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Chapter 1 [🦋]

Cartagena de Indias, Colombia
23 de febrero de 2021
10:15 am




Alexandra;

Otro día más en el que me tengo que escapar por la ventana porque ya no soporto más maltratos de Doña Adela, siempre es lo mismo. El único momento en el que puedo estar tranquila en esa casa es el día en que recibo el salario.

Aún no podía entender como mi propia madre podía hacerme esto.

Y aún no entiendo como es que sigues aguantando en esa casa querida Alexandra.

Hazme el favor de callarte, puta conciencia.

Salgo a la calle luego de haber terminado con esa pequeña discusión entre mi subconsciente y yo, con la intención de dirigirme hacia la casa de la única persona que considero mi familia. Saco mi teléfono de mi mochila y marco el número.

Déjame adivinar, vienes para mi casa para quedarte unos días ¿cierto?

—Por eso eres mi mejor amiga, pero bueno ¿puedo ir? —pregunto con la esperanza de no obtener una respuesta negativa.

¿En serio me preguntas eso? Claro que puedes venir, esta es tu casa también.

—Aw gracias, estaré ahí en treinta minutos. Bye.

Cuelgo la llamada y reviso la hora antes de bloquear mi teléfono.

" 10:27"

—¡Joder voy tarde!

Salgo corriendo sin ni siquiera darme tiempo a guardar el teléfono en la mochila y con la esperanza de llegar a tiempo. Sigo esquivando a las personas que me impiden el paso, cuando siento que choco con alguien provocando que casi caiga, pero esa persona me agarra en sus brazos impidiendo el impacto.

—Oh lo lamento mucho, que torpe soy —me reincorporo rápidamente.

—No pasa nada, tranquila —me responde.

Alzo la mirada encontrándome con un chico de cabellos negros y ojos rasgados en los cuáles se admiraba una gran tristeza.

—¿Por qué la prisa? —inquiere.

—Lo siento es que voy a tomar el autobús —miro de nuevo la hora en mi teléfono— el cual ya perdí por cierto —digo frustrada.

Genial Alexandra, ahora o caminas o regresas a esa casa del demonio.

Prefiero caminar antes de regresar a esa casa.

—No te preocupes, yo te llevo —su ofrecimiento me hace mirarlo con expresión negativa, una que él sabe como distinguir de inmediato— Es lo mínimo que puedo hacer después de causar que perdieras tu autobús, ¿no crees? —señala el auto estacionado al final de la calle.

—Lo siento pero no puedo irme con desconocidos.

Mi tono era de pura desconfianza, pero no me podían culpar. La vida me había enseñado y de la peor manera a no confiar en cualquiera que ofreciera ayuda así como así y menos en un desconocido.

—Kim Seokjin —extiende su mano hacia mi— Doctor especializado en medicina general, un placer conocerla señorita...

—Alexandra —completé lo antes dicho no muy convencida y aceptando su mano— Alexandra Stone.

—¿Alexandra? —inquiere y realmente no sé cómo tomar su cambio de expresión.

—¿Pasa algo? —lo miro un tanto extrañada por su comportamiento.

—No —se obliga a sí mismo a reaccionar ante mi pregunta— Es que te llamas igual a una persona que... —se queda callado, como si se arrepintiera de lo que estaba a punto de decir— B-bueno, ya no soy un desconocido para ti —me sonríe nerviosamente— Así que ahora si puedo llevarte ¿está bien? —menciona, volviendo al tema anterior.

Okay, sí que es raro.

—Está bien —sonrío y lo sigo hacia el auto.

No sé si estaba haciendo bien, o si me llevaría lejos para asesinarme y que nadie más lo supiera. Pero sea lo que sea ya no importaba, ya me encontraba sentada a un lado de él en su auto.

Y sí, soy muy dramática. Demasiado diría yo.

Iniciamos el viaje sumidos en un silencio para nada incómodo. En el transcurso sentí la mirada intensa del tal Seokjin sobre mí, pero traté de restarle importancia o terminaría bajándome antes de llegar a mi destino. Al llegar a la vecindad donde vive mi amiga, respiré aliviada, consciente de que ya estaba segura y le indiqué al pelinegro donde debía estacionarse.

—Gracias por el aventón Seokjin —digo girandome hacia él.

—Jin —lo miro confundida— Dime Jin por favor, Seokjin suena demasiado formal y no soy tan viejo como otros piensan.

Su aire de diva era único. Él es único, en todo el sentido de la palabra.

—Está bien, Jin —menciono divertida por su comentario— Adiós —bajo del coche.

—Adiós —se despide.

Me quedo parada en la acera viendo como el auto se pierde en la lejanía. Ese encuentro había sido demasiado raro. Jamás pensé subirme al auto de alguien desconocido, pero había algo en él que me decía que no me haría daño. Tal vez sea precipitado decir esto sin siquiera conocerlo, pero la manera en que me observó cuando le dije mi nombre, era muy extraña, es como si me conociera de toda la vida.

Cuando ya no lo veo me giro y me acerco a la puerta de la casa para tocar el timbre. A los pocos segundos, me abre una muchacha delgada, de pelo plateado, grandes ojos grises, nariz respingada, gruesos labios, largas piernas y vestida con un conjunto deportivo negro.

—Al fin llegas, ya te estabas tardando —se hace a un lado para dejarme pasar— ¿Dónde estabas?

—Pues, perdí el autobús y tuve que venir caminando —digo dudosa de contarle lo sucedido.

Obviamente debía omitir el pequeño detalle de que una persona a la que no conozco en lo absoluto me trajo.

No tenía deseos de responder a preguntas en estos momentos.

—¿Caminando? —su mirada sobre mi es de sospecha y hace que mis nervios comiencen a hacer de las suyas— Llegaste muy rápido para venir caminando, en todo caso de ser verdad hubieras tardado por lo menos hora y media.

Bajo la vista al suelo para evitar su mirada y paso por su lado, directo a la cocina. Conocía a la peliplateada, ella era capaz de hacerme hablar con tan solo mirarme.

Ese es el gran poder de Lalisa Manoban.

—Lisa por favor, dejemos esa conversación para luego, ¿sí? —trato de evadir el tema, aunque los nervios me delaten— Por cierto, ¿no tendrás problemas con tu padre por mi presencia aquí?

Su mirada algo acusatoria pasa a una de irritación cuando toco el tema de su padre. Sé que ese tema era algo delicado, pero tampoco quería que la chica tuviera un problema por mi culpa.

—No, no debes preocuparte por eso —bufa— La relación entre nosotros está cada vez peor. Cambiemos el tema, no me apetece hablar del Señor Manoban.

Por ese lado nos entendíamos a la perfección. Ambas pasábamos por la misma situación con nuestros padres. Claro que la mía era peor, mientras el padre de la plateada le hacía pasar malos ratos a mi amiga, mi madre me golpeaba por cualquier razón.

Esa era la pequeña diferencia.

La siguiente mirada que me lanza hace que por cinco minutos me quiera arrepentir de haber venido. Ya imaginaba su pregunta y me estaba preparando mentalmente para un larga tarde de charla.

—¿Me contarás lo que sucedió con tu madre o debo adivinarlo?

Lo sabía.


[🦋]


Jungkook;

El agua caía sobre mi cuerpo llevándose consigo todo el estrés que me atormentaba. Cierro la llave de la ducha y salgo del baño con una toalla envuelta en mi cintura. Voy directo al gran closet en mi habitación, para escoger qué ropa usar. Sin pensar mucho, opto por unos jeans negros rasgados en las rodillas, y una camisa y chaqueta del mismo color. Amaba el negro, además de ser práctico para este tipo de asuntos.

Dejo caer la toalla al piso y procedo a vestirme. Gruño con molestia al escuchar la puerta ser tocada, detengo mi acción y me coloco la toalla nuevamente para dirigirme a la puerta. Sabía que era Jin, viendo que la mucama lo dejó pasar sin más, estaba seguro que era él. Abro la puerta, encontrándome con que efectivamente Jin estaba en mi habitación. Me miraba con estupefacción al ver que me encontraba semidesnudo.

—Vaya, no me imagino que puede haber debajo de esa toalla —su tono es burlón y puedo ver hasta curiosidad en sus orbes.

Ruedo los ojos.

—Lo que menos necesito ahora es ese lado gay tuyo.

—Ambos aquí sabemos que eso es a veces, algo casual, ya sabes —asiento, apoyando mi cuerpo en la puerta— Igual así me amas amigo mío, así que no te quejes.

—Vale, vale, ya entendí —alzo las manos en son de paz y hago el ademán para que entre— Mejor dime ¿por qué tardaste tanto?

Se acomoda en uno de los sillones de terciopelo negro que habían al lado derecho de la puerta, junto a un sofá de tres plazas color negro también. Me siento frente a él, olvidando por ahora, mi idea de vestirme.

—Lo siento, fui el causante del retraso de una hermosa chica y pues, no pude hacer otra cosa que llevarla hasta su casa —lo miré con cierto interés con respecto a la chica. En los años que llevamos siendo amigos, fueron muy pocas las chicas que le conocí— También me llamó el Sr. Sánchez para ir a ver el cargamento porque hoy en la noche tenía otros compromisos.

Ruedo los ojos ante lo último que dijo. Sé que habíamos venido específicamente por negocios, pero pensaba que al menos hoy tendría la noche libre. Pero bueno, negocios son negocios, y no debo demorar el propósito de mi viaje.

—Bueno pues, supongo que la reunión será ésta misma noche —asiente— Ten todo listo, sobre todo el lugar.

—Reservaré el VIP para la reunión con Sánchez.

Ajusto el nudo de mi toalla y me levanto para dar pasos hasta el closet y proceder a vestirme, no me quedaría en toalla toda la noche. Termino de colocar mis zapatos y tomo mi celular para ir directo hacia la puerta.

No dije nada, solo miré a Jin, quién entendió que debíamos bajar. Aún faltaba para la reunión, pero supongo que algo encontraríamos para hacer hasta que llegara la hora.

Ésta era una reunión importante, estábamos hablando de un cargamento que además de representar una ganancia de millones, representaba una gran oportunidad para futuras negociaciones con poderosas organizaciones. Y eso incluía al cártel colombiano.

Nuestra familia nadaba en dinero, eso era un hecho. Pero no nos podíamos dar el lujo de perder un cargamento de ese calibre.

Sería una gran pérdida.

—Gracias Lucía —me dirijo a la chica de cabellos rubios, que trabajaba en mi casa en Cartagena bajo las órdenes del ama de llaves, Margoth— Puedes retirarte —ésta me asiente y se retira luego de dejar ambas tazas de café encima de la isla.

Estaba sentado, esperando a que Jin llegara hasta mi con las noticias positivas que esperaba recibir. Porque además de estar pendiente a los negocios en Colombia, también había dejado un asunto muy importante en Busán.

—Listo —dejo la taza de café a un lado para prestarle atención al pelinegro— Acabo de hablar con el gerente del Club y ya tiene todo listo, para llevar a cabo la reunión en total privacidad.

—Muy bien —le doy un pequeño asentimiento— ¿Y el otro asunto?

—Eso también está resuelto —mis labios se curvan en una sonrisa— Jimin dijo que en unos días más tardar en una semana, sale el cargamento.

En momentos como estos agradecía mucho haber venido con Jin. Además de ser un gran amigo, casi que familia, era uno de mis hombres más eficientes. Nuestras familias eran amigas y ambas, junto a otros clanes cercanos, formaban la organización mafiosa más grande de todo Corea. Jin era el heredero del Imperio Búlgaro y por consiguiente tenía grandes responsabilidades tras ese cargo, pero realmente agradecía tener a hombres como él y Namjoon a mi lado, porque por lo demás, son tarados todos.

—Eres la persona más confiable y a la vez letal que he conocido, Dyavol —palmeo su hombro.

Las comisuras de sus labios se curvan en una sonrisa, cuando lo llamo por su apodo.

—Lo sé —me dedica una sonrisa.

Rodea la isla hasta llegar al otro lado y sentarse junto a su taza de café. Su muñeca queda visible por un segundo, dejándome apreciar ese tatuaje en letras cursivas oscuras que mostraba su sobrenombre, Dyavol.

—Y bien, ¿no le pediste el número a la chica?

Por segundos su mirada hacia mi, es una de total confusión, mientras la mía no muestra más que perversión, como todo un Jeon. Cuando cae en cuenta de mis palabras, me muestra una sonrisa mientras niega.

—Yo no soy como tú querido.

—Pero se lo hubieras pedido y me lo hubieses dado a mi, yo le habría dado mejor utilidad —doy un sorbo a mi café.

—Me imagino que clase de utilidad le hubieses dado —afirma con obviedad— Pero se nota a leguas que ella no es ese tipo de chica fácil que solo busca una aventura de una noche, como lo haces tú.

Auch.

Me quedo sorprendido ante su respuesta. Aunque era cierto, el hecho de que no era propio de mí tomar a alguna chica en serio, no me esperaba eso. Cuando estuve a punto de refutar lo claramente obvio para aunque sea molestar a Jin, mi celular suena.

—Disculpa, necesito tomar la llamada.

—Sí, no te preocupes.

Me levanto y salgo por la puerta trasera que da paso a la playa para atender la llamada. Era algo importante, que prefería que Jin no supiera por ahora. Por eso me alejé para tomar la llamada.

—Dime que me tienes buenas noticias.

En mi voz se notaba cierto tono de esperanza, por saber algún nuevo resultado de la investigación. Pero es que ya habían sido demasiados años desde esa desaparición y ya no me atrevía a darle una noticia negativa a mi amigo.

Así es Jungkook, acabo de obtener información que nos será de mucha ayuda para la investigación —sentí que se iluminaba todo a mi alrededor— Tengo una lista de cinco chicas que coinciden con los datos que me diste anteriormente y casualmente una vive en Colombia.

—¡¿En serio?! ¿Estás seguro Kim? —pregunto, esperando a que esto no sea una alucinación auditiva.

No es que quisiera dudar, pero necesitaba estar seguro, antes de darle a Jin una noticia que fácilmente podría convertirse en una simple falsa ilusión.

Claro que sí Jeon. Yo no hablaría de algo de lo que no estoy seguro.

—¿Y tienes algo más concreto?

No, aún no, pero en cuanto tenga en mis manos la hoja de vida de esas personas te las hago llegar.

Luego de esas últimas palabras y de darle mis últimas instrucciones respecto a la investigación y algunos asuntos de los negocios, finalizo la llamada. Guardo mi teléfono en el bolsillo del pantalón y camino directo a Jin con una gran sonrisa plasmada en el rostro.

Otros pensarían que esto es algo que no me incumbe pero no es así. Nuestras familias siempre han sido cercanas y aún recuerdo a esa pequeña niña de cabello castaño y labios color cereza que correteaba por los jardines en mi casa y a la misma, divirtiéndose a la orilla de la playa. Son como de mi familia y por eso mismo debía encontrarla.

—Tengo excelentes novedades sobre tu hermana, las mejores.

Su rostro se gira con entusiasmo hacia mi. Sus ojos brillan intensamente.

—Dime que no bromeas por favor —había ilusión en sus ojos.

—Namjoon acaba de llamarme para confirmarme que en la lista de chicas que recibió, hay una que coincide con las características de tu hermana y justamente vive aquí en Colombia.

Ver esa nueva expresión de felicidad en el rostro del pelinegro me hacía sentir dichoso. Por fin las cosas estaban cambiando para bien. Ya habían sido muchos años de tristeza para esa familia y merecían una buena noticia y ésta era una de las mejores.

—Esa es sin duda una de las mejores noticias que he recibido en mucho tiempo —habla con un rostro de total felicidad.

Asiento, dándole toda la razón.

—Bien ya me voy, es algo tarde y no quiero perder este cargamento.

—Nos vemos luego, para discutir los detalles del negocio —expresó— Y gracias.

Le dedico una sonrisa. Sabía que se refería al tema de su hermana, pero no necesitaba agradecerme. Lo hacía con todo gusto.

Me encamino hacia el auto y cuando ya estoy sentado y con el cinturón de seguridad ajustado, arranco para comenzar a avanzar hacia dicho lugar. Quedaba algo alejado y eso era lo que me gustaba, un lugar lejano era perfecto para una reunión en secreto.

Pasado los largos minutos de viaje, llegué al Club y pude apreciar el aspecto exterior que reflejaba el lugar actualmente.

Quedé encantado por la belleza que mostraba el sitio, justo en la entrada se podía apreciar unas letras bien grandes en neón color rojo, que mostraban el nombre del lugar; Venus Club. Ingresé, pasando de lado de los guardias que custodiaban la entrada y lancé una mirada rápida al interior; tubos de pole dance, sillones para bailes privados, mesas, barras de bebidas y luces de diferentes colores adornaban el interior del Club. Sumándole a eso las salas VIP, estaba más que satisfecho con la remodelación que le había mandado a hacer al Club hace meses.

A pesar de que Cartagena era uno de los territorios que gobernaba y que tenía negocios importantes que nos generaban buenas ganancias, pues no todo el tiempo podía estar aquí. Hacía un año exactamente que no ponía un pie en territorio colombiano.

Al tiempo de haber entrado, se me acerca una persona de estatura media, complexión gruesa, de aproximadamente más de cuarenta años, que parecía ser el gerente del lugar.

—Buenas noches Sr. Jeon, es un gusto tenerlo por acá —su tono de voz era algo irritante, ahora que se escuchaba bien— ¿Desea que... ?

—Llévame a la zona VIP —le ordené en un tono seco, sin dejar que terminara su oración.

—Como guste Señor.

Lo seguí hasta una pequeña puerta de cristal que daba paso a una de las salas VIP, ésta era la principal, la que había mandado a reservar Jin. La sala estaba decorada por cuatro sillones de cuero rojo, una pequeña mesa de cristal de forma redonda en el centro con varias bebidas y botanas y una tarima con un tubo de pole dance.

—Buenas noches Sánchez —me acerco a él, quién estaba sentado en uno de los sillones con una copa de champagne.

—Buenas noches —responde, tomando la mano que le extiendo— Antes de empezar a hablar de negocios porqué no disfrutamos de un baile de una de las muchachas del Club. Estoy seguro que aquí nuestro gerente, tendrá a alguna bella chica que nos atienda.

—Por supuesto —le sonrío— Pero eso lo veremos después como cortesía para cerrar el trato.

{...}

—Un gusto hacer tratos con usted Jeon.

Chocamos copas, brindando a modo de cierre del trato.

—Lo mismo digo —doy un trago a mi copa de brandy— Y bueno, como lo prometido es deuda —hago una seña para que el guardaespaldas que se encontraba en la puerta se acercara— ¿Qué bailarina desea Sánchez?

—Le dejo esa decisión a usted, es mi primera vez aquí.

—Muy bien.

Miro al gerente, quién entiende claramente la orden con tan solo mirarme.

—Traigan a la mejor.

[🦋]

Y definitivamente si vendrá la mejor bailarina, ¿o no?

Bye💜

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