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⸻uno: la invasión

temporada 6, episodio 5 - la invasión

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―Esto es repugnante.―dijo Sage Chang mientras ella y Cristina Yang veían colgar el nuevo cartel de 'Seattle Grace Mercy West Hospital',

Decir que nadie estaba entusiasmado con la fusión sería el eufemismo del año. No solo tenían que temer por sus propios trabajos debido a los recortes, sino que también tenían que temer por los trabajos de sus amigos. Ambas estaban a salvo, por supuesto, pero de todos modos iba a ser un día increíblemente estresante para todos.

―Son como parásitos.―respondió Cristina, tomando un sorbo de su café.―Invaden, toman, comen y luego, finalmente, nos matan.

Las dos habían sido cercanas desde su primer año como internas. A las dos le asignaron al nazi" que resultó ser una mujer bajita llamada Dra. Bailey que posiblemente seguía siendo la persona más aterradora que Sage había conocido. Ninguna de los dos estaba contenta con la fusión, pero estaba sucediendo y no había nada que pudieran hacer al respecto.

―En efecto.―asintió la mujer un poco más joven antes de que ambas entraran al hospital.

Cristina abrió la boca para decir algo, pero rápidamente la cerró y agarró el brazo de Sage para tirarla hacia atrás mientras un hombre con el pelo rapado y un uniforme naranja pasaba corriendo junto a ellas. Era uno de los "parásitos".

―¡Hey, ten cuidado!―gritó Cristina detrás de él.―¡Ella es muy pequeña y podría haberla lastimado!

Rápidamente la ignoró mientras él seguía corriendo hacia el hospital.

―Parásitos.―repitió Cristina, sacudiendo la cabeza. Sage levantó su taza de café y la chocó contra la de Cristina antes de que ambas entraran.

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Sage se sentó al lado de Lexie Grey mientras ambas miraban a través de las persianas, espiando a los nuevos residentes del Mercy West.

―Cristina le gritó a ese hace un rato.―dijo Sage, señalando al hombre de antes. Lexie miró hacia donde estaba señalando su amiga e hizo una mueca de disgusto.

―Parece un idiota.―dijo y Sage asintió con la cabeza en señal de acuerdo.

Las dos mujeres, junto con Cristina, Izzie Stevens, Alex Karev y un par de residentes más nuevos estaban reunidos en la habitación de Meredith Grey. Meredith le había dado parte de su hígado a su padre alcohólico de ella y Lexie, y como resultado estaba en reposo en cama mientras Cristina la examinaba.

―Son parásitos que se alimentas de nuestras cirugías.―dijo Meredith mientras Cristina continuaba con su examen.

Sage asintió mientras Izzie hablaba.

―Son mal educados.―le dio un mordisco a la manzana del desayuno que Meredith no había comido.―Deberían haber al menos un par de días en lo que se comporten como invitados antes de poner los pies sobre la mesa de café.

―¿Y qué hay con los uniformes naranjas?―preguntó Lexie, todavía mirando a través de las persianas.―¿Qué, los nuestros no son lo suficientemente buenos para ellos?

―Se nos acabaron.―explicó Meredith al grupo.―Están agotados. Randell, de la empresa de suministros, dice que llegarán en una semana.

―Prefiero andar desnuda que usar esas cosas.―habló Sage, arrugando la cara con disgusto mientras miraba los uniformes naranjas brillantes.

―Amén a eso.―dijo Alex desde atrás, levantando el panecillo que estaba a punto de comer.―¿Y como lo sabes?―todos se giraron hacia Meredith, esperando una respuesta?

―Eso es lo que aprendes cuando te quedas aquí todo el día.―dijo, dándole al grupo una sonrisa tensa.

―¿Por qué molestarse en pedir unos nuevos?―preguntó James, uno de los ex internos de Sage, cruzándose de brazos.―Podríamos simplemente dárselos a nuestros reemplazos.

―No empieces.―Sage le dijo con severidad, girándose en su asiento para mirarlo con enojo.―Nadie va a ser reemplazado.

―Si tengo que convertirme en forense...―empezó a decir Steve, uno de los antiguos internos de Cristina, antes de que Meredith lo interrumpiera rápidamente.

―Nadie se va a convertir en forense.―espetó cuando Cristina se sentó en una silla junto a Alex.―Cristina, díselo.

―¿Decirle qué?―preguntó en un tono apagado.―Están aquí. Se acabó.

―Hey.―dijo Meredith, llamando la atención de todos en la sala.―No somos unos anfitriones estúpidos. No pueden invadirnos. No pueden adherirse a nuestras caras y luego, mientras comemos espaguetis, explotar fuera de nuestro pecho y deslizarse por el suelo. Esta es nuestra nave. Esta es nuestra nave.

―Disculpa.―Lexie habló cuando Meredith terminó su frase.―¿Estás... estás citando una película de Sigourney Weaver?

Izzie se rio en voz abaja, mordiendo un kiwi mientras Meredith decía:―Cállate.

―Eso es lo que pasa cuando vives aquí.―dijo Meredith.―Ves mucha televisión.―no hace mucho tiempo, a Izzie le habían diagnosticado un melanoma metastásico en etapa 4 que se había extendido al hígado, la piel y el cerebro, por lo que también había pasado mucho tiempo en el hospital antes de volver a ser residente.

―Somos dueños de este hospital.―declaró Meredith, mirando a cada uno de los médicos que ocupaban la habitación directamente a la cara.―Nacimos en este hospital, Y lo sostendremos hasta nuestro último aliento.

―En realidad no quiero ser forense. No me gustan los muertos.―dijo Steve nervioso.

―¡Eres un cirujano, Mostow!―casi le gritó Sage.―Creo que elegiste la profesión equivocada si no te gustan los muertos.

La miró con expresión aterrorizada antes de que Meredith comenzara a darles órdenes.

―Salgan y vayan a hacer cirugías antes de que se las quiten. ¡Vayan! Y quiero un informe completo para el final del día.

Todos los internos salieron rápidamente de la habitación, seguidos por Izzie y luego por Alex, quien rodeó a Sage con un brazo para llevarla.

―Este va a ser un día muy largo.―murmuró para su persona mientras Alex asentía con simpatía.

―Ni que lo digas.―respondió, mordiendo la manzana que le había robado a Meredith.

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―Bien, ¿dónde nos quieren?―preguntó Cristina cuando ella, Sage, Steve y Lexie entraron a urgencias. Owen Hunt se dio la vuelta al oírlos llegar.

―Uh.―empezó, anotando una última nota en el historial médico que sostenía.―En este momento, cualquier lugar es bueno.

Sage asintió y estaba a punto de decirle a Lexie que la siguiera, pero fue interrumpida por uno de los nuevos residentes.

―En el Mercy West, hacemos zonas.―dijo mientras unos cuantos residentes más con uniformes naranjas aparecían detrás de él. Era el hombre de antes. El que había empujado a ella y a Cristina y casi la había derribado.

Sus miradas se cruzaron y ella lo miró con enojo antes de que él volviera a mirar a Owen. La recordaba.

―Cuando hay mucha gente, simplemente damos zonas, un espacio.―continuó, tratando de ignorar la mirada que ella todavía le estaba dando.―Las enfermeras ponen a una persona en ese espacio, sabes que es tu paciente. Te ayuda a llegar más rápido.

―Si, bueno, esto es urgencias.―espetó Cristina. Ella también lo recordaba.―No es un patio de escuela. No estamos jugando a las cuadras.―alargó la mano para coger una ficha, pero Owen volvió a hablar.

―Me gusta.―dijo Owen, haciendo que Cristina se detuviera.

―¿Qué?―preguntó Sage, intentando mantener una sonrisa genuina en su rostro.

―Es una buena idea.―dijo Owen.―Vamos a intentarlo. ¿Cómo te llamas?―Sage giró la cabeza para mirarlo fijamente mientras hablaba.

―Jackson Avery.―dijo con una gran sonrisa.

―Doctor Avery, soy el doctor Hunt.―se presentó, estrechando la mano de Jackson.―Es todo tuyo. Zona fuera.

Owen se marchó y dejó que los residentes se dividieran las zonas. Sage y Cristina pusieron los ojos en blanco mientras los residentes del Mercy West corrían para encontrar sus zonas.

―Vamos, vámonos.―Sage dijo al grupo, comenzando a seguir a los nuevos residentes.

⋅──⊱༺  🩺🫀💋 ༻⊰──⋅

―Frank Nusbaum, 42 años, múltiples heridas de puñalada, mayormente superficiales.

Sage, que ya tenía una bata puesta, agarró rápidamente la silla de ruedas del hombre que estaba siendo llevado a urgencias antes de que el "bastardo calvo", como lo llamaba Cristina, pudiera agarrarla. Lo miró con enojo mientras levantaba las manos en señal de rendición.

―Los signos vitales son estables.―continuó Ray, el paramédico, mientras Sage hojeaba rápidamente la historia clínica.―Y su amigo tiene una palma lacerada.

―Gracias Ray, nos encargaremos desde aquí.―le agradeció Sage rápidamente antes de correr hacia la cama en la que lo iban a tratar.

―¡No es mi amigo!―gritó el otro hombre mientras lo llevaban a urgencias. Tenía un vendaje alrededor del brazo y le gritaba al hombre de la camilla.―¡Tocó a mi pequeña, mi bebé!

―No es una bebé.―argumentó Frank, el primer hombre, echando la cabeza hacia atrás con fastidio mientras lo llevaban en silla de ruedas junto a la cama. Unos cuantos médicos se reunieron a su alrededor y lo desengancharon de la camilla.―No queda ni un vestigio de bebé ahí, Don.

―Está bien.―casi gritó Sage, ignorando la discusión que todavía estaba en curso.―¡A las tres! ¡Uno, dos, tres!―se escucharon algunos gruñidos cuando lo levantaron de la camilla y lo colocaron sorbe la cama.

Rápidamente le quitó la manta de encima y recibió un golpe en el pecho con un chorro de sangre que le brotó.

―Tenemos una hemorragia aquí.―les informó. moviéndose para cubrirla con su mano.―Consíganme una bandeja LAC con seda 3-0.

―¿Necesitas ayuda?―preguntó Jackson en un tono exasperado. Ella puso los ojos en blanco, pero lo ignoró, no queriendo empezar nada.

―Señor.―dijo, volviéndose hacia su paciente.―Esto va a doler.

―¡Me atacó con un cuchillo de trinchar!―continuó el hombre en la cama, mientras Sage le clavaba una aguja en la piel.―Trató de cortarme――

―¡Vamos!―argumentó Don, el otro hombre, intentando ponerse de pie mientras lo atendían.―¡Está haciendo gestos! ¡Te topaste con un cuchillo! ¡Eres un idiota y un pervertido!

―¡Átenlo!―dijo Sage, sacando la mano de la enfermera que estaba a su lado.

―¡Ella solía cuidar a tus mocosos!―gritó Don, y Jackson intentó empujarlo hacia abajo.―¡No puedo creer que la haya dejado entrar a tu casa!

―La amo, Don.―respondió Frank, con la voz llena de emoción.―La amo, y ella me ama a mí.

―¡Voy a matarlo!―Don se levantó de un salto de su cama y se abalanzó sobre él. La chica Chang no se inmutó, continuando con su trabajo porque sabía que alguien se ocuparía de Don.

―¡Déjenlo morir! ¡Sólo déjelo morir! ¡Es lo que se merece!

―¿Quieres ser útil?―se dio la vuelta brevemente, mirando con enojo a Jackson, que parecía inseguro de qué hacer mientras se quedaba allí mirándola.―¡Entonces, haz que cierre la boca!

―¿Estás segura de que no hay nada...?―comenzó, dando un paso adelante.

―¡Listo!―giró la cabeza para mirarlo, señalando a su paciente.―Así es como lo hacemos en nuestro lado de la ciudad.―se quitó los guantes y loa arrojó a la basura, dándole a Avery una última mirada fulminante antes de irse a quitarse la bata.

Regresó rápidamente hacia el paciente, lista para limpiarse un poco más. Solo unos minutos después, una joven morena, que no parecía tener más de veinte años, entró corriendo a urgencias.

―¡Frank!―corrió hacia su cama, con expresión preocupada.

Aquí vamos.

―Oh, Dios.―murmuró Frank, tomándola inmediatamente en sus brazos y besándola, haciendo que Sage, que estaba de espaldas a la pareja, se atragantara.

―Cariño, ¿estás bien?―preguntó ella, apoyando su frente contra la de él.

―Estaré bien, cariño.―le aseguró Frank, acariciando su cabello.

Las cortinas de la cama que estaba junto a ellos se abrieron rápidamente y Don, que estaba siendo curado por Jackson, gritó:―¡Quítate de encima de ella, pervertido!

―¡Papá!―regañó la chica a su padre, aunque también sonaba un poco asustada.

―¡Te mataré, hijo de puta!―con una velocidad sorprendente, Don agarró un martillo que estaba en una bandea al lado antes de abalanzarse sobre Frank. Su ataque fue demasiado rápido, demasiado des-calculado, por lo que no había forma de saber quien terminaría golpeado.

―¡Seguridad!―gritó Sage, agachándose y cubriéndose la cabeza antes de que pudiera causar algún daño.

―¡Alto!

Se escuchó un fuerte estrépito y un gemido. Sage, todavía un poco aterrorizada, se levantó con los brazos al frente, lista para proteger.

Don estaba en el suelo, el martillo se le había caído de la mano y Jackson lo estaba inmovilizando mientras luchaba. Le tomó un par de momento darse cuenta de lo que acababa de pasar, pero cuando lo hizo, dejó escapar un largo suspiro de alivio.

Jackson Avery acababa de derribarlo.

Owen Hunt apareció en la puerta mientras algunos guardias de seguridad se apresuraban a ayudarlos.

―Buen trabajo.―dijo Owen asintiendo mientras la seguridad quitaba a Don de las manos de Jackson.

―Gracias.―respondió Jackson, comenzando a levantarse del suelo. El resto del personal que ocupaba la sala de emergencias comenzó a aplaudirlo mientras se giraba hacia Sage, que todavía estaba un poco agitada.

―¿Estás bien?―preguntó mientras los aplausos continuaban. Ella asintió y le ofreció una sonrisa muy pequeña.

―Sí y gracias.―dijo ella, y so sonrisa desapareció.

―De nada, y perdón por lo de temprano.―él dijo, sonriéndole tímidamente.

―Si.―respondió ella, sentándose de nuevo para continuar con su trabajo.―Estoy segura de que si.

Él frunció los labios y asintió, un poco sorprendido por lo fría que estaba siendo, pero se distrajo rápidamente cuando otros médicos se lo llevaron, todos ofreciendo sus agradecimientos.

Sage miró a Frank y a su novia solo para ver que todavía estaban uno encima del otro.

Asqueroso.

⋅──⊱༺ 🩺🫀💋 ༻⊰──⋅

―Tienes un puchero.―Sage se sentó junto a Alex. Dejó la bandeja de comida y rápidamente se metió una uva a la boca antes de volver a hablar.―¿Qué pasa?

―Le están pateando el trasero.―se rio Cristina.

Alex puso los ojos en blanco y les dijo, con la boca llena de comida, que se callaran.

―Eres adorable.―bromeó Sage, estirándose para pellizcarle la mejilla. Rápidamente le quitó la mano de encima.

―Escuché que tu Mercy Wester recibió una ovación de pie en urgencias.―dijo Alex en un intento de hacer enfadar a su amiga, apuntándola con su sándwich.

―¿El tuyo fue el que salvó toda urgencias con el maníaco del martillo?―le preguntó Lexie, finalmente levantando la vista del pequeño libro rosa que había estado leyendo desde que se sentó.

―Vale, no salvó a toda la sala de urgencias.―empezó Cristina.

―Nos salvó a un paciente y a mí de que nos golpearan con un martillo.―les dijo Sage.―Toda la sala de urgencias es bastante exagerada.

―Y usé medicina real para evitar que una persona muriera.―Cristina habló.

―Bueno, la mía tiene un cuaderno, un cuaderno en el que toma notas, notas de naturaleza muy personal y lo robé.―Lexie levantó el cuaderno rosa del que había estado leyendo.

―¿Qué dice?―preguntaron Cristina y Sage al unísono.

―Dámelo.―exigió Alex, extendiendo la mano.

―No. No, no me rebajaré a su nivel.―argumentó Lexie mientras escondía el cuaderno en su bata de laboratorio.―Son vengativos y agresivos y no saben trabajar en equipo, y si no tenemos cuidado, ese espíritu va a infectar a nuestro hospital. Tenemos que luchar contra el.

―¿Por eso le robaste su cuaderno?―preguntó Cristina con una sonrisa burlona.

―¿Y lo lees?―preguntó Sage con una sonrisa burlona que coincidía con la de Yang.

―Bueno, ella no es una persona muy agradable.―trató de defender sus acciones.

―Muy bien, pequeña Grey.―dijo Sage riendo y dándole una palmadita en el hombro a su amiga.

―¡Hey!―dijo Izzie, acercándose a la mesa con dos tasas de café en la mano.

―¡Oh, qué bien! Eres genial.―dijo Alex tratando de tomar una de las tazas de la mano de su esposa.

―Oh, no.―Izzie le quitó el café a su esposo y sacudió la cabeza.―Eso no es para ti.

―¿Para quién es entonces?―preguntó Cristina.

Izzie se quedó en silencio por un momento antes de responder la pregunta.―Charles.

La mesa estalló inmediatamente en protestas.

―¿Tu Mercy Wester?―Cristina preguntó en estado de shock.

―¡Ellos son la competencia!

―¡Vamos!

―¿Nos están entregando nuestros traseros en bandeja y tú le estás sirviendo café?―preguntó Alex en un tono de desaprobación.

―Charles es realmente genial y si todos pudieran superar sus pequeños y tristes egos, se darían cuenta de que no pueden descartar a todos los residentes del Mercy West solo porque se sienten amenazados.―Izzie dijo y se alejó de la mesa.

―¡Oh, no nos sentimos amenazados!―gritó Cristina detrás de ella.

―No.―dijo Alex con firmeza. Sage asintió y tomó el sándwich de Alex, ya que ella había terminado el suyo.

―Sí, nos sentimos bastantes amenazados.―dijo Lexie y asintió, antes de darle otro mordisco a su sándwich.

Alex escaneó rápidamente la cafetería, buscando ver si algunos de los residentes del Mercy West estaba en la habitación con ellos.

―Amigos, no están aquí.―aseguró a las tres mujeres, arrebatándole el sándwich a Sage.

―Aleluya.―murmuró Cristina, masticando su comida.

La cara de Sage cambió de una de satisfacción a una de pánico cuando finalmente juntó las piezas de por qué los residentes del Mercy West no estaban allí.

―No están aquí comiendo porque están trabajando.―dijo, dejando caer su comida y agarrando su bata de laboratorio.

―¡Dios mío!―gritó Lexie, dejando caer su agua y también agarrando su bata.

―¡Ellos no comen almuerzo!

―¡Por supuesto que no!―Sage casi gritó, agarrando la mano de Lexie mientras todos salían corriendo de la cafetería.

⋅──⊱༺  🩺🫀💋 ༻⊰──⋅

Sage, Meredith y Cristina estaban sentadas en la cama de la habitación de Meredith, viendo una vieja película en blanco y negro. Había sido un día largo, ninguna de las chicas tenía ganas de hablar, así que, en cambio, Meredith abrazó a Cristina, quien abrazó a Sage y todas se quedaron en silencio.

No pasó mucho tiempo hasta que Alex apareció en la puerta, agarrando un trozo de papel en su mano.

―Cara de puchero.―dijo Sage riendo, señalando su rostro. Cuando él no se rio ni le dijo que se callara, amigo, ella inmediatamente dejó de sonreír y se sentó.―¿Qué pasa?

Meredith detuvo la película y todos se sentaron ansiosos, esperando que él les dijera qué pasaba.

―Smalls.―murmuró, mirando a Sage con ojos brillantes.―Izzie me dejó.

Sage inmediatamente se levantó de su lugar en la cama y fue a envolver a Alex con sus brazos. Él dudó por un momento antes de rodear su cintura con sus brazos y enterrar su cabeza en el hueco de su cuello.

―¿Qué quieres decir con que te dejó?―preguntó Cristina mientras ella y Meredith también se sentaban. Alex se apartó de ella pero mantuvo un brazo alrededor de sus hombros.

―Escribió una nota y me dejó.―explicó mientras ella le frotaba la espalda en círculos.―N―no sé si volverá.

―¿Qué quieres decir con que se fue? ¿Adónde fue?―preguntó Meredith con los ojos llenos de preocupación. Alex se encogió de hombros y se rio entre dientes mientras intentaba no llorar.

Sage lo envolvió en sus brazos nuevamente, sin dejar de frotarle la espalda mientras susurraba "está bien" y "estoy aquí" una y otra vez, meciéndolos hacia adelante y hacia atrás.

Todos habían tenido un día largo, pero era seguro decir que Alex tuvo el día más largo y terrible de todos.

―Todo va a estar bien.―susurró mientras sus lágrimas empapaban su uniforme azul pálido.―Estará bien.

+5 COMENTARIOS PARA PRÓXIMO CAPÍTULO :)

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espero les guste esta nueva traducción<3 pd: me gustaría que voten en los capítulos y dejen al menos un comentario si les gustó. digan NO a los lectores fantasmas.

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