel lugar tras la barra del que salió aquella vez.
Persona misteriosa.
─ Por supuesto que sé en lo que mes estoy metiendo. – alegué al teléfono.
─ De alguna manera sigues trabajando para mí.
─ Lo sé, por eso estudio, para devolverte cada centavo.
─ Nunca terminaras de hacerlo.
─ Mira, ahora no estoy de humor para discutirlo y de todos modos a tu disquera le va muy bien sin mí.
─ Pero tienes una obligación moral conmigo.
─ A veces no se puede razonar contigo. Después hablamos, estoy trabajando. – colgué la llamada sin esperar a que él me respondiera. Probablemente recibiría una reprenda más tarde, pero me daba igual, porque no iba a volver a soportar la actitud de hipócritas engreídos a los que estaba obligada a ayudar por aquel trabajo que tuve.
Abrí mi casillero y me aseguré de apagar mi celular para no ser interrumpida de nuevo con llamadas molestas.
«Respira». Expulsé junto con el aire de mis pulmones el coraje para no llegar a hacer una bilis frente a mis compañeros de trabajo.
He comprendido que a medida que pasan los años decrece el número de seres con quien uno puede entenderse. Di un largo suspiro, agité mis manos para calmar el temblor que tenían y salí con la seguridad de siempre a la barra en mi puesto de bartender.
Proud Mary de Creedence Clearwater Revival sonaba de fondo. No pude evitar sonreír ante la suerte que tenía de estar en este turno y no tener que volver a reemplazar a mi compañera Jazz en su turno de violadores de pacotilla.
Todo va bien, le entrego un tarro de cerveza a un señor con un curioso mostacho y solo cuando volteó a aquel lugar solitario de la barra siendo ocupado, encontrándome con esa inconfundible cabellera castaña, toda esa maldita seguridad se desbarata.
Una chica de cabello negro estaba sentada a un lado y parecía mantener con el bastardo una buena plática, lo que calmó un poco mis nervios, pero después mi mirada se encontró con aquellos inconfundibles ojos color miel, que ya me veían fijamente. Pensé que solo me vio por mera casualidad o curiosidad, pero yo sentía esa mirada con demasiado interés.
Han pasado dos días de ese infortunado encuentro y creí haberme librado de ese bochornoso recuerdo, pero con él aquí, mirándome con esa engreídamente posesiva expresión, la memoria se me refrescó como si aquello hubiera pasado hace un instante.
Siento que no puedo respirar cuando la chica del cabello negro se levanta y se aleja, pero él se queda en la misma posición, con pocas probabilidades de querer levantarse para seguir a su amiguita, con la mirada clavada en mí.
A decir verdad quedé tan petrificada y con la mente tan seca de ideas que no sabía si reír o llorar, actuar normal o salir corriendo.
«¿Y si viene a quejarse para que me corran?». Aquellas preguntas que me temía el día de ayer, hoy podrían llegar a ser afirmaciones. Si me quitan mi trabajo no sé qué demonios haría de mi vida.
Soy solo una universitaria en crisis a punto de graduarse que necesita desesperadamente mantenerse con el apenas pasable sueldo que gana para pagar la renta de su departamento, sus libros, su comida y transporte.
Me queda claro que ese atractivo imbécil no estaba aquí por casualidad y tenía algún objetivo en mente no muy grato para mí. No sabía si tener miedo o coraje de este extraño del que desconocía todo, excepto que tiene una banda, y no puedo confiar en que sus palabras fueran ciertas.
¿Qué tiene el maldito destino en mi contra? ¿Yo que hice para merecer esto?
Mi madre me diría: "En vez de decir: ¿Pero por qué me pasa esto a mí?, ¿no es terrible?, pobre de mí, empieza a decir: ¿Qué he de aprender de esto?".
¿Qué voy a aprender? ¿Que hay tipos enfermos de primera y que mi trabajo está lleno de ellos?
Ahora más que nunca es cuando la necesito a mi lado, para que me guie en este nublado camino de mi vida y alumbrara con su brillo aquella oscuridad que me ha consumido desde hace tiempo.
Los acertijos de mi vida eran como una integral sin su "dx" pero con los valores para sacar exactamente el valor del "+C": aun teniendo el material posible para descifrarlos, era imposible llegar a resolverlos sin el "dx" y aunque suene una cosa sin importancia, la integral sin ese "dx" no es una integral, aun teniendo el "ƪ".
Tal vez mi madre era ese "dx" que nunca volvería a tener para resolver mi vida y tenía que aprender a vivir con ello. Jamás podré descifrar esa integral. ¡Genial! Ahora comparo a mi madre con el libro de cálculo integral que parece que me devoré. «Juliet, ¡¿qué diablos?!».
Desvié la mirada hacia un cliente frente a mí, tratando de ignorar la presencia del tipo acosador al que empapé a propósito con una botella de Heineken y que, por cierto, podría hacer que me despidan en un parpadeo de mi trabajo.
─ Una botella de Heineken, por favor. – ordenó el cliente, lo que me pareció una maldita ironía, dada mi situación. ¿Por qué mierda me pasan estas cosas a mí?
─ Enseguida. – dije con amabilidad forzada para tomar la maldita botella (con la que me daban ganas de empapar al maldito una segunda vez) y abrirla con el destapa corchos fijado a la barra.
Volteé de reojo y el tipo seguía mirándome, lo que me incomodaba demasiado. ¿Qué mierda pretendía?
Le ofrecí la botella al señor y me volteé hacia el exhibidor de botellas para encontrarme sorpresivamente a Lauren (una compañera de turno).
─ ¿Dónde estabas? – le reproché.
─ ¿En el baño? – respondió dudosa, enrollándose en el dedo uno de sus rulos nerviosamente para después echarle un taco de ojo al malnacido que me acosaba.
─ Sí claro, y yo me chupo el dedo. – bufé. Sé muy bien lo que hizo en su largo e inesperado descanso en el baño, después de verla desaparecer con un tipo que la tomaba de la mano.
─ ¿Qué hace aquel ardiente tipo tan solitario? – preguntó casi en un ronroneo.
─ No me cambies de tema. – me quejé. Me había hartado de tener que cubrir su terreno mientras ella se tomaba sus largos descansos a diario.
─ ¿Por qué ese cambio de humor tan repentino? Hace un rato tenías amabilidad de sobra. – inquirió.
─ Antes de que mi día fuera arruinado por ciertas personas...─ rodé mis ojos volteando hacia el mismo tipo que podría hacerme la vida imposible en cualquier momento.
─ ¿Te refieres a mí? ─ preguntó ofendida, por fin dignándose a dejar de viborear al tipo para voltear a verme.
─ No, ya es costumbre tener que cubrirte cuando tomas tus "descansos" ─ hice énfasis en la última palabra.
─ Te prometo que no vuelve a pasar. ─ suplicó.
─ Llevas un año prometiendo lo mismo y que te lo reproche no quiere decir que YO te vaya a acusar. ─ afirmé. Ella me sonrió en forma de agradecimiento y yo negué con la cabeza.
─ Cambiando de tema, ¿por qué no has atendido a ese tipo sexy de allá? ─ preguntó refiriéndose al "tipo", que seguía mirándome y me llegó la duda de si al menos parpadeaba.
─ Puedes ir a atenderlo tú, adelante.
─ Pero esa es tu área.
─ Y yo llevo bastante tiempo atendiendo la tuya. ─ recalqué para callarla.
─ ¿Estás segura? Porque parece que solo tiene ojos para ti.
─ Se puede ir a mierda con todo y sus ojos. ─ finalicé atendiendo a otro cliente.
Ella frunció el ceño, extrañada, como si el tipo fuera el mismísimo Jim Morrison y maldecirlo fuera un pecado. Lauren se acercó a él, con su típica pose para ligarse chicos. Sólo cuando se percató de que Lauren se dirigía hacia él, dejó de mirarme.
¡Qué alivio! Por primera vez agradezco que Lauren acapare toda la atención con su minifalda y vestimenta provocativa.
Me libré del tipo ¡Sí! Ahora solo debo centrarme en mi trabajo e ignorar que alguna vez me topé con esos ojos color miel.
Tomé uno de los trapos para comenzar a limpiar mi lado de la barra, cuando me encontré con Lauren acercándose de nuevo a mí. Se quedó simplemente parada, viéndome con los brazos cruzados.
─ ¿Qué? ─ dije no muy amablemente.
─ Sucede que el caballero quiere ser atendido exclusivamente por ti. ─ me miró con envidia y yo solo estaba desconcertada.
¿Qué mierda quiere ese maldito depravado de mí? Esto era el colmo. Si iba a tomar alguna acción en mi contra... ¿Por qué no lo hace ya y se deja de formalidades?
─ Pues dile al caballero que se joda. ─ reiteré irritada y evité voltearlo a ver porque en una de esas no me contendría de darle una paliza.
─ ¿Soy una maldita mensajera o qué? ─ bufó.
─ El bastardo que está ahí sentado no es mi maldita responsabilidad. ─ inquirí limpiando la barra con demasiada fuerza.
─ Uy, tranquila, no vayas a sacar al Hulk que llevas dentro. ─ levantó sus brazos rendida y se devolvió con el bastardo.
─ Lo siento, pero Juliet no puede atenderte en estos momentos. ─ escuché a Lauren decir, lo que me exaltó más.
¡Genial! Ahora el tipo sabía mi nombre y con más razón podría usarlo en mi contra. ¡Que jodida suerte la mía!
─ La esperaré. ─ El tono de su voz me hizo revivir el momento en el susurró a mi oído. Gracias a Lauren lo más probable es que mi trabajo se fuera al caño.
─ ¿No quieres algo? Digo, mientras la esperas eternamente. ─ insistió ella y la escuchaba atenta mientras yo limpiaba con rabia la maldita barra que estaba más que reluciente.
─ Una botella de Heineken ─ el tipo recalcó claramente la última palabra. Creo que él sabía que yo estaba escuchando todo. Heineken, de hoy en adelante aborrezco esa palabra.
─ Enseguida. ─ respondió Lauren y se apresuró a cumplir los deseos de aquel posible secuestrador.
Julian.
La chica provocativa, la segunda interesada en mí este día, que trabajaba con Juliet (muy bonito nombre, por cierto, para reemplazar el apodo de "La chica misteriosa") se alejó de nuevo para traer mi botella de Heineken y por lo visto a anunciarle a Juliet (podría repetir su nombre hasta un millón de veces) que la esperaría.
Mis ojos no se separaron ni un instante de la chica de los hermosos ojos verdes, que parecía enojada y no lo disimulaba para nada mientras limpiaba con bastante fuerza la barra.
Era demasiado gracioso verla de esa manera, sobre todo sabiendo que podía escucharme desde donde estaba y viceversa. De hecho escuché claramente cuando dijo: " ─ Pues dile al caballero que se joda". Reí mentalmente. Esto se pone cada vez más divertido.
Solo un idiota no le encontraría atractivo a Juliet a pesar del chongo mal amarrado que llevaba en estos momentos, porque tiene un esbelto cuerpo debajo de esas playeras holgadas, lo denotan muy bien los vaqueros ajustados.
Creo que soy un pervertido al mirar de esa manera a la chica, pero normalmente mi mente está llena de cosas incluso peores, así que tiene suerte. La compañera de Juliet, que al parecer se llamaba Lauren, se le acercó a la muy enojada chica para abrir la cerveza con el destapa corchos.
─ Gracias por darle mi nombre a un posible violador. ─ casi murmuró entre dientes Juliet, pero igual la escuché.
─ Si claro, un violador de frikis malhumoradas como tú.
─ No soy una friki solo por vestir una playera de Guns N' Roses que a mí me gusta. ─ Se defendió la chica. No lo era. ¿Por qué cuando un hombre viste una camiseta de alguna banda no se hace un alboroto como cuando la usa una mujer, sobre todo si no es necesariamente corta o ajustada?
─ Por dios, mira tu aspecto, te aseguro que lo último que ese tipo ardiente quiere de ti es sexo. ─ Se equivoca. Eso es exactamente lo que quiero. No tiene que vestir una minifalda o exhibir en un escote pronunciado sus atributos para que me quiera acostar con ella.
─ Tantito peor. ─ esta vez sonaba alarmada. ─ ¿Qué tal si es un traficante de órganos y me quiere secuestrar para venderlos por internet? ─ casi reí ante su conclusión. ¿En serio tengo aspecto de traficante? Incluso me puse a analizar mi aspecto y según yo, me parezco más a un integrante de Ramones que a un criminal.
─ ¡Dios mío! Un chico guapo pone los ojos en ti, deberías aprovecharlo.
─ ¿Qué es lo que busca un tipo guapo como él de mí? ─ preguntó un poco más alto de lo normal. Algunas personas voltearon hacia la escena. ─ Espera, tengo la respuesta ¡Jugar! y tengo la suficiente dignidad como para no caer. ─ finalizó casi gritando.
─ ¿Estás consciente de que medio bar acaba de escucharnos? ─ le dijo Lauren.
─ ¡Me importa un carajo! Es más, ya terminó mi maldito turno. ¡Me largo! ─ gritó y lanzó el trapo que llevaba en mano para después entrar por esa puerta detrás de la barra, la misma por la cual se marchó esa vez que me vació la cerveza encima.
Lauren volvió conmigo un poco apenada de seguro por la escena con Juliet. Me dio la botella y rápidamente le pagué para levantarme.
─ Espera. ─ me tomó del brazo. ─ ¿Vas a ir tras ella? ─ preguntó y asentí. ─ No eres un secuestrador o traficante de órganos ¿verdad? ─ enmarcó sus cejas.
─ Me temo que no. ─ sonreí.
─ Está bien, no sé lo que quieres de ella, pero si no lo consigues yo estoy muy disponible. ─ se mordió el labio inferior y creo que cualquiera caería ante sus encantos, pero yo ya era inmune a ese tipo de cosas.
─ Lo consideraré. ─ le di una última sonrisa para salir apurado del bar, justo a tiempo para ver una moto Harley - Davidson aparcar y a Juliet montándose en ella. El hombre extraño desapareció junto con Juliet en su moto en una vuelta a menos de una cuadra.
¡Maldita sea! Revisé mi reloj y faltaban 45 minutos para el encuentro con todos en la caravana de Ryan para dirigirnos a Philadelphia. Paré al primer taxi que circulaba por la calle y me subí.
Ya no tenía tiempo de seguir acosando a la chica, pero al menos saber su nombre era un progreso. Juliet...Juliet. Nos volveríamos a ver muy pronto, lo podía presentir.
10 horas después.
─ Rayos, hay demasiada gente esperando allá afuera. – gangoseó con nerviosismo Nikolai.
Estábamos por fin en Philadelphia, a un lado del escenario, esperando indicaciones para anunciar nuestra entrada. No era la primera vez en el año que dábamos conciertos con bastante gente, pero jamás habíamos alcanzado esta magnitud. Lo que me ponía los pelos de punta era el saber que no seríamos simplemente los teloneros, sino la función principal.
Yo no era el único afectado; Albert inhalaba y exhalaba en un intento por relajarse; Fabrizio se mordía con ansias las uñas mientras se asomaba al escenario; Nikolai temblaba y Nick simplemente se tronaba los dedos.
Nuestros teloneros ya habían concluido su show y se despidieron animadamente de nosotros, dándonos palabras de aliento ante lo que viviríamos. La banda que nos hizo ese gran favor fue Guided by Voices, a quienes nosotros también teloneamos en algunas ocasiones.
Dejaron a un público eufórico esperando una alta expectativa de nosotros. En el fondo seguíamos siendo solo aquellos chicos de Nueva York que se divertían jugando y experimentando con acordes que contaban su grandes aventuras (que en realidad eran mías).
Un oscurecido atardecer nos recibía, lo que según Ryan y nuestro equipo era una ventaja para causar un mayor impacto en nuestra entrada.
Matt, Steven y Adam, se aseguraban de que el sonido estuviera listo y todo estuviera conectado correctamente en su lugar. Lucas y Ava ya se habían encargado de pulir un poco nuestro aspecto de "vagabundos". Estaba todo listo para comenzar y solo faltaba que Ryan llegara con Sabana para repasar el set ─ list y hacer nuestra entrada.
─ ¿Es muy tarde para arrepentirme y salir huyendo como una gallina? – preguntó Fab.
─ ¡Sí! – exclamamos todos al unísono.
─ Matt podría ser el nuevo baterista. – insistió de nuevo. Nick le dio un tremendo zape que hasta a mí me dolió.
─ ¡Auch! – se quejó el pequeño Fab con una mueca.
─ No seas princesa. – dijo Nick.
─ Además estamos juntos en esto, si uno de nosotros falta, ya no hay The Strokes. Juntos comenzamos y juntos terminamos. – comenté. Todos asintieron.
Antes de poder dar otro discurso motivacional, llegaron apresurados Ryan y Sabana con la hoja del set – list en mano, que de todos modos ya sabíamos de memoria.
─ Muy bien, chicos. Se van a apagar todas las luces del escenario mientras se acomodan y después sonará el intro de Is This It. En cuanto el intro del metrónomo acabe Fab va a darles la entrada con la batería y ustedes ya saben lo que sigue. El orden de las canciones es el mismo. ─ explicó Ryan.
─ ¿Están listos? – preguntó Sabana y los cinco asentimos.
─ Entonces solo nos queda esperar la señal, que se apaguen las luces. – suspiró nervioso nuestro querido manager.
Como diez segundos después, tal como nos dijo Ryan, las luces se apagaron, en señal de que ya debíamos acomodarnos.
─ Mucha Suerte. – fue lo último que nos dijo Ryan, quien se quedó a un lado del escenario con Sabana, Kimya, Lucas y las demás personas de nuestro equipo mientras mis cinco amigos y yo avanzamos.
Nikolai era el que estaba en el extremo derecho del escenario, y tomó su posición frente a su amplificador, conectando su bajo; Nick se posicionó a un lado de Niko y tomó con seguridad su preciada Riviera y se aseguró de no estorbar; Fabrizio estaba detrás de todos nosotros, exactamente centrado en medio de los dos extremos del escenario con su batería, que llevaba con orgullo nuestro logo; por último quedábamos Albert y yo. Obviamente mi lugar era en medio de Nick y Albert, así que una vez estando posicionados correctamente, después de verificar que todo estuviera bien, era el momento de comenzar.
Volteé hacia Fab, que me sonrío con el miedo latente, después hacia Nick y Niko quienes me asintieron. Miré a Albert, que mordía un picadientes por la ansiedad, pero aun así con sus nervios, me asintió.
Antes de que sonara el intro, se me ocurrió presentarnos, algo que no estaba planeado. Presentarnos era una costumbre desde que iniciamos y creo que es adecuado hacerlo en estos momentos, aunque ya todos sepan quienes somos.
Con mi mano izquierda sostuve firmemente de la parte de abajo la base del micrófono y con la derecha el micrófono.
─ Hola, somos The Strokes, de la ciudad de Nueva York. ─ saludé y en el instante se escucharon los gritos eufóricos de la muchedumbre. Nick frunció el ceño. Fijé mi vista al frente y proseguí. ─ Hoy comenzaremos con una nueva canción llamada Is This It? Esperamos que la disfruten. ─ anuncié y cuando terminé la última frase, la línea de percusión simple, que recordaba el sonido del metrónomo, comenzó, dando paso al pregrabado intro que de seguro Matt estaba reproduciendo en estos momentos.
Exactamente cinco segundos después (el tiempo preciso que dura el intro) la batería de Fab comenzó el ritmo para darle la entrada a las guitarras y posteriormente al bajo de Niko, lo que marcaba el comienzo de mi voz. Las luces se encendieron, revelando nuestros rostros al mundo.
─¿Puedes ver que lo estoy intentando?
Ni siquiera me gusta, solo mentí para
llegar a tu apartamento, ahora me estoy quedando
aquí solo por un momento.
No puedo pensar porque, estoy demasiado cansado.
¿Esto es todo?
¿Esto es todo?
¿Esto es...todo?
El bajo se había pausado, exactamente como debía ser, en lo que las guitarras le volvían a dar la rápida bienvenida de nuevo a mi voz.
─ Ellos dijeron que siempre
te dieron todo lo que quisiste,
cuando ellos mentían,
sabía que era un niño estable tratando
muy duramente de no darme cuenta
que estaba sentado detrás de ellos.
Cariño, ¿lo puedes ver?, son ellos, no yo
No somos enemigos,
solo estamos en desacuerdo.
Si yo fuera como ellos,
enfadados en un bar,
él cambió de opinión,
dijo que yo había ido muy lejos.
Todos estamos en desacuerdo, creo que
todos deberíamos estarlo...yeah...
¿Esto es todo?
¿Esto es todo?
¿Esto es...todo?
Otra pausa, ahora más larga, en la que todos los instrumentos sonaban sin mi voz, me dio el tiempo para pensar un poco en lo que mis amigos y yo hemos logrado.
Después de todo mi padre se ha equivocado. No he fracasado. Claro que no todo ha sido color de rosa en este proceso, pero ahora estando aquí parado frente a la mayor multitud que jamás imaginé tener delante, han valido la pena todos aquellos problemas de los que he aprendido a levantarme.
En el futuro habrá mayores obstáculos, de eso estoy consciente, pero cada uno de ellos me servirá de lección.
Humedezco un poco mis labios para hacer el silbido que junto con lo demás le dan paso a la parte final de la canción. Tomó aire, mis labios toman forma de "o" y alejándome un poco del micrófono, hago el silbido más fuerte que puedo.
─ ¿Puedes ver que lo estoy intentando?
Ni siquiera me gusta, solo mentí para
llegar a tu apartamento, ahora me estoy quedando
aquí solo por un momento.
No puedo pensar porque, estoy demasiado cansado.
Mis amigos finalizan nuestro intento de balada épicamente, y el público explota en aplausos, gritos y fuertes silbidos. Este es solo el comienzo del concierto.
─ Muchas gracias por su acogedor recibimiento. – digo juntando mis dos palmas y haciendo una reverencia.
Volteo hacia mis amigos, que como yo, sonríen de oreja a oreja y saludan a la gente, que se emociona no solo por nuestra entrada, sino también por nuestra interacción con ellos. Se siente demasiado genial, aunque mi corazón lata mil veces por minuto y esos nervios sigan a flote.
De algo estoy muy seguro: ya no soy más Julian Casablancas, el hijo de John Casablancas, sino Julian Casablancas, el vocalista de The Strokes.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro