Se acercaba el cumpleaños de la hielera traiciones locas, Milo pensaba sumamente... si estaba pensando rara vez en él, aún seguía pensando en que hacerle a su mejor amigo/novio por qué si era su mejor amigo y su novio aún que la hielera siempre lo negara eran novios, bueno para Milo si eran, para Camus ni sabía de la existencia de eso.

Estaba planeado desde meses que hacerle de cumpleaños, ya que el año pasado le había hecho una super fiesta sin que el galo se diera cuenta. Milo aún no aceptaba del todo que Camus lo mandara a la Friendzone, por qué si lo había enviado un millón de veces a la Friendzone y Milo como todo idiota enamorado le seguía insistiendo. La verdad hasta daba pena el pobre bicho.

Estaba planeando la mejor fiesta de todas, más necesitaría la ayuda de sus compañeros, y más de su trío del desmadre que era el, Aioria y Kanon, se sabía que Kanon le sacaba muchos celos a la hielera cuando se trataba de estar de juguetón con Milo, más obviamente tenía un gran respecto al heleno, además solo era por ver como Camus se enojada. La verdad para el tal vez Milo podría ser algo como para tener una relación, más para eso tenía al idiota de su hermano que le daba el amor necesario como para no enamorarse de otro, si Saga y Kanon estaban juntos, y todo el santuario lo sabía y aceptaban la relación de hermanovios que mantenían.

Tenía que ser el mejor cumple años de todos, solo necesitaba tiempo, y que alguien sacará a Camus por fuera del santuario para distraerlo, eso le recordó el día de su cumpleaños que por poco casi ni vuelve a hablar con Camus sino fuera por sus compañeros que los unieron nuevamente.

Ahora se sentía listo, saldría como todo un hombre pecho apilado que era y hablaría con todos para hacer la mejor fiesta de la historia.

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—Tiene que ser la mejor fiesta de todas, ¿a alguien no le quedó claro lo que dije? —pregunto.

Todos se miraron por unos momentos y asintieron en forma de confirmación de que si habían entendido.

—Bien, entonces Dita, haz tu trabajo, el resto ya sabe que tiene que hacer –todos afirmaron y el divo de divas entro en acción.

Milo estaba seguro de que podía contar con sus compañeros en la operación cumpleaños de Camus, solo esperaba y que todo saliera bien.

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Camus estaba leyendo pacíficamente en su templo, no quería que lo interrumpiera nadie, además que no quería saber que estaba cumpliendo años, tampoco le interesaba saber que se estaba volviendo viejo. El solo disfrutaría su día estando dentro de su templo haciendo cualquier cosa, estaba tan sumido en su lectura que no sé di cuánta de la presentía de alguien.

—Buenos días, Camus —dijo serio, esa voz la conocía y le molestaba un poco saber de quién se trataba.

— ¿Se te ofrece algo? —pregunto serio sin mirarlo.

—Si, se me ofrece tener que llevarte a dar un paseo —hablo tranquilo.

Camus lo miro arqueando una ceja, ¿Acaso había escuchado bien?

— ¿Disculpa? —dijo confuso.

—Lo que escuchaste —dijo serio.

El galo estaba sorprendido, salir con Kanon, ¿era una maldita broma?

—Tienes que aceptar quieras o no, además prometo no molestarte —se cruzó de brazos.

—Y por qué razón debería salir contigo, no tengo nada interesante que hacer con un idiota como tú —se paró de su asiento y se disponía a irse, más fue detenido por el gemelo menor.

—Créeme que de verdad yo no quiero esto, yo solo cumplo órdenes —dijo sereno.

— ¿Órdenes? —miro confuso—, ¿de quién? —pregunto.

—De un pajarito.

—Kanon dime de quien —replico.

—No puedo decirte, además que te importa eso.

—Solo dime o juro que no saldré de este templo y.... —fue interrumpido, como tal costal de papas Kanon se lo había echado al hombro, el contrario había empezado a quejarse dando golpes y patadas.

El gemelo menor solo cumpliría la misión de distraerlo, más sería misión imposible si este no cooperaba.

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Habían bajado a rodorio hace media hora de tanto forcejeo y peleas, el galo al fin y al cabo había aceptado ir con Kanon. Estaban en silencio, aún estaba frustrado sus planes de estar en su casa descansando se arruinaron por ese geminiano. Kanon solo lo observaba de reojo y como el enojo se le notaba por encima al menor, andaba maní cruzado mirando feo a todo mundo, le causaba bastante risa verlo así, admitía que le encantaba verlo enojado, y todo solo para sacarle información y pasársela a Milo.

Pasaron por una librería, Kanon entro en ella confundiendo un poco al galo que lo siguió, el mayor miraba esa cantidad inmensa de libros que para el eran desconocidos, por una parte, Camus se había leído la gran mayoría y ya estaba empezando a curiosear un poco algunos libros que le llamaron la atención, Kanon había notado eso, su plan estaba dando frutos.

Camus había empezado a tomar algunos libros, que, por supuesto quería comprar para leer en su casa, el mayor solo miraba uno que le llamara más la atención, bingo, lo había encontrado, lo tomo entre sus manos sin que el galo lo viera, lo compro y disimuladamente lo escondió entre sus ropas sin que el menor lo notara.

El francés había tomado unos diez libros que se llevaría a su casa, los compro y salió con el peliazul de aquella librería, le encantaba el contenido que llevaría a su casa, solo esperaba llegar a ella y comerse los libros en una sola noche. Kanon notaba lo feliz que estaba el galo, Milo tenía razón le encantaba demasiado que lo llevaran a una librería, ahora tenía que seguir con el segundo paso, dar un paseo.

— ¿Quieres ir a un lugar específico? —pregunto tranquilo.

—No lo sé, yo pensaba que me ibas a llevar a un lugar específico —lo miro.

El geminiano lo pensó por unos segundos, listo, ya sabía a donde lo llevaría.

—Ven vamos, ya sé a dónde iremos —dijo sonriendo.

—Está bien.

— ¿Mas no quieres que te ayude con los libros? —pregunto.

—No, no necesito que alguien más cargue con mis cosas —respondió frio como siempre.

—Está bien como tú quieras.

Parte 1/4.