Lars me fue a buscar a mi casa el fin de semana para que fuéramos a su departamento a estudiar, yo me dí hasta el tiempo de arreglarme para verme bonita para él, además de que eché varios libros a mi mochila como nunca lo he hecho para repasar bien la materia. Tengo uno que otro recuerdo de comentarios que habré oído por ahí, comentarios desubicados, acerca de qué cosas pervertidas Lars me haría fuera de la escuela cuando nos juntamos... Que ganas de gritarle a esos tarados que cierren la boca.

En el trayecto a su casa tuvimos una muy animosa charla, bueno, lo fue hasta que me sacó cierto temita de conversación:

- No sabes lo contento que estoy con respecto al tema de la salida pedagógica -sonrió-, ¿alguna vez fuiste a ese museo? -negué- Oh, entonces estamos los dos igual de emocionados por ser la primera vez, ¿no? -hice una mueca- Sophie...

- No... no tengo ganas de ir -admití con vergüenza.

- ¿Y por qué?

- ...no sé -traté de mentir-. No me llama la atención Michelangelo...

- Ah... -hizo una mueca- Ya veo, no eres tanto del renacimiento -asentí-, genial porque en mi departamento de esa onda no tengo casi nada porque las réplicas son muy caras -comentó a su vez que rodaba los ojos y soltaba después una ligera risa-. ¿En tu casa tienen cuadros?

- Ehh... sí -fruncí el ceño ante extraña interrogante-. En el comedor, uno de "La Última Cena"...

- Oh, que bonito -sonrió-. Yo también me compraría uno de "La Última Cena" para el comedor, pero ya sabes... la pobreza y la vida del profesor es una miseria -ambos reímos por esa cruel realidad-. ¿Vas a ir a la salida pedagógica? -insistió con una expresión facial llena de ternura.

- Hmmn... No -rodé los ojos.

- Owww, ¡vamos!

- No... -persistí, no quería pasar malos ratos.

- Por fis, ¿por mi? -me dedicó una sonrisa preciosa, que me hizo sonrojar incluso.

- ...vale.

- ¡Yaay! -celebró alzando ambos brazos en victoria.

Luego de eso llegamos a eso departamento y... que mal rollo.

Más allá de mil cuadros coloridos y de diferentes estilos, hubo uno que me hizo entrar en desesperación al verlo tan bien colgado en el living, sobre el sillón que estábamos sentados.

- Lars... -susurré sabiendo que nadie más nos podría escuchar.

- ¿Sí? -contestó demasiado fuerte para mi comodidad.

- ¿Ese cuadro de ahí no es el de los niños que lloran?

De toda la jodida casa, los cuadros estaban estratégicamente colocados y se veían muy bien, pero éste... era el único que estaba en esta pared y el resto de paredes eran pobladas de cuadros. Era un infante que tenía una mirada pura y triste, soltando un par de lágrimas, sus ropas eran viejas y sucias, grandes como las de un adulto.

- Umm... sí, ¿por?

- ¿Sabes la leyenda de ese cuadro, cierto?

- Claro, que se te quema la casa... -mi estómago se revolvió en nerviosismo y él rió- Me lo traje de Dinamarca, lo compré hace varios años, no... ¡Qué digo! Mis padres lo compraron cuando yo era un niño todavía, sé que da mal rollo y todo, pero... ¡Que bromas se pueden echar a partir de la famosa leyenda urbana!

- Um, cierto, cierto... -hice una mueca, intentando no realizar contacto visual- ¿Nunca haz visto fantasmas ni oído voces? -negó.

- Para nada, sólo es un cuadro y listo. Si lo tengo tan apartado del resto es porque creo que es el que más resalta y merece atención.

Y vaya que tiene razón, es imposible no perderse en la mirada del niño. Es algo cruel y sádico tener la pintura de un niño muerto, llorando en tu casa pero... uno siente compasión por el chiquillo de todas formas, no sé como pero esa mirada llegaba al alma y sentía la necesidad de ayudar al ser que estaba retratado ahí.

- El pintor era de aquí, ¿no? Digo, de Italia -siguió el tema de conversación-. ¿Bruno Amadio? -asentí.

- Es toda una colección de niños que lloran...

- Sí, son como 27 cuadros si no me equivoco... Si te los regalaran, ¿te atreverías a colgarlos todos en tu casa? -negué, asustadísima. Rió de nuevo- Yo sí, pero me faltaría espacio para poner obras de otros artistas más importantes -sonrió con más calidez, lo que me tranquilizó un poquito.

Y de ahí nos pusimos a estudiar tras esa charla, física y lengua fue en  esta ocasión. Digamos que el día estaba medio feo y afuera había una tormenta fatal, por lo que era mantenernos en ese living, con el perturbador cuadro sobre mi, percibiendo como me rogaban por ayuda, pobre niño...

Fue difícil concentrarme del todo sin embargo, logré aprender algo y Lars me felicitó por ello, más tarde tomamos café juntos mientras mirábamos por la ventana la lluvia caer. Ya se estaba haciendo tarde y debía regresar a casa. Lo malo es que ninguno de los dos tenía paraguas, entonces con una chaqueta cubriéndonos salimos del departamento hasta llegar a mi casa, corrimos mucho, evitando pisar los charcos como los niños pequeños -oh, ¿ellos hacían lo contrario?-. Una vez que arribamos a mi casa, totalmente empapados, nos despedimos con un beso en la mejilla.

Entré a mi residencia y la penetrante mirada del niño seguía en mi memoria, atormentándome lentamente... 

-------

Nota: Sé que el cap quedó un poco corto y que seguro pensaban que iba a haber zerzo pero no, lo siento ;-;  No más quiero felicitar de manera pública a Lars por su cumpleaños, que esta obra está inspirada en su gran amor al arte uwu

Espero que les esté gustando el fic uwu