27. ❝Pelotazos y patadas❞🌙
«—¿Qué cosa no comprendes?
»—Que él siendo tu novio te haya dejado caer.
Porque yo, siendo tu amigo; jamás lo permitiría.»
Con la mirada perdida en algún punto fijo de la pared, camino hacia mi próxima clase. Verdaderamente, en todo lo que lleva de la mañana, he estado pensando y pensando en la frase que horas atrás salió de mi mejor amigo. Ahora entiendo cómo es que no ha logrado descansar, porque yo ni siquiera puedo encontrarles sentido a las palabras de los profesores.
Es algo extraño porque sabes que debes prestar atención a la asignatura, y lo haces, pero las oraciones resuenan en tu cabeza como si fuesen un trabalenguas o acertijo y cuando intentas descifrarlo aparece David Janner con notable cansancio en los ojos y diciéndote aquello sin titubear.
«Que él siendo tu novio te haya dejado caer…». Bueno, pues… Jordan lo ha hecho porque desde un comienzo así lo quiso. No hay que darle tantas vueltas a algo tan sencillo como eso. Él buscaba el momento para empujarme. Es increíble que un imbécil como lo es Jordan Smith haya hecho tal cosa sin que nada lo delatara antes de tiempo. O tal vez sí ocurrió… pero en ese entonces era tan ciega como ahora como para haberlo visto.
«Porque yo, siendo tu amigo; jamás lo permitiría». Todos sabemos que lo dice de verdad… Por esa misma razón segundos atrás lo he llamado mejor amigo. Desde que llegué y lo conocí, ha estado junto a mí. Fue desesperante en ocasiones, no puedo negar que tuve infinitas ganas de abofetearlo, pero mayormente fue lindo conmigo… Por más de que ni siquiera se hayan cumplido las tres semanas desde que estoy aquí (de todas formas, faltan dos días), sé y puedo decir con seguridad que David es mi mejor amigo porque lo que menos interesa es el tiempo. Lo importante es que me ha dejado llorar en su pecho, que ha intentado consolarme y sacarme sonrisas, y que se ha preocupado con la más mínima estupidez por mí. Aunque eso no quiere decir que Chloe y Victoria sean peores porque no es así; a cada uno de ellos los quiero a su manera, pero presiento que por más de que intente negarlo; mi confianza hacia él es mayor.
Es irónico pensar que hace menos de un mes, si un hombre se me acercaba era capaz de romperle la nariz. Sin exagerar. Lo juro por que en este momento casi soy yo la que se quiebra el tabique. Maldita puerta.
Consejo: mientras andes, no pienses en otra cosa que no sea caminar. Me agradecerás al no tener que hacerte una cirugía.
—Estoy bien —digo en voz alta respondiendo a una pregunta inexistente, mientras que con el pulgar y el índice pellizco el puente de mi nariz.
Recorro la mirada por mi alrededor luego de ingresar, y descubro que algunos me observan con burla. Infelices, contraten a un payaso para reír en su maldita cara pintarrajeada por Avon, no de Natalie Torpeza Hofmann.
En uno de los extremos encuentro a mis amigos, y entonces recuerdo que acabo de venir a Instrucción Cívica: la comparto con Victoria y David. Y con Christopher, según lo que veo.
Camino hacia ellos que al parecer aún no han notado mi presencia. La primera en alzar la mirada es Vic, quien me sonríe cuando me siento a su derecha.
—No, no —dice Chris, y frunzo el ceño hacia su dirección—. Tú vienes aquí, Natalie.
Se levanta (está a la izquierda de mi amiga) y trae sus pertenencias a donde me encuentro yo.
—¿Por qué?
—Menos preguntas y más acción. —Quita el morral de mi hombro y se lo tira a David para que lo agarre.
—Pero…
—No te comportes como una nena caprichosa. Nadie quiere berrinches así que vas ahí —habla señalando la silla vacía entre David Janner y Victoria Steele.
Ruedo los ojos, y sin decir nada más obedezco. Observo de reojo al que está a mi izquierda, y su respecto es mejor al de unas horas atrás.
—Tienes la nariz colorada —dice lo obvio alargando la mano para tocarme, pero yo lo aparto.
—Hace menos de cinco minutos me he dado con aquella puerta. —Señalo en diagonal hacia la derecha.
—Oh… ¿En serio? ¿Estás bien?
—Sí, podría haber sido peor.
Contempla mi rostro con la mirada, y ladea la cabeza mientras su entrecejo se frunce. No creo que ese golpe me haya torcido la nariz, ¿no?
—¿Por qué me observas tanto, David?
Parpadea unas cuantas veces.
—Eres… —Aparta la mirada hacia al frente, donde delante de la pizarra se encuentra la profesora—. Nada, olvídalo.
—Mi nariz está mal, ¿cierto? Pero yo respiro perfectamente, no entiendo cómo…
—No, está bien… Sólo algo roja, pero ese no es el punto.
—No te entiendo —murmuro encogiéndome de hombros a la vez que abro mi morral. Él lo había dejado sobre mi pupitre.
—No espero que lo hagas. —Deja ambos brazos sobre el banco de modo que pueda reposar la cabeza sobre ellos. Cierra los ojos y yo lo observo ya que su rostro está hacia mi lado.
—¿Vas a dormir?
Hace un sonido extraño con los labios y considero eso como sinónimo de «sí». A mí también me gustaría hacerlo, pero ahora que lo pienso… si yo fuese la profesora me cabrearía muchísimo. Seguramente me dirás «Claro, luego de cinco horas perdidas por dormir te das cuenta» pero, en realidad, siempre supe que estaba mal; que sea rebelde y tenga sueño es otra cosa. Aunque de todos modos al docente no debería interesarle si utilizamos su asignatura como horario para la siesta o no porque luego la persona que se perdió las explicaciones fuiste tú.
Es ilógico porque yo estando en su lugar me molestaría y a la vez pienso que no deberían enfadarse. Sólo yo tengo esos pensamientos estúpidos, señores. Sólo yo.
Saco una hoja junto al bolígrafo del morral, y copio lo que se encuentra en el pizarrón. Lo malo de esta profesora es que escribe pequeño y en cursiva, de modo que no se le entiende mucho, y si le agregamos el detalle de que estoy al fondo, podré asegurarte que son como garabatos con cabezas de mis compañeros de por medio.
—¿Puedes pasármelo después, por favor? —pregunta David en un susurro mientras me inclino hacia la hoja de Victoria para corroborar una palabra. Me vuelvo hacia él, continúa con los ojos cerrados.
—Sí, pero… ¿por qué no copias si estás despierto?
—Si te soy sincero, no tengo ganas de hacer nada.
—Yo tampoco, es viernes, pero igual lo hago.
Hace una mueca, y yo sigo copiando lo que sea que esté copiando. Detesto Instrucción Cívica. Sólo dos materias me gustan mucho, y considero a las referidas a Ciencias Sociales como algo fastidioso… Nunca me ha gustado; soy más de números y naturaleza.
En el momento que suspiro y sacudo la cabeza para concentrarme en escribir esa tal cosa del Estado que no me interesa porque odio lo relacionado a la política más que a nada, una mano se posa sobre la que sostengo el bolígrafo. Miro hacia aquella dirección y rápidamente retiro el brazo haciendo un rayón en el papel.
—Oh… Lo siento, yo no quería…
—Cállate, David; creo que me has hecho un favor.
Suelto la lapicera y me inclino hacia atrás para reposarme en el respaldo de la silla. David me imita.
—¿Qué es lo que querías? —le pregunto.
—No lo sé.
—Me tomas de la mano y no sabes por qué.
—Ah, no; eso sí. Quería ver cómo reaccionarías. Es divertido.
—Qué forma tan peculiar tienes para divertirte —gruño.
—Tú haces que sea divertido porque nunca nadie sabe qué esperar de ti. Es raro cómo actúas un día y cómo te comportas al siguiente, pero me gusta.
—En definitiva, la rara soy yo, así que acostúmbrate.
—Vale, ¿me das un beso?
Enarco una ceja.
—¿Eres consciente de lo que acabas de pedir?
—Uhm, sí.
—Pues entonces vete a la mierda.
Alza ambas manos a la altura de sus hombros a modo de respuesta.
☀ ☀ ☀
La mañana, dentro de lo que podría decirse, fue tranquila. Porque Chloe no estuvo con nosotros, claro. Nos la acabamos de encontrar en la cafetería y habla como si fuese una maldita cotorra… Lo bueno de todo esto es que como ella está contando algo de la clase de Física, David no tiene oportunidad para decir gilipolleces como las de hace un rato. Él debería agradecer de que no le haya hecho nada malo.
—… y además guardé su mechón de cabello en uno de mis cuadernos. Se va a pudrir, pero no me arrepiento.
—Chloe…, ¿por qué odias tanto a Anne? —le pregunta Christopher mientras deja su vaso sobre la bandeja. Sí, Chris; luego de la tercera asignatura ha venido con nosotros cuando le mencioné que a la pachorrienta le gusta la idea de que se uniera al grupo. No dudó en aceptar.
—Ella es la que me odia, y siempre hace algo en mi contra o busca el momento para burlarse de mí. Como en Física la tuve al frente de mis narices, no iba a desaprovechar vengarme una vez por todas las que me ha hecho.
—¿Y esa fue tu súper venganza? ¿Cortarle un poco de pelo?
—Pues sí, esa ha sido. ¿Acaso a ti te falla, Christopher?
—No, pero…
—Da igual. —Rueda los ojos—. Bien, tengo ganas de contar chistes, anoche he leído nuevos por internet.
—Por favor, no. —Victoria se lleva ambas manos a sus oídos y reposa los codos en la mesa.
—Calla, Steele. No he preguntado si querías.
»Okay, vamos a reírnos un rato. —Aclara su garganta como si fuera a dar un discurso—. ¿Qué le dice una vaca a otra vaca?
«Que David tiene más culo que ellas juntas.»
—¿Qué le dice?
Sin contestar comienza a reír y nosotros nos miramos unos a otros.
—Ay, lo siento… Es que… es muy bueno y con sólo pensarlo… Cuack, le dice cuack.
Continúa actuando como foca anaeróbica.
—Y yo creía que las vacas decían «mu» —comenta Christopher negando con la cabeza—. Me has arruinado la infancia.
—No lo hice. De hecho, las vacas sí dicen «mu», pero al ser un chiste obviamente no van a decir eso.
—Los animales prenden otros idiomas en los chistes, qué bueno —él dice para luego rodar los ojos.
—Eres más idiota de lo que creí —murmura Chloe—. Tengo otro. Una pizza estaba llorando en el cementerio, ¿no? Bueno, viene otra y le pregunta «¿Era familiar?» y ella le respon…
David interrumpe.
—Le responde: «No, era mediana».
—Oye; la sabías, no vale… —Sacude la cabeza—. No importa, tengo otro chist…
Victoria se inclina sobre la mesa para taparle la boca con sus manos; haciéndole así un favor a la humanidad.
☀ ☀ ☀
Hoy las pruebas deportivas continúan, ya que al ser cinco no hubo tiempo suficiente para todas. Mientras que ayer fueron baloncesto, voleibol y natación; hoy son handball y béisbol.
Y, como nosotros estamos aburridos, optamos por ir al patio y ver cada uno de aquellos deportes. Al primero que nos dirigimos es béisbol, y si te soy sincera no entiendo nada; sólo sé que con el palo hay que pegarle a la pelota y correr.
Según lo que dijeron Christopher y David, el juego está bastante parejo. Pero realmente a mí no me interesa mucho…, mientras ellos explican qué sucede en el juego me dedico en observar a todos y cada uno de los que aquí se encuentran. Como no estamos tan alejados los rostros pueden distinguirse fácilmente. Dos de los que he reconocido fueron los de Peter Courtenay (novio de Ashley) y Derek-tengo-algo-bajo-la-puta-manga-Smith.
Éste último tiene el bate en sus manos preparándose para golpear la pelota que el Intruso Courtenay debe aventarle. Pero, de una manera que no le encuentro explicación, la pelota jamás llega a Derek: la recibe mi cara, con «los brazos abiertos».
☀ ☀ ☀
—David, ya te dije que estoy bien.
Después de todo, venir a la enfermería tal vez no fue tan buena idea. Si hubiese sabido que se comportaría como una madre, habría descartado eso de entrar y sentarme aquí en la camilla. Aunque ahora que lo pienso, siempre se comporta así conmigo…, lo dije esta misma mañana.
—Y si estás bien, ¿por qué tienes ese huevo en la frente?
—Pues, porque me han golpeado. Además, no debes exagerar, no puede ser tan terrible.
La enfermera ingresa al lugar con algo entre las manos, y me lo extiende con una sonrisa. El hielo. Se lo agradezco y lo envuelvo en una toalla que me había dado antes de retirarse. Lo dejo sobre mi frente. Mientras tanto, como la camilla es bastante alta, balanceo mis pies hacia delante y hacia atrás; hasta que unos minutos más tarde aparece Chloe.
—Joder, tengo hambre.
Sí, eso es lo primero que dice.
—Sí, no te preocupes demasiado; estoy bien —digo con cierto tono sarcástico que ella no distingue.
—Me alegro, pero no te pregunté.
—Chloe. —David la fulmina con la mirada, haciendo que ella rodara los ojos.
—Lo siento, lo siento. ¿Cómo estás, Natalie de mi corazón? —Yo quito el hielo de mi frente a modo de respuesta—. Oh, madre Santa. Parece que la pelota ha traspasado tu piel y se quedó ahí atascada.
—Cállate —ordeno volviéndome a aplicar frío en el chichón.
A la hora de la cena, todos (Chris incluido) nos reencontramos en la cafetería. Para lograr estar más cómodos tuvimos que unir dos mesas, ya que cada una tiene espacio sólo para cuatro personas. Nos ubicamos de tal forma que Victoria se encuentra en la cabecera izquierda, yo a su derecha con Chloe a mi lado, al frente de mí David y en diagonal Chris.
Lamentablemente comeremos hamburguesas, y es lamentable porque estoy segura de que las compararán con las hechas por Ashley y por mí.
—Espero que ésta no tenga ningún cabello… —dice David recalcando las dos últimas palabras, mientras abre la hamburguesa y así ponerle aderezo. Después de todo, no me he confundido.
—Y yo espero que por lo menos sean comestibles —habla Christopher a punto de dar un mordisco.
—Las que no lo eran fueron preparadas por alguien —carraspea Chloe golpeándome con el codo—, alguien de aquí.
—¿Y por qué habías cocinado tú, Natalie?
«Éste es rápido.»
—Un castigo —respondo.
—Te conviene hacer bien las cosas, no quiero que te envíen a la cocina otra vez. ¿De acuerdo?
—Oye, qué maldito eres…
—¿Acaso quieres que viva dentro del baño? Si tu respuesta es sí, recuerda que no podré hacerte dibujos para Arte…
—¡Christopher Gilbert, eso no es justo! Ni siquiera sé preparar spaghettis, yo no elegí ir a cocinar y causar un desastre.
Da otro mordisco a su hamburguesa, y luego me guiña el ojo.
¡¿Un puto guiño?! ¡¿O le entró un «no sé lo que es capaz de hacer Natalie» en el ojo derecho?! Se lo quitaré con un tenedor, a ver si aprende.
No, qué tonta; no hay tenedores hoy…
Uhm… Las patadas dejan moretones, le regalaré una, tal vez funcione. Pero está algo lejos…, podría estirarme…
—¡¿Quién me golpeó?!
Sonrío satisfecha, pero luego de unos segundos comienzo a maldecir mentalmente.
—Yo no fui, David —le aseguro intentando disimular un poco al acomodarme en la silla.
No se pronuncia nada más, y cada uno se esmera en finalizar su comida. Al hacerse las 8:50 p.m., nos despedimos y de la manera más rápida posible (para que Janner no me alcance) me dirijo hacia el ascensor y presiono «P.2». Ya en el cuarto, hay un debate entre yo y mi conciencia para decidir en si disculparme con mi amigo o no. Ganó quien les narra, así que no me disculparé; no sabe que he sido yo.
Con una sonrisa en los labios y aún con el chichón en la frente, abro mi armario y entre toda la ropa busco mi pijama color azul. Cuando ya estoy lista para lanzarme a la cama, mi celular vibra sobre la mesa de noche, y sin necesidad de leer el nombre ya supe de quién se trata.
David Janner a las 9:03 p.m.
La próxima deja tus piecitos quietos, porque me dolió.
Mierda. ¿Quedaré muy mal si no me disculpo ahora que lo mencionó? Seguramente. Aunque por parte se merecía el golpe, aún no olvido que me ha pedido un beso. Más tarde había especificado que era en la mejilla, pero ya me encontraba cabreada.
Natalie Hofmann a las 9:05 p.m.
Lo siento, lo siento, lo siento. La patada era para Christopher, no para ti. Lo juro.
David Janner a las 9:05 p.m.
No importa. Me vengaré, Hofmann.
Natalie Hofmann a las 9:05 p.m.
Pos, qué miedo tengo. Uy.
D
avid Janner a las 9:06 p.m.
Cuídate de las pelotas ;)
Por favor, no.
Natalie Hofmann a las 9:06 p.m.
Entonces, tú cuídate las pelotas ┐(゚д゚┐)
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro