Chapter V: Sadness
—Dahyun ya la vió —Hizo notar Jihyo—, ¡Tenemos que sacarla de ahí!
Momo miraba a Nayeon, quien a este punto mantenía una sonrisa, e intentó analizar por qué. En shock por su pronta presencia y buscando razones para que se mantuviera totalmente atenta a la pareja, Jihyo le arrebató el teléfono de las manos y procedió a llamar a Dahyun ya que no reaccionaba ante sus llamados. Al sonar el teléfono, Sana notó el nombre de Momo iluminando la pantalla aunque Dahyun lo tomó con prisa.
—¿Hola?
—Soy Jihyo —Aclaró mirándola desde lejos—, y creo que ya te diste cuenta, pero Nayeon está dentro.
—Ah, ¿en serio? —Dahyun exageró su tono, siendo sarcástica y sonrió a Sana, intentando disculparse por la interrupción que mentalmente agradeció.
—Okay, nena, no tienes que ser sarcástica. Necesito sacarte de ahí.
—Sí, sí, te escucho —Respondió fingiendo preocupación.
—En este momento vas a fingir que es una emergencia. Quiero que te levantes apresurada. —Dahyun asintió e hizo lo pedido, sorprendiendo a Sana—. Ahora dile que tienes que irte y sal corriendo.
—Okay, voy para allá. —dijo para después colgar la llamada y de forma apresurada sacó un par de billetes para dejarlos en la mesa para luego tomar sus cosas.
—Dahyun, ¿Todo está bien…? —preguntó Sana, intentando levantarse, pero fue rápidamente detenida por la coreana, quien la empujó a su asiento.
—Todo bien, pero tengo que irme —Explicó intentando verse agitada. Al intentar caminar, Sana tomó su mano, deteniendola.
—¿Nos vamos a ver más tarde? —La miró, casi suplicante.
—Yo te llamo —dijo rápidamente mientras se soltaba, colocando su teléfono en su pecho, y alejándose un par de pasos. Sin quererlo, Dahyun se colocó frente a Nayeon, cubriendola de la vista de Sana, quien se volteó en su silla para volver a hablarle antes de su partida.
—Te amo.
Dahyun apretó su teléfono al escuchar eso, sin querer responder, y así, decidió evitar hacerlo. Señaló su teléfono con su mano libre y recalcó lo dicho antes de salir de ahí.
—Yo te llamo, Sana.
La japonesa siguió a su novia con la mirada hasta que salió del restaurante, y cuando estaba a punto de voltearse para sentarse correctamente, una sonrisa burlona captó su atención.
Dahyun salió del restaurante con el corazón en la garganta, y cuando se alejó de más de tres tiendas paró un momento para regular su respiración. Pensó un segundo en lo último dicho por Sana, sin poder creerle, y sin ser capaz de volver a aceptar aquellas palabras cómo algo real, porque en su corazón sentía que todo sobre el engaño era real. El simplemente escucharlo le causó molestia, porque si de verdad su novia le hubiera tenido el cariño que mencionaba, no se hubiera atrevido a hacer lo que a este punto, estaba segura que había pasado.
Y en ese preciso momento, estaba dispuesta a desmentir el “amor” que aseguraba tener por ella, por lo que se apresuró a cruzar la calle para caminar con rapidez al lugar donde estaban las chicas. Después de un par de minutos de caminata, Dahyun se arrodilló igual que ellas para mantenerse oculta, y ya que estaban totalmente concentradas en mirar dentro, no se percataron de su presencia.
—Chicas-...
Al hablarles, las tres chicas saltaron con miedo y gritaron en unísono para luego voltear a verla. El alboroto causó que el arbusto se moviera levemente, y que una pareja que pasaba por ahí las mirara con extrañeza. Dahyun señaló a la pareja con una sonrisa y ellas rápidamente voltearon, callando sus gritos de repente para luego disculparse por el escándalo, pero cuando se fueron, Jihyo se volteó y le gritó a su amiga.
—¡Dahyun, ¿qué te pasa?!
—Deja de gritar… —Pidió rápidamente—. ¿Qué ha pasado?
Al percatarse de la presencia de Nayeon y después que esta alzara las cejas, como si cuestionara su presencia en ese lugar, Sana se dió la vuelta rápidamente y buscó a un mesero para pedir la cuenta. Con las manos temblando, buscó más dinero en sus bolsillos, y cuando sintió que alguien se acercó, supo que ya no podía salir de ahí, pues ahora, Nayeon la tenía encerrada entre los asientos y la ventana del lugar, pues los asientos estaban pegados a esta.
—Aquel día ya no pudimos conversar cómo es debido, preciosa —Le dijo sonriendo para luego sentarse junto a ella, acorralandola.
Desde fuera, las cuatro chicas miraron cómo Nayeon se acercó de tal manera a Sana, quien aún parecía desesperada por salir de ahí, lo que aumentó las sospechas de Dahyun.
«¿Por qué no querría estar a solas con ella?», se preguntó y luego reflexionó, ya que por más que veía, sentía que tenía más razón de la que pensaba.
—¿Será capaz de acercarse así a pesar de que sabe que Momo puede llegar? —pregunto Jihyo.
—No la conoces —dijo Jeongyeon, agachando la mirada un momento—. Lo siento, chicas. —susurró para volver a mirar al restaurante. Momo y Dahyun la miraron brevemente pero finalmente la imitaron.
Los humores en ese momento eran diferentes, Jihyo estaba muy sorprendida, Jeongyeon ni siquiera quería mirar al sentir vergüenza de su “amiga”. Dahyun miraba con atención intentando comprobar su teoría y Momo miraba con dolor cada interacción, pues el sentarse junto a ella —comprobando que se conocían—, no fue lo único que hizo Nayeon.
Dahyun miró por un momento a Momo, notando su semblante caído y triste, por lo que colocó su mano en el hombro, intentando darle fuerzas para seguir mirando, pero el hacerlo, era cómo si alguien apretara fuertemente su corazón.
De un momento a otro, Nayeon se acercó tanto a Sana, que podían asegurar que sus cuerpos estaban totalmente juntos. Desde donde estaban, no existía ningún espacio entre ellas posible de ver. Sana trataba de mantener su rostro lejos del de Nayeon, pero aquello parecía imposible, pues ella le hablaba cerca de su oído, siendo así, que si llegaba a ocurrir algún movimiento en falso, podía besarla fácilmente.
—Tu novia parece incómoda, Dahyun —señaló Jeongyeon.
—Está actuando de la misma forma que ese día —Explicó mirándola—. Nerviosa y desesperada.
Todas notaron que Sana intentaba alejarse lo más posible, probablemente por su culpa, llegando incluso al punto de estar acorralada contra la ventana, intentando no mirar a Nayeon, quien buscaba su mirada y se acercaba más cada vez que podía. En un intento vago, Sana colocó ambas manos en el pecho de Nayeon, con intenciones de alejarla.
—¿No deberíamos hacer algo? —Propuso Jihyo—. Parece que Nayeon insiste mucho y Sana no está de acuerdo.
Jihyo miró a ambas chicas, y notó que abrían la boca levemente con sorpresa, luego devolvió su atención al restaurante para darse cuenta de que Sana besaba con desesperación a Nayeon, incluso apretaba la chaqueta con sus manos e intentaba acercarla incluso más.
—Bueno… —Se rascó la frente, desviando la mirada de aquel encuentro desagradable—, ya no creo que estuviera tan incómoda.
Jihyo recibió un toque de parte de Jeongyeon para luego señalar el teléfono que tenía en sus manos, indicando en silencio que debían tomar algunas fotos, lo cuál hizo. Dahyun y Momo aún miraban, la segunda más afectada que la otra, siendo peor cuando las vieron salir de lugar desesperadas.
La japonesa miró su propio teléfono, con la esperanza de al menos un mensaje de parte de Nayeon, que dijera que tenía que irse, pero no recibió nada. Con un dolor profundo en su corazón, Momo se sentó en el césped y sin poder evitarlo, comenzó a llorar con profunda tristeza, porque Dahyun siempre había tenido la razón. Se cubrió el rostro con pesadez, y sus sollozos poco a poco comenzaron a ser más escandalosos y desgarradores. Jeongyeon se acercó de inmediato a abrazarla, llorando con ella ante su contagioso dolor. Jihyo y Dahyun se abrazaron brevemente, pero no pudieron evitar concentrar sus miradas a Momo, quien lloraba en un intento de aliviar la inmensa presión que sentía en su corazón.
—¿Acaso nunca fuí suficiente para ella? —preguntó Momo a Jeongyeon entre susurros con las lágrimas enrojeciendo su rostro—. ¡¿Por qué me hizo esto, Jeongyeon?!
—No lo sé, no lo sé…—Fue lo único que pudo responder mientras lloraba junto a ella—, lo siento mucho, Momo.
—Soy una imbécil —dijo mientras su amiga le limpiaba las lágrimas—. No debí confiar en ella…
—Lo sé. Ven aquí… —dijo la mayor para después envolver en un gran abrazo a la japonesa, quien continuaba llorando—, aquí estoy, pequeña.
Dahyun miró aquella escena con dolor, y el verla así, fue lo que provocó que pequeñas lágrimas brotaran de sus ojos y así, se acercó para abrazarla también, Jihyo uniéndose segundos después. Se preguntó cómo era posible que Nayeon le pudiera haber hecho daño así a una persona que la amaba con todo su corazón, y que se entregó a ella sin dudarlo al sentir pequeños actos de amor. El ver a Momo así, le dolió más que la traición de Sana, que había pasado a segundo plano.
Para Dahyun, era claro que no le dolía perder a Sana, sino que odiaba la forma en la que había tirado todo a la basura, y tan solo, por un momento de excitación y placer. Ella le había dado mucho más que eso, incluyendo su tiempo y su cariño, y aún así, lo arruinó sin importar nada más. Y si para Sana, era insignificante lo que pudiera sentir, entonces para Dahyun sería insignificante toda esta situación, porque no planeaba perder más tiempo con una perra cómo ella. Su verdadera preocupación en ese momento, era Momo.
Su propio dolor y pensamientos, los hizo a un lado, y cuándo ninguna realmente pudo parar los sollozos de la japonesa, comenzó a odiar a Sana, pero ya no por lo que le había hecho a ella, sino por todo el dolor que junto con Nayeon, le estaban provocando desinteresadamente a Momo. Siendo eso lo que más le estaba afectando; el hecho de no poder ayudarla a sentirse mejor.
—No es que no seas suficiente, Momo —Habló Jihyo, en un intento de consolarla—, es que eres demasiado para ella.
Al cabo de un par de horas más, Dahyun y Momo terminaron en el dormitorio de la japonesa, ya que se ofreció a dejarla ahí en un intento de hacerle compañía. La menor, con intenciones de mejorar un poco la situación, ayudó a Momo a acostarse e incluso le ayudó a cambiarse, ya que por su intenso desánimo, no tenía cabeza para algo tan básico cómo eso.
—¿Tienes hambre?
Momo negó, y tomó su teléfono para revisar su bandeja de entrada, encontrando solo un mensaje de su compañera de cuarto, Chaeyoung, avisando que no llegaría a dormir.
¿Y sobre Nayeon?
Ella ni siquiera había tenido la decencia de disculparse por no estar en la cena que había “planeado”, puesto que no le importaba, pero aún más doloroso, era volver a revivir aquel momento dónde descubrió todo a través de aquella foto que había tomado Jeongyeon con su teléfono.
Una lágrima volvió a brotar de sus ojos, siendo notado por la coreana, quién de inmediato se acercó para sentarse a su lado para terminar dándose cuenta de lo que miraba en su teléfono. Con delicadeza, retiró el aparato de sus manos y lo colocó lejos de ella, sobre la mesilla de noche junto a la cama, para luego llevar su mano a su mejilla, incitarla a mirarla y limpiar el rastro de aquella gota salada, cargada de un gran dolor por la debida traición.
Un dolor que se contagió cuándo Momo recostó su cabeza en su palma y cerró los ojos con tristeza, dejando salir un par de lágrimas más, pues el verla de aquella manera, tan destruida y vulnerable, la consumía por dentro. E incluso, llegó a sentirse arrepentida por haber permitido la presencia de la japonesa en aquel momento —aunque sabía que de cierto modo era necesario—, ya que sufría al verla tan destrozada, reafirmando a cada segundo que no merecía nada de lo que Sana y Nayeon habían hecho.
Al cabo de bastantes minutos, las lágrimas cesaron por un corto periodo, y de forma preocupada, Dahyun insistió en que se alimentara.
—Tienes que comer algo… —susurró con dulzura, mirando fijamente sus ojos rojos y llorosos, casi suplicando—, puedo prepararte un ramen.
—El que me lo ofrezcas me abre el apetito —respondió Momo, sonriendo muy brevemente, aceptando solo porque sabía que la coreana no dejaría de insistir, y por ello mismo, Dahyun se puso manos a la obra.
Después de una pequeña e improvisada cena, y de que Momo le pidiera a Dahyun quedarse con ella, ya que no deseaba sentirse sola en una noche tan complicada, ambas quedaron acostadas en la cama de la de flequillo, con Momo recostada en el pecho de la coreana, simplemente pensando en todo lo sucedido, pues a pesar de los intentos de la menor, no podía olvidar todo el dolor que había vivido en tan solo un día.
Aquello era lamentable.
Inevitablemente, el recuerdo de aquel beso hambriento volvió a su cabeza, y con él, una gran punzada en su corazón, lo que hizo que se acurrucara un poco más contra Dahyun, y que ocultara su rostro en su cuello, en un intento de alejarlo, pero no pudo, de hecho, aquel recuerdo fue el detonante para que un millón de malos momentos invadieran su cabeza.
Recordó cómo Nayeon la abandonaba en las fiestas, cómo la ignoraba frente a otras chicas, y cómo incluso cuando estaban juntas, no dedicaba nada de atención hacia ella, y aquello, lo único que hizo fue que su dolor se intensificara al punto de que el coraje comenzara a invadir todo su cuerpo, y lloró, pero solo de rabia, incluso consigo misma, porque había sido tan ingenua y soñadora, llegando a ignorar y mentirse a sí misma por unas cuántas migajas de amor. Cuando Dahyun sintió su camisa levemente mojada, supo que tenía que tranquilizarla y más cuando la sintió temblar.
—Momo, ¿Estás bien? —Se alejó levemente para corroborar su estado.
Al verla, encontró que las lágrimas que caían por sus mejillas eran más pesadas que antes. Sus ojos estaban negros e identificó que aquello, no era una buena señal, pues por instinto, sintió que ahora estaba furiosa. Y su enojo era tan fuerte, que la única forma en ese momento que tenía para drenarlo, era apretar sus propias manos con una fuerza inexplicable, lastimándose al hacerlo.
Con cuidado y paciencia, Dahyun tomó sus manos y las abrió para acariciar sus palmas, calmando el dolor que ella misma había provocado, ahora sentadas frente a frente en la cama.
—No tiene caso recordar todo lo que pasó… —Le dijo en voz baja, aún con las manos sobre las suyas—, y lastimarte tampoco es la solución. Nayeon no vale todo eso.
Momo levantó la mirada y la miró mientras la escuchaba atentamente.
—No puedes dejar que esto le quite la paz a tu mente. —dijo con cariño—. Y no es tu culpa —Intentó dejarle claro, moviéndose para tomar su teléfono y luego mostrarle aquella foto—. Fue de ella.
Esta vez, al ver la pantalla, Momo suspiró con resignación y asintió ante lo dicho, estando de acuerdo. Con su mano libre, Dahyun acomodó con dulzura el cabello desordenado de Momo, quién ya había dejado de llorar por sus palabras, tratando de memorizar cada una de ellas, pues aquello era lo único que la estaba calmando de cierta manera.
—No tienes por qué hacerte daño mirando esto —Afirmó la menor—. No vale la pena —susurró para seguidamente borrar la foto de forma definitiva del teléfono de Momo, para así asegurarse de que lastimosamente, se quedará solo cómo un recuerdo en su mente, con esperanzas de que con el tiempo pudiera olvidarlo de a poco y no revivirlo a cada momento—. Yo lo guardé.
Momo asintió, sintiéndose un poco aliviada, pues aunque solo era una foto, ella no habría podido borrarla con la misma seguridad que Dahyun, por lo que se sintió agradecida. A los pocos segundos, la coreana dejó el teléfono y volvió a escuchar su tranquilizadora voz, hablarle.
—Créeme cuando te digo que perdió de su lado a alguien que la amó con demasiada sinceridad, y lo desperdició de una forma terrible, porque probablemente nadie vuelva a amarla como tú lo has hecho. —Entrelazó sus meñiques—. Ella no sabe amar —Continuó—, y lamentablemente lo has descubierto así.
Momo volvió a asentir ante lo dicho, y agachó la mirada. Dahyun tenía razón, realmente nunca se sintió amada por Nayeon. Y se preguntó, si alguna vez, alguien la amaría de la misma forma que ella sabía hacerlo, luego miró a su amiga brevemente, y por impulso se acercó para besarla, cerrando sus ojos al instante, sintiendo la necesidad de sentirse amada y querida.
Valorada.
Dahyun quedó sorprendida, pues había pasado muy rápido para que reaccionara de inmediato, sin embargo, no se separó, ya que sabía que Momo estaba demasiado vulnerable, y que si lo hacía, probablemente pudiera pensar que no quería sus besos, y eso la haría sentirse mucho peor de lo que ya se sentía.
No la rechazó. No se alejó. Simplemente la dejó, cerró los ojos e incluso, correspondió.
El beso no era deseoso cómo el de Sana y Nayeon, para nada. Era lento, cariñoso y suave, cómo el roce de una manta de seda justo en los labios. Momo apretó el agarre de sus meñiques, y Dahyun saboreó el dolor de su amiga, pues el sabor de sus lágrimas estaba presente.
La coreana supuso, que el que Momo la besara, también contaba cómo una forma de que descargara todas esas emociones que estaban contenidas en su pecho, y lo permitió porque no se sentía capaz de negarle nada. Simplemente no podía. Momo le causaba tanta ternura que incluso sentía la necesidad de cuidar de ella. No se sentía usada, de hecho, hasta cierto punto, estaba disfrutando del momento, pues nunca nadie la había besado con tal delicadeza.
Sana era brusca, incluso, casi siempre era muy pasional, y nunca se habían tomado el tiempo de besarse tranquilamente, sintiendo el amor de la otra, y Dahyun pensó que el que se besara así con Momo, no significaba que la amara, sino, que quizá las dos necesitaban que alguien les demostrara que se interesaban por ellas en ese momento.
Cuando la japonesa se separó —pues dejó que ella decidiera cuándo parar—, ninguna dijo nada. Simplemente juntaron sus frentes, y después de un rato, ambas cayeron completamente dormidas, y abrazadas, disfrutando la compañía de la otra, porque ninguna de sus parejas, podría valorar de la misma forma un beso cómo ese, o incluso, besarse y dormir juntas sin tener que llegar a más.
Tal vez, lo que necesitaban ambas, era alguien cómo la otra.
A la mañana siguiente, cuando la coreana despertó, sintió los brazos de Momo estar envueltos fuertemente a su cintura, y su respiración tranquila en su cuello. Sin poder evitarlo, acarició sus manos y se acurrucó un poco más cerca de ella.
Se preguntó en ese momento qué significaba lo que había pasado anoche. Estaba consciente de que quizá, lo que había hecho Momo, no era la mejor forma de enfrentar lo sucedido, luego analizó sus acciones, y se cuestionó si había estado bien que hubiera correspondido, para concluir que sí, porque de haberse alejado, probablemente hubiera hecho que su compañera de cama en este momento, hubiera sentido rechazo, y no solo de ella, sino también el de Nayeon y eso hubiera agravado el dolor que sentía.
Aceptó que aquel beso, no le había desagradado en lo absoluto, y sin querer, sonrió al recordarlo. No se arrepentía para nada, y esperaba que Momo tampoco.
«Es muy linda en todo aspecto, es sensible, cariñosa, y muy atractiva…», pensó, «Eso no lo puedo negar, pero sé que no lo ha hecho porque sienta algo por mí, sino, cómo un escape». Al analizarlo, Dahyun se sintió aliviada de que Momo sintiera la confianza de hacerlo con ella, porque para nada le agradaría que saliera al campus y besara a la primera persona que encontrara por despecho.
Quizá había sido cuestión de una sola vez. Quizá no volvería a pasar, pero… ¿Y si sí pasaba de nuevo?
Probablemente no se negaría.
Si eran besos de amigas, no le importaba, porque aquel había sido el mejor beso de su vida. Él más real y amoroso que nunca había sentido.
Holii, jsjsjjs, ¿Cómo han estado desde la última actualización?
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El siguente capitulo es normal, así que nos veremos hasta el viernes, la verdad se vienen capítulos, divertidos y momentos intensos. Muy intensos. Sé que les gustará.
Aprovecho para saludar a dahmothinker, que siempre me comenta y me hace reír mucho. Tqm.
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–B. A. F.
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