09: Te amaré por mil años.
#S&M
La mañana de la boda y yo sentía que mi respiración no era suficiente como para llenar ambos pulmones. El miedo que estaba experimentando mientras que estaba en la tienda del vestido probándome por última vez el de novia en conjunto con su velo y altos tacones que Elida me sugirió que usara, mi futuro esposo era alto y quería ni verme tan chaparra a su lado.
Hemos estado todo el día juntas y la mañana igual, viviendo el tiempo que podamos ya que a partir de mañana comenzaría una nueva vida al lado de Max, al lado de mi esposo y eso me causa mucha emoción.
Él junto con su familia son los encargados de la decoración de toda la boda, de la lista de invitados, de la música y de la comida, no se nada de eso pero su madre y hermana si por lo que a ambas mujeres le cedí esa responsabilidad. Se que me darán la boda más hermosa que nunca más tendré, a mi la verdad solo me importa casarme con mi modelito.
Elida retocaba por última vez el color de mi cabello para que sea muy azul en la tarde, hicimos varias pruebas de maquillaje para ver con cuál mi rostro se veía sofisticado y elegante. Ella sabe que no soy de maquillarme en lo absoluto y que cualquier cosa que haga conmigo terminará siendo de mi agrado.
El vestido que usaría en la tarde era precioso, era justo lo que quería.
La espalda estaba cubierta por una tela de transparente del color de mi piel y que en sus bordes tiene un bordado blanco muy hermoso y delicado, la falda era lisa pero larga cubría mis pies, las mangas largas era de la misma tela transparente de la espalda y tenía un bordado en nude muy lindo. El velo era mediano, era de tela blanca transparente y el cual me permitirá ver por dónde caminar.
Al no tener a nadie quien me lleve al altar lo hará el papá de Max, él mismo se ofreció al saber de la muerte de mi papá y de la mala relación que tenía con mi mamá debido a mi enfermedad. Ambos señores desde que me conocieron han sido un amor conmigo, me han dado todo el apoyo que alguna vez quise recibir de mi madre.
Te espero en el altar, Pitufina.
Te ama, Max.
Envió un ramo de tulipanes blancos ya que sabe que son mis favoritos y una linda carta.
Elida los metió en un jarrón con agua y me entregó la carta para que la guarde.
Pero yo quería leerla ya.
—Ahí dice que debes leerla cuando sientas que ya no te ama. —. Dice Elida.
—Pero quiero saber que dice… —. Hice un puchero con mis labios y mi amiga rodó sus ojos.
—Bueno, léela yo si me pregunta diré que de inmediato la has guardado.
Lamo mis labios nerviosa y con mis manos comienzo a abrirla, dentro venía el papel doblado a la mitad y el cual abrí rápido también.
Querida, Sienna.
Te conozco tan bien que se estás leyendo esta carta justo ahora, aún cuando en las indicaciones dice que la leas cuando sientas que ya no te amo lo suficiente.
Bueno, no quiero que sea tan larga la carta ya que no siento que sea bueno con las palabras…
Quería agradecerte por llegar a mi vida aquella noche que casi te atropello, no se que sería de mi sin ti ahora, quizás estuviera perdido por el mundo llenando mi vacío con trabajo excesivo y fingiendo que estoy bien aún cuando no es así. Aquella noche que te conocí yo había tenido un mal día, me habían tratado mal en una de las campañas de ropa y en la empresa había surgido un problema, esa misma noche me sentía devastado y desamparado. Me sentía sin rumbo…
Pero cambió cuando te vi…
Tu sonrisa en medio de la oscuridad iluminó lo que era, me sonreíste y trataste mejor que cualquier persona alguna vez hizo. Si, se que no tiene sentido pero me sentía triste y cuando apareciste fue como un cambio, hubo un terremoto en mis sentimientos y mente; tu fuiste la causante.
Era cierto lo que te había dicho la noche pasada, planee todo para verte otra vez, cada cosa la planee para tenerte en mi vida, cada estrategia fue planeada. Se que suena mal, pero por dios entiéndeme, Sienna habías sido la luz en medio de mi oscura noche, no podía ni quería dejarte ir.
Principalmente no venía a decirte esto, sino algo más.
Mi Pitufina, cuando sientas que ya no te amo lo suficiente lee esta carta y lo que diré a continuación:
1. Cuando sientas que no te amo; recuerda con que propósito entraste a mi vida, recuerda la primera noche.
2. Cuando sientas que no te amo; ve a dónde Román Galilei, parte de nuestra historia ocurrió allí, recuerda de cuando aquella vez alcancemos las estrellas.
3. Cuando sientas que no te amo; recuerda con que adoración acepté y amé tus manchas, el dolor que sentí al verte sufrir por ellas nunca podré olvidarlo.
4. Cuando sientas que no te amo; recuerda que en este universo tu eres el único cielo al que miro, de entre tantas estrellas y la luna tu eres mi nuevo cielo.
5. Cuando sientas que no te amo piensa en lo que significas para mí.
6. Cuando sientas que no te amo piensa en los años que estuve esperando por ti por fin valieron la pena.
7. Cuando sientas que no te amo; piensa en como fue que llegamos hasta aquí.
8. Cuando sientas que no te amo; piensa en que mi amor por ti jamás morirá.
9. Cuando sientas que no te amo; piensa en que siempre serás mi Pitufina.
10. Y finalmente, cuando sientas que no te amo; recuerda que te amaré por mil años, por toda mi vida, por toda mi muerte y hasta que mi alma ya no exista.
Te amo Sienna, espero que nunca lo olvides.
Te amo siempre, Max.
—¡Juro a Dios que si nadie me quiere así entonces no quiero nada!
Elida lloriquea como niña pequeña a mi lado leyendo la carta conmigo, bueno yo no es que este sería ahí sentada.
Tenía mis ojos rojos de tanto llorar, el maquillaje de prueba que Elida había aplicado ya está derramado por todo mi rostro. Estaba hecha una Magdalena y mi amiga igual, sus ojos azules no soportaban más las lágrimas.
—Yo no se que hice para merecer a Max. —. Murmuré aún sin creerlo.
No sé que vio en mi
—¡Si ustedes dos se divorcian dejare de creer en el amor, lo juro Sienna! —. Ella esconde su rostro con sus dos manos mientras sigue llorando.
Cuando el reloj marca las cuatro las dos nos miramos.
Elida secó sus lágrimas y respiró profundo.
—Es la hora.
Estaba en una de las habitaciones de la casa de los padres de Máximo, Elida terminaba de darme unos últimos retoques a mi maquillaje y a mi peinado. Ella sería una de mis dos damas de honor y la otra es la hermana de mi futuro esposo, las dos venían con un vestido rosado palo y sus cabellos recogidos elegantes.
En mis manos tenía mi ramo de tulipanes blancos con otras flores más, en si mi ramo era todo de blanco. El padre de mi esposo viene a mi lado y me sujeta del brazo con delicadeza, Elida y mi cuñada estaban delante de mi a la espera de salir.
—Te cuidas mucho, Sienna. ¿Si? Mi Máximo sin ti no es el mismo.
Su papá era muy amable conmigo y me trataba como si fuera su hija, yo nunca había recibido amor así paternal nunca, ni por mi papá.
—Lo amaré por todo lo que me queda de vida, solo le pido que cuando yo me vaya y él se quede nunca lo deje solo.
Él negó sorbiendo su nariz.
—Jamás lo dejaré solo y se que tú tampoco, a dónde sea que te encuentres solo cuídalo y amalo.
Lo abrazo y mi corazón late con fuerza, se siente como una despedida…
—Lo prometo señor.
Elida y mi cuñada salen cuando escuchan la música nupcial, todos se ponen de pie para recibirme.
La decoración era preciosa y tan magnífica que casi me pongo a llorar.
Cuando salimos de la casa al jardín trasero dimos con un puente de madera que tiene en sus bordes flores y velas encendidas, al otro lado estaban los invitados de pie aplaudiendo mi entrada. Detrás de Max había enredaderas verdes con flores incrustadas, un cura a su lado vestido de blanco esperando para casarnos.
Mi modelito usaba un traje negro sin corbata, su cabello miel estaba más corto que la última vez que lo vi (ayer) sin aquel inicio de barba que tenía, y viéndose más irresistible que nunca.
Su padre me entrega a él y de abrazan, luego viene a mi para tomarme de la mano y depositar un beso en ella.
—Te ves preciosa. —. Susurró, yo me sonrojé violentamente hasta las orejas.
Nos dirigimos al cura quien inicia la misa de iniciación.
Yo solo podía ver a Max y sentir que todo lo que necesita ahora estaba frente a mi, a instantes de ser mi marido.
Lo veía y no podía creer que ahora sería mi esposo, que estaría todos los días conmigo, que de ahora en adelante compartiré mis días con él, mis miedos con él y mis sueños.
—Acepto. —. Dice firme y sonriente cuando se le hace la pregunta.
Yo deslizo sobre su dedo anular su anillo de matrimonio.
—Acepto. —. Digo cuando me lo preguntan, y él sonríe.
Desliza sobre mi dedo anular dónde está el anillo de compromiso, el de matrimonio.
—Los votos por favor. —. Pide el cura, y todos guardan silencio.
—Yo Máximo te tomo a Ti Sienna como mi esposa. En la salud, en la enfermedad, en la riqueza y la pobreza...
—En los días buenos, intermedios y malos, tomando tu mano hasta el final… —. Sigo por él.
—Sin dejarte atrás, a mi lado tu siempre vas a estar.
—Te amaré durante toda mi vida. —. Susurré con la mirada puesta en él.
—Te amaré por mil años. —. Concluyó él.
El silencio fue suplantado por aplausos y llantos por parte de los invitados, desde donde me encontraba podía ver a Elida sujetar fuerte del brazo a Norman mientras llora.
—Besa a tu linda esposa, Máximo. —. Tímida me sonroje cuando el padre dijo eso.— Los declaro marido y mujer.
Max se acerca a mi y acuna con sus grandes manos mi cara, había otra vez ese brillo en sus ojitos color miel y el cual hizo que mi oído se erice.
Juntó sus labios contra los míos y los comenzó a mover suave, lento, haciendo del momento más eterno y único. De pronto sobre nosotros comienzan a caer millones de pétalos blancos, y fue lo que más me emocionó.
Ya nada podía ser más que perfecto,
Todo para mí había salido mejor de lo que pude imaginar.
La boda de mis sueños se había hecho realidad y fue gracias a él.
El único que me quiso cuando ni yo misma me quería, el sostuvo mi mano cuando estuve recibiendo mis quimioterapias, fue él quien aceptó mis manchas y mi enfermedad, las aceptó porque me quería.
Me quería a mi, a Sienna Harrison.
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—¿Y ahora? —. Le pregunto cuando ya estamos solos, él me cargaba en sus brazos.
—Solo seremos felices. —. Y vuelve a sus labios esa sonrisa que tanto amaba ver.
—¿Para siempre?
Él se detuvo delante de nuestra habitación y dijo;
—Siempre.
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Aquí estoy
Con todo mi corazón
Espero que entiendas…
Que la noche que nos conocimos
Congelado aguanté la respiración
Sabía que había encontrado un hogar para mí corazón…
Traté de imaginar tu reacción
No me asusté cuando ocurrió el terremoto
Pero…
¿Me amarías en medio del infierno?.
Fin.
S&M.
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