Lesson 7: Tengo miedo.
°•Maratón2•°
Él comenzó a despertar, aquel dolor de cabeza que solía ser insoportable como días atrás ya no estaba. Se sentía tan bien y fresco como si hubiera vuelto a nacer. Como de costumbre se levantó y se desvistió para entrar al baño pero cuando iba a abrir la puerta, esta fue abierta desde dentro y de alli salió.... una chica?
Ella tenía una toalla blanca en su cabeza y otra envuelta en su torso y con una más pequeña secaba su rostro y sus brazos... sin darle importancia y ni siquiera mirarlo le tiró la pequeña toalla que tenía entre sus manos para que se cubriera su... miembro, el cuál estaba expuesto.
Aquel joven estaba tan desconcertado que, de pronto ella comenzó a quitarse la toalla que envolvía su torso hasta quedar sin nada. Él la miraba embobado, jamás había visto unas piernas tan... no sabía ni como describir aquello... su trasero estaba perfectamente redondo y su espalda... era tan... otra vez sin palabras, su cintura era delgada de eso si estaba seguro...
—¿Qué tanto miras? —preguntó ella tranquila, o al menos eso quería aparentar— ¿Nunca has visto el cuerpo de una mujer?
Carraspeó la garganta, enderezó su postura y habló educadamente— Señorita... ¿Qué hace usted en mi habitación?—silencio—. Por favor, retírese en este instante. —terminó al no obtener respuesta.
—Eso no era lo que me decías anoche —habló calmada mientras se dirigía al clóset del desconocido. Estaba entre divertida y nerviosa.
—¿A-anoche? ¿Qué sucedió anoche? —preguntó desorientado, lo último que recordaba era de que ayer en la tarde se desmayó por la alta fiebre.
—Tranquilo, no hicimos hijos anoche. —dijo tomando algo que había encontrado y que le parecía bonito: una camisa masculina y un cinturón.
—Entonces, ¿de qué habla? —cuando ella se volteó, él cubrió su rostro con las manos hasta que ella comenzó a vestirse.
—Anoche llegué aquí. —miró a su alrededor y al techo, él imitó la acción de ella— Al parecer este es el mundo medieval o algo así —lo miró— Estabas muy enfermo, el doctor que estaba aquí ya te daba por muerto pero con las cosas necesarias te salvé. —se comenzó a arreglar el cabello para luego sentarse en el borde de la cama— No puedo creer que las personas aquí mueran de un simple resfriado. —dijo para sí misma, terminándose de abrochar aquella camisa, la cuál le quedaba como los vestidos que solía usar para ir a fiestas: ni tan cortos ni taaan largos— Ya puedes mirar niño rico... ¿Sabes? —juntó sus manos entre sus piernas— Eres el primer chico rico, los demás eran personas que tenían dinero suficiente como para sobrevivir —recordó las seis escenas pasadas que vivió— En cambio esta vez me enviaron a un lugar poco desarrollado pero en el que de seguro viviré muy bien...
—Espera... —dijo acercándose con el seño fruncido— ¿Qué dice? ¿¡Vivirá aquí!? ¿De dónde saca eso? ¿Quién es usted? ¿Porqué no entiendo nada?
—Hey calmate amigo, ¿Crees que quiero estar aquí? —se puso de pie— Pues no!! —lo agarró de los hombros— Ahora siéntate! —lo empujó para que callera en la cama— y por favor cubre eso... es... pequeño...
—¿¡Qué!? —exclamó indignado. Nunca antes una mujer le había dicho tal barbaridad.
—Préstame atención niño rico. —dijo desde arriba, lo apuntó con un dedo mientras su otra mano yacía en su cintura y tenía una pequeña inclinación hacia adelante— No quiero estar aquí —señaló— Solo quiero regresar a mi casa, estar en el momento del accidente y saber si morí o no. Ahora cooperarás conmigo y me dirás cuál es tu problema. No sé: cuéntame... sobre tu pasado, si tienes novia, o si alguna chica te gusta... no sé... —se puso la mano en la cintura y miro a su alrededor, al techo. Todo estaba muy bien—. ¿Qué problema podrías tener si vives tan bien? —susurro lo último. Y volvió su vista a él, el cuál la miraba extrañado—. ¿No vas a hablar? —alzó una ceja.
—¿Qué quiere que le diga señorita? Apenas y la conozc.. —lo cortó.
—Muy bien... vístase y salgamos a dar un paseo... conozcame y hábleme... Y, para que esté tranquilo: no me importa su vida privada, pero si no necesitara saber, le aseguro que no le estaría preguntando ahora mismo.
.....
Una vez él terminó de vestirse con su ropa, se volteó para anunciar que estaba listo, ella se puso de pie y cuando iba a abrir la puerta...
—Va a salir con esa ropa? —señaló su propia ropa en el cuerpo de ella.
—Sí, —se miró—. ¿Tiene... algo de malo?
—Por favor acompáñeme para que la vistan adecuadamente. —lo siguió hasta una habitación que parecía ser de alguien que vivió ahí hacía tiempo— YuRi! —llamó a la empleada.
—Dígame señor.
—Por favor, vista a la señorita con algún vestido de aquí.
—Pero señor...
—Tranquila. —le dedico una sonrisa a la empleada y luego se volvió a la extraña, que miraba toda la habitación—. Señorita, la espero fuera.
Junto a la empleada YuRi llegaron dos más cuando esta había tirado de una cuerda. Sacaron unas cuantas cosas del clóset que había allí en aqulla habitación y comenzaron a vestir a HaNeul.
Le apretaron el corsé tanto que no reconoció su propia cintura, y sus pechos se volvieron más atrayentes, pues su piel pálida resaltaba demasiado con ese vestido color cielo.
Cuando le recogieron el cabello y la calzaron estuvo lista le abrieron la puerta y la guiaron al salón donde estaba JungKook aguardando su llegada.
Han pudo notar que el hombre o tenia poca servidumbre o todos estaban concentrados fuera de su vista ya que a pesar de que los pasillos tenían poca iluminación al igual que toda la casa la limpieza era impecable.
Se sentía como bella y este era como el castillo de la bestia. La mansión era enorme, oscura y fría.
Incluso fue perseguida por lobos en el bosque como en la película animada y de no ser porque vio una pequeña iluminación en la entrada, quizás estuviera muerta y en la panza de aquellas bestias feroces.
Una vez estuvo frente a la puerta de alguna parte de la casa, las empleadas se pusieron tras de ella y una se encargó de abrir la puerta, ella entró y se sintió un poco avergonzada. Tenía su mirada en el suelo y las mano juntas sobre su abdomen al inicio de la falda, así como en las películas de los siglos XVII (17).
JungKook al verla entrar se puso de pie y la observó fascinado no había visto una mujer tan hermosa desde...
—Ya has llegado. —Han levantó la mirada—. YuRi, por favor, pídele a Xavier que prepare el auto, y por favor, elabora un menú oriental, saldremos después del Almuerzo.
—Sí... señor. —hicieron una reverencia y se fueron cerrando la puerta.
—Siéntate. —le pidió amable y luego se volvió a preparar un trago—. ¿Tomas?
—Mmh?
—¿Que si toma alguna bebida? —ella asintió.
—Cerveza estará bien, o vino. Porque no creo que aquí preparen las bebidas de mi mundo. —habló bajo la última frase.
JungKook sonrió y preparó dos copas de Vino, para la dama y para él. Se la entregó una vez cerca y se sentó luego, frente a ella. Han se tomó su copa de una sola dejándolo perplejo, pero lo más sorprendente fue el sonido de satisfacción que emitió al tomarse de una todo el líquido. JungKook se removió en su sitio y se recostó del respaldo mientras Han colocaba la copa vacía sobre la mesita del centro.
—Y bien. Cuénteme sobre su procedencia señorita...
—HaNeul. Cha HaNeul. Ese es mi verdadero nombre, aquí no tengo identificación, no sé como me llame, seguro se perdió anoche mientras huía de los lobos.
—¿Huías de lobos? —preguntó JungKook sorprendido, ella asintió chupando su labio superior—. Que horrible.
—Luego traté de abrir la reja de la entrada pero estaba con candado, a si que trepe y me caí. Pero seguí corriendo porque me dió miedo como metían sus cabezas por los agujeros entre las barras y toqué muchas veces hasta que me abrió la puerta el señor Jones. Primero se asustó, pero cuando le expliqué me trataron bien —sonrió—. Me he enterado de que se le ha contagiado el resfriado, les he dicho a las empleadas lo que deben darle, ya pronto estará bien. —sonrió satisfecha.
—Vaya.
—Soy de la República de Corea. No creo que sepa usted eso. Este no es como el siglo XVII coreano, parece más... Europeo.
Dijo Han mirando su alrededor y las ropas.
—Soy Coreano, pero vivo aquí en Inglaterra. —Han abrió la boca entendiendo—. Pero sin dudas no conozco una Corea que sea República, El Reino de Corea es el que existe aquí. Pero, estoy confundido. ¿Hay otro mundo?
—Realmente no tengo idea. Solo... yo traté de quitarme la vida. Solo recuerdo que estaba conduciendo muy rápido, estaba borracha y luego una luz... —lo miró—. No recuerdo nada más. Quizás estoy muerta, quizás mi alma está vagando por mundos para darme una lección de vida. ¿Pero sabe usted algo señor? —JungKook la miró y negó—. La última persona con la que hablé es idéntica a usted, se llamaba JongGok... JongSuk.... —JungKook escupió su vino.
—¡¿JungKook?!
—Ese! —dio una palmadita alegre—. JungKook! —asintió.
—¿Jeon... Jeon JungKook? —ella asintió, no estaba segura del apellido pero si del nombre.
—Él... me dijo que me amaba y... yo me burle de él. —bajó la mirada y una lágrima rodó por su mejilla—. Sabe señor, es usted el séptimo chico que conozco. He pasado por diversas situaciones con ellos, algunos trataron de quitarse la vida y otros simplemente me enseñaron lo bonito que era amar y sentirse amada. En la vida hay razones por las que una persona se siente en el suelo sin ganas de volverse a levantar, pero he comprendido que hay que luchar, aunque sea duro el camino, hay que continuar. Y por eso, le dejo ese consejo por si... algún día le hace falta estas palabras me recuerde. La muerte, no es una solución. Nunca tuve el amor de mi madre, mi padre falleció al igual que mi abuela y con ellos se fue toda mi vida, pero no puse de mi parte en salir de ese vacío, y cuando JungKook me dijo que me amaba yo... me sentí asustada, no sabía qué era eso, pero ahora me arrepiento de no haberlo dejado hablar. —silencio. JungKook solo escuchaba, y ella sollosaba.
La miró y le tendió su pañuelo. Han secó sus lágrimas y luego se quedó con él, no se lo devolvería sucio.
En la noche, HaNeul fue a su habitación luego de un día largo junto a JungKook. Habían salido al pueblo, HaNeul se había divertido mucho y JungKook había disfrutado de las locuras de aquella muchacha en silencio. Se prometió a sí mismo no tocar aquel tema cuando la vio reírse con alegría sincera y el sonreía sin poder evitarlo.
Y como ese día, hubieron muchos más.
HaNeul se había encargado de darle vida a esa mansión y los empleados estaban muy contentos con ella. JungKook se había dejado guiar por la alegría de la chica y habia cambiado un poco.
En las tardes hacían actividades como arquería o montar a caballo, decorar el jardín, sembrar nuevas plantas o jugar con los perros de la perrera de la mansión.
HaNeul se había encargado de aprender historia cada noche en la biblioteca de JungKook mientras este hacia cuentas o leía libros.
Era de noche cuando JungKook estaba regresando de un viaje de negocios, pasó por la habitación de su invitada y escuchó sonidos extraños que decidió ignorar. Continuó hasta su habitación donde se dio un baño rápido para bajar a cenar y al volver a pasar por la habitación de HaNeul, volvió a escuchar aquellos sonidos, miró a todos lados, sí, definitivamente esa era la habitación de ella.
Tocó un par de veces y nada a si que entró.
Se excusaría con que había llamado para avisarle de la cena pero no lo escuchó.
Cerró la puerta y se volvió. Las enormes ventanas estaban abiertas y la brisa movialas cortinas.
Gemidos.
《¿Qué?》—pensó.
Al estar un poco más adentro en la habitación vio entre las cortinas de la cama la figura de HaNeul y comprendió que ella se estaba tocando. Se sintió avergonzado por aquella escena pero al escucharla gemir unas corrientes que en años no había sentido volvieron a su cuerpo, se asustó al escucharla hablar desesperada:
—A..ah~... ¿Porqué no.... A..ah~ porqué no... puedo? —HaNeul apretó sus ojos con fuerza y comenzó a masajear más rápido su clítoris y estaba tan concentrada en alcanzar aquel orgasmo que se vino a dar cuenta de la presencia masculina tras ella cuando este habló.
—¿Te ayudo?... —susurró el castaño de pie junto al pilar de la cama y con tan solo escuchar aquella profunda voz alcanzó la cima sin mucho esfuerzo.
Se quedó quieta intentando calmar su respiración y su vergüenza. Se puso de pie lentamente y se volvió cabizbaja hacia la dirección donde había escuchado la voz anteriormente.
Sus manos jugaban con la braga que se había quitado hacía un rato y cuando iba a hablar no pudo porque el señor Jeon le estaba besando con fiereza. Ella le correspondió de inmediato y colocó sus manos en el cabello mojado de él. Se separaron y juntaron sus frentes.
—Eres una mujer increíble, no necesitas hacer eso, pero debo de admitir que... cada día, usted señorita Cha, —pasó un mechón de cabello de ella por detrás de su oreja, dejó su mano en la mejilla de Han y la miró— me sorprende más.
—Creí que... no volvería hasta mañana.
—¿Quiere que le sea sincero? —ella guardó silencio, pero luego asintió—. Creí que me volvería loco si pasaba un segundo más sin verla. No sé si sea muy pronto pero, yo quiero estar siempre cerca suyo. Creí que desde que perdí a... mi esposa y a mi bebé, no volvería a sentir esto pero, llegó a demostrarme que la vida no termina cuando alguien se va, estos meses junto a usted me han hecho darme cuenta de que debo continuar, pero, —la miró a los ojos llorosos de ella— quiero que con mi nuevo yo, esté usted señorita Cha.
—JungKook... —dijo con voz temblorosa—. Tengo miedo JungKook. También estoy enamorada de ti, tengo miedo de desaparecer. —él recapacitó.
—Tienes razón. Pero... yo estaré en el otro mundo esperándote. —acarició el cabello de ella.
—¿Y si estoy muerta? ¿Y si no vuelvo a verte? —lloró.
—No tendría sentido haber pasado por esas situaciones, como para morir al final. Sé que no estarás muerta. Solo es un sueño y debes despertar.
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