Un año había pasado desde que vencieran a Thanos, muchas cosas regresaban a su curso lentamente, sin embargo Bucky no lograba reponerse de la falta que había dejado en su vida el sacrificio de Raven. Después de ese día descubrió que amaba a aquella loca de sonrisa sincera y mirada de fuego. Aunque era tarde para remediar el tiempo perdido en riñas sin sentido, ella no estaba y necesitaba entenderlo.

Su mejor amigo había regresado al pasado a ser feliz con la mujer de su vida, Buck no se lo reprochaba, a pesar de que era una ausencia más que lamentar en su vida. Sentía que cada vez se quedaba más solo.

La voz de Saori lo sacó de sus pensamientos. La psíquica pelirroja era otra de las que había desaparecido con el chasquido y ahora estaba de vuelta. Desde que él le contara sobre la muerte de su hermana, parecía estar a la espera de algo que James no lograba comprender qué era.

—James ven conmigo un segundo por favor —lo tomó del brazo para recalcar la urgencia del pedido.

Entraron otra vez en la torre Avenger y caminaron hasta un salón poco iluminado.

—Sé que extrañas a Rave —le dijo la chica— Por eso tengo algo que te levantará el ánimo.

El soldado respiró profundo, en un intento de relajarse y no ser desagradable con ella. Saori era una buena amiga siempre dispuesta a tratar de sacarlo de su pena.

—Sao, de verdad aprecio lo que estás...

—Repite conmigo, por favor —lo ignoró la pelirroja, acercándolo al centro de la sala— Que no está muerto lo que yace eternamente...

Bucky se apartó con brusquedad, todo aquel teatro absurdo le parecía una broma de mal gusto. No quería estar allí, no quería seguir pensando en la chica de ojos dispares. Solo le hacía más daño.

—¡Ya basta Saori! ¡Basta maldición! No puedo seguir con esto —sintió que las lágrimas se esforzaban por regresar e intentó marcharse.

—¡Espera James! Te doy mi palabra que no te arrepentirás... Solo repite lo que yo diga ¿si? Por favor.

Él se resignó y fue repitiendo en un murmullo cada frase que declamaba la psíquica.

—Que no está muerto lo que yace eternamente y con los eones extraños, incluso la muerte puede morir.

La última sílaba se perdió en el silencio. Cuando Bucky empezaba a pensar que ese había sido otro de los rituales catárticos que le obligaba a hacer, escuchó una voz conocida surgiendo de las sombras.

—¿Acaso no te pedí que no te metieras en problemas James Barnes? Saori dice que casi te matan en esa última batalla —le reprendió Raven.

La pelirroja dio unas palmaditas de alegría. Bucky estaba boquiabierto, sin saber qué responder o cómo actuar.

—¿Qué tipo de broma es esta Saori? —la voz le salía entrecortada.

—Nada de bromas forastero —Rave se acercó y lo acarició con ternura— Más real es imposible.

—¿Como...? ¿COMO...?

Se le trababan las palabras, se le humedecieron los ojos.

La abrazó con toda la fuerza que pudo encontrar y si, era real, ella de verdad estaba de regreso. La besó, en los labios, las mejillas, los párpados; dejó que el olor a fresas de la chica lo impreganara todo, lo llenara. No sabía si reírse con las hermanas o echarse a llorar como un niño.

Raven le devolvió cada uno de los besos multiplicados por mil en pasión y se esforzó por calmarlo.

—Al parecer el concepto de "no poder morir" se te escapa un poco —le comentó, divertida con su expresión.

De pronto Bucky se volvió todo seriedad.

—¡No debiste! Nunca debiste hacer aquello —le reprochó molesto, pero sin dejar de estrecharla.

—Pensé que morir una vez por una caída al vacío sería suficiente para ti forastero. No te preocupes que no pienso irme de nuevo.

Ella se llevó una mano al pecho y alzó la otra en solemne promesa.

James la cargó, dio una vuelta con ella en brazos, entre risas. Volvió a besarla hasta quedarse ambos sin aliento y al final le dio las gracias a la pelirroja también con un abrazo de oso. Volvía a sentirse vivo, a ser feliz.