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Cumpleaños De Milo [Parte 2]

— ¿Qué haces aquí? —pregunto confuso.

—Vine a una misión, ¿y tú qué haces por aquí? —lo miro extrañado.

—Aquí cerca se encuentra el santuario Surt.

— ¡Ah!, es verdad, este pueblo está cerca del santuario, para serte sincero no es que le preste mucha atención al paisaje —dijo con gracia,

—No seas idiota —rio un poco—. Una misión, ¿Athena no nos había dicho nada que los asgardeanos estarían por aquí? —pregunto arqueando una ceja.

—La verdad lo que venimos hacer no es nada interesante que digamos, ven, te ayudo a levantarte —extiende su mano para ayudarlo a pararse.

—Gracias —tomo su mano para ponerse de pie—. ¿Hace cuánto que no nos vemos Surt?

—No sé, ¿hace como dos años? —dijo mirándolo a los ojos.

—Siii... algo así —suspiro pesado.

— ¿Que sucede? —lo miro algo preocupado.

—No es nada... —bajo su mirada pensativo.

—Vamos Camus, te conozco, se cuándo te pasa algo, anda dime, como en los viejos tiempos —intento convencerlo.

Camus alza su vista y dio un suspiro aún más pesado, no sabía cómo empezar.

—Pues es que... no le he comprado nada a Milo por su cumpleaños, y se me olvido prepararle algo —dijo desanimado.

—Ahgg, ¿hablas de ese sujeto que nos atacó en asgard? —dijo con fastidio.

—Sí, ese sujeto, y se llama Milo —miro al peli naranja seriamente.

—Sí, lo sé, más me fastidia decir su nombre —dijo con más fastidio.

—Oh vamos Surt, ¿no me digas que aún lo odias?

—Tú sabes perfectamente que él y yo no nos llevamos tan bien que digamos.

—Ay Surt —Rodo los ojos, sabía que el bicho y el aún no se llevaba bien—. En fin, ¿me ayudarías a buscar un buen regalo para darle?

—Lo siento Camus, pero no puedo ayudarte.

— ¡¿Por qué?! —pregunto.

—Sabes que me cae mal y encima quieres que te ayude a comprarle algo —hablo algo molesto.

— ¡Vamos Surt no seas malo!, ayúdame, por favor, no dejes a este pobre cubo sufriendo —fingió sufrimiento.

— ¡No!

—Por favor —puso cara de perrito.

— ¡NO!

—Vamos, no seas malo.

—Ya dije que no.

— ¡Por favor!, no seas malo Surt.

—Ashh, está bien, solo lo hare porque eres y fuiste mi mejor amigo de la infancia, del resto no lo hago por el —dijo un poco fastidiado.

—Que bien, pensé que tenía que seguirte rogando, bien vámonos, no tenemos todo el día para buscar un regalo —hablo un poco estresado.

—Está bien —rodo los ojos y sonrió.

Se la pasaron toda la mañana juntos buscando un regalo para el bicho. Surt no sabía los gustos del heleno, aun que le aconsejaba al galo sobre que darle y este siempre le replicaba con un NO, sabía que Milo era de las personas más sencillas, pero a la vez un poco exigentes. Se estaba desesperando cada vez más, y por su parte Surt se estresaba por la actitud del galo

—Por favor Camus, cálmate, me estas volviendo loco —dijo al borde de volverse loco.

—Perdona, pero es que Milo... es algo especial para mí —hablo desanimado.

—llevamos todo el día buscando un regalo, ¿porque no solo le das unas manzanas de cumpleaños y ya? —respondió algo cansado de la actitud del francés.

— ¡NO!, Milo a diario le doy manzanas, él se merece algo mejor —contesto.

—Ahgg, dejemos por un momento de pensar en eso y vamos a comer algo, en serio, tengo mucha hambre.

—Está bien, mira ahí un restaurante, podemos sentarnos afuera si quieres.

—Mientras que sea para comer no me importa el sitio —dijo muriéndose de hambre.

—Ven vamos.

Ambos fueron al restaurante, se sentaron y pidieron algo para comer, un silencio un poco incómodo para Surt, pero cómodo para Camus se había formado, el asgardeano pensaba en que decir mientras el galo miraba un punto fijo en la mesa. Los minutos se hicieron largos y no le quedó de otra que hablar.

—Y pues... ¿cómo te va en el santuario? —pregunto algo incómodo.

—Bien, supongo —respondió cortante.

— ¿Por qué lo dices?

—Es que aún les cuesta creer que los traicione —hablo secamente.

—Ah... pero tranquilo estás conmigo para apoyarte en lo que sea —intento animarlo.

—En fin, no importa, y, por cierto, aún no me has dicho para que vinieron aquí —pregunto algo tranquilo.

—Como anteriormente te comenté no es nada importante, solo vinimos a por suministros que Athena quiere enviar a Asgard para la gente del pueblo.

—Oh, ¿y tú estás...?

—Solo vine por qué la señorita Hilda me ordeno que fuera un guardaespaldas por si algo pasará en el camino con la mercancía.

—Oh... ya veo, pero es bueno por qué nos volvimos a ver.

—Sí, y más espero que tu "amiguito" no aparezca para no meterse en un problema conmigo —respondió serio.

—Vamos Surt, Milo no es tan mala persona que digamos, el solo es un poco impulsivo nada más.

—Si claro, ¿ya se te olvido?, desde que Lyfia nos sobrevivió, cuando tú fuiste a visitarme de repente cuando te abrase llega como quien dice a brindarme una buena golpiza en la nariz.

—No, Pero es que Milo es muy sobre protector —respondió algo avergonzado.

—Ni que fuera tu novio —Camus al escuchar aquellas palabras bajo su mirada—. ¿Oh vamos Camus no me digas que eres novio de ese idiota?

—No, y te pido por favor que no te refieres a si a Milo. Milo no es ningún idiota, a comparación que tú, él tiene un bonito corazón, que ni tú eso tienes.

—Por favor, no me digas, ¿te gusta el bicho no es así? —el galo no quiso responder ante esa pregunta, quedó en silencio, ni el mismo sabía que sentía por el heleno—. Camus tu silencio me dice más de mil palabras, pero y si te gusta, ¿por qué lo tratas tan horriblemente mal? —pregunto un poco frustrado el pelinaranja.

—No lo sé.

—Como que no sabes, vamos Camus, tú tienes que saberlo, lo tratas como una miserable basura, si lo amas de verdad, ¿por qué lo tratas así? —Camus quedó en silencio—. Bien no me digas, si no quieres decirme entenderé.

—Cambiemos de tema, ¿sí?

—Está bien.


[❄°🍎]

En otro lugar de rodorio, Kanon, Aioria y Milo se la pasaban de locos, el gemelo menor y el castaño hacían todo lo posible por ver feliz al heleno, pero claro que sí, el bicho sonreía como nunca, había olvidado lo que había pasado esa mañana, tranquilizando a sus acompañantes. Kanon y Aioria lo habían llevado a la feria de rodorio que en esos momentos estaba ahí, se subieron en varios juegos, estuvieron entre carcajadas y sonrisas, entre mareos y vómitos por algunos juegos giratorios, Milo se sentía feliz, tenía la mente despejada, era el mejor cumpleaños, hasta ahora, si hasta ahora por que aún no sabía lo que se le esperaba en el santuario en el salón principal.

—Quiero subirme ahí —señalo como un niño infantil al carrusel.

—Vale, sube, pero eso sí, espero y este no gire tanto como esas sillas voladoras —decía el peliazul un tanto mareado.

—Igual yo —hablo el castaño al punto de no poder más aguantarse las ganas de vomitar.

—Vamos chicos, apresúrense, quiero subirme al caballito aguamarina de ahí —lo señalo mientras dejaba a sus compañeros atrás.

— ¿Porque será que quiere subirse a ese caballito? —susurro Kanon notando lo que tramaba el bicho.

— ¿De seguro será porque la cabellera de Camus es de ese color? —respondió arqueando una ceja.

—Olvídalo, solo sigámoslo, hasta que Saga nos diga que podemos llevarlo al santuario —hablo serio

—Y antes de que no pueda aguantar más subirme a otro juego —dijo completamente con las manos en su boca al borde del vomito.

El heleno se subió emocionado al carrusel montándose en el caballito aguamarina, Aioria y Kanon se subieron a la par de él quedando Milo en la mitad de ambos, el juego empezó a moverse junto con los caballitos que subían y bajaban mientras la rueda daba vueltas, Aioria se sostenía con fuerza mientras que cerraba fuerte mente sus ojos, no soportaría subirse a otro juego, pero todo por ver a su amigo feliz se subió aun mareado.

— ¿Estás bien? –pregunto preocupado el heleno al ver a su amigo en esa posición.

—Si.... eso creo.... —dijo suavemente más por dentro sabía que quería salir de ese juego lo antes posible.

—Milo, Aioria no se ha sentido bien, ya sabes, él se marea muy rápido —lo último lo dijo burlón.

— ¡Hey!, yo puedo resistir un juego más.... Ahgg...creo que voy... —se tapó de inmediatamente su boca, por poco y vomita, pero se tranquilizó.

—No estás bien, mejor nos bajamos del juego —insistió el peliazul.

—No gracias estoy bien —negó el castaño.

—Vamos Aioria no seas necio, no estás bien, eso es obvio, desde hace rato estas en una vomitadera —intento convencerlo.

—Está bien... —se dio por vencido, sabiendo que era verdad, el león siempre se mareaba en los juegos mecánicos giratorios, y eso preocupo mucho a sus amigos.

Se bajaron de aquel juego sosteniendo a Aioria, no se veía bien, su rostro estaba pálido, eso preocupo más a Milo y lo dejaron descansar en una banca del parque.

— ¿Te sientes bien?

—Si.... solo quiero un vaso de agua... —respondió un poco agotado.

—Está bien, yo iré por unos refrescos ya regreso —hablo el peliazul para pronto irse a comprar lo que tomarían.

— ¿Y Bien? —pregunto el león haciendo confundir al heleno.

— ¿Y Bien qué? —pregunto confuso.

— ¿Cómo te sientes? —hablo tranquilo.

—Ah, pues... súper bien. Hoy es el mejor día que ustedes me hayan dado —sonrió súper contento el bicho.

— ¿Seguro? —arqueo una ceja que hizo confundir más al bicho.

—Sí, ¿porque la pregunta? —pregunto algo confuso.

— Lo digo porque, ¿estás seguro de que no te sientes más viejo? —hablo burlón haciendo enojar al bicho.

—Hey, yo no estoy tan viejo que digamos, ya tengo veintiún años, ni que tuviera cincuenta años, hay si diría yo que soy un anciano —replico con gracia.

—Pues si, tienes razón, aún estás muy joven, y aún puedes conseguirte una bonita novia aún —animo al bicho, cosa que no fue así, lo desánimo, el castaño noto que la había embarrado—. ¿Dije algo malo?

—No, para nada.

— ¿Seguro? —pregunto algo preocupado.

—Claro, me siento mejor que nunca —hablo emocionado el heleno.

—Más te vale Milo, hoy es para sonreír, para estar feliz, para sentir que estás vivo, no para estar triste.

—Tienes razón —hablo más animado—. Pero ya te sientes mejor, ¿verdad?

—Sí, estoy mejor que nunca, tomarse unos minutos de descanso es la cura para todo —dijo más tranquilo.

—Bien, mira ahí viene Kanon con las bebidas —señalo al gemelo menor dirigiéndose hacia ellos.

—Volví, mira te traje un jugo de naranja y unas pastillas para tu estómago.

—Gracias Kanon —estiro sus manos para tomar su jugo y las pastillas.

—Bien, ¿qué dicen si vamos a rodorio a comer por ahí y después nos vamos a un bar? —hablo el peli azul que recibió una mira de asesina por parte de Aioria—, ¿qué pasa Aioria? —pregunto confuso el gemelo menor.

— ¿Milo podrías ir por ahí? —miro al heleno quien estaba un poco confuso.

—Está bien —el pelimorado se para de su asiento y se va a caminar por ahí.

— ¿Que sucede por qué hechas a Milo? —pregunto confuso.

—Recuerda que no lo podemos llevar a un bar, tenemos que distraerlo, no distraerlo con alcohol o si no ya no disfruta nada de la fiesta sorpresa que le tenemos —hablo seriamente el pelicastaño.

—No creo, ya que Afrodita le contó que le teníamos algo, dudo mucho que sea ahora una "sorpresa" —hablo con cierto fastidio el gemelo menor.

—Lo sé, más... —silencio. Sonrió a mas no poder—, el solo sabe que le haremos una fiesta en el salón principal, más no sabe lo que habrá en la fiesta —dijo divertido sonriendo.

—Tienes razón —embozo una sonrisa—. Ja, como se me había olvidado, la sorpresa que Saga y los demás le tienen, demás aún no han podido con "eso" —hablo divertido.

—Creo que si han podido con "eso" —le siguió la corriente.


Maratón 2/5

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