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➼ 𓏲🧸03

Las horas pasaban, ya no había nadie en la calle.

Ya casi eran las 21, y sin embargo Jisung aún estaba en la entrada de su escuela, nadie había ido a buscarlo.
Ni siquiera su padre.

La lluvia había terminado hace un rato, pero él estaba empapado, y el viento sólo ayudaba a que se congelara peor de lo que ya estaba.

El pequeño de seis años temblaba de frío, ahora sentado en el suelo, llorando y sintiéndose cada vez más débil.

Tan frágil.
Tan solo.

—¿Pequeño, qué haces aquí?

Preguntó un hombre, de edad mayor, quien tenía un saco largo hasta las rodillas, y un paraguas en la mano.

Jisung levantó débilmente la cabeza, sus labios ya casi morados, y sus ojos tan irritados y rojos como su nariz y orejas.
Notando la presencia de un hombre frente suyo.

—Mi.. Mi mamá dice que no tengo que hablar con extraños..

El hombre le sonrió amablemente y se arrodilló hasta la estatura del pequeño de seis años, y acaricio los cabellos mojados de este, quien por reflejo se hizo para atrás de un pequeño salto.

—Tranquilo pequeño, solo quiero ayudarte.

El hombre estuvo aproximadamente unos 15 minutos tratando de convencer al infante de que sólo quería ayudarlo a volver a casa, y que no quería llevarlo a algún sitio raro.

Y finalmente lo convenció, lo llevó hasta un supermercado, donde compró unas galletas para que el menor comiera, y en la entrada de este, le preguntó a Jisung si tenía algún número de un familiar en sus cosas de la escuela.
Han dudo un poco, pero luego asintió y puso su mochila en el suelo para después sacar de esta su cuaderno de comunicaciones, donde en la primer hoja estaban los datos de sus padres.

El hombre revisó un poco la hoja, y luego sacó su celular del bolsillo de su pantalón, y marcó uno de los números, que entre paréntesis decía "Padre".
«Vaya padre tiene», pensó el hombre mientras esperaba a que alguien contestara la llamada.

Nadie contestó, llamó a los otros números que había en la hoja, pero esos tampoco atendieron a las mil y una llamadas que había hecho el hombre.

Guardó su teléfono y miró a Jisung, quien se encontraba sentado en el suelo, comiendo las galletas que el señor le había comprado minutos antes.
Se veía tan tranquilo, pero en tan mal estado.

Y eso le rompió el corazón en mil pedazos.

A decir verdad, ¿a quién no le partiría el alma al ver a un niño de tan sólo seis años en tal estado de desamparo?

Tan solo.

Jisung levantó su mirada y le sonrió al mayor, para luego ofrecerle una galleta manteniendo su sonrisa en sus labios.

—¿Quiere una?

—No gracias pequeño, estoy bien.

Jisung volvió a sonreírle y siguió comiendo, ¿será consciente de que sus padres no tienen ni idea de dónde está, y que aún con todo eso, no tienen intenciones de buscarlo?

Sí.

Jisung era consciente de eso.

Pero para él, eso no era un motivo para dejar de sonreír a pesar de todo, quizás sea por eso que nunca tuvo amigos.

Él siempre estaba feliz, y eso a veces daba miedo.

Pero no era feliz porqué sí y ya, él era así porqué su corazón era tan grande, que no tenía la capacidad de odiar, o estar triste.
Siempre daba amor, incluso cuando lo trataban mal, como hacía su madrastra.

Él seguía siendo un amor andante, alguien que no se merecía tanto odio como el que recibía.

El hombre al ver que los minutos pasaban, y de darse cuenta que no podía dejar al niño sólo, decidió llevarlo a su casa.
Allí podría atenderlo como debía, y lo cuidaría como lo hacía con su hijo.

Jisung ya le había tomado un poco más de confianza al hombre, por lo que esta vez no tardó tanto en aceptar ir con él.

—Pasa Jisung, siéntete como en casa.

Dijo el hombre mientras terminaba de abrir la puerta de su casa, Jisung con timidez entro al interior de esta, y algo avergonzado preguntó donde podía dejar sus cosas, por lo que el mayor tomó estas y las llevó a algún lugar que Jisung desconocía, y volvió.
Seguramente fue a dejarlas en algún sitio donde pudieran secarse bien.

Jisung analizó pacientemente el lugar donde se encontraba ahora, el ambiente era cálido, todo estaba muy bien decorado, tan limpio y tranquilo.

Cuando notó que a lo lejos, desde la parte de arriba de la escalera, había un niño de su edad de cabellos oscuros que lo miraba fijamente, parecía que no pestañaba con tal de no sacarle la vista de encima al otro.

—Oh HyunJin, ven. Quiero presentarte a alguien.

Dijo el hombre cuando volvió a la sala, esta vez, con una bandeja con tres tazas en ella, a juzgar por el delicioso aroma que desprendían estas, Jisung podía asegurar que tenían chocolate caliente.

El chico que miraba a Jisung, bajo por las escaleras aún sin cortar el contacto visual con el contrario, y una vez bajo completamente, se acercó curioso al menor.

—¿Cómo te llamas y por qué vas a tomar chocolate caliente conmigo y mi papá?

Interrogó este, mientras Jisung retrocedía unos pasos del más alto, algo intimidado por este.

El padre del niño soltó una sonora carcajada y luego le explicó a HyunJin la situación en la que se encontraba Jisung.
Mientras ahora se encontraban ambos niños sentados en el sillón con las tazas de chocolate en sus manos, HyunJin le hacía muchas preguntas a Jisung.
Y este ya no sabía que responder.

—¿Vas a quedarte conmigo y con mi papá entonces?

Pregunto Hwang, Jisung dudó en que responder, no tenía ni idea de que haría ahora.
El señor lo estaba atendiendo con toda la amabilidad del mundo, llenándolo de sábanas y de calor.
Mientras que HyunJin se aseguraba de que el menor no se destapara, cubriéndolo con más sábanas aún.

Se sentía mejor.
Se sentía querido.

Hace mucho tiempo había dejado de recibir aquellos tratos, y que el señor Hwang y su hijo se lo estuvieran dando, le recordaba a cuando su mamá y hermano mayor lo cuidaban y llenaban de mimos.

Cosa que dejó de pasar hace mucho.

HyunJin era como su hermano mayor, pero la diferencia era que este tenía la misma edad que él, y que era mucho más curioso y pregunton que SeungWoo, pero le daba mucho cariño al igual que él.

Y el señor Hwang, era tan atento y amable como su madre, trataba de lo mejor a Jisung, con cariño y amor por montones.

No quiero volver a casa ahora.

Pensó Jisung, mientras se acomodaba en su pilón de sábanas cortesía de los Hwang, y sentía un peso extra en él.
HyunJin estaba colocando más sábanas sobre Jisung.

—Para que no tengas frío.

Dijo el de cabellos oscuros y se acomodó a un lado del menor, abrazandolo como podía entre tanta sábana.

Definitivamente Jisung había encontrado a su nueva familia, una que realmente lo quería.

Había encontrado personas que le den el mismo amor que ellos recibían por parte de él.

Personas que lo quieran y le den atención y amor.

Y eso lo ponía feliz.







Avisar de errores <3

Antes de irme, quería mostrarles un meme que me encontré por ahí, que me recordó mucho a Minho.
(Al de la historia)

Se los dejo a su criterio.

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