Lila jamás dejaría de mentir.

Sentada en la escalera de colegio mirando como todos rodeaban a la italiana suspiró con tristeza. Aún estando junto a Adrien sabía que nada estaba por mejorar.

Las mentiras de esa chica estaban extendiéndose como la tela de una araña y todos sus amigos estaban callendo en la red.

Casi podía ver los hilos plateados de sus mentiras extenderse para envolver a sus amigos como si fueran insectos a punto de ser devorados por una araña.

Ni siquiera Alya con sus instintos de periodista había notado la poca credibilidad de las mentiras de Lila y todos caían completamente como si fueran polillas atraídas por un faro brillante.

Suspiro.

Al menos Adrien lo sabía y quería creer en él y en que tenía razón sobre todo ese asunto. Ambos sabían de las mentiras de Lila y aún que sabía que la italiana intentaría destruirla no estaría sola.

Adrien lo sabía, sonrió un poco al pensar que él probablemente no se quedaría de brazos cruzados mientras ella era lastimada.

Era un caballero perfecto después de todo y si le pedía no hacer nada entonces seguramente el tenia alguna idea para lidiar con Lila.