Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

13. ❝Caos en la cocina❞🌙

Pasados de unos minutos, cuando estaba a punto de contarle a David mi «historia» con Jordan Smith, Ashley aparece de la nada, avisándome que debemos dirigirnos a la cocina para iniciar con el castigo.

—Todo es culpa tuya, Natalie —dice, al estar alejándonos de mi amigo.

—Ni que tú no hayas hecho nada.

Continuamos con la caminata en silencio, mientras que con el dorso de mi mano izquierda elimino las pocas lágrimas que aún siguen en mi rostro.

Pasamos por el comedor donde se encuentran Chloe y Victoria, que al verme por sus rostros pasaron destellos de diversión (por la situación, no olvidaré que se burlaron de mí. Cuando les conté que la directora quería mandarme a lavar ropa, fue lo que colmó el vaso para producirles dolor de estómago… al parecer «reír» no siempre es la mejor medicina) y luego de confusión porque seguramente debo tener los ojos hinchados y pequeños. No hay que pensar demasiado para llegar a la conclusión de que he estado llorando, así que no entiendo por qué me observan sin comprender.

Después de atravesar la cafetería completa, llegamos a una puerta color café a un lado del mostrador. Al atravesarla, Ashley bufa e inspecciono todo el lugar. En el centro está Ellie junto a dos personas. Un hombre bajito, y una mujer sonriente.

—Buenos días —nos saluda la primera.

Me aclaro la garganta, intentando no llamar la atención de ninguno.

—Buenos días —contesto, temiendo a que mi voz fallara por lo ocurrido hace unos momentos. Pero por suerte, se oyó bien; normal.

—Hola —responde Ashley sin mucho entusiasmo, mirando con asco las paredes que nos rodean.

—Bueno, les diré en qué consiste esto. Para el almuerzo será fácil; deberán preparar hamburguesas. Para la cena, aún no lo hemos decidido, así que más tarde se lo comunicaremos para que lo puedan preparar.

»Él es Charlie —presenta al muchacho, sin dejar de enfocar su mirada en nuestros movimientos y expresiones. Charlie lleva de esos sombreros que se colocan los chefs en la cabeza, lo que hace que se me dificultara ver su cabello. Aparenta unos treinta años de edad, sus ojos con color azul y cuando ve que estoy observándolo de pies a cabeza me sonríe.

«Ni te creas —pienso—. Tener ojos claros no te hacen bonito y además eres viejo. Búscate otra si no quieres que te corte las pelotas con una cuchilla.»

—Y ella es Cassie. —Hace un ademán hacia su izquierda, queriendo hacer referencia a la chica que parece simpática. Luego de ver sus ojos, me vuelvo hacia Charlie, y luego hacia ella otra vez. Joder, son idénticos.

A Cassie se le escapan algunos mechones rubios de aquel sombrero, y es un poco más alta del que supongo que es su hermano.

—Por casualidad… —empiezo a decir, pero ella me interrumpe sin dejar que terminara mi pregunta.

—Sí, lo somos. —Pone los ojos en blanco, y cruza sus brazos.

Todos los rubios que he conocido que se encuentran aquí, ya me caen mal. Y cabe admitir que son siete. Algo me hace pensar que la que los atrae a ellos como un imán soy yo… porque, si tu cabello es rubio natural o no, ya estás en mi lista negra. A ver… Ashley, Cassie, Ellie, Sophie Wymer, Charlie y Derek Smith. Sí, son muchos.

—Me iré para que puedan comenzar. Adiós, disfruten del castigo.

«¿Cómo que “disfruten”?»

La directora a paso rápido se dirige hacia la salida. Al cerrar la puerta, su sobrina me mira a mí, y luego a ellos dos.

—Yo igual, suerte. —Es lo que dice.

—No. —Tomo su brazo impidiendo que avanzara; y Ashley cierra los ojos, suspirando.

—Te odio, ¿lo sabías no?

—Tranquila, el odio es mutuo.
—No debemos perder más tiempo —anuncia Charlie, dirigiéndose hacia un montón de tela blanca que está a un lado de la enorme cocina.

—¿Qué hay que hacer? —pregunto, sintiéndome después como una estúpida. Que a nadie se le ocurra responder «Cocinar» porque me largo, tengo sueño.

≪ ¿Y eso qué tiene que ver? ≫

—Primero, tienen que ponerse esto. —Me extiende de esas prendas blancas a mí, y a Ashley. Un gorro horrible y un delantal.

—¿Es sumamente necesario? —cuestiona ella—. ¿De vida o muerte?

—Si te digo que no, no lo usarás. Así que sí, es indispensable.

—Natalie, recuérdame matarte luego de esto. —Se ata el delantal al mismo tiempo que yo. Coloca el sombrero en su cabeza, me río por lo feo que le queda, y después se lo quita tirándolo al suelo.

—Como dijo la señora, haremos hamburguesas… —Esa es Cassie, pero la llamaré C porque su nombre no me gusta…, así se llamaba una niña del preescolar que dejó caer pegamento en mi silla y cuando me senté tuvieron que prestarme otro pantalón. Me molestaban diciendo que lo húmedo de la ropa era pis. Algo similar a como sucedió con Chloe, Victoria y David hace poco—. En realidad, ustedes las harán, nosotros sólo ayudaremos.

»Solemos redondear la cantidad de comida hacia arriba, porque siempre hay alguien que come más que los demás. Calculamos dos hamburguesas por persona, y a partir de esa cantidad, obtenemos cuántas de más prepararemos. Los profesores son veintiséis, mientras que los alumnos ochocientos treinta y dos. En total, serían ochocientos cincuenta y ocho; y si multiplicamos por la cantidad que recibirá cada uno, nos dará…

—Mil… —Frunzo el ceño, calculando—. Mil setecientas dieciséis hamburguesas.

—O sea, ¿hay que hacer mil ochocientas? —pregunta Ashley, luego de llevarse un chicle a la boca.

—Cincuenta más, en lo posible.
Al ver la cara de horror de ambas, agrega:

—No es tan terrible como suena.

—¿Cuánto tiempo tenemos?

—Hoy se almorzará más tarde, como todos los fines de semana. Así que a las 1:30 p.m. tendríamos que estar terminando… son las 12:10.

—Ya deberíamos haber comenzado hace rato… —acota el que quiere obtener una vasectomía gratis—. Lávense las manos, por favor.

Eso hacemos, y a cada uno se le asigna una tarea diferente. Yo corto los panes, C hace las hamburguesas, Ashley las deja en la plancha y Charlie trae bandejas junto con los aderezos desde un sitio que no conozco. Cuando C finaliza, ni siquiera había terminado con lo mío y la peli-falsa está entretenida mascando su chicle con la boca abierta, a la vez que juega con la espátula.

—Se van a quemar, Ashley —le aviso, y ella rueda los ojos mientras lleva su mano libre a un pedazo de carne que está más negro que la oscuridad—. ¡No, imbécil! ¡Para algo tienes la…! Te lo dije.

—¡Ahhhhhhhh! ¡¡Natalie, es tu maldita culpa!!

Ajá, sí; claro. ¿Nos castigan? ¡Culpa de Natalie! ¿Ashley se tostó la mano? ¡Culpa de Natalie! ¿Tienes hambre? ¡Culpa de Natalie! ¿Nos atacan los zombies? ¡Culpa de Natalie! ¿Es el fin del mundo? ¡¡Culpa de Natalie!!

—Mira lo positivo… —contesto evitando pelear, y también de que llore. Sí, de que llore—. Tienes un tatuaje.

—¡Cállate!

Al gritar, su goma de mascar termina cayendo en la hornilla.

Lalala, sigo con los panes, yo no he sido, lalala, si luego hay olor a baba quemada yo no soy responsable, lalalala; soy un pitufo feliz que cumple sus obligaciones, ¡lalalala!

☀ ☀ ☀

—¡Terminé, por fin! —grita a modo de festejo la castaña no castaña lavándose las manos por quinta vez en menos de diez minutos. Sólo lo hace para mantenerse ocupada y que no la obliguemos a que nos ayude con algo productivo.

—Terminamos, en realidad.

—Tú no has hecho nada. Te la pasabas diciéndome que como último recurso debo ser una cocinera.

—Tú fuiste la que no hizo nada. Lo único que hacías fue quejarte y repetir que se te derretirían las uñas.

—¡Eres…!

C la interrumpe.

—Ambas vayan a almorzar. Él y yo nos quedaremos ordenando, su trabajo fue sólo cocinar.

—¿Te pensabas que iba a quedarme? —cuestiona Ashley de mala manera, fulminándola con la mirada. Al cruzarse de brazos se da cuenta que el delantal sigue cubriendo su uniforme. No demora en quitárselo y arrojarlo al piso para salir de la cocina.

—Trata así a todo el mundo, C. No tienes por qué preocuparte.

—Lo sé.

Sin nada más para hacer aquí ni decir, me deshago del gorro ridículo y del nudo en mi espalda que sujeta la tela del delantal. Dejo todo sobre una tabla de madera, y por poco no corro hacia mi habitación. No quiero que nadie me vea toda sudada ni sienta el olor a carne frita que larga mi ropa. Detrás de esa puerta que te lleva a la cocina, hace un calor de los mil demonios y antes de probar mi propia comida (¡peligro!) prefiero bañarme, aunque ya lo haya hecho hoy por la madrugada.

No mucho tiempo después de haber terminado, a paso de tortuga voy dirigiéndome hacia la mesa donde se encuentran mis amigos.

—¿Qué tal el castigo? —pregunta Chloe, segundos después de que tomara asiento.

—Fue desastroso… —respondo, y no puedo ser más sincera—, pero lo peor es que aún no termina. Nunca he visto tantas hamburguesas en mi vida. Creo que comenzaré a comportarme, no quiero que esto se repita.

—No fue divertido, ¿verdad?

—Lo único divertido fue oír chillar a Ashley por tener al frente suyo tanta comida. Que engorda a la gente, que las calorías, que esto, que el otro…

—Ah, y ya que la mencionas… —interfiere David—. Mi hamburguesa tenía un cabello rubio.

—Por Dios, que asco. —Finjo que tengo arcadas, y luego hago una mueca—. ¿Saben? Ya se me ha ido el hambre.

—De todas maneras, fuimos a buscar una para ti. Y la revisé, por si acaso. Está algo quemada, pero no quisieron cambiarla por otra.

—Gracias, pero soy alérgica a los platos que yo realizo.

—Creo que nosotros también, Natt. No eres la única —comenta Victoria, y luego cubre su boca. «Sí, amiga; sólo yo discrimino mi comida.»

—Cállate, Vic. Todo no recae directamente en Natalie. Seguro que la que más desastre causó fue otra persona.

—Mi hábitat natural no es y nunca será la cocina. El de Ashley mucho menos… No hacemos ni uno las dos juntas.

—Si se llevan mal, tampoco llegarán a nada.

—Tienes ra…

—¡Natalie Hofmann y Ashley Howard! ¡A Dirección, ahora!

La voz de la directora proveniente de unos parlantes me hace sobresaltar interrumpiéndome de tal manera que caigo de la silla. Cada vez la detesto más, sinceramente… Supongo que comenzaré a llamarla «La que quería mandarme a lavar calzones» porque «directora» no le queda muy bien. ¿Directora de qué? ¿Mi club de enemigos?

—Yo te ayudo.

David extiende su mano para que la tomara, pero yo sólo la miro y me levanto sosteniéndome de la banqueta. Dirijo la mirada hacia él, y me encuentro con su ceño fruncido.

—No me toques —murmuro con los dientes apretados, y los tres logran oírlo a la perfección.

—Creí que habíamos dejado eso atrás… y más después de lo que ocurrió hace unas horas.

—No. Adiós, debo irme.

Llevándome por delante algunas sillas (y personas), logro salir del comedor. Al pisar la Dirección por décima quinta vez en este par de semanas, mi mirada se encuentra con una cabeza que está por largar humo en cualquier momento.

—Sea por lo que sea que esté aquí… —dice alguien detrás de mí—, es culpa de Natalie.

Cuando estoy a punto de voltearme para responder, me interrumpen.

—Ambas tienen la culpa. Me han dicho que no trabajaron en equipo… No dejaron atrás sus diferencias para que todo saliera bien.

—Nada puede salir bien si Ashley está presente.

—Natalie hacía todo mal.

—Tú no te llamas «Natalie» —le contesto.

—Idiota, esa ere…

—Si no quieren algún reporte u otro castigo, será mejor que cierren la boca. Ambas.

—Fue Natalie.

—¡A Ashley se le caen los pelos! —chillo, apuntándole con el dedo—. ¡La comida de mis amigos tenía cabellos amarillos!

—No me digas a mí, Cassie también es rubia.

—Claro, justo cuando tú entras a la cocina; ella es la culpable. Qué sorprendente. ¿Verdad que sí?

—¡El castigo se extiende hasta el martes!

Ambas volteamos para ver a la directora de frente, y nos observa con su postura usual: brazos cruzados y entrecejo fruncido.

—Si quiere que todos mueran intoxicados… —empiezo a decirle, después de maldecir mentalmente y soltar un suspiro—, está bien; haremos el almuerzo y la cena por tres días más.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro