Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

70. ❝¡Sorpresa!❞🌙

Mañana es el día.

A decir verdad, el tiempo ha pasado demasiado rápido. Sin embargo, estoy segura que ambos hemos podido disfrutarlo como si de años se tratara.

¿Que de qué estoy hablando? Ya se cumplirá un mes. Un mes junto a David. Un mes de «Dumbicienta», o como lo llama Luke: «Lelavid».

Ha asignado ese nombre a la relación hace un par de días, justamente en su cumpleaños, porque dijo que no tenía nada que hacer en clase (ignorando el asunto de la tarea) y pensó en nosotros porque el profesor ha explicado algo de la electronegatividad, y como en la palabra está «negatividad» fue difícil no acordarse de alguien como yo.

Lo cierto es que estuvo pasando los días con nosotros dos más de lo normal, ya que se ha peleado con Victoria y prefirió estar conmigo y David en vez de aburrirse solo. Christopher y Chloe han estado en su mundo, así que con ellos no ha elegido conversar mucho (exceptuando los momentos del desayuno, el almuerzo y la cena).

Durante la última semana algunas personas nos estuvieron mirando raro porque íbamos los tres de aquí para allá... Aun así, todos notaron que Luke era el colado. No me molesta ni me llegó a molestar que esté con nosotros, aunque debo admitir que es un tanto extraño e incómodo. No podemos hablar de lo que con mi novio queramos porque no estamos solos, y mucho menos podemos estar besándonos al frente de él sabiendo que no está pasando por un buen momento de su relación.

Se supone que Victoria se ha enterado de algo que sucede fuera del internado y se ha enojado con sus padres, pero se la terminó agarrando con Luke. En pocas palabras, dos días antes del cumpleaños de su novio le ha dicho: «Déjame en paz o yo te dejaré a ti».

Sinceramente, a mí me han llegado ganas de darle un par de bofetadas para que lo idiota malhumorada se le quite, pero cuando me acercaba a ella se alejaba y así; siempre. No tengo idea qué mierda tiene, pero ninguno de los cinco (Chris, Chloe, David, Crawley y yo) la soportamos. Se comporta mal con todos y para colmo vive ignorándonos cuando no le hemos hecho absolutamente nada.

Hoy se cumple una semana de su repentino comportamiento, y dudo que permanezca un par de días más sin su novio. Y sin sus amigos, además. Aunque... tal vez no suene bonito, pero no me afecta en lo más mínimo si ella se aparta de nosotros completamente. Con Victoria mi amistad no ha sido la peor; sin embargo..., tampoco ha sido la mejor. Siempre me he llevado mejor con Chloe, al igual que me llevo mejor con Luke que con Christopher. La verdad es que no me apasiona la idea de que fuese al revés, porque el hijo perdido de Picasso es el mejor amigo de mi novio y sería raro que también fuese el mío, ¿verdad?

Aun así, no quiero que me malinterpretes. Que mi relación sea mejor con uno que con otro no quiere decir que no les tenga cariño. Obviamente les quiero, son mis amigos; pero si ellos deciden dejar de serlo no me opondría. Bueno, en realidad sólo sucede eso con Vic, porque con Chris no es buena idea que arruinemos nuestra amistad. Primero, porque como ya dije, es el mejor amigo de David; y segundo, porque yo fui la que ayudó a emparejarlo con Chloe (hice que se «conocieran», eso debe contar) y si me aparto de él tal vez ella elija separarse de mí también, y no sé qué haría sin sus estupideces por más de que sea odiosa en ocasiones.

—Estás envejeciendo, pitufa —me dice Crawley, dejando su brazo alrededor de mis hombros mientras caminamos hacia la cafetería—. El martes cumplirás diecisiete, ya tendrás pelo cano.

Yo le contesto:

—Tú los has cumplido hace un par de días; no me consideres sólo a mí como la anciana.

Esto ya lo he vivido, aunque no exactamente con Luke y no en este contexto; pero que estoy vieja ya lo he oído y por una niña de cinco años.

—Es que solamente lo eres tú.

—Pero Chris, David y tú ya tienen esa edad, y sin embargo...

—Cállate —me pide, interrumpiéndome—. Si digo que eres vieja, eres vieja y punto. Sin contradicciones, pitufa.

Ruedo los ojos a la vez que atravesamos el umbral de la puerta y buscamos a los demás con la mirada. Nos acercamos a ellos y yo tomo asiento al lado de David y de Ashley, mientras que Luke entre ésta última y Chris.

Y sí, lo he dicho bien; Ashley. Después de que con David hayamos vuelto el domingo 11 del mes pasado, ella siguió compartiendo las comidas con todos nosotros (al igual que el mismo día en que nos fuimos). Podría decirse que ocupa el lugar de Victoria..., aunque aún no confiamos mucho en sus palabras. El tiempo que no está junto con los cinco se encierra en la habitación o permanece con su novio Peter.

A comparación de Vic, está portándose excelente para con nosotros. Alguna que otra vez se le habrá escapado algún insulto o cosas por el estilo, pero no nos ha tratado mal. Hasta por las noches me pregunta si quiero que se vaya para yo dormir junto a mi novio, y un par de veces he aceptado. Sólo algunas. La razón es que, si quiero llevarme mejor con ella, ambas tendremos que estar también más tiempo juntas. Hace días me gusta la idea de que podamos ser amigas; no parece ser tan malvada después de todo... Eso de saber que ella no ha hecho todo contra mí lo demuestra un poco.

—¿Dónde estaban? —nos pregunta Chloe, alternando la mirada entre uno y otro.

—No te importa —contesto yo alcanzando la bandeja que está en el centro de la mesa, que debe ser la que David ha ido a recoger por mí antes de que llegase.

—Sí me importa, por eso te pregunto. —Rueda los ojos—. Tú también quieres saber, ¿cierto, Dumbo?

Él se encoje de hombros.

—No, en realidad.

Parece que no lo comprende, porque pregunta:

—¿Y por qué? Es tu novia, debe importarte qué hace. ¿No?

—Sí, pero no quiero saber qué ha hecho exactamente; Natt no quiere decirlo. Yo confío en ella.

«Touché, Chloe.»

Es bueno que no insista hasta saber..., es bueno que no sea como yo en ese sentido (en ningún sentido es como yo, si nos ponemos a pensar).

Cuando él solía desaparecer en los días anteriores a que nos hiciésemos novios, siempre le preguntaba dónde se había metido, con quién estaba y demás. Me gusta que confíe porque no pienso decirle que he estado en la sala de música junto con Luke.

Seguramente te debes estar preguntando por qué ambos estábamos allí y la respuesta es simple: me da clases de guitarra.

Sin embargo... Crawley no es el mejor de los profesores. Cuando hacía algo mal varias veces se desesperaba y por poco no me daba en la cabeza con el instrumento. Aun así, no me arrepiento de haberle pedido que me enseñara. Estuve pensándolo bastante antes de pedirle que me ayudase, porque yo misma me he dicho: «Si David ha aprendido a tocar el piano por mí, ¿por qué yo no podré aprender guitarra por él?». Me parece linda la idea que sepamos tocar el mismo instrumento... tal vez en algún momento nos sirva para algo interesante (si dejamos de lado el hecho de que tengo en mente poder cantarle alguna canción o algo por el estilo como David hace conmigo todo, pero todo, el tiempo).

—Nunca dije que no confiaras en Cenicienta —le contesta Chloe—. Pero, ¿no te da curiosidad saberlo? Porque a mí sí.

—Sí —contesta—, pero no podré saber la respuesta si ella no lo dice, y sabes que no lo hará.

Lógicamente no lo haré. Bueno... no aún. Tal vez mañana. No creo que actúe como regalo o algo similar, pero puede que él si lo considere como un asunto importante porque es una de las primeras veces desde que nos conocemos que hago algo «significativo» por él.

Si hace unas semanas he sido más cariñosa que de costumbre y le ha parecido raro, se morirá de un infarto cuando aparezca al frente suyo con una guitarra y le diga: «Tengo algo para ti, cariño.»

Se siente extraño imaginarme romántica, así que imagínate tú lo extraño que es serlo. Desde lo que ocurrió en mi casa, la misma noche del cumpleaños de Dylan, es desde cuando aquella sensación no se va. Podría decirse que hasta en los momentos que menos lo esperaba he sido de ese modo y tanto él como yo nos sorprendíamos. Ahora David intenta disimularlo un poco, pero cada vez es más anormal mi manera de contestarle en ocasiones.

—Si Hofmann  no dice nada, es su problema. Hablen de otra cosa en vez de ser cotillas. Especialmente tú, Chloe.

Sonrío ante las palabras de Luke. Ella suspira poniendo los ojos en blanco y luego asiente con la cabeza, aceptándolo.

Comienzo con mi cena mientras continúan conversando, y cuando yo termino de comer ellos apenas van por la mitad de su plato. Los espero en silencio, bostezando cada tanto, y no mucho tiempo después Luke limpia su boca con la servilleta para soltar:

—Terminaré con ella.

Los cinco nos quedamos observándolo unos instantes, y yo particularmente si no hablo es para no decirle que no pudo haber tomado una mejor decisión. Como sé que no queda bien mencionarlo, permanezco con la boca cerrada guardándome eso para mí.

David extiende el brazo hacia la bebida que está sobre su bandeja, y de manera casi instantánea mis ojos se posan en el brazalete que lleva puesto.

Hace dos semanas me ha dicho que por las noches no quiere dormir con el collar (el mío es el de la luna, el de él el sol) por si llega a ahorcarse o algo, así que yo le he dado la idea de quitar el dije para ponerlo en una pulsera.

—¿Has estado hablando con ella? —le pregunta Christopher.

—No —contesta—. No quiere ni que me le acerque.

—Entonces... —empieza a decir Chloe—. ¿Cómo terminarás con Victoria si no quiere verte? No creo que seas tan idiota y lo hagas por teléfono.

—No me importa lo que quiera —espeta—, yo no voy a seguir con ella si me trata para la mierda.

De todas las idioteces que dice, creo que ésta es la menos estúpida.

☀ ☀ ☀

En el momento que la alarma suena, es bastante difícil no sonreír. Si no me equivoco, ésta es una de las primeras veces que lo hago al despertar sin nadie a mi lado en el colchón, pero no precisamente amanezco con una sonrisa en el rostro porque son las siete de la mañana.

Hace un tiempo no entendía qué tenía de especial cumplir un mes de noviazgo, y mucho menos comprendía por qué era tan emocionante. Sin embargo, ahora, creo tener una idea de cuál es la respuesta. De todos modos... creo que, si dijese que estoy «emocionada», sería quedarme corta.

Puede que pienses que estoy exagerando un poco, que son solamente treinta y un días, pero nos costó mucho llegar hasta aquí y por esa razón siento que es un gran logro, tanto para mí como para David.

—Natalie... ¿es que estás bailando?

La voz de Ashley me hace abrir los ojos de repente. Me la encuentro observándome, también sonriendo, aunque recostada sobre su hombro a diferencia mía porque yo estoy sentada sobre la cama y hasta hace apenas unos momentos me encontraba balanceándome de un lado hacia otro.

—Eh... —comienzo, y me encojo de hombros—. ¿Sí?

Ella se ríe, y de manera lenta empieza a levantarse. Una vez que está de pie, toma la almohada que está en su cama y se acerca a mí sin dejar de sonreír.

—Estás contenta, ¿verdad?

—Demasiado contenta.

Bajo todo pronóstico su sonrisa se ensancha, y antes que yo pudiese decir algo al respecto, me golpea con el almohadón en la cara.

—Felicidades, perra —dice entonces.

—Qué tierna —contesto, sarcásticamente—. Gracias.

Froto mis ojos.

—Yo creía que ya estarías con el uniforme —comenta—. Y bueno, que también estarías contando los segundos para ir a la cafetería.

Una vez que calla, no le permito decir algo más porque me levanto de un salto. Se ríe, claro. Voy hacia mi armario a grandes zancadas, y de allí tomo la primera camisa que veo colgada junto con una falda de los estantes y ropa interior. Entro al baño y salgo de él en menos de quince minutos más tarde con la misma sonrisa que antes de ingresar.

—Algo me dice que en unas horas tendrás las mejillas entumecidas.

—Sí —acepto, encogiéndome de hombros una vez más, aunque sin tomarle demasiada importancia—. Yo pienso lo mismo.

Durante los siguientes momentos, ansiosa, espero a que ella termine de arreglarse para ir juntas hacia el comedor, y tengo que gritarle un «¡Apúrate!» cada dos minutos porque demora demasiado. Cuando se hacen las 7:42 a.m. es el momento en el que toma su bolso, y sin perder más tiempo a paso acelerado yo voy hacia el elevador con Ashley detrás.

—No entiendo cómo puedes estar tan feliz a esta hora —dice, mientras pulso el botón para que el ascensor nos dirija a la planta baja. No le respondo, y segundos más tarde nos detenemos al haber llegado. Al instante que las puertas metálicas se abren, salgo del cubículo agarrándola del brazo para arrastrarla hacia el comedor. Llego y cabeceo en búsqueda de mi novio. Lo encuentro haciendo la fila para obtener el desayuno, y entonces suelto a Ashley, corro por el lugar casi vacío y cuando estoy a su altura dejo caer mi morral al suelo. Salto colgándome con mis brazos de su cuello, y me sostengo con las piernas alrededor de su cintura; tomándolo completamente desprevenido, haciendo que por poco no perdiese el equilibrio. Me ayuda a mantenerme en esa posición tras retroceder unos cuantos pasos por la sorpresa, y antes de que se acercara más a mi rostro, le digo:

—Hola, cielito.

David me sonríe, de aquella manera que tanto me ha hecho desear ser alguien mejor, y contesta.

—Hola, mi amor.

Es inevitable no devolverle la sonrisa.

—Feliz... —No obstante, no pudiéndolo evitar, frunzo el ceño. Dirijo mis manos a ambos lados de su rostro—. ¿Cómo se supone que se dice?

—Pues, Chloe me ha dicho que lo llamemos «Dumbiciversario».

—Dumbiciversario... —repito, pensándolo—. Bueno, no me gusta.

—Lo cierto es que estamos iguales, porque es como un trabalenguas, pero estamos hablando de Chloe Bewster y ya la conoces.

Mi mirada se desvía a sus lunares por unos segundos, y dejo aquella expresión de lado para sonreírle una vez más.

—Lo que sea —murmuro—. Hagámoslo más simple, ¿sabes? Feliz primer mes, Dav.

No le permito contestar. No porque no quisiese oír su respuesta, sino porque es inevitable querer eliminar la corta distancia que hay entre uno y otro de una vez por todas. Al comienzo, es apenas un roce. Después David es el que se encarga de sujetarme con más fuerza contra él, de modo que soy la que termina inclinándome más para atrapar sus labios con los míos de otra manera. Los mueve lenta y suavemente, mientras siento al igual que todas aquellas veces cómo mi corazón golpea contra mi pecho una vez tras otra, recordándome que si se acelera constantemente es gracias a él. Siempre será gracias a él. Porque él es David. Y David es el amor. Es mi amor.

Mis dedos se deslizan por la piel de su rostro hasta que llegan al cuello de su camisa, y dejo una de mis manos en su hombro mientras que la otra en su nuca. Inclina la cabeza hacia la derecha al igual que yo, y durante los siguientes momentos lo único que soy capaz de escuchar son nuestras respiraciones y los acelerados latidos de mi corazón.

Me aparto poco tiempo después. Reposa su frente contra la mía, permitiéndome sentir cómo toma grandes bocanadas de aire, y me vuelvo unos centímetros hacia atrás para poder observar esos ojos maravillosos. Me doy cuenta, entonces, que posiblemente me he enamorado en realidad de su mirada; de la forma que suele observarme con aquellos ojos cafés..., que me he enamorado de lo que permite que David sea David.

Su mirada no abandona la mía por unos cuantos minutos; ciegos a lo que ocurre a nuestro alrededor. Y eso me encanta: tener ojos sólo para una persona, cuando era lo que menos estaba esperando.

—Te amo, mi amor... —me susurra, enseñándome a la vez su encantadora sonrisa. Y me digo que ha sido inevitable enamorarme de ella también, con el correr de todos estos meses, por estar contemplándola día tras días; hasta en los más difíciles de todos.

Beso su mejilla, susurrándole luego en respuesta un te amo más, y me deja de pie en el suelo. Arreglando mi ropa giro en la dirección que se encuentra la chica de atrás de nosotros en la fila, y aparta la mirada haciendo de cuenta que no está enterada de lo que acaba de suceder.

Me encojo de hombros, quitándole importancia.

La hilera junto con el muchacho que está delante avanza, y yo entrelazo mis dedos con los de David para seguir esperando que sea nuestro turno de recibir la comida. Miro nuestras manos, balanceándolas a la vez, después de adelantarnos un par de pasos, y permanezco unos largos segundos observándolas. Mi entrecejo se frunce sin desearlo siquiera, al notar algo extraño..., como si algo estuviese ausente.

No logro distinguir qué.

Durante los siguientes cinco minutos seguimos con la espera, y al ya tener cada uno su desayuno, vamos hasta la mesa donde se encuentran los demás. Tres de ellos están riendo, mientras que Chloe los observa confundida.

—¡Oigan, yo también quiero reír! —les dice, después de darle un golpe a la mesa para llamar la atención de todos—. ¿Cuál era el chiste?

Christopher le contesta que luego se lo explicará, y yo tomo asiento al lado suyo mientras que David a mi derecha.

Tomo mi café para darle un par de sorbos con una tonta sonrisa, y murmuro más para mí que para ellos que el amor es una buena taza de café a las ocho de la mañana. O a las cuatro de la tarde. O a las diez de la noche.

Al parecer mi novio lo ha escuchado a la perfección, porque por debajo de la mesa le da un pequeño apretón a mi mano. Sólo espero que, si creyó comprenderlo, no lo haya pensado tan literal.

Cada uno acaba su desayuno, mientras que Luke y Christopher no dejaban de reír, aunque los demás procuramos ignorarlos. Yo me pongo de pie para buscar mi morral porque lo he arrojado al ver a David, y doy vueltas como un perro persiguiendo su cola.

—¿Qué materia tienes ahora? —me pregunta él, mirándome.

—Química.

Por más que busque, no logro encontrarlo.

—¿Y qué se supone que estás haciendo, Natt? —inquiere entonces, y me lo imagino enarcando una ceja—. Vas a marearte.

Cuando estoy por abrir la boca para responder, Ashley habla por mí.

—Lo agarré yo, idiota. Toma.

Dejo de moverme sosteniéndome de lo primero que mis manos encuentran, y tambaleando camino hacia ella. Al tenerlo a mi disposición lo cuelgo en mi hombro izquierdo, y cuando ya todo deja de darme vueltas David me acompaña al salón en silencio. Nos despedimos con un beso, y se marcha.

Una vez dentro del aula voy a uno de los pupitres del fondo, sin haberme dado cuenta antes que, al sentarme, logro tener al frente a Evan White, el que según Dumbo quería besarme cuando sólo me ha pedido los apuntes.

—Hola —dice, luego de voltear hacia mí.

—Hola.

«No quiero que alguien te deje con tres dientes menos, así que procura hacer de cuenta que no existo.»

—¿Podrías prestarme un lápiz?

—No, tengo novio.

☀ ☀ ☀

Hace poco menos de un mes con David Janner hemos tenido el momento más vergonzoso de nuestras vidas. Bueno, en realidad sólo yo lo considero de esa manera. A él, ahora, mucho no le interesa.

Resulta que al día siguiente de que él se quedara en mi casa a dormir, la que nos ha despertado fue mi abuela. Sinceramente, en ese momento ambos no sabíamos qué hacer ni qué decir porque ella ya había visto a dos adolescentes durmiendo en la misma cama; uno en ropa interior y la otra encima de él como si fuese un colchón en lugar de su novio.

Está de más decir que sospechaba, y vernos a ambos ruborizados no ayudó mucho a la situación, aunque la verdad es que no habíamos hecho nada. Por más que lo negáramos, ella no nos creía y, además, un condón apareció cerca de mi escritorio; lo que la hizo pensar que lo teníamos planeado.

Yo no sabía de dónde salió ese preservativo, hasta recién. Hace instantes con David estuvimos recordándolo y me dijo que él lo tenía en su pantalón y que debió haberse caído; que eso era lo que le había quitado a su hermanito de las manos antes de salir de su casa.

—¿Tuve que soportarla escuchando cómo nos hablaba de las enfermedades de transmisión sexual y todo eso por tu culpa? —pregunto, mirando la copa de los árboles, recostada en el césped, con David a mi lado.

—No era mi culpa —se defiende—. Era de Dylan, él lo ha encontrado. Si no hubiera revisado mi cajón, no habría pasado.

—A ver, ¿y por qué tenías un maldito condón en tu cajón?

—Y, pues, ¿para qué va a ser?

«Bueno... dudo mucho que sea para jugar a la rayuela...»

—Apuesto que te lo ha dado tu madre —digo.

—Sí —contesta.

—Entonces... —comienzo, pensando en lo que diré después—. La responsable de la charla es Lorian, no el mujeriego principiante.

—Podría decirse que sí.

Giro hacia la derecha, encontrándome con él, e imita mi acto para quedar frente a frente. Olvidándonos de lo ocurrido hace tan sólo unos cinco minutos, dirige su mano a mi mejilla izquierda. Con el dedo pulgar comienza a acariciar y hacer círculos deformes invisibles sobre mi piel, hasta que acaba en la comisura de mis labios.

—No puedo creer que hayamos llegado hasta aquí... —murmura, saltando a un tema completamente diferente, con su mirada fija en la mía. Yo sonrío, creyendo que le faltó agregar: «Antes eras tan pendeja...»

—No eres el único... —contesto—. ¿Recuerdas que después a que me besaras por primera vez en el gimnasio, por las notas, yo había dejado de hablarte como por dos meses? No entiendo cómo he hecho para estar tanto tiempo sin ti... No entiendo cómo he hecho para estar sin ti toda mi vida...

Soy consciente de lo que he dicho momentos después, aunque no me retracto. Él me dedica una nueva sonrisa.

—Sí que lo recuerdo. Estaba como loco... y para colmo estabas mucho con Luke, y lo que menos hacía era gustarme.

Ruedo los ojos, aunque no dejando de sonreír.

—Creo que eres celoso desde nacimiento. Más te vale que no te pongas insoportable cuando te diga que Crawley está dándome clases de guitarra.

Deseo que me caiga una rama encima cuando me escucho a mí misma. No obstante, a él no parece molestarle. En absoluto.

—Con que eso era... ¿no? Tanto misterio para enterarme que mi novia está empezando a tocar la guitarra... No me lo esperaba.

Suspiro, sintiéndome una estúpida porque lo he dicho antes de tiempo.

—Sí, era eso...

—Uhm... Bueno... —empieza, en voz baja—. Te diría que te quiero más ahora, pero dudo mucho que pueda amarte más de lo que ya lo hago.

—A mí me sucede contigo todos los días.

Una vez después de decirlo pienso qué he hecho, y pongo los ojos en blanco. Hay veces que mi yo romántico es tan empalagoso que me hace suponer que soy diabética.

—Presiento que me quieres quitar el lugar —dice, haciéndome fruncir el ceño—. Yo soy el cursi aquí.

—Sí, lo sé... pero me has contagiado tú... —contesto, luego de que aclarase—. De todos modos, admite que te gusta.

—Amor, nunca dije que no me gustara.

—Entonces aprovecha mientras dure.

No quiero imaginar lo que será ser así la mayoría del tiempo. Es desesperante, sabes. Muy desesperante.

—Sí, lo haré. —Sonríe, y lleva su mano desde mi rostro a mi cintura, acercándome más a él—. Es increíble que de ser agresiva cambiases a ser una novia cariñosa las veinticuatro horas el día.

—La gente constantemente está cambiando, David.

—Pero tu caso es distinto... —replica—. De éste podemos sentirnos orgullosos los dos... No en muchos cambios lo que se siente es orgullo o satisfacción. De todas formas, una vez me dijiste que no has cambiado. Sino que has mejorado. Y lo cierto es que tienes razón.

—Sea lo que sea que haya ocurrido conmigo, me gusta haber modificado querer golpearte al querer besarte.

—La verdad es que a mí me gusta todo... Lo que has sido antes, lo que eres ahora... Todo. Absolutamente todo. Porque eres Natalie Hofmann y nadie más... Me gusta toda nuestra historia por más que aún no termine. Es curioso, ¿no? Ya que, luego de tantos tropezones; como por ejemplo nuestras pequeñas peleas, aquel incendio, la expulsión, el accidente... después de todo eso estamos juntos. Y, tal vez, si alguna de aquellas cosas no hubiese ocurrido..., hoy no seríamos lo que somos. Cambiar esto es lo último que quiero.

—Tienes razón... —susurro, al borde del llanto, memorizando todo lo transitado por nosotros—. Ha sido difícil.

—Y es posible que lo siga siendo, ¿no crees? Yo pienso que nuestra historia aún no ha terminado como para sacarnos la mochila de la espalda y seguir sin complicaciones o sin trabas.

—Sí, pero ya hemos tenido demasiadas dificultades y no deseo más.

—Amor... —Suelta un suspiro, retomando sus caricias—. ¿Y piensas que yo sí? Por más que no queramos..., de eso se trata la vida. Aun así, estoy seguro que nosotros dos juntos podremos contra ella.

—De todos modos... —musito, con voz entrecortada—, no pensemos en ello, David... No pensemos en ello... Sólo vivamos el ahora, y que las barreras aparezcan cuando deban aparecer.

Esboza una última sonrisa.

—Estoy contigo.

Borra los centímetros que nos mantienen alejados en cuestión de segundos, y aunque sea sólo una presión de sus labios contra los míos, las sensaciones que David es el único que me ha hecho experimentar desde un comienzo no demoran en hacer su aparición.

—Te amo —murmura, aún cerca de mi rostro—. No lo olvides, ¿me oyes? No lo olvides...

—No lo olvidaré... —susurro de vuelta, intentando capturar los labios de David una vez más, pero él me lo impide haciéndome fulminarlo con la mirada y maldecir en voz baja.

—Ya lo tengo —dice entonces—. Ya tengo tu regalo..., por... bueno, por todo, supongo. Déjame traértelo antes de seguir.

Alzo una ceja.

—¿Regalo?

—Sí..., regalo —contesta—. La sorpresa que mencioné una vez. Está... está en mi habitación. ¿Me esperas?

En vez de responder, me siento sobre el césped de manera brusca, y de la misma forma asiento con la cabeza.

—Bien... —Se incorpora hasta quedar de pie, y noto su sonrisa a pesar de que ya esté oscureciendo—. Quédate aquí, no te muevas.

Asiento una vez más, y veo cómo camina alejándose de mí. Mientras tanto siento la curiosidad carcomiéndome por dentro, igual que también un poco de desilusión al no haberme permitido continuar como esperaba.

☀ ☀ ☀

Deseo ser feliz.

Deseo encontrar a alguien con quien ser feliz.

Por unos momentos recuerdo el dibujo que me ha hecho Dylan. Recuerdo, también, que lo he pegado en la pared de mi habitación, allí en mi casa. Recuerdo lo que ha sido despertar el once de mayo con David a mi lado y ver aquel trozo de papel que ha sido tan importante para mí las últimas semanas, y pienso en lo maravilloso que lo he considerado teniendo en cuenta que lo hizo un niño a sus cinco años.

Las líneas trazadas sobre la hoja se recomponen en mi cabeza, cegándome de aquello que no quiero ver, y forman un ángel de la guarda. Ese ángel de la guarda. Pienso sobre todo en las alas, con los detalles azules que Dyl les ha hecho, y también en quién sostiene mi mano allí. Intento sonreír, aunque se me llenan los ojos de lágrimas. Aquella imagen es increíble.

Pienso ahora en el color azul. Pienso en mi color favorito... y su voz me susurra todo aquello que significa: confianza, lo infinito y la fidelidad. Especialmente soy capaz de pensar en la fidelidad...

En mi cabeza aparecen fotografías al azar de momentos bonitos (y no tanto) vividos junto a él. Me digo que Dylan Janner ha podido representar a la perfección algo que tal vez no se lo ha propuesto en absoluto. También me digo a mí misma que, asimismo, el azul es el color de la tristeza.

Y entonces me echo a correr. 

☀ ☀ ☀

La puerta de mi habitación se abre, y por sobre mis gritos escucho algo caer al suelo. A continuación, suelas de zapatos chocan contra él, y lo percibo cada vez más cerca de donde me encuentro. Grito de nuevo contra la almohada.

—¿Natalie...?

Tras oír su voz, noto cuando Ashley avanza los últimos centímetros hasta mi cama a pesar de no verla. Toca mi hombro derecho suavemente, y yo me niego a responder. No porque no quisiese, sino que no se me permite.

Sin poder evitarlo, mis sollozos continúan, tal como antes de que ella llegase, haciendo que mi cuerpo temblara y Ashley lo distinguiese.

—¿Qué ocurrió? ¿Por qué lloras?

Levanto la cabeza unos centímetros del cojín, y giro hacia mi izquierda encontrándomela de cuclillas al frente de mi cama, un tanto confundida.

Sólo un susurro es lo que escucha de mi parte:

—Él...

Examina mi rostro, y aún con signos de confusión, vuelve a interrogar:

—¿Qué ocurrió?

Trago saliva, y mis labios empiezan a temblar antes de que pudiese articular palabra. No mucho tiempo después, niego con la cabeza cerrando los ojos con fuerza, dejando caer unas cuantas lágrimas más.

—¿Ya me dirás qué mierda tienes? —espeta—. Quiero ayudarte.

—Él... —repito—. Él está... él estaba...

No pudiendo continuar, vuelvo a dejar mi cara contra el almohadón. Durante los siguientes diez minutos, éste amortigua mis gritos agudos, mis palabras murmuradas casi inentendibles y, como debes imaginarte, los mismos sollozos que se asemejan más a hipidos ahogados de hace unos instantes. He estado así ya más de una hora y la garganta me arde mientras que la presión que siento en el pecho aumenta como para asfixiarme. Aun no comprendo cómo es que ha pasado, pues todo fue tan rápido que ni siquiera sé si ha sido totalmente real o lo he imaginado torturándome inconscientemente...

—¿Quién es «él», Natalie...?

—Lo he visto... —digo—. Lo vi. Lo vi, Ashley. Lo he visto.

—¿A quién?

—A él...

—¡¿QUIÉN SE SUPONE QUÉ ES ÉL?!

Lentamente, con ayuda de mis brazos, me incorporo hasta quedar de rodillas sobre el colchón y mientras las lágrimas continúan amenazando con deslizarse por mis mejillas, le respondo:

—A David...

Suspira, como quitándose una carga de los hombros.

—Ah... Raramente ya me estaba preocupando. Obviamente vas a verlo, Natt... Él es tu novio.

No necesito algo más que escuchar la palabra «novio» para sentir cómo por dentro me rompo en más pedacitos.

—Él... D-David... —susurro, con labios temblorosos—. Se ha... se ha...

—¿Se ha qué? —gruñe.

Un jadeo se me escapa.

—Se ha besado..., besado con ella. Ha besado a Katherine... al frente mío... y... antes me dijo..., me dijo que tenía ya mi sorpresa e iba a buscarla, pero... demoraba mucho y entonces..., entonces...

Antes a que pudiese pensarlo dos o más veces, ya estoy abalanzándose sobre Ashley para conseguir un abrazo. Qué irónico que sea ella. De todos modos, no importa eso. No importa... no cuando es muy difícil poder continuar... Haber visto la escena me ha destruido más de lo que pensaba. Porque claro, no me lo esperaba. No pensé que tuviese que haberlo esperado alguna vez, tratándose de él.

Al parecer el «obsequio» era quitarme algo que estuve años procurando recomponer. Algo que él estuvo ayudando en arreglar... David sabía que, si lo lograba, eso sería lo único valioso que obtendría de mí; y quiso convertirme en la porquería que era antes de conocerle.

Nunca le encontré lógica a los pensamientos de esos imbéciles, pero lo que menos comprendo es por qué David. Es lo que no me entra en la cabeza... Él era especial..., él era diferente. Bueno, pero como dije, era. «Era» porque sólo actuaba hasta hace un rato, logrando con todo ello meterme en problemas. Serios problemas. Más problemas de los que ya he tenido que empeñarme en resolver durante todo este tiempo.

Mientras que Ashley (a la que solía llamar maldito mapache en su momento) y yo (la que no podía captar indirectas), hemos hecho caos en la cocina más de ocho meses atrás, Jordan y David se han encargado de hacer un caos con mis sentimientos; con mi corazón. El primero siendo mi pesadilla I, y el último mi pesadilla II. Uno haciéndome creer que la catástrofe que ha provocado era cierta, y el otro causándola en la realidad. Cada uno con sus diferencias, pero haciéndome sentir de todos modos como si se tratara de un auténtico deja vu.

Tras su primer «Soy David Janner, tu fan número uno», se ha escondido todo este tiempo un «Soy a quien llamarás "Davidcienta", y cuando menos lo esperes destruiré tu frío corazón; haciéndote atravesar los días difíciles que no has logrado siquiera imaginar».

Sé que era más que lógico que en algún momento este dolor regresaría, pero hubiese puesto las manos al fuego jurando y repitiendo que la última persona que causaría tal dolor sería él. De todos modos, podría decirse que el «dolor» durante lo que llegó a ser nuestra historia no ha desaparecido nunca. Siempre estuvo allí, atravesando por todas aquellas cosas junto a nosotros, atento a lo que acontecía para hacer su maldito acto de presencia.

Aun así, creo que no me arrepiento de haber permitido que David entrara en mi vida, porque me sirvió como lección. Una persona que te repite constantemente que te ayudará a llegar a la superficie, puede ser la responsable de que termines hundiéndote. Dav es una persona que fingió luchar con uñas y dientes diciendo en reiteradas ocasiones «No te caerás», y lo irónico no es que no me ha sostenido; sino que lo irónico es que él me haya empujado, teniendo en cuenta también que tengo antlofobia y miedo a todo lo relacionado con el agua desde que puedo recordar.

Haberme preguntado tanto «¿Qué es el amor?» con David a mi lado, es lo más más valeroso que puedo sacar de todo esto. Colaboró en que llegara a la respuesta y la verdad debería agradecérselo de rodillas. Sin titubear puedo decirles que el amor es, fue y siempre será David: aparece cuando menos te lo esperas, por más que lo esquives sigue interfiriendo en tu camino actuando como obstáculo y puede hacerte reír tanto como llorar. Hace salir a la luz la parte más frágil de ti y con apenas un golpe ya te rompe como si fueses un cristal insignificante, un cristal sin importancia.

Todo el mundo tiene un «David Janner» en su vida, después de todo. Y nadie es la excepción... Ni siquiera Katherine Shern. Mientras él estaba conmigo y yo comenzaba a tener en mente eso de entregarle todo de mí, también deambulaba de aquí para allá con ella a mis espaldas. Sin pensar lo he perdonado, siempre, y esto tampoco tiene excepciones.

La pelirroja desde hace bastante quiere pelea, pero David es algo por lo que ya no pelearía hasta ganar. Me retiro, le grito: «¡Para ti solita!» y se lo entrego enterito, con su hermosa sonrisa, con su falso cariño y sus horribles engaños. Me rindo porque ya me han vencido, y no vale la pena seguir jugando cuando los únicos que se divierten son ellos... no vale la pena seguir arriesgándome. Ya lo he hecho, pero... ¿ha salido bien? No. La felicidad sólo ha durado algunos meses cuando estuve años esperando que ésta llegara. Tal vez hice mal en esperar, porque lo único que debía haber hecho era luchar hasta conseguirlo; pero no tenía ánimos para hacerlo, y menos ahora.

Esperé con los brazos cruzados algo que en ese entonces no sabía lo que era, y luego de un tiempo apareció delante de mis ojos un muchacho con la frente en alto, donde escribía una sola frase. Pueden ser siete palabras, puede ser un simple «Yo soy alguien..., alguien que te salve», pero acabo de descubrir que eso se borró... no todo lo escrito puede borrarse, pero aquello sí lo hizo.

Todo ha sido una gran mentira, seguramente iniciada aquel 16 de septiembre del 2013, día que nos hemos visto por primera vez en uno de los numerosos pasillos. Al enterarse que me había perdido debió haber llegado a la conclusión de que era una real imbécil.

Estuvo persiguiéndome mientras lo trataba para la mierda, y tiempo después cedí; transformándolo en mi mejor amigo. Como dije, no me arrepiento, pero si me dieran la oportunidad de volver el tiempo atrás lo aceptaría. Me ha hecho feliz, sí; me ha sacado sonrisas, sí; pero también ha provocado ahogarme con mis propias lágrimas y eso es algo que la «Natalie antigua» no perdonaría nunca. La Natalie contemporánea, la que se enamoró y corrió el riesgo de equivocarse, no está muy segura de qué es lo que hará.

Es complicado decidir... Ahora no sé cuál es el camino que debo tomar. En otras palabras; la niña de ojos verdes, por más que vea, sigue siendo ciega y no puede mirar con claridad lo que está ocurriendo a su alrededor.

Yo me pregunto, ¿cómo he hecho para sobrevivir con tantos golpes y caídas en los últimos años? Al parecer eso de que momentáneamente ocurriera el apagón de mis emociones ha ayudado un poco, y también el hecho de ser negativa. Está mal serlo, me lo han dicho miles de veces y soy consciente que tienen razón, pero ser una adolescente algo positiva tampoco ha hecho milagros y todos lo sabemos.

Debería hacer un gran apagón ahora, hasta el 2094, así todas mis sensaciones y estados de ánimo huyen. O bueno, tal vez no tanto tiempo, pero lo deseo. Algo que necesito en este momento es eso o cerrar los ojos y desaparecer por unos instantes. Vivir, pero sin sentir nada. Deshacerme de este desastre solamente por unos segundos... Dejar de sentirme tan débil y rota; tan triste e irreparable... Eso es lo único que pido. Quiero que todo vuelva a ser como lo era antes, quiero estar contenta y en una pieza, quiero despertar y verlo a David a mi lado, quiero decirle «Te amo» todas las veces que me sea posible y sonreír como si de vida o muerte se tratara.

Pero lamentablemente, todo lo que pasamos juntos ha sido una mentira, y yo lo que busco es a alguien que no me haga daño; a alguien al que yo no le tenga temor por lo que pueda llegar a hacerme. Porque sí, se lo dije cuando estuve internada, tenía miedo; pero especialmente miedo a él. Le temía a su corazón, porque sabía que aquello era capaz de dejarme sin aire mientras me lamentaba por ser tan estúpida y haber confiado en algo que no conocía como debía haber conocido.

Sin embargo, dejando el miedo atrás: he confiado en él.

Creí sus palabras cuando sólo eran palabras, y adoré sus movimientos cuándo sólo eran eso; movimientos. Ambos con una única verdad oculta, que es la que pensaba y quería que sea totalmente irreal.

Sus acciones han sido como dagas en el pecho, pero duelen como si se trataran de múltiples pelotazos y patadas; que lograron que mi corazón y mi sacrificio por mantenerlo completo resultaran ser los perdedores de la batalla.

¿Cómo se supone que es David realmente? ¿Positivo o negativo? Tal vez sea ambos... como dos en un mismo envase. Tanto amor y odio, como amigo y enemigo. Lo cierto es que, en realidad, nunca he sabido cómo es él en realidad. Por más que lo creyese, no lo conocía. En absoluto. No podría describirlo siquiera, o definirlo. Porque como sabes, David es el amor. Y el amor no se puede definir. Posiblemente esa sea su mejor definición, después de todo, como tanto he oído decir.

Cuando él estaba en su modo positivo, intentó marearme y mucho. Decía y decía ser mi signo equivalente, pero nunca comprendió que «más por menos» nunca es «más». Y, en su faceta negativa..., bueno, ya te lo imaginas. ¿Qué parte de «Necesito sólo... verdades» es la que no se entendió? En este internado eso es lo que menos se encuentra.

Si he ingresado a este lugar ha sido para no ser una molestia para con mi abuela Isabella, pero obtuve solamente mentiras y gente molesta que con notas misteriosas intentó separarme de los que creí que eran mis verdaderos amigos. Apuesto a que Chloe, Christopher y Victoria lo sabían todo; sabían lo que David haría... sabían que David se juntaba con Katherine a escondidas y sabían que tuve un amigo mujeriego por más de siete meses cuando quería estar lejos de personas así. Los tres han estado fingiendo nuestra amistad... Excepto Luke, él dejó de fingir conmigo hace mucho tiempo y considero que es el único hombre que ha sido fiel como yo esperaba. Además, Janner no le diría tal cosa a Crawley sabiendo que él me cuenta todo lo que pasa por su mente.

Luke siempre suele cumplir sus juramentos, ya que estar incumpliendo promesas desde el momento que las planteas, es algo que sólo David Janner sabe hacer a la perfección.

—No llores... —susurra Ashley, ajena a las palabras que rondan por mi cabeza—, es estúpido hacerlo y lo sabes. Sabes que es estúpido pensar que lo ha hecho a propósito y aun así lloras... Te ha roto el corazón, no el cerebro.

Podría decirse que se equivoca. Sí lo ha hecho a propósito... Ha esperado hasta que me tuviese a sus pies y al conseguirlo se encargó de pisotear mi corazón y mente...

Lo que recuerdo ahora es cuando me ha cantado "Yellow": en una parte de la canción dice «Dibujé una línea por ti». Lo cierto es que lo ha hecho porque sólo él conoce mis límites, y los ha traspasado siendo consciente de ello. Esa línea que divide lo que me hace feliz de lo que me destruye. Es increíble cómo a través de su máscara vio cosas que Natalia Picasso no y hasta tuviera la cara bien puesta como para llevar a cabo el plan de que quedara "destrozada otra vez" sabiendo lo que sufriría.

Supongo que si hubiese seguido el sendero que mis pensamientos negativos señalaban, no habría estado así jamás. Y hasta por esa misma razón David no es totalmente responsable..., también es mi culpa. Yo dejé mi corazón a la intemperie.

—Él sí sabía lo que estaba haciéndome... —le contesto.

Suelta un suspiro, exasperada por lo que puedo ver.

—¿Cómo ha sido todo, Natalie? Porque no lo comprendo... David no pudo haber llegado a ese nivel. No lo conozco mucho, pero sé que te ama.

—No me ama... Me desprecia.

Me separo de ella desarmando el abrazo, y reposo mi espalda contra la pared mientras se sienta sobre mi cama. Dice, haciéndome sonreír:

—Haberte abrazado no fue el fin del mundo, después de todo.

—Algo bueno en las últimas horas...

Suspira una vez más, y pasa una mano por el largo de su cabello.

—Cuéntamelo todo. Yo te escucho.

Y, obedeciéndole por primera vez, le narro lo sucedido al borde de las lágrimas. A cada minuto tengo que frenar y aclarar mi garganta porque lo que digo empieza a sonar como susurros roncos, y procuro soportarlo para no esconderme entre mis brazos o tomar la almohada para llorar hasta deshidratarme. Le cuento que, después que David ingresara por la cafetería en busca del regalo, estuve esperándolo más de veinte minutos por reloj. Decidida había entrado dejando el patio detrás mío para ir a por él, aunque en el trayecto por el comedor hasta la salida de éste algo logró llamar por completo mi atención. Apenas fue necesario voltear unos centímetros hasta tener al frente mío tal cosa, y cuando veo una cabellera pelirroja junto a un chico con él de espaldas en una de las mesas cercanas a donde estaba, fue imposible no abrir los ojos con sorpresa.

Ella se encontraba sobre él, y tenía sus manos reposadas en la nuca del muchacho..., cuyos dedos se deslizaban por los muslos desnudos de Katherine hasta quedar debajo de su falda.

Mis piernas temblaban al reconocerlo y, cuando sentía que éstas estaban por fallarme en cualquier momento, él levantó su mano y con el dedo índice sostuvo la barbilla de la chica antes de acercarse a sus labios.

Ver un brazalete en su muñeca fue lo que hizo que sintiera algo estropearse dentro de mí.

—No puedo quitarme la imagen de la cabeza... —murmuro, cerrando los ojos, permitiéndome el llanto—. Es como si me hubiese quedado grabada allí... no puedo soportarlo...

—Natalie... David debe tener una buena razón para haberla besado.

—Y la tiene —digo—: acabar conmigo. Pero bueno... Penoso cumpleaños para mí... Infelices diecisiete, Natt; gracias, igualmente.

Una sonrisa triste se dibuja en su rostro.

—Sí, seguramente ya sean las doce, pero... ¿quedaría mal si te dijera «Feliz cumpleaños»?

—No lo sé, pero de todos modos no quiero que lo digas.

Seco las lágrimas frotándome los ojos con el puño izquierdo de la camisa que llevo puesta, y de manera casi inmediata mi pecho comienza a subir y a bajar hasta que estoy llorando entre gimoteos otra vez.

Tiempo atrás, cuando nosotros aún éramos amigos, lo que sentí al verlos besándose por primera vez, han sido aquellos estúpidos celos. Pero hoy, no..., no son celos. Sin embargo, acabo de darme cuenta que tampoco es sólo dolor... es el mismísimo infierno.

Me mantengo con párpados caídos, y comienzo a cabecear de manera rápida golpeándome contra el muro. Grito haciendo que el ardor de mi garganta aumentara, y con mechones de cabello entre mis dedos formo puños clavándome las uñas en ambas palmas.

—¡Detente! ¡Te harás daño!

Ignoro la voz de Ashley por unos segundos, y al sentir que esto aún no es suficiente, tomo una gran bocanada de aire para gritar:

—¡DAVID ES UN IDIOTA! ¡ESTO ES LO QUE SIEMPRE HA QUERIDO! ¡HIJO DE PUTA! ¿YO QUÉ LE HE HECHO PARA MERECER ESTO? ¡MALDITOS TODOS LOS QUE LO SABÍAN...! ¡DEBERÍAN IRSE A LA MIERDA!

—¡NATALIE, YA PARA!

—¡¿ES QUE NO ENTIENDEN QUE SÓLO QUIERO SER FELIZ?!

Empiezo a tomar más impulso para golpearme más fuerte aún, pero dos manos me toman de los hombros y me sacuden haciéndome abrir los ojos.

—¿QUÉ QUIERES, ASHLEY? ¿NO VES QUE HAY UNA ADOLESCENTE DESTRUIDA AQUÍ?

—¡YA BASTA! ¡LO DIGO EN SERIO! ¡TE VES ESTÚPIDA!

Su mirada está acompañada por algo de temor, y seguramente es porque piensa que voy a hacerle un agujero a la pared de su tía la directora.

—¡DÉJAME EN PAZ, PUTA DE MIERDA!

Una de sus manos impacta contra mi mejilla, sin darme tiempo de apartarme o detenerla antes, y se levanta de un brinco quedando de pie entre su cama y la que me encuentro.

—¡VAS A HACERTE DAÑO, DEBES PARAR!

—¿Y A TI QUÉ TE IMPORTA ESO? —grito en respuesta—. TÚ QUERÍAS DESTROZARME TAMBIÉN, ¿O ACASO LO HAS OLVIDADO? PORQUE TE ASEGURO QUE YO NO.

—¡PERO ELLA TAM...! —Se interrumpe a sí misma, y cubre su boca mientras permanece en silencio durante unos segundos. Aparta las manos lentamente, y me observa más asustada aún—. Ella... Natt; ella.

Camina alrededor del cuarto, y yo continúo con lo mío.

—¡NUNCA DEBÍ HABER VENIDO AQUÍ! ¡ESTO ES UNA PORQUERÍA! ¡EL PRÓXIMO AÑO YA ME IRÉ Y DEJARÁN DE CAGARME LA JODIDA EXISTENCIA!

—Natalie, ya cálmate por favor. Creo que sé lo que sucede...

—¡LO QUE DIGAS NO ME INTERESA, ASÍ QUE VETE Y DÉJAME SOLA!

Después de eso detengo mis movimientos al instante, cuando un celular comienza a sonar dejándola a ella con la palabra en la boca. Lo reconozco como el mío, y tomo el móvil de la mesita de noche.

Llamada entrante...

Dav♥

Aceptar √  •  Rechazar ×

Gruño luego de leer su nombre y, sin importarme mucho, tiro el teléfono hacia la pared que tengo al frente. Éste rebota en ella, y cae en el colchón de Ashley para volver a rebotar y llegar al suelo.

—¡Debes hablar con él, Natalie!

—¡No lo haré!

Llevo nuevamente las manos a mi cabeza, y antes de que pudiese empezar a jalarme de nuevo, oigo cómo la puerta se abre y cierra de golpe. Me toma unos cuantos segundos darme cuenta que al fin se ha ido, y de un brinco me levanto. Veo que en el piso está su tarjeta magnética, y pienso que eso es lo que se le ha caído cuando ingresó y me vio allí. Aprovecho a tomarla y dejarla dentro de mi cajón, y tras conseguirlo voy hacia el baño. Rebusco entre las puertitas y cajones que están a un lado del lavabo. Al encontrar lo que quería conseguir, permanezco delante del espejo por unos momentos, y al darme cuenta que nunca me he visto tan horrible, las ganas de odiar a David aumentan. ¿En esto me he convertido tan rápido?

Suspirando salgo de allí y al estar a metros de la puerta, dirijo la mirada a lo que tengo en mis manos. No pudiéndolo evitar, durante un rato estoy con la mirada fija en mi piel pálida y dedos temblorosos, pero al salir del trance, completamente decidida, avanzo hacia mi mesa de noche una vez más y dejo la tarjeta que supuestamente es de repuesto (Ashley la pidió cuando nos hemos hecho una especie de amigas) dentro del cajón junto a la otra. No tiene manera de regresar.

En vez de volver a mi cama, me siento en el piso de madera y quito los zapatos de mis pies. Miro la puerta esperando permanecer sola toda la noche, y enseguida delante de mí aparecen ellos dos observándome con sorna. Agarro mi calzado de manera brusca, con uno en cada mano, y se los lanzo provocando que la imagen se deshiciera.

Mis ojos amenazan con cerrarse cada tanto por el ardor intenso, y sé que estoy llorado de nuevo cuando algo salado se cuela entre mis labios. Termino por recostarme sobre el parquet, e imaginando que él puede escucharme, empiezo a murmurar sabiendo que en realidad no está aquí.

—Tú, David..., tú. Tú, tú, tú y sólo tú... Tú eras el único que podía rescatarme..., y me has fallado más que nadie. Te necesitaba... Te necesitaba y sólo quería estar contigo. Pero, al parecer, para ti nuestra relación ha sido como lo es estar contando estrellas para mí: una pérdida de tiempo.

»Me pregunto qué es lo que he hecho mal, además de confiar en ti. Tú sabías lo que yo quería, y sin embargo me has dado lo que más aborrezco. Lo único que espero es que a partir de ahora olvides de que existo, y de que alguna vez he existido para ti, porque no podrá haber nada entre tú y yo luego de semejante traición. Has jugado con mi confianza, con mi corazón, conmigo..., y eso era lo último que yo esperaba venir de ti. Ojalá aproveches ser feliz mientras puedas, porque no debes olvidar alguna vez que el karma existe. Con la suerte que tengo no te pasará nada, pero espero que por una vez en mi vida ocurra lo que realmente tenga que ocurrir...

Doy media vuelta en mi lugar, dejando mi estómago contra el suelo, y oculto mi rostro entre ambos brazos.

Creo que habría sido menos deprimente tener bajo mi poder la zona de amigos como reina vitalicia, porque no haber salido de ella hace algunos meses de seguro era más dichoso y divertido que esto.

Sé que habría sido imposible no sentir nada ante lo que él aparentaba ser, pero ojalá hubiera sentido sólo atracción. Atracción física, porque sé que de la mental no saldré viva una vez dentro de ella, y cabe admitir que me ha encerrado en su más oscuro calabozo sin escapatoria alguna.

Él ha estado esperado el... ¿momento indicado? Sí, eso; estuvo esperando aquello, para que su pitufina dejara la vida feliz que poseía con su persona disfrazada. No creo que le preocupara si gritase «¡Voy a morir!» por sentir que la parte más importante de mí está por explotar.

Todo este tiempo he tenido a mi lado a un... ¿desconocido, tal vez? Que lo que menos ha hecho fue desconocerme él a mí. Desde aquel día que desgraciadamente nuestras miradas se encontraron por primera vez, tuve que haber dicho «¡Problemas a la vista!» y salir corriendo. Pero no... no lo hice.

A medida que las semanas pasaban, yo le seguía a David la corriente, pero me dirigió solamente a un precipicio.

La vida es injusta..., muy injusta. Si alguien dijese «Salven a las focas, a los manatíes y a los criminales», ellos irían y los rescatarían... Pero llego yo queriendo que me salven a mí, y lo único que obtengo es estar peor. Janner pensó que con un «Los opuestos se atraen» todo se solucionaría; pero no llegué al resultado de la ecuación estando con mi inverso.

He dejado de brillar porque así lo quiso David... Recuerdo que en una ocasión Victoria me ha dicho: «La luna depende del sol, tanto como el sol la necesita a ella». Supongo que también por eso se ha apartado de nosotros... realmente ella lo sabía, y según lo que parece quiso lavarse las manos.

Él debió haberle pedido que lo mencionara, porque sé que hay algo detrás de esas palabras. David era consciente que la felicidad de la luna dependía de su presencia, y también de que el sol la necesitaba para divertirse. Luego de que mostrara su verdadero objetivo es como si su resplandor se extinguiera, dejándome a mí sin luz, porque el sol es el responsable de que la luna pudiese brillar... Me gustaría estar en este momento junto a Dav para preguntarle: «¿Te gusta la luna o el reflejo del sol en ella?»

Detesto la idea de haber sido la dependiente, porque así nunca seré feliz por mí misma, sin nadie que influyese. Debo cambiar esto..., debo rotar los papeles... Necesito amor, amor de verdad, amor que nazca en mí; que sea suficiente como para derribar lo que sea. Posiblemente, como si yo fuese cupido. Aunque... ¿es cupido corrector de... hechos inesperados? ¿Cambiaría lo que ha ocurrido como si su flechazo invirtiera lo programado y llevado a cabo por el destino? No lo creo, así que debería descartar aquello. Lo único que me queda es mi interior resquebrajado, no otra cosa.

Cada minuto que transcurre es como si me fraccionara en más partes porque su voz sigue aquí; torturándome. Me musita un «¡Sorpresa!» en el oído para después dar lugar a la imagen destructora.

Aún no puedo entender cómo he caído tan bajo; tan profundo... Puede que Ashley no se equivoque después de todo: David debe tener de sus razones. Pero, por más de que existan, no quiero oírlas. No necesito de sus explicaciones cuando el proyecto «Exterminar lo que queda del corazón de Natalie Hofmann» ya ha concluido. Lo hecho, hecho está y no podrá hacer algo para poder cambiarlo, y mucho menos para borrarlo de mi cabeza.

Ya debiste haberlo notado, pero, ¿sabes? Me siento terriblemente confundida. A cada rato noto que estoy contradiciéndome, pero no sé de manera exacta qué es lo que me apetece... ni siquiera sé si quiero que estemos juntos de nuevo dentro de una misma condenada habitación otra vez, porque no podré verlo a los ojos luego de esto, y menos simular que nada ha ocurrido. No obstante... a la vez necesito que esté a mi lado y me consuele como lo hacía antes.

De todas formas, es irónico. No puede animarme diciendo «Tranquila, no te merece, es un imbécil que no supo ni sabrá valorarte nunca», porque estaría hablándome de él mismo.

—Empezaré a proteger mi corazón... —musito, queriendo convencerme, mientras me pongo de pie y voy hacia la cama—. Lo protegeré por encima de todo... porque ni siquiera el cartel de «No pasar» ha funcionado.

Aparto las mantas de un tirón y me dejo caer. Paso los siguientes segundos mirando el techo, y sonrío de lado cuando lo pienso a David burlándose de mí, diciendo: «Yo soy el amor y entro en todas partes, chica estúpida».

Escondo mi cuerpo debajo de las sábanas blancas, y a pesar que hayan pasado tres noches de que él no duerme aquí, siento su perfume como si todo estuviese en mi contra. Lloro recordándolo todo, nuestros mejores momentos, y hasta los peores. Lloro porque no hay otra cosa que pueda hacer ahora... Lloro porque se ha llevado mis ganas de sonreír.

Así que, lo poco que queda de la hora, continúo sollozando y murmurando cosas sólo para mí; mientras que momentos más tarde oigo varios golpes en la puerta. Me digo que no quiero abrir, que quiero estar en soledad, que quiero deshacerme de todo esto; pero no permitir que alguien me haga compañía. Siempre he vivido sola mis desgracias, y después de David eso había cambiado por completo. Sin embargo, ahora quiero regresar a ello... Estando solo es mejor lamentarse, porque nadie podrá decirte lo que no quieres oír. Y tampoco quiero que me digan lo que quiero escuchar porque sería otra mentira más para la colección.

Los golpes cada vez aumentan y se vuelven muchísimo más insistentes, por lo que, sin entusiasmo, decido levantarme. Mi mano derecha se posa sobre el picaporte y, al abrir, mis ojos hinchados y pequeños sienten que tienen delante de ellos algo irreal. Deseo como nunca cerrarlos y que él desaparezca, pero cuando lo hago... continúa aquí.

Las palabras se atoran en mi garganta, no permitiéndome iniciar las conversaciones con aquél que alguna vez me he imaginado. Es como si la estupefacción y el desconcierto no me dejaran seguir el libreto, porque me encantaría gritarle y golpearle tanto que me es sorprendente.

Mi mirada lo recorre de arriba a abajo y viceversa un par de veces. Cuando creo haber encontrado qué decir, la oración se mezcla en mi cabeza formando algo totalmente incoherente. Abro la boca, la cierro, y vuelvo a abrirla otra vez; pero sólo una pregunta susurrada es la que logra escaparse de mis labios:

—¿Jordan...?

FIN DEL PRIMER LIBRO

CONTINUACIÓN: "WHERE IS LOVE?"
DISPONIBLE EN MI PERFIL.

TE INVITO A PASARTE POR UNA NUEVA HISTORIA: "CUANDO DECIDAS OLVIDAR"

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro