Desde que era niña pequeña había demostrado ser inteligente y observadora por lo que viendo el mundo a su alrededor había decidido lo que quería y lo que no quería para su vida. Había crecido con una madre ocupada y un padre parcialmente ausente.

Lila sabia que su historia no era interesante, no era una chica rica, no venia de una familia con conexiones ni tampoco tenia logros impresionantes pero había tenido una infancia relativamente feliz. 

Quizá había sido un poco solitaria mientras crecía y por eso anhelaba tanto la atención de todos a su alrededor. La falta de atención de sus padres era algo que siempre le molesto pero si era honesta, eso era mas bien una excusa. Ella simplemente amaba la atención.  

Su madre se mataba trabajando ahogando su miseria por un mal matrimonio y una hija que no había deseado y le había truncado el futuro que siempre imagino, en la frágil esperanza de alcanzar el trabajo de sus sueños a base de puro esfuerzo y trabajo duro.

Su padre era el extremo opuesto. 

Un espíritu libre que solo se preocupaba por si mismo y que con tal de tener lo que quería no daba importancia al método o sobre quien fuera necesario pasar para tenerlo.

Lila había descubierto a los diez años que su padre se dedicaba a vender drogas o extorsionar personas para obtener el dinero con el que cumplía sus caprichos y por el contrario de su madre que se horrorizo al saberlo Lila solo lamento que lo atraparan pues sabia que su vida no seria la misma sin los lujos y el dinero fácil que le garantizaba que sus compañeros hicieran siempre su voluntad.

Luego de que su padre fuera encarcelado en Italia y su madre decidiera que París era el mejor lugar para escapar de las burlas y juicios de cuanta persona los conocía se decidió a jamas dejarse atrapar y a conseguir todo lo que deseara sin importar el costo. Ella era mas lista que su padre sin dudas y tendría éxito donde él miserable de su papá fracasó.

Ella era lista, astuta y decidida, Lila sabía eso pero sentada en la estación se policía con la mirada amarga e iracunda de su madre sobre ella mientras un oficial de policía mal encarado anotaba todo lo que decía sin creerse en ningún momento sus palabras y sin conmoverse por su llanto supo que estaba perdida.

No había manera de salir de eso intacta y todo era culpa de la maldita Marinette Dupain-Cheng.

Estaba perdida pero aún era menor de edad y sería juzgada como tal, si jugaba bien sus cartas solo estaría condenada hasta su mayoría de edad y eso era en lo que debía concentrar sus esfuerzos. 

Decidida se dijo que no importaba cuanta mierda amenazara con ahogarla ella saldría de eso y se vengaría incluso se le tomaba años llegar a ello.

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Marinette había dicho la verdad todo el tiempo y Alya quería gritar de frustración y enfado.

Había dudado de su mejor amiga y había dejado la credibilidad de su blog por el suelo con las muchas historias que público sobre Lila y sus mentiras. Había publicado esas cosas sin siquiera dudar de ella o buscar pruebas de las hazañas extraordinarias de las que le contaba siempre olvidando la primera regla de un periodista. 

Siempre verifica tus fuentes.

Ver salir a la italiana de la escuela con su madre colérica que la arrastraba del brazo sin darle oportunidad de escabullirse o hablar mientras le gritaba sin importar quién escuchara que sus mentiras acababan allí y ahora. 

Que no toleraría ver como sus mentiras estaban lastimando a las personas a su alrededor y como estaba truncando su futuro pues las mentiras se derrumbarían tarde o temprano. 

Alya la había visto subir junto a la mujer a una patrulla mientras Nino y Adrien de pie a su lado miraban todo con los ojos muy abiertos y juraría que escucho al rubio murmurar muy bajito que seguramente Lila no tenia nada que ver con que Marinette no asistiera a clases casi como si intentara convencerse a si mismo. 

Poco a poco la patrulla se alejo y Alya decidió ir a buscar a Marinette, sabia que era tarde, había cometido un error tras otro y a esas alturas solo podía implorar que su amiga la perdonara, estaba a punto de caminar rumbo a la panadería cuando la suave voz de Juleka la sorprendió. 

—Pierdes tu tiempo, Marinette y su familia no están en casa en este momento.

Alya noto el tono tenso de la voz de la chica, sus ojos preocupados y la manera en la que aferraba la mano de Rose entre la suya como si dependiera de la pequeña rubia mantenerla anclada a su lado y no rendirse ante la ira que brillaba sus ojos y que le resultaba completamente desconocida en la tímida y callada Juleka. 

—Necesito verla Juls

La voz de Alya temblaba, estaba preocupada y la culpa la estaba devorando por dentro sin piedad recordandole cuan mala amiga era y cuanto le había fallado. Sentía como le temblaban las manos mientras borraba una tras otras las publicaciones sobre Lila.  

—Pero si ella necesita verte... te buscara.

Quiso decir algo mas, quizá reclamar a Juleka que no era asunto suyo lo que pasara entre su mejor amiga y ella pero los recuerdos traicioneros llegaron a su mente. Muchos recuerdos de ella dejando a Marinette sola para pasar el rato con Lila y como en ese tiempo habían sido las dos chicas que se alejaban tomadas de la mano quienes habían estado con ella.

Con un suspiro de tristeza y resignación entendió que desde el momento en el que dudó de Marinette y creyó ciegamente en cada palabra de Lila había perdido el derecho a llamarse a si misma su mejor amiga.

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Marinette estaba rodeada por el abrazo de Juleka y Rose llorando un poco pero con el principio de una sonrisa tirando de sus labios, estaban en su habitación sin saber que decir pero sin dejar de abrazarla con tanta fuerza como podían. Estaban tan felices de verla a salvo, veían las marcas púrpuras en su cuerpo y cómo aún temblaba un poco cuando les contaba lo ocurrido.

Luka las miraba desde la silla del escritorio de Marinette con una mirada tranquila mientras tomaba su guitarra con mimo y sorprendida Juleka lo veía tan cómodo como si de su hogar se tratara. Lo había visto ser abrazado cariñosamente por Sabine varias veces y como Tom le había insistido en que tomara un baño para refrescarse y relajarse luego de un largo día.

Juleka le había llevado una muda de ropa cuando llego y en esos momentos su hermano con el cabello húmedo y ropa limpia ya comenzaba a tocar una melodía suave y relajante que logró que Marinette sonriera con los ojos cerrados mientras una sensación cálida llenaba el lugar.

Juleka jamás había sido del tipo extrovertido y hablador, su timidez la llevó a ser reservada y observadora y ese día se dio cuenta cuán cerca estaban Luka y Marinette realmente.

Ese cálido sentimiento de comodidad y cariño entre ellos no habia nacido de la noche a la mañana si no mas bien había crecido poco a poco con su tiempo juntos y se notaba en como se miraban, en sus voces al hablar y en el afecto comodo que se brindaban en toques suaves y tiernos como un abrazo aquí, un beso en la frente allá o unas suaves palabras murmuradas al oído.

Juleka sonrío feliz aun que lo oculto entre el cabello negro de su amiga en mitad de su abrazo, estaba segura que pronto, y mucho, tendría una cuñada. No, no una cuñada, tendría una hermana.

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