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Capítulo II: The Modern Age

Albert.

─ ¿Sabes? En vez de seguir burlándose de mí, deberían agradecerme por conseguir que el maldito delegado nos hubiera dado el control en la grabación del disco. ─ refutó el bebé Casablancas tratando de desviarnos del tema de su rechazo.

Era martes primero de mayo del 2001, a 15 horas de partir a Philadelphia y estábamos aquí, a las siete de la mañana en Wiz Kid Management, las oficinas de nuestro manager y amigo Ryan, porque se nos convocó a una reunión tanto a los miembros de la banda, como a nuestros demás amigos que han ayudado en la producción de todo esto, incluso con apoyo moral.

Casualmente, la única persona que faltaba era Ryan (la persona que nos citó a todos).

─ Eso ya caducó...─ dijo Fab solo para seguirme el juego.

─Creo que te dieron tu merecido. ─ agregó Nikolai queriéndose reír.

Le siguieron un par de vivaces carcajadas, lo que le prendió más la mecha a Jules.

─ Creí que estabas de mi lado...maldita sea. ─ bramó Julian. Nikolai se encogió de hombros, medio riéndose.

Julian rodó los ojos y volteó hacia otro lado para evadir nuestras burlas. La chica superó por mucho las bromas que le gastamos a nuestro estimado amigo en el pasado; sería todo un honor conocerla.

─ ¿En serio no sabes su nombre o no quieres que sepamos su identidad? ─ preguntó Kim, la chica extravagante (quien es una de las personas que nos acompaña como apoyo moral en esto) que convence de vez en cuando a Lucas (nuestro estilista) de dejarnos ser nosotros mismos, pues a veces surgen disputas acerca de nuestra elección de vestimenta, ya que el odia los jeans rotos de las rodillas y los converse desgastados (dice que parecemos vagabundos).

Su historia es curiosa, al igual que la forma en que se hizo nuestra amiga; ahora mismo está en progreso de sacar un álbum con su banda como nosotros, solo que ella ya tiene experiencia en ello; nuestro estimadísimo amigo Adam es parte de la agrupación de Kim. Ellos son The Moldy Peaches. Son geniales en lo que hacen.

Ella estaba sentada enseguida de Matt, otro de nuestros grandes amigos que junto con Ryan formó parte de una banda, siendo el baterista, aunque no pasó mucho cuando se disolvió. De cualquier manera Ryan y Matt siguieron siendo amigos, lo que les dio la oportunidad a ambos de meterse en el negocio de cazatalentos.

Cada una de las personas que nos acompañan en esto tiene una historia, y es divertida la manera en que nos ganamos su cariño y viceversa.

A veces el mundo es tan pequeño, cuando de alguna manera las personas están conectadas entre sí, ya sea por una amistad o incluso por algo tan insignificante como haberse visto una vez.

Yo no era muy creyente de las casualidades, pero el destino me cerró el pico. Conocí a Julian en aquel internado en Suiza y cuando se fue, creí algo imposible volvérmelo a topar; mírenme ahora, unos años después, formando parte de una agrupación con él.

─ Haré como que no escuché eso. ─ soltó el chico molesto para desviar su vista a la ventana. Kim fingió una cara de ofendida.

Nick no comentaba nada, pues al parecer estaba medio dormido en el sillón individual, con su cabeza recargada en el respaldo, y abrazaba una de las almohadas. De hecho creo que casi todos estaban luchando por no cerrar sus ojos y entregarse a los brazos de Morfeo.

Matt, Lucas y Adam no eran la excepción. Los más despiertos éramos Julian, Fab, Kim, Nikolai y yo.

─" Algo que no ocurre desde tiempos inmemoriales...cof-cof...─ comenzó a pronunciar Fabrizio con su tono de filósofo drogado.

─ ...una joven mujer que no se haya tirado un pedo en el regazo de su esposo." ─ interrumpió Nick en el mismo tono, completando aquel viejo chiste pasado de moda que Fab citaba a menudo. ─ Ese chiste ya está oxidado hombre. ─ declaró Nick con voz adormilada.

─ No, no no...Te equivocas, no iba a decir eso. ─ protestó Fab con tono de suficiencia.

Creo que todos los presentes en la sala fruncimos el ceño y prestamos más atención a Fabrizio para saciar nuestra curiosidad. ¿Con qué estupidez completaría el chiste?

Los que se estaban durmiendo al parecer despertaron. Incluso el ardido Julian Casablancas dejó de contemplar como retrasado la ventana para ver a Fab. Sigo imaginándome la escena de la chica derramando cerveza en su cabeza y cada vez que lo hago no puedo contener la risa. La verdad todos los presentes lo hacemos.

Podría apostar a que Fabrizio completaría su chiste con algo sobre lo de Julian.

Percatándose de toda la atención que estaba recibiendo, Fab se levantó con una sonrisa divertida y se paró en medio de la oficina, se aclaró modestamente la garganta, tosió dramáticamente con el puño en su boca y el silencio reinó por un instante.

─" Algo que no ocurre desde tiempos inmemoriales...─ comenzó de nuevo con el mismo tono de filósofo drogado y posicionando su puño en el mentón prosiguió ─ ...una joven mujer que haya sido capaz de batear de una manera tan audaz a un completo imbécil de la forma merecida" ─ finalizó modestamente y yo fui el primero en aplaudir mientras me reía.

Fab por fin utilizó de la manera correcta su chiste sin sentido.

Me levanté sin dejar de aplaudir, a lo que todos se me unieron en un instante.

─ ¿Saben cuál es mi sonido favorito? Cuando se callan, la verdad lo adoro. ─ opinó Julian al respecto en tono sarcástico.

─ ¿Sabes cuál es el mío? El de una cerveza siendo derramada en tu cabeza ─ comenté con expresión burlona.

─ Oh, espera, lo anotaré en mi máquina de escribir invisible. ─ anunció Fab para después hacer viscos y mover sus dedos como si estuviera tecleando. Ver demasiado Los Simpson puede dejar secuelas.

─ Albert, eso no es un sonido... ─ Nick frunció el ceño. ─...y Fab, deberías inventar tus propios chistes y no copiarlos de Los Simpson.

─ Bueno, tú deberías de...hum...no sé me ocurre nada. ─ respondí. Volteé hacia Fab. ─ ...hey, ayúdame. ─ Se encogió de hombros y Nick tomó una postura de superioridad.

Al final todos nos retorcíamos de la risa. Ahora me acuerdo la razón por la que Fab es mi amigo: tiene el mismo retraso mental que yo y la misma locura. La ventaja de tener amigos locos en buenos tiempos es que hay recuerdos increíbles que tal vez estaremos relatándole a nuestros hijos y nietos dentro de algunos años.

Tal vez por eso los cinco somos los mejores amigos, porque sabemos manejar nuestras rarezas, sarcasmos, bromas estúpidas y aquella extraña tendencia a reírnos por todo. Aunque en estos momentos Julian está en su período y ya sabrán cómo se comportan las princesas.


Julian ya no respondió nada, pero tampoco se le veía las ganas de reírse con nosotros de su desgracia.

─ ¿Te comieron la lengua los ratones? ─ se dirigió Kim a Jules.

─ Más bien, le comieron la lengua los gemelos. ─ afirmó Matt riéndose.

Rodé los ojos.

Fab

─ No nos parecemos en nada. ─ protestó Albert.

─ Tiene razón, yo sí soy apuesto. ─ comenté pasando una mano por mi cabello como modelo de revista.

─ Sí, hombre, por eso siempre ganabas en nuestras apuestas con mujeres. ─ Se defendió Albert. ¿En serio me lo iba a recordar todos los días?

─ Al menos no he salido rechazado como Julian. ─ dije explotando en risas a lo que se me unieron todos excepto Jules. El tipo todo ardido tomó una almohada ─ déjenme aclarar que Julian y Nick pueden lastimarte hasta con un objeto suave ─ y me la lanzó con fuerza, pero ya estaba prevenido justo a tiempo para esquivarla. No me dio a mí ─ por fortuna ─ pero al parecer si le dio a alguien, y ese alguien era Ryan.

No sé con cuanta fuerza lanzó esa almohada Julian, pues Ryan se había desplomado en el suelo. Si devolviéramos todo esto en cámara lenta sería demasiado gracioso. Ryan se levantó mostrando una cara de pocos amigos. Al parecer hoy no estaba de humor y eso suponía malas noticias.

─ ¿En serio? ─ dijo Ryan señalando la almohada y se levantó para sacudirse los pantalones.

─ En realidad no era para ti. ─ comentó Julian un poco apenado.

─ ¿De qué diablos se ríen ahora? ─ preguntó nuestro malhumorado manager.

─ No te pierdes de mucho. El rechazo de Julian sigue siendo el tema del día. ─ soltó tranquilamente Nick adormilado en el sillón.

─ Así que por fin llegaste, ¿eh? ─ dijo Albert tocándose la muñeca, simulando tener un reloj en ella. Y luego dicen que yo soy el drogado.

─ No, soy un holograma. ─ respondió sarcásticamente. Hoy el sarcasmo se puso de moda.

─ ¿Y ese humor de dónde lo sacaste? ─ se atrevió a preguntar Kim.

─ Estrés y un par de malas noticias...

─ Por favor, dime que no es el delegado otra vez molestándonos con nuestra elección creativa...─ suplicó Nick resoplando.

─ Afortunadamente no.

─ ¿Entonces no tiene nada que ver con el álbum? ─ preguntó Julian y por un instante creo que todos nos sentimos aliviados.

─ Sí y no. ─ sentenció Ryan algo serio.

─ ¿Qué significa eso? ─ frunció el ceño Nikolai.

─ Los cité aquí precisamente para explicarles todo eso...

«Por favor, que no tenga nada que ver con Gil Norton», supliqué.

Gil Norton fue por un periodo demasiado corto de tiempo ─ 1 mes y medio ─ nuestro productor discográfico. Grabamos solo tres canciones con él, y eso fue suficiente para confirmar nuestro desacuerdo, puesto que el sonido era demasiado pretencioso y limpio/ artificial (todas las cosas que no queríamos transmitir con nuestra música).

La tres canciones que grabamos con él fueron Elephant Song (compuesta por Albert), In Her Prime (compuesta por Jules, que de hecho compuso todas las letras incluidas en el álbum) y Clear Skies (que fue compuesta por mí, gracias a mi genialidad).
Esas canciones eran de nuestros demos e intentamos darles una gran mejora para incluirlas en nuestro material, lo que fue un gran fracaso con Gil, con quien estuvimos en un grande conflicto por el control de todo. Él nos limitó y presionó demasiado, provocando como consecuencia extra el retraso de las grabaciones.

La disputa terminó con Nick conectándole su puño en la mandíbula (lo que le dejó un gigantesco moretón) y con nosotros desechando las tres canciones basura, exigiéndole a RCA Records un cambio de productor.
Esta situación demoró mucho más la conclusión del disco, ya que fue difícil convencer a nuestra disquera de confiar en nosotros, además de permanecer firmes y amenazándolos con romper el contrato y buscar otra disquera. Al final volvimos a grabar con nuestro estimado Gordon Raphael (quien fue una de las primeras personas después de Ryan que creyó en nosotros, uno de los causantes de llamar la atención de Rough Trade Records y así lograr publicar nuestro EP), con quien nos fue mucho mejor al coincidir en todo, con esa dadivosa forma de transmitirnos confianza, motivándonos a dar toda ese potencial que ni nosotros mismos creíamos poseer.

Si no fuera por Gordon, todo esto no hubiera sido posible y tampoco sin nuestro grandioso mentor Bowersock, quien desde un principio nos dio la idea principal para el EP de The Modern Age.

Fueron seis abruptas semanas de grabación, cogiendo los sonidos, desintegrándolos y volviéndolos a descomponer, así que no estábamos dispuestos a soportarle otra objeción a nuestra disquera.

─ Espero que haberme levantado temprano haya valido la pena. ─ fanfarroneó Nick.

─ ¿Quieren la noticia buena o mala? ─ preguntó Ryan.

─ Se merecen algo bueno después de su arduo trabajo. ─ comentó Matt.

─ Si, los vagabundos merecen noticias buenas. ─ apoyó Lucas a Matt. Siempre nos ha llamado "vagabundos" y después de poco más del año conviviendo con él nos acostumbramos.

Con nosotros, los apodos se quedan para siempre. A mí me apodaron Little Fab por ser el más bajo de los cinco, a pesar de que soy bastante alto, midiendo poco más de 1.70; a Julian se le quedo el apodo de Jules, y Ryan le dice a veces Rosemary. No tardamos en ponerle algún otro apodo en honor a su desgracia; a Nikolai le pusimos Yo, Nikolai porque en una de nuestras apuestas lo vigilamos de cerca cuando intentaba sacarle plática a una chica realmente atractiva y nuestro querido amigo no fue nada discreto a la hora de escanearla con esa cara de bobo, pareciendo un cavernícola, de ahí se le ocurrió a Julian; tampoco Nick estaba a salvo de los apodos, sobre todo siendo el más afeminado de los cinco. Verán, cuando le crece el cabello se hace un peinado especial que él llama The Queen, pero a mí me parece muy similar a la desordenada cabellera de aquel curioso personaje amarillo de Plaza Sésamo llamado Abelardo, así que un día se me ocurrió apodarlo The Bird, lo que le irritó demasiado. El odia el apodo, haciendo esto divertido; por último, nuestro querido Albert tiene el apodo más sencillo de todos y que en verdad no le molesta en absoluto: Stoned Albert, debido a que una vez llegó a uno de nuestros ensayos más feliz de lo normal, con una risa muy extraña, y aunque no estaba drogado...parecía.

Al no protestar u opinar algo al respecto Ryan prosiguió.

─ De acuerdo, la buena noticia es que se han agotado los boletos para sus presentaciones en Philadelphia...─ anunció con un poco de entusiasmo, lo que sugería que tal vez la otra noticia no era tan mala.

─ Mierda...─ murmuró Julian.

─ Exacto...¡¡Mierda!! ─ exclamó Nick, quién al parecer ya no estaba cansado como hace unos instantes cuando se tiró en el sillón.

─ Eso significa que habrá demasiada gente en nuestros conciertos...─ masculló Nikolai nervioso.

─ Y que si nos equivocamos quedará épicamente recordado. ─ agregué.

─ Gracias Fab, eso es muy alentador. ─ me respondió Nick.

─ ¡Oh, vamos! Ustedes son geniales...─ aseguró Matt.

─ Estoy seguro de que la gente verá en ustedes lo mismo que yo. ─ Nos sonrió Ryan, y al parecer ya no cargaba con el mal humor de hace un rato.

─ Eso esperamos. ─ dijo Albert.

─ Antes de ponernos a llorar como niñitas, creo que necesitamos saber la mala noticia. ─ interrumpió Julian con una creciente preocupación en su rostro, y de alguna manera lo comprendía, puesto que sus composiciones son lo que está en juego, además de nuestras seis semanas de esfuerzo.

─ Creo que vamos a tener problemas en la publicación del disco aquí en nuestro país. ─ anunció Ryan y de pronto nuestras sonrisas se convirtieron en frustración.

─ ¡¿Otra vez la maldita disquera de mierda?! ─ exclamó Nick con cierta irritación.

─ No es la disquera.

─ ¡¿Entonces?! ─ gritamos Albert y yo al unísono. En seguida nos volteamos a ver con el ceño fruncido el uno al otro. ¡Claro que no somos gemelos!

─ ¿Tan siquiera han visto las noticias? ─ revoloteó Ryan.

─ Yo sí. ─ se defendió Nikolai, quien levantó la mano. ─ ¿Tiene que ver con las amenazas terroristas? ─ preguntó nuestro curioso amigo.

─ Creo que por algo eres la voz de la razón. ─ comentó Ryan. ─ Tiene todo que ver amigos...─ sentenció.

─ New York City Cops, ¿no es así? ─ concluyó Niko.

─ Exacto. ─ nos confirmó. ─ No quiero presionarlos, pero si algo sale mal, que es lo más probable, necesitamos un as bajo la manga.

─ Pero ya es muy tarde para cambiar la lista de temas ¿no? ─ enmarqué las cejas. Cuando creí que haber concluido las grabaciones nos libraría de todos los demás problemas estaba muy equivocado.

─ El que ya sea tarde para cambiar los temas le va a importar un reverendo pepino al país. Pueden prohibir la venta del álbum. De hecho, pueden hacer cualquier cosa para arruinarnos. ─ nos advirtió Ryan.

─ Me lleva la...─ maldijo Julian.

─ No termines esa oración frente a mí por favor ─ interrumpió Kimya.

─ Miren, ya es muy tarde para cambiar la lista de temas, y a decir verdad no sabemos cómo termine lo de las amenazas. ─ dijo Ryan, llevándose la mano a la cabeza y masajeando sus sienes. ─ Lo único que podemos hacer es esperar. No me gusta presionarlos pero necesitamos una canción igual de buena que New York City Cops o al menos que le llegue a la altura por si no salen bien las cosas. Así podríamos publicar otra versión de Is This It con esa nueva canción incluida y resolver el problema fácilmente. ─ sugirió Ryan.

─ Rayos, va a ser una tarea imposible. ─ dijo Albert.

─ Mierda, uno de mis mejores solos lo tiene esa canción. ─ agregó Nick.

─ No tengo más letras compuestas ─ se unió Julian agregando más problemas.

─ ¿Y si trabajamos con alguno de nuestros demos? ─ sugerí.

─ ¿Eres idiota o te haces? No dudo que el baboso de Gil Norton tenga todos los demos. ─ respondió Nick.

─ ¿Y eso qué?

─ Podría filtrarlos en internet.

─ Lo demandamos.

─ Si, un juicio que tardaría años.

─ Gracias Nick, que alentador. ─ dije imitando lo que me respondió hace unos segundos.

─ ¿Adivinen quien se acaba de ganar una paliza? ─ anunció Nick y tragué saliva nerviosamente.

─ Basta Nick, al menos ha dado sugerencias mientras ustedes solo maldicen. ─ me defendió Ryan.

─ Nick, tú tenías un solo medio hecho que no utilizamos. ─ comentó Nikolai

─ Cierto, podemos trabajar con ello. ─ dijo Albert.

─ Y yo tengo algunos acordes armados. ─ agregué con entusiasmo.

Sabemos cómo trabajar en equipo y eso ni siquiera Gil Norton nos lo puede robar.

─ Nos seguiría faltando la letra. ─ inquirió Julian.

─ Vamos, viejo, tú eres muy astuto en eso de componer. ─ Lo motivé.

─ La inspiración no llega de la nada, Fab. ─ me contradijo.

─ La letra tampoco será un problema ─ anunció Albert.

─ ¿De qué diablos hablas? ─ cuestionó Julian.

─ Tengo algo de lo que estoy seguro que podemos amoldar con tu ayuda. ─ aseguró.

─ Entonces ya resolvimos esto. Estamos casi organizados. ─ Ryan alzó sus manos animadamente. Al parecer estaba feliz.

─ ¿Cuándo comenzamos? ─ se apresuró a preguntar Nikolai.

─ Ahora solo descansen, se lo tienen muy merecido. Les sugiero que duerman bien porque el viaje a Philadelphia es en quince horas y después de eso no habrá tiempo de descansar.

─ Vaya, todo un mes en Philadelphia...─ murmuró Nick, pero igual lo escuchamos.

─ Awww...pobre Romeo, todo un mes sin ver a su Julieta. ─ dije entrelazando mis manos y haciendo cara de sufrimiento.

─ ¡Ahora si te ganaste la paliza! ─ exclamó levantándose del sillón. Mierda...

─ Creo que ya me voy. ¡Nos vemos! ─ salí disparado hacia las escaleras, con Nick tras de mí.

─ ¡Vas a morir! ─ gritó muy enojado.

Julian.

Después de la salida repentina de Nick y Fab, nosotros no tardamos mucho en despedirnos.

Iba bajando junto con Albert y Nikolai, inmerso en mis pensamientos.

─ Tal vez sea otra Guerra Fría, nada de qué preocuparnos. ─ comentó Albert mientras descendíamos por las escaleras hacia el primer piso.

─ Despierta amigo, estamos hablando de los países de Medio Oriente, no de Rusia. ─ dijo Nikolai.

Dejé de ponerle atención a la acalorada discusión de Nikolai y Albert mientras pensaba en las noticias de Ryan. Sé que las buenas noticias dejaron muchas razones para estar felices, pero pienso que la única mala noticia las ha opacado suficiente, al menos para mí.

Tengo miedo de fracasar.

¿Y si mi padre tenía razón?
¿Y si no tengo el talento necesario? Tal vez yo no estoy hecho para esto. Tal vez entrar a este mundo no sea algo que una persona como yo pueda soportar.
Tal vez mi lugar esté en la carrera de finanzas en la que mi padre me quiso obligar a entrar.

Cada vez que salimos de un problema viene otro, así que no estoy seguro de si al final valdrá la pena intentarlo. Tal vez las nuevas noticias de Ryan me han desalentado, pero también fueron aquellas palabras que mi padre dijo hace años, que llevo clavadas en mi mente como una espina venenosa.

Ese día en el que decidí no seguir la vida que mi padre me obligaba a seguir es uno de esos que me atormentan a diario. Mi padre, quien solía ser mi más grande héroe, resultó ser la persona que más me hirió.

Todos aquellos gloriosos años de mi infancia, todos esos días que gastó conmigo, ahora se ven tan lejanos. Nada va a cambiar las cosas que dijo. Nada va a volver a estar bien otra vez.
Lo hemos perdido todo, él y yo. Hemos perdido aquellos buenos años que aún guardo en mi memoria.
Trato de no pensar en el dolor que siento por dentro, pero de nada me sirve ocultarlo. Tal vez por eso en cada letra que canto me siento liberado, porque en todas esas letras se encuentran plasmadas esas heridas internas que jamás se curarán del todo. Tal vez las heridas nunca sanen, pero al menos debo desenterrar la daga que me las provocó y de esa forma poder vivir con ello.

Quiero ser Julian Casablancas, el vocalista de The Strokes, no Julian Casablancas el decepcionante hijo del millonario fundador de Elite Model Management, John Casablancas.
Ya no quiero más esa identidad, esa forma de ser etiquetado por el mundo; no puedo despegar la etiqueta y no pretendo hacerlo, pero quiero cambiar el contenido de ella.

Ese día viene a mi mente como torbellino. De repente ya no estoy bajando las escaleras con Nikolai y Albert. De un momento a otro soy el Julian de hace años, con el corazón en la boca.

La lluvia me había empapado por completo en mi camino a lo que debería llamar "casa".

Estaba completamente decidido a enfrentar a mi padre.
Tuve una vez la oportunidad de seguir mi sueño, aquella vez que me ofrecieron una beca por armar esa pieza clásica en la que trabajé arduamente por semanas, pero mi padre lo impidió y no fui capaz de detenerlo.
Era uno de esos días en los que el clima era bipolar porque en efecto, estaba lloviendo, pero hacía al mismo tiempo un calor de los mil demonios.
Me había escapado de las clases extra de administración y finanza a las que mi padre me inscribió, para trabajar junto con Fab, Nick y Nikolai en composiciones locas con mi guitarra acústica, la batería de Fab y la guitarra de Nick.
Nikolai era el único sin instrumento, debido a su difícil situación económica y se rehusaba por completo a que entre todos le compráramos un bajo, ya que ese es el instrumento con el que más se lleva. El caso es que pasé un momento agradable y divertido con mis amigos, de esos que hace mucho tiempo no pasaba con nadie por complacer a mi padre.

Ya estoy harto de toda esa presión que llevo cargando. ¿Acaso crecí de acuerdo con el plan? Yo solo me esfuerzo por hacerlo sentir orgulloso, lo intento, pero ni siquiera me gusta lo que hago. No puedo aguantar otra pelea, así que espero que me escuche, o al menos que ésta sea la última pelea. Nada está bien y a decir verdad, nada volverá a estar bien.
Estaba decidido a llegar directamente a su oficina y sacar todo eso que me llevo conteniendo por mucho tiempo.
Mientras la lluvia iba bañándome una segunda vez, pensaba con suma inteligencia qué decirle para no empezar una maldita pelea al instante.

La banqueta por la que pasaba era inestable y cada vez más resbalosa por el agua, así que tenía que estar atento en dónde pisaba para no resbalarme.
Me duele demasiado cuando me desaprueba todo el tiempo. Según él, malgasto mi tiempo haciendo esas cosas que quiero y me hacen feliz. Él no está de acuerdo con mis sueños o mis gustos. Ni siquiera está de acuerdo con mis amistades, a excepción de Nikolai. Me ha reclamado muchas cosas desde que me hice amigo de Nick y Fab, que son de las pocas personas, además de Nikolai, que han valido la pena en mi maldita vida.

Dos cuadras. Mis manos temblaban y un cosquilleo empezó a invadir mis brazos de los nervios que me consumían a cada paso cerca de la casa de mi padre (la que una vez fue casa de mi madre también). Era todo un reto de valentía seguir avanzando y un milagro que mis piernas siguieran su camino.

Una cuadra. Podía vislumbrar el gran jardín lleno de rosales y la ventana de mi habitación. Sentía el agradable olor a tierra mojada invadir mi nariz. Cuando menos lo pensé estaba parado frente a la puerta y debatiéndome entre pasar o huir despavoridamente.

Ya había llegado muy lejos, así que no me podía echar atrás. Tomé el pomo de la puerta, mientras intentaba controlar mi agitada respiración y la giré lentamente. Sentía mi corazón desbocarse cuando empujé la puerta y me adentré dudosamente. De repente mis brazos se sentían tan pesados como una tonelada de plomo cuando cerraba silenciosamente la puerta, como si me corriera atole por las venas en vez de sangre.

Espero al menos que Aline (su joven esposa, con quien lleva un año de matrimonio) no estuviera presente, porque ella es realmente una buena mujer que estimo y no se merece tal escándalo que probablemente mi padre hará. Ella me ha tratado demasiado bien como para llamarla "madrastra", e incluso se ha involucrado más en mi bienestar que mi propio padre. Lo que temo es dejarla sola soportando las malas actitudes de mi padre, pero no tengo opción, puesto que ella está en esta prisión voluntariamente por el amor ciego que le tiene. La llevo conociendo tan solo un año desde que salí del internado en Suiza.

Después de haber salido de aquel internado en Suiza, mi forma de ver las cosas cambió demasiado. Ese asqueroso internado no me sirvió de lección para jamás volver a ingerir alcohol siendo menor de edad, todo lo contrario, creo que hizo que se volviera mi nueva adicción.

Para él me he vuelto solo un títere, aquel que manipula fácilmente, pero hoy es el día en que corto los hilos que me tienen atrapado a su merced.
No puedo seguir viviendo así...no quiero seguir soportando esto; me he guardado mis sentimientos tanto tiempo y simplemente tengo que ponerle un alto.

Después de cerrar la puerta, descolgué de mi hombro la funda de mi guitarra y la coloqué detrás de uno de los gigantes jarrones floreados que adornaban el recibidor. La escondía por si algo salía lo bastante mal como para que mi padre empezara a destruir mis pertenencias. Caminé sigilosamente sobre el chirriante piso de madera que componía la inmensa sala, con la intensión de subir las escaleras que daban a la oficina de mi padre.

Las cortinas estaban totalmente cerradas, bloqueando la iluminación y haciendo parecer que es de noche. Apenas puse mi pie en el primer escalón cuando una de las lámparas de la sala se encendió, mostrando a mi padre, quien estaba sentado en el sillón individual. Automáticamente un escalofrío recorrió mi espina dorsal y me erguí para mostrarme fuerte, aunque por dentro me sentía débil.

─ Hola ─ saludó con esa tensión en su tono de voz. Sé de sobra que ya le han avisado que no me presenté a los cursos de finanzas y administración.

─ Hola. ─ respondí con naturalidad. Tragué saliva y lo miré sin titubear para mostrarme firme, aunque estaba helado del miedo y sentí mi estómago revuelto. ─ ¿Y Aline? ─ pregunté intentando sonar casual.

─ Está de compras...─ por dentro me sentí aliviado de que no estuviera, pero al mismo tiempo el miedo me atravesaba el estómago como un cuchillo porque sé muy bien que mi padre tenía otra careta frente a ella, y ahora que estaba ausente, no había caretas ni pretensiones, lo veía como realmente era: frío y cruel. ─ ¿Por qué no te sientas y me cuentas como te fue en las clases de esta tarde? ─ señaló el sofá frente a él.

Asentí con el corazón en la boca, sintiéndolo palpitar unas mil veces por segundo. Ese atisbo de valentía seguía dentro de mí, luchando por no esfumarse.

«Ya no más.», me repetía por dentro. Al parecer el coraje se me estaba extinguiendo...necesitaba algo que lo hiciera arder nuevamente.

─ Deja de fingir...dejemos de fingir. Ambos sabemos que no fui. ─ Me atreví a decir. Al principio frunció el ceño por la forma en que le hablé pero después aquel ceño se alisó, no para mostrarse benévolo, sino para intimidarme.

─ ¿Se puede saber dónde diablos estabas? ─ preguntó tranquilamente, más eso no significaba que lo estuviera. No tardaba en explotar, pero desde ahora no me dejaré intimidar y no me quedaré callado o cabizbajo ante las palabras venenosas que escupa. Eso espero...

─ Haciendo aquello que tú llamas perder mi tiempo, componer música. ─ respondí sin más con la mirada al frente y sin titubeos.

─ ¿Con esos vagabundos sin futuro a los que llamas amigos? ─ escupió con verdadera repugnancia y prosiguió. ─ No te entiendo, te brindo el apoyo para superarte, la oportunidad de una familia estable y tú sigues insistiendo en arruinarlo todo. Somos felices y estamos bien...tú estás bien. ¿Por qué te empeñas en arruinarlo?

─ Para empezar me brindas el apoyo para seguir lo que TÚ quieres para mí, de otra forma no lo harías. ─ empecé, después las palabras surgieron espontáneamente. ─ ¿En serio llamas a esto una familia estable? Me separaste de mi madre para que viniera a vivir contigo, después de haberme arruinado la vida; te has casado con una mujer sólo dos años mayor que yo y pretendes que considere "madre". ─ alcé la voz: grave error. ─Según tú, arruino las cosas haciendo lo que me gusta y me hace feliz, y por último TÚ eres el que está feliz y bien porque yo no estoy bien ni vivo feliz. ─ bramé con frustración.

Ya está. Lo había dicho y no hay vuelta atrás. No hay tiempo de retornar a mi cobardía habitual.

─ No sabes lo que dices. Ve a tu habitación a reflexionar. Olvidemos esta conversación sin sentido y no vuelvas a faltar a tus clases. Está todo bien. ─ Se levantó del sillón para encerrarse de seguro en su oficina.

Me dio la espalda y comenzó a tomar su camino. ¿Eso es todo? ¿Iba a permitir esta farsa de nuevo? No. Nunca más.

─ No puedo pretender estar bien. ─ pronuncié apenas audible, pero sé que me escuchó. Se detuvo y volteó hacia mí. No podíamos eludir esto de nuevo.

─ No me retes, Julian. ─ torció la quijada, significaba que perdía la paciencia.

─ Tómalo como te plazca pero no voy a volver a esos cursos de mierda y no voy a estudiar la carrera que a ti se te venga en gana escoger por mí. No te dejaré controlar mi vida nunca más. ─ respondí valientemente.

¿En serio "yo" dije eso? Cielos, creo que ya no me conozco.

─ ¿Y qué vas a hacer de tu vida? Yo he enderezado tu camino, sin mí vas a convertirte en un alcohólico y drogadicto junto con tus inútiles amigos. Yo pago tus estudios, así que no quieras morder la mano de quien te da de comer. ─ gruñó más cerca de mí. No me iba a quedar callado.

Podía sentir la adrenalina corriendo por mis venas y mi pulso agitado. Me gusta esa sensación.

─ ¿Enderezar mi camino? ─ carcajeé. ─ ¿Pagarle a cientos de psicólogos es enderezar mi camino? ─ Me levanté. ─ ¿Convencer a mi madre de enviarme lejos para deshacerte de mí y limpiar tu imagen? Crees que con el dinero todo lo arreglas y no es así. El dinero no pasa tiempo de calidad conmigo, el dinero no me detiene de beber, el dinero no me comprende. ¡El dinero no compensa tu fracaso como padre! ─ grité frente a él y por primera vez el miedo fue lo que se esfumó.

¡Guau! Jamás había sentido este poder, el poder de expresar lo que siento y no reprimirlo. Creo que me está gustando este nuevo yo, capaz de todo.

Me miró más furioso de lo habitual y en un instante sentí mi mejilla arder. Él me había levantado la mano. Podía sentir una palpitación y el fantasma de su puño en mi cara.

Cubrí con mi mano el lugar donde mi propio padre me lastimó y lo miré con rabia. Él no parecía afectado por haberme lastimado o siquiera arrepentido. Definitivamente este monstruo no era mi padre.

Tal vez mi padre había muerto cuando cumplí los 9 años, porque esta persona frente a mí no se parecía en nada a aquel hombre que admiraba.


─ Nunca vas a ser alguien en la vida. Eres un fracaso. Mira a Cecile y luego mírate a ti. Eres un mocoso rebelde que desde los 14 años ingiere alcohol. Todo hubiera ido bien con tu madre si no hubieras nacido. ─ soltó aquellas palabras que se clavaron profundamente en mi cabeza.

Mi propio padre me apuñaló vilmente. Esas palabras se sintieron como mil tajadas. Dolieron demasiado. Mi vista se nubló por las lágrimas que amenazaban con salir. Jamás me había sentido tan denigrado en mi vida. Jamás había sentido el verdadero desprecio de alguien hacia mí.

─ Nunca seré lo suficiente bueno para ti. No importa lo mucho que me esfuerce. ─ solté con amargura.

Recuerdo muy bien lo que sentí después del divorcio de mis padres. Como el niño que llora en su cumpleaños. Así estaba. Como el que conseguía todo lo que quería y aun así sentía que le falta todo. En el fondo tal vez siga sintiéndome como ese niño, solo que, además de faltarle todo, dejó de conseguir lo que quiere.

─ Sólo una vez te lo voy a advertir: si decides contradecirme puedes olvidarte de tu fondo universitario y de que te vuelva a apoyar en algo.

─ Que así sea. Al menos no me voy a quedar solo y amargado. Tengo a Sam, a mi madre, a mis "inútiles" amigos, a Cecile y a Nikolai. Probablemente tienes razón y fracaso, pero al menos no odiaré lo que hago. Si sigues empeñado en controlar a todas las personas a tu alrededor vas a terminar solo. Tu soberbia no te llevará a nada.

─ Tú no sabes lo que me costó llegar hasta aquí.

─ Y es por eso que deberías recordar humildemente de dónde vienes.

─ ¿Qué puedes saber tú de eso? Siempre has tenido todo al alcance de tu mano.

─ Pues te voy a demostrar que no necesito de tu dinero para seguir adelante. Puedes quitármelo todo, adelante, pero no te preguntes después por qué me convertí en esto. Soy todo lo que soy gracias a ti. Si no fuera por Sam también sería un maldito drogadicto. ¿Y tú qué cosas buenas has aportado a mi vida? Si ni siquiera puedes darte un minuto para conocerme. Ya estoy cansado...me iré de aquí.

Se acercó a mí, demasiado. Ahora estábamos frente a frente. Era la primera vez que lo encaraba de esta forma. Mi postura era firme y él no volvería a persuadirme para quedarme.

─ ¡No vas a ir a ningún lado! ─ gritó al mismo tiempo que apretaba con fuerza mi brazo. ─ ¡No vas a manchar o poner en ridículo mi nombre! ─ sentía la presión que ejercía en mi brazo, me estaba lastimando de todas las formas posibles y al parecer lo único que le importaba era su imagen.

¿En serio? ¿Su jodido nombre es todo lo que le importa? Con todo el respeto a mi abuelo, pero me pasó el estúpido nombre por el arco del triunfo. El enojo no tardó en reemplazar la tristeza. La cosa no fue mejor.

─ ¡No te quiero cerca! ¡Déjame ir! ─ Me atreví a gritarle, soltándome bruscamente de su agarre.

En su cara vi la mera sorpresa, y presiento que ese fue el momento en el que se dio cuenta de que no me volvería a manipular de nuevo. Sus palabras me han lastimado, pero no me harían quedarme.

─ Te estás equivocando. ¿Crees que el mundo cruel en el que vivimos te recibirá con los brazos abiertos? En el mundo real te juzgarán y si no les gusta lo que tú haces se esmerarán por destruir cada pedazo de tu esfuerzo. Eso es el mundo de hoy.

─ Mañana será diferente...eso espero. Es por eso que me estoy yendo.

─ Jamás vas a lograr nada. A veces desearía haberte enseñado a mano dura para que aprendieras a respetarme. Desearía que tu no fueras mi hijo...la gran decepción de mi familia.

─ No puedes cambiarme, los hubiera o desearía son un mito. No puedes cambiar la educación que me diste o tus acciones del pasado.

─ Extraño a ese niño que estaba dispuesto a seguir mí camino.

─ Supongo que nada dura para siempre. Ya no soy más ese niño...tú lo has hecho desaparecer con el tiempo.

─ Mírate, ni siquiera tienes una clara visión de lo que harás de tu vida,

─ Mis visiones son claras ahora que no tengo miedo.

Le di la espalda y subí las escaleras hacia lo que relativamente ya no es mi habitación. No me volví para ver si me seguía y la verdad no me importaba.

Casi todo en esa habitación fue comprado con su "valioso dinero", así que fue fácil tomar todo aquello que realmente me pertenecía. En la mochila que mi madre me obsequió metí las escasas prendas que eran absolutamente mías, los discos de vinilo que Sam me había enviado cuando estaba en el internado y algunas otras cosas que me habían obsequiado mi madre y amigos.

Por último, metí en mi bolsillo unas pulseras sencillas que mi hermana me había hecho cuando éramos pequeños, siempre las llevaba a todas partes. En uno de los taburetes dejé a la vista una foto enmarcada en la que aparecíamos mi madre y yo. Era mi forma de retarlo, de hacerlo recordar lo que destruyó, pero en el fondo quería dejarle un recuerdo de aquel niño que lo admiraba con tanta devoción y hacerle recordar la persona que era, antes de convertirse en aquel monstruo sin sentimientos que acababa de hacerme pedazos con sus palabras.

Bajé las escaleras cabizbajo, tomé la funda de mi guitarra y sujeté el pomo de la puerta. Sé que él estaba parado detrás de mí. Me estoy alejando de alguien, por darme cuenta de que no valgo nada en su vida.

─ A veces me gustaría que estés en mi lugar, solo para que sepas cómo me siento. ─ murmuré rendido.

─ Odio haber creído que tú eras diferente.

─ Lo siento, no puedo ser perfecto. Sólo espero que algún día te des cuenta de lo mucho que te amo a pesar de que me has despreciado, y que te percates de lo duras e hirientes que han sido tus palabras. En ese momento espero que no te odies a ti mismo por romper aquella promesa que me hiciste de pequeño. Me prometiste jamás lastimarme y estar siempre para mí. Tal vez las promesas se rompen antes de ser hechas. ─ finalicé dándole la espalda, con las lágrimas resbalando por mis mejillas.

Sorbí mi nariz para después abrir la puerta. No esperaba que él dijera algo, y así fue. El silencio fue su mensaje de despedida.

Lo estoy dejando justo a tiempo, más no voy a estar tan lejos de él, ya que me quedaré en Nueva York. No pienso darle el gusto de irme lejos y ser un cobarde. Le demostraría que realmente está muy equivocado. Hoy pude haberme redimido y seguir sufriendo, pero en cambio decidí renunciar a esto. Hoy sufrí demasiado, pero mañana será otro día en el que la anestesia del tiempo irá durmiendo el dolor. Ahora es demasiado tarde y no podemos volver atrás.

─ Julian...Julian. ─ Nikolai tronó sus dedos frente a mi cara, sacándome de mis propios pensamientos. La verdad estaba tan cansado que podía ahora mismo pedirle matrimonio a mi cama y jamás separarme de ella.

─ ¿Sí?

─ ¿En qué tanto piensas? ¿Tanto te afectó el "rechazo"? ─ bromeó Albert, reanudando sus bromas.

─ Eres afortunado de que esté tan cansado como para tirarte de las escaleras en estos momentos.

Salimos de Wiz Kid Management para tomar camino rumbo a nuestros respectivos lugares. Prácticamente éramos vecinos, ya que los cinco vivíamos en la misma colonia. Incluso el departamento de Nick se encontraba en el mismo complejo que el mío (y de Albert), solo que estaba a un piso de diferencia.

Tomamos los tres el mismo taxi y nos encontramos con un chofer que curiosamente tenía a todo volumen en su estéreo una de las canciones de nuestro EP. Se trataba de The Modern Age. Qué casualidad, ¿no?

Los tres nos volteamos a ver incrédulamente. Escuchar mi propia voz era algo agotador, dada la cantidad de veces que lo hice durante las grabaciones, pero para aquel taxista no lo era en absoluto.

Mi voz le abría el camino a uno de los solos favoritos de Nick cuando nos dirigió la palabra.

─ Estos chicos son geniales ¿no lo creen? ─ volteó a vernos mientras esperaba a que el semáforo cambiara a verde. No nos reconocía y no me sorprende, porque en realidad no hemos mostrado directamente nuestras identidades al mundo, a excepción de nuestros nombres.

─ Tienen lo suyo. ─ asintió Albert.

─ Pensé que el rock estaba muerto en esta nueva era, pero creo que ellos han venido a salvarlo. ─ afirmó con orgullo.

─ Y así será. ─ le aseguró Nikolai sonriendo.

El semáforo cambió a verde y el taxista se volvió a centrar en el camino. Esas palabras me dejaron reflexionando, después de toda la mierda que estuve recordando.

Que una persona tenga esa imagen de nosotros realmente me sorprendía. Éramos como quien dice sus "héroes" y tenía fe en nosotros para "salvar el rock". Ese tipo de fe es capaz de mover hasta montañas.

El mundo en estos momentos está en constante evolución. Los 90's forman parte de un histórico pasado, como lo han sido los 60's, 70's y 80's. Eso es lo que tratamos de rememorar con nuestra música. ¿Qué sería de la vida si no tuviéramos el valor de intentar algo nuevo?

Nuestra intención solo es transmitir todo aquello que hemos vivido en Nueva York. Queríamos sonar como una banda del pasado que hiciera un viaje al futuro para hacer su disco. Jamás creí que fuéramos a causar tanto revuelo en el mundo, que nos observaran expectantes como lo hace esta persona, y mucho menos empezarles a gustar con tan solo un EP.

Se siente como si tan solo fuera ayer que tocábamos en simples fiestas, cumpleaños de nuestras familias y posteriormente en bares.

Se sienten tan cercanos esos tiempos en los que Sam y los hermanos de Nikolai y Fab nos introdujeron al reggae de Bob Marley y al punk con Jane's Addiction, esos tiempos en los que en el sótano de la casa de Nick grabábamos nuestras pistas favoritas que salían en la radio con aquellos defectuosos casetes que terminaban trabándose.

Algo que no voy a olvidar es ese día que Sam me visitó en aquel internado en Suiza, antes de conocer a Nick y Fab, dándome ánimos para seguir adelante y regalándome aquel valioso disco de vinilo de mi banda favorita: The Velvet Underground.

Mientras observaba la ciudad por la ventana, reproducía en cámara lenta todos esos pequeños momentos valiosos, que aunque en ese entonces no eran significativos cuando los vivía, hoy lo son todo. Veo a un par de chicos esperar en el paso peatonal y se me viene la imagen de Nikolai mandándome al demonio en quinto grado.

Cosas tan simples y cotidianas que miro por la calle me hacen poco a poco ir reviviendo momentos grandiosos, de esos viejos buenos tiempos que siempre extrañaré.

En nuestro trayecto, el estéreo reprodujo a todo volumen nuestro EP completo y en los semáforos el taxista aprovechaba para tocar su invisible guitarra o simplemente seguir la letra, mientras Albert, Nikolai y yo solo reíamos, e incluso mis dos amigos se le unieron en cierto momento, cuando Someday comenzó.

Por obvias razones yo no canté junto con ellos pero si me atreví a palmear mis piernas al ritmo de la batería. Por desgracia tuvimos que parar nuestra loca función porque habíamos llegado a nuestro destino, y muy por la fuerza nos bajamos.

─ Fue genial viajar contigo, viejo. ─ Le dijo Albert al taxista.

─ También fue un placer para mí cantar con ustedes. ─ afirmó sonriendo.

─ Creo que te mereces una buena propina. ─ comenté y además de pagarle por nuestro estupendo viaje le di 20 dólares extra. Nikolai y Albert no dudaron en hacer lo mismo.

─ ¡Muchas Gracias! Con esto me alcanzará para comprar el disco que espero con ansias. ─ exclamó emocionado.

─ ¿Y cuál ese tan esperado disco? ─ preguntó Nikolai.

─ ¿No es obvio? El de estos geniales chicos. Hace mucho que no salía algo bueno de Nueva York. ─ aseguró tomando un disco de su guantera y mostrándonos nuestro EP.

Los tres nos sonreímos de forma cómplice y el joven taxista nos dio una última mirada de agradecimiento para después alejarse por una de las avenidas principales.

─ Eso fue extraño. En el buen sentido de la palabra ─ carcajeó Albert. Sí, a veces dice incoherencias. Supongo que es efecto de la marihuana.

─ Una de las cosas más "random" que hemos vivido. ─ agregó Nikolai.

─ Bueno, es genial saber que tenemos un grandioso fan. ─ concluí encogiéndome de hombros.

Nos encaminamos a la casa de Nikolai, y después de que su madre nos insistiera en invitarnos a comer, pasamos un buen rato con la familia de Nikolai, que nos hacían sentir como un miembro más.

Desde que ves a su familia y entras a su hogar, se siente una gran comodidad; se huele la hospitalidad desde antes de que siquiera te dirijan la palabra. Siempre han sido así desde que recuerdo, desde que entré por primera vez y Nikolai me los presentó.

Entre risas Albert, Nikolai y yo relatamos nuestro divertido encuentro con el taxista. Desafortunadamente nada dura para siempre y llegó el momento en el que Albert y yo nos despedimos para ir a nuestro departamento.

El trayecto fue silencioso y agradecía que Albert no siguiera fastidiándome con lo del rechazo. Ya iban dos días del acontecimiento y juro que casi las 24 horas del día me molestaron, incluso me preguntaban el nombre de la chica, que en realidad no sabía y aunque lo supiera jamás se los diría.

"La chica misteriosa", así la nombraron o como le gusta a Nick llamarla: "La genial chica que le pateó el trasero a Julian Casablancas" (muy largo, por cierto). Podría apostar que si un día la llegan a conocer (para nada probable) la elogiarían por completo.

─ Algo te pasa Albert. ─ fruncí el ceño.

─ No sé de qué hablas. ─ se hizo el desentendido.

─ Llevas como dos horas sin fastidiarme.

─ Tal vez no queremos que te suicides por el rechazo de una mujer.

─ Sí claro, muy considerados.

Subíamos las escaleras del complejo para llegar a nuestro departamento.

─ Está bien, es sobre la letra que mencioné con Ryan.

─ Adivinaré: No la tienes.

─ No es eso, es solo que no es mía. ─aclaró. Estábamos frente a nuestra puerta.

─ ¿Cómo diablos se te ocurre? Sabes que sería plagio, ¿no?

─ No precisamente ─ enfatizó. Parecía demasiado tranquilo por el hecho de haber tomado una letra que no le pertenecía, pero algo alterado por como yo fuera a reaccionar.

─ Sólo entenderás cuando te la muestre. ─ rápidamente sacó la llave y la metió en el cerrojo. Por fin abrió la puerta y él fue el primero en adentrarse con bastante prisa, dejándome con la mayor de las confusiones.

Entró a su habitación y yo solo me quedé parado en la entrada con los brazos cruzados, en espera de que Albert me explicara la situación.

Escuchaba como se cerraban y abrían cajones.

En un rato el chico de los rizos desordenados salió con una arrugada y amarilla hoja que se veía realmente vieja por el tiempo. Se acercó dudoso a mí y parecía estar algo nervioso.

─ Espero que no te enojes. ─ balbució y me entregó la hoja. Fruncí el ceño y desdoblé con cuidado la hoja, para empezar a leer su contenido.

Mi ceño se alisó en un instante cuando entendí todo.

Yo reconocía esa caligrafía y cada palabra que estaba escrita; en un parpadeo ya no estaba en mi departamento con Albert sino en Suiza, en aquel internado, cargando con mi soledad y rodeada de personas tan presumidas y obstinadas, sintiéndome fuera de lugar mientras desquitaba mis penas con tinta y papel.

─ ¿Cómo diablos conseguiste esto? ─ pregunté. No estaba enojado, pero sí realmente sorprendido. Se supone que esto se encontraba en la basura, el mismo día que aquella aflicción me hizo sentir culpable, porque aún guardaba un poco de esperanza en mi padre, cuando ilusamente creí que todo volvería a estar bien en mi vida. Nunca pensé que esa aflicción se quedara profundamente arraigada a mí.

─ ¿El destino? ─ hizo una mueca. Enmarqué mis cejas y lo miré expectante a que me diera una explicación lógica. ─ Está bien. El día que te fuiste del instituto sin siquiera anunciarlo, me quedé desconcertado, como si hubieras sido solo un fantasma que desapareció. ─ comenzó a explicar y me quedé un poco perplejo. Yo no pensaba que alguien llegara a notar mi ausencia. ─ Me dio curiosidad y fui a tu alcoba. Estaba totalmente vacía, como si nadie hubiera habitado el lugar. Cuando iba saliendo, por mera casualidad volteé hacia el bote de basura y algo me hizo sacar esa bola de papel. Cuando la leí supe que tú lo habías escrito y yo solo guardé la hoja, con la intención de devolvértela si algún día te volvía a ver. ─ finalizó melancólicamente.

Ahora él me veía expectante y yo no sabía con precisión que responderle.

─ Está bien. ─ resoplé cansado, la verdad es que ahora mismo solo quiero llegar a mi cama y dormir lo que resta del día.

─ ¿Está bien? ¿Esa es tu opinión? ─ bufó irónicamente Albert, adoptando la misma posición de brazos cruzados.

─ Por favor, Albert, estoy cansado y lo único coherente que pienso en estos momentos es ir a mi cama a tomar una muy larga siesta.

─ ¿Al menos estas considerando usar la letra? ─me preguntó.

─ Puede, solo quiero modificarle algunos detalles y, si quedo conforme, la respuesta es sí.

─ Genial

─ ¿Ya puedo irme a dormir? ─ señalé mi habitación con anhelo.
Albert asintió y casi como si fuera un niño al que sus padres dejaron salir a jugar, desaparecí como un rayo de la sala para llegar a mi suave, acolchonada y fresca cama.

Estaba tan cansado que literalmente me deje caer como un objeto inanimado. Ni siquiera me molesté en cerrar la puerta de mi habitación. La verdad quedé tan cómodo, que decidí no volverme a levantar. Cerré mis ojos y me dejé llevar por el sueño sin mucho esfuerzo.

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