30. ❝Equivalente❞🌙
Mientras espero, camino alrededor de toda la habitación al mismo tiempo que observo hasta el más mínimo detalle. La verdad es que me parece muy interesante la mosca que está volando… Siempre me pregunté qué traman ellas cuando se posan sobre algún lugar y frotan sus patas. Sacudo la cabeza. Eso no es importante.
Segundos más tarde, un par de golpes en la puerta me hacen despegar la mirada de una pared, y voy hacia allá a paso rápido.
—Hola Natt, ¿para qué me…? ¡¿Por qué estás llorando?!
Se acerca a mí y enjuga las lágrimas que caen por mis mejillas con su mano izquierda. Con la otra sostiene una bolsa de papel. Cuando estoy por responderle, mi labio inferior comienza a temblar y, antes de que pudiese hacer algo más, me aprieta contra su pecho. Hago puños con mis dos manos para tomarlo de la camiseta que lleva puesta, por miedo a que se aleje. Lo que necesito es que mi mejor amigo esté aquí, conmigo.
—Natt… —susurra contra mi cabello—. ¿Es lo que creo que es?
—Sí y no. No quiero hablar de ello aún. Sólo abrázame como tú sabes hacerlo. No me sueltes.
—Nunca lo haré. Estaré para ti siempre que lo necesites.
—Aunque suene extraño oírlo de mí, quiero que estés conmigo hasta cuando no te necesito.
—Tranquila. Los amigos están tanto en las buenas como en las malas.
—Gracias, David —le susurro de vuelta, y cierro los ojos antes de continuar, a la vez que lo acerco más a mí—. Te quiero.
Sus brazos se tensan alrededor de mi cuerpo. Sabía que ocurriría.
—¿Qué has dicho…?
—Que te quiero, idiota.
Suspira, y una pequeña parte de mí cree que se encuentra sonriendo.
—También te quiero, Natt.
Las comisuras de mis labios se curvan hacia arriba durante unos instantes, pero, al recordar la canción, la tristeza me invade de nuevo. Y esta «tristeza» trajo consigo los pensamientos que deseo enterrar en Japón. Una parte de uno de ellos ya está enterrada aquí en Inglaterra, pero la otra sigue taladrándome la cabeza. Quién diría que esa canción sería la encargada de hacerme pensar en mi abuelo fallecido. Aunque también recuerdo a Jordan (es obvio) los pensamientos respecto a un familiar que se fue y le tenías tanto aprecio pesan muchísimo más, ya que la canción habla sobre la muerte.
Sé que David debe imaginar que es sólo por Jordan Smith, puesto a que me mostraba débil solamente a su mención. Pero el problema es que no se trata de él solo. Se trata de dos personas, dos hombres. Supongo que es momento para que David sepa más sobre mi familia.
—Escuché… escuché la canción.
—¿Qué canción?
Trago el nudo en mi garganta antes de continuar.
—“Something I need”. —Lo sujeto con más fuerza mientras él suspira.
—Debí haberlo pensado antes… Soy un imbécil, lo siento mucho. De verdad. No creí que…
—Cállate, no te llamé para que te sientas culpable.
—Obviamente voy a sentirme de esta manera… Estás llorando por mi culpa y…
—Lo extraño, David. Lo extraño mucho. —Mi voz se quiebra, y él comienza a frotarme la espalda. Suspira de nuevo.
—Lo sé, nena. Pero dentro de poco ya no lo harás, encontrarás a alguien mejor y serás muy feliz. Lo superarás y tendremos hijos, así que… —Tose—. Digo… tendrás hijos. Lo siento, es que me pica la garganta.
—No estoy hablando de Jordan.
—Ah… ¿no? Qué bueno, eso es un avan…
—Es Robert. Lo extraño.
—¿Robert? ¿Quién es Robert?
—Era, en realidad —le corrijo intentando sonreír contra su camiseta—. Se fue. Mi abuelo se fue… hace bastante y lo extraño. Ha sido uno de los primeros en dejarme… y siento que él se llevó algo de mí. Por eso hoy soy como soy… su partida ha sido la que más me ha destruido. Luego fue Jordan y se encargó en destruirme por completo. No entiendo cómo ese idiota siguió el daño que comenzó con mi padre. Es ilógico. Aún no puedo creer que sea tan estúpida y llore por él al mismo tiempo que por Robert… Jordan no puede compararse con mi familia. Jordan debería desaparecer de mi cabeza de una vez por todas. Aunque no lo vea hace casi cuatro años, todavía lo siento conmigo… Y no quiero esto, David. Ya no.
—Siento mucho lo de tu abuelo… Yo también he perdido a los míos, pero cuando alguien se va de tu vida, es que alguien muy importante llegará. Puede que demore un poco en hacerlo, pero lo hará en algún momento. Sé que nadie podrá reemplazar su lugar, aunque sí te querrá tanto como tú quieres a quien se ha ido.
»No somos eternos, pero hay gente que por más de que ya no esté a tu lado, la llevarás contigo; en tu corazón. Nadie sale completamente de tu vida, a menos que tú así lo quieras y te encargues de matar el recuerdo.
—Los recuerdos son inmortales.
—¿Cómo estás tan segura?
—Intento siempre llevarlos a su maldita tumba.
—Posiblemente lo habrás hecho ya, pero si no están enterrados lo suficiente; saldrán a la superficie.
—Yo necesito salir a la superficie. Constantemente estoy hundiéndome, y no quiero eso.
—Tú no sabes nadar. Qué casualidad, ¿no? Para «salir a la superficie» primero necesitarás a tu objeto salvavidas.
—El imbécil se está escondiendo para que muera ahogada, entonces.
—Tal vez lo hace porque tú eres una orgullosa de primera y no admites en voz alta que necesitas de su ayuda. O no quieres su ayuda, posiblemente.
—Es que hay veces que pienso que mis demonios pesan tanto que ni siquiera el salvavidas hará que salga a flote.
—El problema es que piensas mucho, pero haces e intentas poco. Aquel salvavidas quiere ayudarte, aunque fueses un cactus y lo pinches; haciendo que ya no sirva. Tu salvavidas daría lo que fuera por ti, pero te diriges a la tormenta cada vez más torturándote tú misma y llegará el día que estarás tan lejos que él ya no podrá rescatarte por más de que haya nacido para ello.
—¿Te digo algo, David? —Me aparto para mirarlo a los ojos—. Eres sorprendente. ¿Eso lo has sacado de algún libro o algo?
—Pues no. Sale de mí, supongo. —Con uno de sus pulgares limpia las lágrimas de abajo de mis ojos—. No me gusta verte llorar. Terminarás ahogándote con tus propias lágrimas.
—Con mis lágrimas, con mis recuerdos… —Me encojo de hombros—. ¿Qué más da? Esto no tiene solución.
—Sí la tiene. Has hecho una ecuación, ¿la recuerdas? Llegarás al resultado, Natt. No debes darte por vencida.
—No todo cálculo tiene solución.
—¿Y qué te hace pensar que tú no la tienes? Eso de la negatividad te ha afectado bastante… —Rueda los ojos, y luego sonríe mirando sobre mi cabeza—. ¡Ya lo sé! Claro, ¿cómo no lo he pensado antes?
—¿De qué hablas?
Se aleja completamente de mí, haciendo que un escalofrío me recorriera la espalda por no sentir su contacto. Aunque no deba decirlo, amo que me abrace. Desde siempre sus abrazos me han gustado, y cuando éstos se deshacen es como si él estuviese permitiendo que caiga al suelo.
—Ya no llores, y ve la lavarte la cara. Si continúas llorando te dolerá la cabeza. Cuando regreses, hablaremos.
Iba a responderle «No me afectará el dolor de cabeza, ya sufrí de dolor en el corazón que es mucho peor» pero decidí tragar mis palabras con un leve asentimiento.
Camino hacia el baño y sin encontrar razón para cerrar la puerta me dirijo al lavamanos. Contemplo unos segundos en el espejo el reflejo de mis ojos rojos y pequeños, para luego abrir el grifo y ahuecar ambas manos debajo del agua. Las llevo a mi rostro y gruño al sentir más frío del que ya tengo. Seco mi cara y manos bruscamente para volver con David que está sentado sobre mi colchón con la misteriosa bolsa de papel en su regazo.
—¿Qué es eso? —le pregunto sentándome a su derecha.
—Eh… —Lo toma y me lo extiende—. Para ti.
Frunzo el ceño antes de recibirlo, y segundos más tarde un estómago comienza a hacer un solo en nuestro silencio.
¿Es el mío? Pero si yo no tengo hambre…
Sin comprender mucho aún abro la bolsa y me encuentro con papas fritas sobre un plato blanco de plástico. ¿Pero qué…?
—Están frías, pero creo que es preferible eso a que nada. No has cenado, y…
Lo interrumpo alzando una mano mientras intento unir las piezas.
—¿Acaso tú…?
—Sin preguntas, Natalie. Ahora come, y no acepto un «Qué pesado eres» como respuesta.
—No era necesario que lo hicieras, David.
—¿Por qué no? Has dicho que soy tu mejor amigo, debo actuar como tal.
—Pero no así… Era tu cena, tu comida… Tienes hambre, lo has dejado para mí y te agradezco por ello, aunque verdaderamente no tengo apetito. Muchas gracias por preocuparte, pero come tú.
—No. Dije que son para ti.
—David, yo…
—Son para ti, Natalie.
Acepto rodando los ojos, y las dejo sobre la mesa de noche mientras sonrío. Él también lo hace.
—Las comeré más tarde, ahora dime eso que querías decirme.
—Es una pregunta, en realidad… —Suspira—. ¿Sabes si los elefantes ponen huevos?
En lugar de responder, río y por un instante pienso que voy a atragantarme.
—¿Los… elefantes… qué?
Llevo ambas manos a mi boca para cubrirla y amortiguar de algún modo las carcajadas. También para evitar que la mosca que he visto hace un rato haga un viaje dentro de mi cuerpo.
Cuando quiero darme cuenta, David está riendo conmigo y supuse al instante que en realidad se burla de mí, pero mejor lo dejo pasar porque me ha traído comida.
—Los elefantes… son…, mamíferos. No ponen huevos.
—Ah…, ¿no? Qué mal.
—Qué extrañas son tus preguntas.
—Sí, lo sé, pero eso no es lo que quería decirte. —Suspira, y yo giro el rostro para poder observarlo—. Hay una manera de encontrar a tu salvavidas teniendo en cuenta tu ecuación.
»Me has dicho anteriormente que tienes “pasos” para llegar al resultado. Uno de ellos es resolver multiplicaciones y divisiones. Supongo que en la división debes fragmentar tus errores en partes iguales, reduciendo su gravedad. En la multiplicación es lo contrario…, ya que si, por ejemplo, cometes un error tres veces, se multiplicará por tres.
»Pero, por más de que lo anterior esté bien o mal, el cuarto paso es el más importante. ¿Sabes cuál? Reemplazar por signos equivalentes.
—Además de ser el que tiene más importancia, es el más complicado.
—No, en realidad —dice, sonriendo—. En matemática, el signo equivalente de dos iguales; es positivo. Y el de dos signos distintos; es negativo. Ahora bien, yo creo que si utilizamos la lógica aquello no tendría mucho sentido porque, por ejemplo, dos signos negativos, según esa asignatura tienen como equivalente uno positivo. Sin embargo, supongo que en la vida real dos personas negativas no formarían algo positivo al ser del mismo signo…
»En cambio tú, para llegar a lo positivo deberías estar junto con un positivo para aprender de él y así dejar de tener aquellos pensamientos negativos.
—Entonces… Por eso mi relación con Jordan no ha funcionado. Ambos somos del bando negativo.
—Podría decirse que sí.
—¿A lo que quieres ir es que necesito un novio positivo para solucionar el problema? —cuestiono, y al terminar de formular la pregunta alzo ambas cejas. ¿Yo? ¿Natalie Hofmann? ¿Con novio? Prefiero los chistes de Chloe.
—Tal vez no «novio», pero no creo que uno te venga mal.
—Si llego a decidir estar en una relación otra vez, cosa que dudo mucho, será después de superarlo a Jordan. No utilizaré a nadie para resolver mis problemas.
—No estarías utilizando, pero sí recibiendo ayuda. Aunque bueno… es tu decisión y si dices que no es no.
—¿Y tú qué crees? ¿Debería… intentar?
No sé para qué pregunté, no quiero oír la respuesta. Yo así estoy bien…, aunque bueno, me refiero solamente a estar soltera y negativa, pero podría estar muchísimo mejor si quisiera. Aunque el inconveniente es que no quiero nada con nadie, ya que es casi seguro que después de un tiempo aquella persona me dejará y tendré esa horrible sensación como ya es costumbre.
—No será el fin del mundo si pruebas. Hasta yo podr…
Le interrumpo para soltar las palabras antes que pudiese arrepentirme.
—Está bien, lo haré.
Sonríe de una manera que no había visto jamás.
—¿De verdad?
—Ajá —digo asintiendo al mismo tiempo con la cabeza, antes de bostezar.
—Ya… ya es tarde. Te dejaré dormir. —Se pone de pie—. Si necesitas algo más, envíame un mensaje. Yo aún no tengo sueño, así que si lo haces no demoraré en venir.
—¿En serio te irás?
—Pues, sí.
—¿Podrías quedarte aquí conmigo? Si no quieres no, pero a mí me gustaría que lo hicieras.
Tengo el extraño presentimiento de que si David se va, terminaré del mismo modo que después de escuchar la estúpida canción. Es raro, pero su presencia me ayuda a desconcentrarme y pensar en otra cosa que no sea lo que ya sabes que me estoy refiriendo.
—Sí… sí, claro; me quedaré contigo.
Sonrío al igual que él.
—Muy bien, al suelo muchachito.
Adiós sonrisa.
—Pero Panfly es el perro, yo no.
—Panfly es un dinosaurio —digo, haciendo énfasis esa última palabra—, y ahora, por insultarlo, no te daré ni el edredón ni una almohada. Jódete y ten una bonita noche durmiendo en el piso, amigo.
☀ ☀ ☀
Siete horas más tarde, gruño con los ojos cerrados al oír el maldito despertador. Estiro el brazo para alcanzar mi celular y desactivarlo, pero mis deditos se impactan contra algo haciendo que gruñera de nuevo. Lentamente mis párpados aletean haciendo que de a poco fuera sintiéndome cómoda con la luz, y al tener los ojos completamente abiertos me encuentro con un rostro observándome.
—Buenos días —saluda él, con su famosa expresión feliz.
—Buenos días.
—En realidad, para mí vienen siendo excelentes ya que esta vez no desperté por haberme dado la jeta contra el parquet.
—Dísfruta el momento, David. Dísfrutalo mientras dure.
—Por hoy no creo que nada lo arruine.
—¿Por qué no? —Con el dorso de mi mano izquierda froto mis ojos. La alarma vuelve a sonar.
Ruedo los ojos, y cuando tengo el teléfono a mi disposición lo apago. Es más práctico, no tenía ganas de entrar a la aplicación del despertador, desactivarlo y etcétera para que no volviera a molestar. Dejo el móvil sobre el colchón, y aparece al frente mío la bolsa de papas fritas. No dudo en tomarlas.
—Porque te presentaré a tu positivo.
Lo miro mientras mastico. ¿Y por qué se alegra?
—¿Sabes qué? Ya no quiero. —Llevo otra papa a mi boca—. No pensé al momento de aceptar. Natalie es negativa por y para siempre, David.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro