09
Era el medio día y JungKook no podía estar más ansioso.
En realidad no había podido dormir muy bien, por lo que había terminado despertándose temprano y arreglándose, así que ahora tenía tiempo de sobra, lo cual sería bueno de no ser por sus nervios en aumento.
Por alguna razón sentía que en especial ese día los minutos pasaban más lento, y aún se debatía si eso era bueno o malo. Malo porque por una lado su corazón se aceleraba por ver a TaeHyung de nuevo, pero bueno porque el miedo de que algo saliera mal seguía allí.
Como no era secreto, su experiencia en el tema del amor era nula, por lo que se había quedado hasta tarde viendo películas románticas para intentar sacar ideas de qué hacer y cómo actuar en su cita.
De igual manera TaeHyung no debía saber eso, y tampoco sobre la pequeña libreta en la que había tomado notas de todo lo que vio para no olvidarlo.
Miró hacia el reloj de pared en su habitación y suspiró, faltaba un tiempo considerable antes de que tuviera que salir por lo que decidió ir a ver un poco de televisión, o otra película romántica. Tal vez en ese tiempo podría sacar otras ideas.
Se acomodó en el sofá y se dispuso a poner su atención en la TV en frente suyo esperando que el tiempo pasara. Y afortunadamente así fue, parecía que por fin el reloj avanzaba con más velocidad, pues en un abrir y cerrar de ojos la película había terminado, lo que significaba que más de una hora había pasado.
Y ese era el tiempo suficiente como para salir de su departamento, por lo que sin esperar más se puso en marcha saliendo de allí.
Cuando salió a la calle el frío de la ciudad lo golpeó, por lo que metió sus manos en los bolsillos de su chamarra y bajando la cabeza comenzó a agilizar su paso.
Caminar entre montones de gente seguía sin ser su cosa favorita, por lo que desde hacía un tiempo la idea de aprender a conducir vagaba por su mente. No obstante, aún no era algo de lo que había hablado con sus padres, pues no sabía si su enfermedad perjudicaría en algo.
Tal vez ni siquiera sería gran problema, solo tendría que memorizar el orden en el que iban los semáforos y como funcionaban, pero le era imposible siempre pensar en su enfermedad cuando quería hacer algo nuevo, dar un nuevo paso. No le era posible dejar esa inseguridad de lado a pesar de que llevaba toda una vida intentándolo.
Caminó un poco más hasta que notó había llegado a su destino. Una floristería.
Avanzó y empujó la puerta entrando al lugar, el olor a flores automáticamente llenando sus fosas nasales.
En definitiva el lugar era más grande de lo que lucía ser por fuera, y a donde miraras encontrabas alguna flor o incluso plantas. Comenzó a dar paso tras paso disfrutando de ver a su alrededor.
Sería mentira decir que no quisiera ver los colores de todas aquellas flores, seguro sería un hermoso espectáculo, pero no importaba si las veía a blanco y negro, seguían pareciéndole hermosas. Siempre le había gustado la naturaleza.
Después de avanzar un poco dió con lo que estaba buscando, los ramilletes de flores. Se acercó y comenzó a mirarlos uno a uno. Todas aquellas flores olían como si estuviera en medio de una pradera y sus formas eran diferentes pero perfectas a su manera.
—¿Puedo ayudarlo? —la voz de una dulce mujer llegó a sus oídos, haciendo que girara la cabeza en su dirección.
Con seguridad aquella señora era la que atendía el lugar, justo lo que necesitaba.
—Um, yo, me gustaría comprar petunias violetas. —le dijo esperando que lo pudiera ayudar.
Viendo que en las películas siempre llevaban un ramo de lindas flores, pensó que sería una buena opción, y como sabía que el morado era el color favorito de TaeHyung, había buscado en internet flores moradas y las petunias habían sido una de las opciones que había dado su búsqueda.
—Oh, claro —la mujer asintió—. Justamente son esas que tiene en frente.
JungKook levantó sus cejas mirando delante suyo. Habían varios ramilletes por lo que se relamió los labios no sabiendo cuál era en realidad.
Tal vez debió haber buscado una foto para poder identificarlas por su forma. Como siempre había algo que fallaba en su plan.
Esperando no equivocarse, tomó el ramillete que estaba más directo en frente suyo y se giró hacia la mujer de nuevo, esta vez buscando la aprobación de que había elegido el correcto.
—Luces nervioso, jovencito —notó que la señora rio con levedad—. ¿Buscas algo más?
JungKook pudo respirar tranquilo de saber que había tomado el indicado, y luego negó ante la pregunta de la señora.
—Está bien, entonces sígueme a la caja.
Dicho eso, la mujer comenzó a caminar y él la siguió sin tardar.
—Son seis mil wones —musitó ella y JungKook no tardó en sacar algo de dinero de su bolsillo y extendérselo—. Elegiste unas lindas flores, ¿son para tu pareja?
Esas palabras lo tomaron por sorpresa y sus mejillas comenzaron a sentirse calientes.
—¿Cómo sabe eso? —cuestionó tomando el dinero que había sobrado y devolviéndolo a su bolsillo, luego cayendo en cuenta de sus palabras y corrigiéndose de inmediato—. En realidad no es mi pareja, aunque eso no significa que no me gustaría, digo... Ugh, son para mi cita.
Si sus mejillas estaban calientes antes, ahora le ardían con fuerza por la vergüenza que sentía. Genial, por sus nervios había hablado de más con una señora que ni siquiera conocía.
Estaba seguro que a eso no se refería su mejor amigo cuando le decía que debía intentar socializar más.
—Eres un muy adorable, chico —instantes después, la señora volvió a hablar, la dulzura presente en su voz y su expresión—. Supuse que esas flores serían para alguien a quien amas por su significado, pero ahora que veo tu reacción, supongo que no sabes cuál es.
—Um, ¿las flores tienen un significado?
No sabía si sonaba como un tonto en ese momento, pero nunca había escuchado de que las flores se daban como representación de algo.
—¿Nunca habías regalado flores, cariño? —ella cuestionó, cosa a la que negó en respuesta—. Bueno, sí, muchas personas suelen comprar las flores que más bonitas y coloridas les parezcan, pero en realidad cada una significa algo diferente. Y las que tienes allí simbolizan un sentimiento que no se puede ocultar, por eso dicen que cuando alguien te regala petunias es porque te está declarando su amor.
Tomó un segundo hasta que procesó lo último que llegó a sus oídos y casi deja de ser asiático de tanto que abrió sus ojos.
—Yo so-solo quería llevarlas porque son de su color favorito. —habló con rapidez, la vergüenza esta vez no solo reflejándose en sus rojas mejillas.
La mujer juraba que podría morir de ternura viendo a ese chico actuando de esa manera, y no podía crecerlo, porque a primera vista el menor parecía una persona intimidante tal vez por su tamaño y forma de vestir.
—Bueno, pero si lo invitaste a una cita debe ser porque no está tan lejos de algo como eso —la mujer asumió pero al ver la cabeza gacha del chico, continuó—. De igual forma, no debes decirle eso, seguramente le encantarán las flores si son de su color preferido.
—¿Usted cree?
—Estoy segura, cariño —ella le respondió—. Además viniendo de un jovencito tan apuesto cualquiera estaría más que feliz.
Si JungKook salía de ese lugar sin explotar de lo rojo que estaba su rostro sería un verdadero logro.
—Muchas gracias. —fue todo lo que dijo haciéndole una pequeña venia a la mujer, y disponiéndose a salir del lugar con el ramo en manos.
Caminó y cuando jaló la puerta para salir logró escuchar que la señora le gritó un "Buena suerte".
Debía admitir que a pesar de que se sintió extraño, la mujer había sido muy agradable, y no se había sentido incómodo. En definitiva no olvidaría aquella floristería, pero en ese momento era mejor acelerar su paso pues se había demorado más de lo que creyó y no quería llegar tarde a la cafetería donde había quedado en recoger a TaeHyung.
Caminó por algunos minutos más, hasta que por fin divisó aquel café. En ese momento sus nervios volvieron a crecer, incluso creyó por un momento que no podría hacerlo, pero se dio fuerza a sí mismo diciéndose que no podía perder esa oportunidad.
Se acercó a la puerta y cerró con fuerza sus ojos antes de empujarla para entrar, sin embargo, fue detenido por un cuerpo que chocó con el suyo.
—Lo lamento. —JungKook se disculpó de inmediato avergonzado, mirando al suelo y apretando en su mano el ramo de flores.
—JungKookie.
Y esa voz lo hizo levantar su mirada. Era TaeHyung.
—Tae —musitó mirándolo por un momento, pero luego reaccionado—. Yo, um, esto es para ti.
Automáticamente le extendió las flores como de si un robot se tratase, dejándolas casi pegadas al rostro del chico, quien las miró y luego una sonrisa se formó en su rostro.
—No tenías que molestarte. —le dijo tomando el ramillete entre sus manos, y respirando el aroma que las flores soltaban.
—No, yo quería hacerlo. —murmuró agachando la cabeza un poco apenado.
TaeHyung al notar aquello quiso morir de ternura. Con suavidad, acercó su mano libre al rostro ajeno y lo tomó del mentón, haciendo que lo elevara y sus miradas chocaran.
—Siempre sabes cómo hacerme sonreír —esas palabras hicieron que algo en el pecho de JungKook se sintiera bonito por un instante—. ¿Nos vamos?
El mayor le sonrió haciéndolo asentir como respuesta, y sin esperárselo, su mano fue tomada por el mismo chico antes de que fuera jalado lejos del lugar.
—¿A dónde iremos? —TaeHyung cuestionó cuando empezaron a caminar, dejando que ahora el menor guiara al caer en cuenta de que él era quien sabía los planes de ese día.
—Quiero que sea una sorpresa, así que no te puedo decir. —JungKook respondió, aún con sus manos juntas.
No quería fijarse en esas miradas que algunos les dirigían al caminar agarrados de las manos. Él se sentía bien, y eso era más que suficiente.
—Ahora tengo más curiosidad. —TaeHyung puchereó.
—No está muy lejos de aquí, te prometo que no tardaremos en llegar.
Con eso en mente, doblaron en una calle, el corazón de JungKook sintiéndose cálido al igual que el de TaeHyung.
Ninguno tenía experiencia en esto, ni estaban seguros de cómo se debía sentir, pero lo que sí sabían es que cuando estaban al lado del otro todo era mejor.
©gguktaebae
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