07. MERRY CHRISTMAS
Ganador del 2do lugar 🏆🥈 en el concurso "Cuentos Navideños" de la página de Facebook "Bajo La Sombra De Los Libros"
¡Navidad en New York! Uno de los espectáculos más hermosos y de las fechas más alegres en el país. La Torre de los Avengers no ha quedado rezagada en la celebración. Tony Stark, con su excentrismo característico, ha montado una fiesta inmensa, desbordada de champán, música, luces, comida, regalos e invitados de todas partes. Agentes y trabajadores de SHIELD, Xmen's, personas del gobierno... Una verdadera muchedumbre que luce sus mejores galas para la ocasión.
Bucky se mantenía encerrado en su habitación, intentando huir del bullicio, molesto y tenso como en sus peores días. Estaba sentado en la cama rumiando su disgusto por el evento cuando escuchó golpes en la puerta y acto seguido su mejor amigo irrumpió en el cuarto.
—¿Ni siquiera bajarás unos minutos? Por cortesía —lo interrogó Steve con desaprobación.
El soldado hizo un gesto de fastidio.
—No hay nadie en esa maldita fiesta a quien conozca ¿Qué sentido tiene?
El Capi le palmeó el hombro con afecto antes de comentar.
—No lo sé, Buck, quizás vas y te sorprendes —James lo miró intrigado— Si cambias de opinión, ahí está el traje que Nat alquiló para ti —señaló una bolsa que descansaba sobre el respaldo de la silla y se marchó.
Al final decidió intentarlo. Lo peor que podría pasar en la fiesta era que se aburriera mortalmente y de todos modos, eso ya lo estaba haciendo en su habitación. Se vistió, aunque obvió por completo la opción de usar el saco y en lugar de los zapatos de vestir prefirió sus botas de siempre. Al demonio con la etiqueta que había exigido Stark. Bajó.
Bucky estuvo a punto de dar media vuelta cuando llegó al salón. El estruendo de la música en los altavoces y toda la gente reunida allí lo marearon nada más entrar. Aquello era peor que cualquier campo de batalla en el que hubiera estado en su vida.
Dio una mirada alrededor tratando de localizar a Steve. Se sentía incómodo entre tanta gente elegante y por un instante lamentó su rebeldía al vestirse. Bajó la vista e intentó acomodarse el cabello que ya casi le llegaba a los hombros tras las orejas, entonces al levantar los ojos y dar unos pasos al frente la vio. Llevaba un vestido negro de una sola manga que le dejaba la espalda y el brazo con la marca similar a un tatuaje al descubierto, botines hasta media pierna y su pelo ondeando suelto. Estaba colgada del brazo de un hombre mayor al que James no reconoció y reía mientras hablaba con Banner. La imagen casi le detiene el corazón.
Raven sintió el peso de unos ojos sobre ella y se volteó sin dejar de sonreír. Cuando vio al soldado de pie en medio de la sala, murmuró una excusa a Nathan y Bruce y comenzó a caminar hacia él, con un contoneo que le agitó la respiración a Buck.
—Pensé que no le gustaban las fiestas Sargento Barnes —lo saludó.
Bucky tuvo que morderse el interior de la boca y apretar los puños para normalizar sus latidos. Al final logró responderle, aunque no podía sonar tan indiferente como hubiera querido.
—Y yo pensaba que tú detestabas a los Avengers.
Touché.
Ella rió, apartándose el mechón rojo de la frente. Se acercó un poco más para confesarle cómplice.
—En realidad Nathan (Cable) —señaló al hombre que la había estado acompañando— me ha colado a la fiesta. Alcohol gratis —le guiñó un ojo.
Las luces se atenuaron y se escuchó la voz de Stark retumbando en el salón.
—De acuerdo queridos invitados, es hora de un baile lento. Así que tomen una pareja y acérquense al centro de la pista.
Comenzó a sonar <Don't Walk Away> en los altavoces. Todos los presentes buscaron a alguien y entre risas empezaron a bailar.
Clint se acercó hasta ellos, rozó a Rave en el brazo y le preguntó con caballerosidad si deseaba bailar. Ella estuvo a punto de aceptar cuando Bucky la atrajo por la cintura, llevándola a donde estaban las otras parejas.
—¿De repente ha recordado que sabe bailar Sargento Barnes? —lo miraba a los ojos con picardía, retándolo.
Él comenzó a moverse despacio, guiándola por la pista. Su mano de metal en la espalda de ella. Sus ojos azules atravesándola como dagas.
—Deja de llamarme así —respondió con fastidio.
—¿Prefieres que siga llamándote forastero?
—Soy tu forastero —notó lo que había dicho e intentó corregirse— Solo Bucky me basta.
Una vez que terminó la canción, James se apartó de ella, nervioso. Se fue hasta la barra y pidió un whisky en un esfuerzo por espantar lo que sentía. Todo el deseo que lo atormentaba desde el día que la había conocido y el nudo que se le hacía en la garganta al pensar que cuando la fiesta acabara Raven se marcharía nuevamente, como hacía en cada ocasión que pasaban juntos, aunque no hubiese sexo de por medio. Abandonarlo era lo que mejor se le daba a la Dama sin Sombra, pensó con pesimismo.
Steve se sentó junto a él dándole un apretón cariñoso en el hombro. La bartender le sirvió un gin sonriendo embobada.
—¿Tú la invitaste? —Buck hizo seña a la chica para que repitiera su trago.
—Pensé que te alegraría verla —se disculpó su amigo— Por eso le pedí a Logan que la trajera. Lo siento Buck.
El soldado negó y le palmeó la espalda a su compañero, sabía que el otro no lo había hecho con malas intenciones. A pesar de que al inicio Rogers había sido escéptico con la relación, ahora lo apoyaba totalmente. Era Raven quien no parecía dispuesta a poner de su parte o formalizar las cosas. Su presencia siempre era como un tornado para James: llegaba a su vida, arrasaba con su paz y se marchaba sin despedidas. Se lo comentó a Steve.
—Puedo pedirle a Saori que hable con ella... —se ofreció su amigo.
La voz de Raven detrás de ellos los sorprendió a ambos.
—Hablar a espaldas de una mujer es de mala educación Capitán.
El Capi se sonrojó hasta las orejas. Se levantó atropelladamente de su silla, murmuró una disculpa y se fue, dejándolos solos.
—Eso fue cruel.
—Lo que le dijiste sobre mí también, forastero.
Bucky clavó sus ojos celestes en los dispares de ella. Quería estar molesto y en lugar de eso solo conseguía sentirse derrotado.
—¿Acaso mentí? Lo tuyo no es amor, Rave, es puro turismo emocional y me está matando.
La chica lo abrazó. Le acarició el rostro con ternura. Le rozó los labios con la yema de los dedos.
—Si no te quiero a mi modo, entonces no estoy siendo franca contigo, forastero.
Dio un vistazo a la hora en el gran reloj colgado sobre el estante del bar, faltaba poco para que llegara el nuevo año. Bucky la contempló intrigado. Ella rió y le susurró su plan al oído.
—Distrae a la bartender, forastero, voy a hacer un pequeño truco de desaparición con una de esas botellas de whisky y luego te daré tu regalo de Navidad.
James no estaba muy convencido, pero al escuchar las últimas palabras cambió de parecer. Rodeó la barra hasta donde estaba la muchacha sirviéndole un refresco al chico araña y comenzó a hablarle de la primera tontería que le pasó por la mente. Ella casi ni le escuchaba, se había perdido, como todas, en el mar de los ojos del soldado.
Raven rió entre dientes. Le gustaba el ex Soldado de Invierno y disfrutaba cuando estaban juntos o hacían el amor, pero no entendía cómo era posible que algunas mujeres le demostraran a un chico lo embobadas que estaban con tanta facilidad.
Ella podía entregarse y querer con todas sus fuerzas, mas nunca depender de alguien como sabía que le sucedía a algunas. Hizo un par de gestos con las manos, moviendo e invocando algunas sombras para alcanzar intacta una botella de Black Label de lo alto de la estantería. La ocultó a su espalda y retrocedió lentamente haciéndole señas a Bucky para que la alcanzara en la salida.
Mientras esperaba en la puerta, vio pasar a Thor, que la saludó con una leve inclinación de cabeza y una sonrisa. Ella le devolvió el gesto.
—¿Coqueteando? —James se acercó mirándola con reproche.
—¿Estás celoso forastero?
Él la pegó a la pared colocando una mano a cada lado de su cabeza y habló sobre sus labios.
—¿Debería?
Rave se echó a reír, deslizándose con agilidad bajo los brazos extendidos del soldado. Caminó hasta el ascensor.
—Vamos a tu habitación y te doy mi regalo.
A Bucky le costó un esfuerzo sobrehumano no desnudarla en el elevador. Cada vez que ella se acomodaba el mechón rojo que le caía sobre los ojos, se le cortaba la respiración y tenía que besarla nuevamente. Las puertas se abrieron, ella salió al pasillo entre risas juguetonas y echó a andar.
—No sabes cuál es...
—Esa de ahí —señalaba uno de los últimos cuartos.
Él abrió y la chica corrió al interior, saltando a la cama con la botella apretada contra el pecho para no romperla, sin dejar de reír. Era eso justamente lo que a Bucky lo volvía loco de ella. Ese contraste entre la mujer fuerte, independiente, guerrera y la niña interior que se divertía con las cosas más simples.
—¿Cómo sabías? —preguntó mientras se quitaba la camisa.
—Yo siempre me marcho forastero —se puso de pie y empezó a besarlo— pero jamás te dejo solo. Mis sombras son mis ojos.
James sonrió. Quizás eso era lo más romántico que podía hacer por él sin romper su propia regla de "sin ataduras" y lo apreciaba.
La sujetó por los muslos y la aupó hasta sentir que lo rodeaba con sus largas piernas. Pegó la espalda de ella a la pared y comenzó a besarla, mordisqueándole los labios, jugando con su lengua, saboreando el momento.
—Y bien ¿dónde está mi regalo? —exigió.
Rave se soltó de su agarre y comenzó a desvestirse, quedándose solo con un conjunto de encaje negro. Sacó del sujetador una cinta color rosa chillón. Se la ató alrededor de la cintura y se tumbó en la cama con una sonrisa que le iluminaba todo el rostro.
—Su regalo Sargento Barnes. Feliz Navidad.
Bucky jadeaba al borde del colapso. Quiso hablar y se le atragantaron las palabras, haciendo que ella riera con más fuerza.
—¿Vas a desenvolver lo que te ha traído Santa Claus o no? —lo provocó.
Él rasgó la cinta con ambas manos, entre risas de ambos. Terminó de quitarse la ropa y se tumbó sobre ella en boxers. Raven le recorrió el pecho con los dedos, luego colocó una mano sobre su corazón, que latía desbocado y le preguntó al oído.
—¿Demasiado para ti anciano?
—No debiste decir eso, pequeño cuervo.
La besó, con furia, con pasión. Devorándola. Apretando su cuerpo contra el de ella. Marcándola. Lamiendo sus cicatrices. Haciéndola gemir cada vez más alto. Le hizo el amor con todo su ser, con cada fibra de su cuerpo. Le pidió que dijera su nombre y Rave se lo susurró una y otra vez, enloqueciéndolo, hasta que sintió que iba a explotar de tanto placer. Al final se recostó junto a ella, abrazándola, sin dejar de acariciarla e intentando recuperar la respiración.
El sonido de los fuegos artificiales y el resplandor colándose por la ventana les indicó que ya era medianoche.
—Feliz Navidad forastero.
—Feliz Navidad princesa oscura.
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