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Siete


—¿Deberíamos ir de compras?

Lo que debía ser una propuesta, salió como una pregunta imprecisa.

KyungSoo mordía su labio inferior, se había quitado sus gafas por lo que no pudo detallar en la expresión de SeulGi, que desde el sofá le observaba.

—Eh... sí —contesto tímidamente—. Si deseas que te acompañe.

—No, no me refería  a eso.

KyungSoo maldijo bajito, por su forma poco organizada  de expresarse.

Había pasado una semana luego del primer control. Un par de días bastante  tranquilos, si era honesto consigo mismo.

KyungSoo estuvo en la corte dos veces en la semana  y el resto de su trabajo  fue desde su oficina. Los síntomas nauseosos de SeulGi habían también disminuido,  hasta convertirse en un leve malestar en la mañana. Y sobre molestias, el hermano mayor  de SeulGi no había vuelto a irrumpir en su hogar.

Por otro lado, Minseok parecía más intenso que de costumbre, y le daba esas miradas profundas, juzgándolo en silencio. Aún no se había animado a comentar sobre su próxima paternidad, ni siquiera a JunMyeon,  que estaba pasando  por una situación similar con su esposa.

Lo cierto es que KyungSoo aún no se atrevía a socializarlo con sus amigos, porque aún  había una voz en su cabeza, que le decía que nada de esto era seguro, y que algún día, SeulGi  huirá de su apartamento.

Tenía que tomar cartas sobre el asunto.

—.... Cosas para el embarazo, para  ti—añadió KyungSoo tímidamente.

Pese a su visión borrosa, KyungSoo pudo notar perfectamente las mejillas de SeulGi tornándose de un leve rojo.

—Gra-gracias, KyungSoo. Me iré  a cambiar entonces.

Era una tarde de sábado, el centro comercial estaba atiborrado  de personas saliendo con bolsas y otras, paseando por los pasillos acompañados de niños pequeños, que disfrutaban las áreas recreativas que ofrecía el lugar.

KyungSoo notó de soslayo, la mirada de SeulGi en los infantes. Era una sensación agridulce  para él, ya que era el recordatorio que ella bien podría negarse durante los siguientes meses del embarazo.

—¿A dónde vamos, KyungSoo? No quiero abusar de mis pies.

SeulGi llevaba unos pantalones que se ajustaban a sus piernas  y una camisa holgada. Y a pesar que aún no se le notara, KyungSoo  sabía que era cuestión de semanas, para que su barriguita empezara a asomarse, por lo que debía vestir de manera adecuada.

—¿Qué tal si empezamos por zapatos cómodos para ti? No quiero que tus pies sufran —comentó sonriendo con cariño.

SeulGi  estaba riendo  y golpeó suavemente el pecho de KyungSoo, con sus mejillas calientes.

Él no entendía su reacción.

—No me puedes decir esas cosas —protestó ella, aunque sin dejar de sonreír—. Harás que me enamore de ti. Y no quiero enamorarme de alguien  que no esté en mi liga ¿entiendes?

Fue el turno de KyungSoo para que su  cara se sonrojara completamente. No sabía dónde mirar, se sintió avergonzado por un momento.

—Lo siento, yo solo quiero ser amable. Eres una mujer muy linda —KyungSoo se sintió en la necesidad  de explicarse—. Y si no me gustaran los hombres, pueda que...

—Ya, ya. No me digas más —Ella tapó sus orejas con las manos—. Sé lo que dirás, y entiendo. Esto es muy vergonzoso.

Los dos estaban riendo, borrando esa atmósfera incómoda de segundos antes.

—Entremos aquí —propuso SeulGi señalando a una tienda  de zapatos deportivos.

Una hora después, SeulGi  se estaba quejando, luego de haber estado caminando por todo el centro comercial, mientras  KyungSoo cargaba las bolsas con todas las compras, que consistía mayormente en ropa y accesorios para ella. Incluso, le había comprado un celular, tras recordar que había extraviado el suyo. Ella había aceptado, no sin antes protestar de todo el dinero que había gastado en ella. Para él no había sido mucho, y más que un gasto, lo veía como el costo de ser papá.

KyungSoo, adrede, había evitado entrar a locales donde  vendían, cunas y ropa para bebés. Era algo que quería hacer, pero no lo haría con SeulGi.

—Ya no doy más, KyungSoo.  Estoy agradecida pero también cansada.

SeulGi vio una banca a unos metros, se sentó, casi desplomándose. Cerró los ojos y puso sus manos en su vientre.

KyungSoo exhaló, sintiéndose  apenado, y dejó a un lado de ella, las bolsas con las compras realizadas. Había visto una librería antes, y él quería hacer una última compra allí.

—Haré una pequeña compra y luego vamos a comer. Espérame aquí.

SeulGi asintió  y KyungSoo notó cómo toda la atención de ella estaba en un carrito de churros.

—¿Quieres churros?

Los ojos de SeulGi parecieron iluminarse con aquella pregunta.

—Sí. Con chocolate, por favor.

KyungSoo extendió una sonrisa  en sus labios, antes de dirigirse al carrito de churros.

Una vez entró a la librería, KyungSoo se dirigió  al estante sobre embarazos y paternidad. Tuvo un momento difícil, al ver una amplia lista de libros y manuales que hablaban sobre el embarazo, y desarrollo prenatal; hasta  una guía de cómo ser un buen padre. ¿Existía tal cosa como una guía?

Qué debía leer, todos los títulos era atractivos, y parecían útiles.  Se estaba abrumando sin poder decidir.

—¿Padre primerizo? —Una suave voz habló detrás  de él.

KyungSoo  estaba a punto  de asentir, cuando reconoció esa suave voz. Y sintió algo frío recorriendo su columna vertebral, palideciendo al voltear y encontrar a-.

—¡¿Mamá?! —exclamó casi horrorizado.

—Casi parece  que hubieras visto un fantasma, Do KyungSoo —le reprendió suavemente.

Lee BoYoung era una mujer  excepcionalmente bella, cabello completamente negro —porque se lo tinturaba cada mes—, de piel pálida y ojos  grandes como los suyos, que en ese momento lo miraban expectante.

KyungSoo  tragó saliva, completamente nervioso. No podía mentirle, esa mujer lo conocía muy bien.

—N-no es lo que parece, mamá.

—Sé que no es lo que parece, —espetó ella seriamente—. Mi hijo no embarazaría a alguien, a menos que el m-preg existiera en la vida real.

—¡Mamá! —KyungSoo miró a su madre extrañado —. ¿Seguiste leyendo  fanfictions?

La mujer soltó una ligera risa.

—Son más entretenidas que esas novelas turcas, hijo.

—En realidad no quiero saber.

—Aún no me has dicho por qué mirabas los libros de paternidad, como si tu vida dependiera de ello, jovencito.

KyungSoo bajó la cabeza, tronando los dedos de sus manos.

—Es que... seré papá —dijo sin más.

—¡¿Qué?!

BoYoung abrió grande los ojos, y ni siquiera  se inmutó con la mirada que le dieron los otros clientes.

¿Iba a ser abuela?  Estaba muy joven para serlo.

—Me va a dar algo, Do KyungSoo —expresó dramática.

KyungSoo, se disculpaba con los clientes y con la trabajadora del local, con una expresión apenada.

Se dispuso a salir con su madre, pero allá afuera estaba SeulGi.

¿Qué debía hacer?

KyungSoo no creía que le hubiese confesado a su madre una noticia así, de esa manera tan poco elaborada.

—¿Quién es? —preguntó ella.

—Es difícil de explicar —dijo él,  encogiéndose de hombros.

Su madre lo abrazó  sin decir nada más, y KyungSoo exhaló el aire contenido, agradecido por la mamá que tenía, aquella que nunca le juzgó por su orientación  sexual, y que aquella vez solo le dijo: "ya lo sabía".

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