14. LE PETIT PRINCE
Aclaración: esta historia forma parte de un futuro capítulo de "Horna. Historias de un soldado" pero he querido incluirla en los SHOTS por ser un homenaje a uno de mis libros favoritos.
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James estaba sentado en las escaleras del porche. Contemplaba el atardecer como ya se le había hecho costumbre, cuando la escuchó acercarse y sentarse a su lado.
Volvió sus ojos azules hacia ella y se sorprendió al escucharla preguntar.
—Pareces un zombie, soldado ¿Sigues durmiendo mal?
Bucky asintió de mala gana ¿Tanto se le notaba?
—¿Más pesadillas?
Hizo un gesto de fastidio antes de responderle.
—Las mismas, una y otra vez. No creo que terminen nunca.
Raven se dio unos golpecitos con el encendedor en la frente, pensativa. Habló con la vista fija en el horizonte.
—A veces dormir con alguien lo mejora. A Larry le funcionó.
Al inicio Buck no entendió a qué se refería y la mención del hombre de las vendas lo puso algo tenso. A pesar de que habían arreglado sus diferencias, seguía sintiéndose incómodo cuando ella le hablaba del otro.
—¿De qué estás...?
—Las pesadillas... Te decía que a veces se calman si duermes acompañado.
—Imagino que Larry durmió con tu hermana —indagó frotándose las manos y concluyó— Por sus habilidades psíquicas y eso...
Rave dejó escapar una risita para luego confesarle.
—De hecho... En realidad durmió conmigo.
Bucky soltó un bufido. Imaginarse la escena no hizo más que acrecentar su molestia. Respondió sin detenerse a pensar, solo consciente de lo mucho que deseaba terminar aquella conversación.
—Entonces tendré que pedirte que me hagas el mismo favor.
—De acuerdo —A él casi se le descolgó la mandíbula por la sorpresa— Solo tengo una condición: dormimos en mi habitación.
Sin poder encontrar su voz para decir algo al respecto y sin haber interiorizado del todo la respuesta, James solamente atinó a asentir embobado una y otra vez.
La trigueña se levantó, encendió un cigarrillo y se dio vuelta con una sonrisa.
—Entonces te veo a la noche, soldado —le tocó el mentón con la punta de los dedos— Cierra la boca que te vas a tragar algún bicho.
Después se marchó, con las manos en los bolsillos y sin dejar de sonreír. Como siempre.
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A la noche, Bucky no estaba del todo seguro que la propuesta hubiese sido en serio, sin embargo decidió arriesgarse e ir hasta la habitación de la chica. Nada se perdía con intentarlo.
Llamó con suavidad a la puerta, nervioso, sin poder dejar de pasarse las manos por el pelo. Pensando que quizás había sido la peor idea que llevara a cabo desde que llegara a Horna. Raven abrió unos segundos más tarde, vestida solo con la ropa interior y un ligero camisón casi transparente que le llegaba a mitad de los muslos.
"De verdad ella no tiene problema con andar semidesnuda" pensó distraído.
—¿No necesitas una manta especial o un oso de peluche para dormir? —le interrogó contemplándole.
Se miró las manos vacías, apresurándose en hacer un gesto negativo.
—Bien, en ese caso...
Ella se apartó para dejarle entrar.
El cuarto era espacioso, aunque amueblado con simpleza. Una estantería llena de libros ocupando media pared. La cama muy cerca de la ventana. Un sillón de terciopelo rojo a los pies de esta, una lámpara de pie a su lado y el techo, fue lo que más llamó su atención, adornado con extraños colgantes.
—Son atrapasueños —le explicó Rave al ver su fascinación.
—¿Atrapasueños?
—Amuletos de las tribus indígenas. Espantan las pesadillas y atraen los buenos sueños. Según la creencia popular.
—¿De verdad funcionan? —James no quería sonar escéptico, pero estaba cansado de probar de todo, sin resultado alguno.
—Eso me lo responderás tú mañana —le guiñó un ojo y señaló la cama— Ponte cómodo. Escoge el lado que más te guste. Yo no suelo acostarme hasta la hora de los espíritus.
El soldado la contempló alzando una ceja, a lo que ella aclaró.
—Las 3 de la madrugada. Dicen que es la hora en que despiertan los fantasmas.
—No creo que los míos se vayan a dormir en ningún momento —comentó sarcástico, acomodándose bajo las mantas.
Rave rodó los ojos y apagó la luz, dejando solo la lámpara de pie encendida. Luego fue a sentarse en el diván con un libro.
Bucky pasó un rato mirando el techo. Buscando desesperado el sueño, el tan anhelado descanso. Cerró los ojos y volvió a abrirlos casi al instante. Cambió de posición en la cama varias veces, pero nada parecía funcionar.
Se sentía agotado. Estaba al límite de sus fuerzas y aún así no era capaz de quedarse dormido por miedo a las pesadillas que sabía acechaban en el borde de su conciencia.
—¿Quieres otra almohada, otra manta? —le ofreció ella viendo como se desesperaba.
James negó, sentándose y apartando con brusquedad algunos mechones molestos que le caían sobre la cara. Ahora hasta su propio cabello le incomodaba.
—¿Quieres que lea para ti? —volvió a ofrecer Raven. Le mostró el libro. "El Pequeño Príncipe", rezaba el nombre en la portada.
Otra vez él hizo un gesto negativo. La miró a los ojos, tratando de descifrar si era una oferta real o solamente por lástima. Al final se rindió, pasándose la mano por el rostro.
—Si no te molesta empezarlo de nuevo...
Ella sonrió de aquella manera arrebatadora que tanto le gustaba y se sentó a su lado en la cama, con la espalda apoyada en la pared y las piernas extendidas bajo las mantas.
—Puedes recostarte si quieres —se tocó el regazo, invitándolo. Abrió el libro en la primera página.
Bucky aceptó sin chistar, estaba demasiado cansado para negarse. Dejó escapar un suave gemido cuando sintió la mano de ella acariciándole el pelo. Cerró los ojos y escuchó la historia.
'Una vez, cuando tenía seis años, vi un magnífico dibujo sobre la selva virgen que se llamaba "Historias vividas". Representaba a una serpiente boa que se tragaba una fiera. He aquí la copia del dibujo...'
A pesar del agotamiento, no pudo evitar alzar la cabeza para ver la imagen y una vez más con la siguiente. Con la cual Rave le preguntó, cubriendo el resto de las palabras con la mano.
—¿Qué crees que sea?
—¿Un sombrero? —aventuró fijando la vista. La trigueña negó con una risita— ¿Una montaña? —intentó de nuevo.
—Es una boa, soldado. Una boa que se ha tragado un elefante —le explicó acercándole más el pequeño libro— ¿También congelaron tu imaginación?
James tiró de las mantas con un gesto de fastidio.
—Una boa, claro. No sé por qué no me di cuenta. Con todas las que vi en esa base de HYDRA en Siberia.
—No hace falta que te pongas sarcástico, Barnes.
—Lo sé. Lo siento, solo estoy cansado... —se abrazó a las piernas de la chica— Podrías seguir leyendo ¿por favor?
Ella lo arropó antes de continuar con la lectura y las caricias.
'Mostré mi obra maestra a las personas mayores y les pregunté si mi dibujo les daba miedo. Me respondieron: "¿Por qué un sombrero va a dar miedo?"
—Creo... que me he convertido en una persona demasiado mayor —balbuceó Bucky entre sueños.
Raven lo contempló con ternura, sin dejar de pasar los dedos entre su cabello castaño.
—No. Yo creo que no. Aún eres un pequeño y dulce príncipe.
Y así, sin proponérselo, descubrió que le estaba tomando más cariño del que creía a aquel forastero de ojos azules.
¿Alguien más se ha imaginado alguna vez leyéndole este hermoso libro a Bucky para ayudarlo a dormir? Sería muy muy tierno ver su reacción.
☺️☺️👑❤❤❤
#CrowWithAMouth
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