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04: Tu sueño es mi sueño hecho realidad.

Ya ha pasado tres meses desde que le confesé al modelito sobre mi enfermedad, y sin exactamente tres meses desde que ambos nos confesamos bajo la luz de la luna que nos gustamos y que estaríamos juntos en las buenas y malas. 

Desde entonces viene cada noche a mi departamento a ayudarme con mis tareas de la universidad, en cuidarme cuando me siento débil debido a mi enfermedad y me acompaña a mis consultas médicas cuando necesito apoyo. Hasta hace poco el médico detectó células cancerígenas en las células de mi piel, padecía actualmente de cáncer de piel. 

La noticia nos cayó a ambos como un balde de agua fría pero no nos permitimos destruirnos o al menos él, me dio de todo su apoyo cuando caí al suelo tendida en lágrimas al saber que ahora era paciente con cáncer. Elida quedó destrozada con la noticia, y son ellos quienes me acompañan a mis quimioterapias cada noche al hospital de la ciudad. 

—¿Necesitas algo? —. Él estaba a mi lado en una silla, con mi mano entrelazada a la suya, mientras recibo la quimioterapia. 

—Mi pica un poco. —. Señalé la zona donde estaba una vía intravenosa. 

—Sienna, no podemos quitarla al menos hasta que se acabe el tratamiento. —. Responde Elida, ella está de mi otro lado trenzando mi azulado cabello. 

Frunzo mis labios no quedando más remedio que soportar la comezón que me produce eso ahí. 

El modelito acaricia mi brazo relajándome y haciendo que mi mente se concentre en otra cosa que no sea esa. 

—¿Por qué mejor no le cuentas a Elida como me conociste? —. Propone y mi rubia amiga lo escucha.

—¡Si, Sienna, por favor! Quiero saber cómo es que llegamos hasta esto. —. Ella bien interesada en nuestra historia descansa el codo en su pierna y su cabeza en su mano viéndonos con interés. 

—El modelito sin querer casi me atropella cuando estaba de regreso a casa. —. Digo entre sonrisas, estaba un poco cansada. 

—¿Qué? —. Elida ríe a carcajadas.— Buena manera para conquistar a mi amiga, Máximo. 

Él se elevó de hombros con modestia. 

—Gracias, gracias. He mejorado mis técnicas de conquista. —. No pude evitar reír ante eso. 

Él comienza a relatar cómo después de eso iba cada noche por esa calle para poder encontrarme y pedirme salir, hasta que una noche ya dado por vencido va al establecimiento de Román Galilei dónde me encuentra cantando. 

—Esa fue la mejor noche de toda mi vida. —. Él acaricia mi mejilla con dulzura.— La había encontrado y la tenía junto a mi, nada podía ser más que perfecto. 

Elida chilla emocionada viéndonos a ambos con una gran sonrisota y sollozando de la emoción. 

—De verdad que ustedes están hechos el uno para el otro. —. Seca una de sus lágrimas. 

El modelito me de vuelve la mirada y sonríe de lado.

—Lo que significas para mí importa más que cualquier otra cosa en el mundo. —. Sabe que sus palabras tienen un efecto poderoso en mi estado de ánimo. 

A la semana vuelvo a mi hogar con él ayudándome a subir las escaleras hasta mí piso, eran las cinco de la tarde y había muchísimo sol y calor, mi cuerpo no soportaba el dolor que emitían mis manchas en mi piel. Él sin más me carga en sus brazos hasta mí piso, abro la puerta y él la cierra de inmediato, dentro Elida me espera con los aires encendidos. 

Ella le indica dónde está mi habitación y me lleva, me recuesto en mi cama y me cubre con mi edredón para luego quedarse a mi lado en una silla. 

—¿Estás mucho mejor? —. Me pregunta mientras me pasa un vaso con agua y mi pastilla del día. 

—Si, ya el ardor pasó. —. En la comodidad de mi habitación y en lo frío me sentía mejor que fuera dónde había mucho calor. 

—Me preocupas cuando caes inconsciente en mis brazos. 

Abajo cuando él me abría la puerta de su coche caí en sus brazos debido al malestar que siempre experimentaba cuando estaba en contacto con el calor y los rayos del sol. 

—Lo siento, no quería preocuparte. —. Él negó. 

—Solo quiero que estés bien y que todo esto pase para que puedas ser feliz. 

—Ya lo soy, lo soy siempre que estás aquí. —. Puedo por fin permitirme amarlo, solo que mi miedo al rechazo seguía presente. 

—Y no sabes cuánto me alegro, quiero que siempre seas feliz y mantengas esa linda sonrisa adornando tus labios. —. Roza mis labios con sus dedos haciendo que me ponga nerviosa. 

—¿Sabes? Siempre soñé con que alguien en algún momento me quisiera tanto que aceptase que estaba enferma, que me quisiera por encima de eso y viera más allá de lo que era o de lo que soy. Y finalmente puedo decirlo a voz viva que lo encontré; eres tú. 

—Tu sueño es mi sueño hecho realidad también, lo somos Sienna. —. Inclina su rostro al mío rozando mi nariz con la suya. 

Y ocurre, me da mi primer beso. 

El primero de abril, el día de mi cumpleaños. 

—Aunque hay algo que aún no me cuentas. —. Susurró separándonos.— Hoy es tu cumpleaños y yo no sabía nada. 

Lo miré cansada, odiaba mi cumpleaños ya que para estás fechas mi madre me trataba el doble de mal. 

—Es la fecha que menos me agrada recordar. 
Él arruga su frente viéndose más lindo. 

—Tu madre es una bruja, no dejes que esos malos recuerdos te abruman, pitufina. Es más, ponte hermosa para esta noche que te tengo una sorpresa. 

—¿Qué? —. Él se pone de pie pero antes deja un beso en mis labios y frente. 

—¡Ya sabes! —. Y sale corriendo de mi habitación. 

Reí viendo a su dirección y negué, sin duda estaba enamorada de él. 

Elida me ayuda a subir la cremallera del vestido negro que usaría está noche para sorpresa que me tiene preparada Max. Elida onduló mi azulado cabello y lo dejamos caer como cascadas sobre mi espalda, ella me maquilló el rostro y me hizo que por esta noche me viera diferente. Él también la invitó a ella por lo que ambas andábamos con vestidos y maquilladas, preparadas para lo que sea que él esté tramando. 

Subimos a su coche y ella lo puso en marcha hasta la dirección que Max le mando al teléfono, había un poco de frío y fue lo que más me agrado de la noche, no soporto eso calor o sentirlo correr por mi piel. Ella hizo del camino ameno cantando las canciones que sonaba en la radio hasta que nos detuvimos en un restaurante que aparentaba ser lujoso. 

Un chico nos abre la puerta a las dos y le pide amablemente las llaves del auto a Elida quien no duda en pasarlas, ella entrelaza su brazo con el mío y entramos al restaurante. 

En la recepción ya sabían que veníamos por lo que de inmediato nos permitieron el paso al restaurante y una chica se ofreció a guiarnos a dónde se supone que estaba Max, salimos a una terraza decorada de manera rústica y con luces champagne colgando de unas enredaderas verdes artificiales. 

—¿Se lució, no crees? —. Tomamos asiento en las sillas mientras lo esperamos. 

—Todo está hermoso, ¿pero dónde está él? —. Indago mientras veo a todos lados buscándolo. 

—Relájate Sienna, quizás y ya viene en camino. —. Elida saca su móvil para comenzar a sacarse fotos. 

Inflé mis mejillas preocupada por él ya que no tarda cuando se trata de mi o de vernos, además él sabe que no puedo durar mucho tiempo fuera. 

De pronto siento unas manos sobre mis hombros descubiertos y una loción que podría reconocer hasta con los ojos vendados, al darme vuelta lo encuentro a él más precioso que de costumbre. Su traje formal era de color beige, con su camisa blanca con los primeros botones abiertos y su cabello del color de la miel despeinado, sus ojos mieles me transmiten una misma emoción, esa que siento cada vez que lo veo.

—Estás preciosa. —. Besa con ternura mi mejilla al ocupar la silla a mi lado. 

—Tu también. —. Susurré tímida, bajando mi mirada a nuestras manos entrelazadas. 

—Sigo amando como el primer día tu cabello azul. —. Toma un mechón y juega con el.— ¿Cómo te sientes? ¿No duelen ni arden? 

Meneo mi cabeza negando. 

—Nada, ahorita me siento más que perfecta. —. Sonreí alzando la mirada y la cabeza. 

Él acarició mi mentón sonriendo 

—Es lo único que quiero para ti; felicidad y que te sientas bien. 

—¿Ya en tan poco tiempo me quieres? 

Sigo sin poder creer que él me quiere y que de verdad se ha quedado conmigo sabiendo que estoy enferma. Eso me dice que finalmente he encontrado un lugar seguro para mí corazón, ese que tanto soñé. 

—Sienna, siento que te conozco de toda la vida lo cual es realmente raro, nos conocimos hace tres meses y fue porque casi te atropello y ahora aquí estamos, juntos y enamorados el uno del otro. Yo nunca antes me sentí de este modo por alguien, y jamás me había interesado tanto una muchacha como para buscarla todas las noches a la misma calle y al mismo restaurante solo para conocerla… ¿Qué hiciste conmigo? ¿A caso es el hechizo que tiene tu cabello lo que me hace querer amarte y quedarme a tu lado? No puedo y ni quiero mirar a nadie más que no seas solo tu, no quiero besar otros labios que no sean los tuyos, no quiero esta vida si no estás en ella. Creo que comprendes a lo que quiero llegar… —. Hizo una pausa para mirarme, yo estaba llorando como una niña pequeña entre sus manos haciendo que el maquillaje que aplicó Elida se dañe.— ¿Sienna… Te gustaría formalizar este bello sentimiento que ambos compartimos?  

—Max…  

Él lame sus labios y suelta la verdadera pregunta 

—¿Me permites ser quien cuide de ti durante tus momentos más vulnerables, cuando solo quieres llorar y rendirte, me permites ser quien ames siempre y cuide siempre de ti?. ¿Me permites ser tu novio? 

—¡Si quiero! —. Solté entre llantos, Elida desde su silla grababa todo mientras lloraba. 

Él se acercó a besar con delicadeza mis labios y repartiendo besos en mi cabello  

—¿Si? 

—Si, modelito. Si quiero ser tu novia. 
 

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