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01. JUST ANOTHER DAY

Llevaban más de 10 horas sentados en la azotea, pendientes de cada movimiento, entrada o salida que realizaban los inquilinos del penthouse que se encontraba enfrente. Copos blancos como algodón caían del cielo lentamente, cubriendo cada espacio y a ellos.

—Esto es una pérdida de tiempo increíble —se quejó Bucky.

—¿Y por qué no se lo dijiste a Rogers cuando nos obligó a venir? —Raven se encogía y se frotaba los brazos. La vista clavada en las ventanas del apartamento.

—Te dije que esto sería una noche larga, debiste traer una chaqueta.

—¿Quién diablos te dijo que tengo frío?

Él rodó los ojos, se quitó la cazadora de cuero y la lanzó sobre la cabeza de la chica. Volvió a tomar los binoculares mientras hablaba.

—Úsala. Si eres insoportable normalmente, no me imagino cómo serías resfriada.

Rave gruñó. Iba a responderle cuando el móvil en el bolsillo de Buck comenzó a vibrar. Le hizo una seña para que callara.

—¿Qué sucede Steve?

—Tengo malas noticias: nuestro objetivo escapó hace un par de horas —Bucky tuvo que contenerse para no romper el teléfono. Habían pasado todo ese tiempo helándose en esa maldita azotea en vano— Lo siento, compañero. Será mejor que regresen.

—No sé, quizás nos apetece quedarnos un rato más aquí ¡congelándonos el trasero para nada, Steve! —no quería ser brusco con su amigo, pero la situación lo sacaba de sus casillas.

Colgó. Le hizo una seña a la chica para que lo siguiera y fue hacia las escaleras de emergencia.

—¿Misión cancelada?

—Hace horas que el tipo se largó. Al parecer Steve ha estado demasiado ocupado como para avisarnos.

Estaba furioso. Apretaba los puños, bajaba los escalones de dos en dos y estuvo a punto de arrancar la manija de la puerta del auto al tomarla con la mano de metal. Rave le palmeó el hombro y le quitó las llaves.

—¿Qué tal si te relajas, súper soldado?

Le lanzó una mirada azul asesina. Subió al lado del copiloto. Bajó la ventanilla y dejó que el aire frío le golpeara el rostro durante todo el camino de regreso.

》》》

El Capi y Sam habían ido a la Torre Stark. Solían hacerlo todas las mañanas para evitar sospechas de los otros Avengers. Rogers no quería tener secretos con Tony porque también era su amigo, pero sabía lo que ocurriría si este se enteraba que ahora ellos dos, ayudados por el ex Soldado de Invierno y el Cuervo se estaban dedicando a cazar criminales vinculados a HYDRA. Eso sí, había algo en lo que no cedió ni un momento: todos los que encontraran serían llevados ante la justicia y se evitarían los daños colaterales a cualquier precio.

Bucky y Raven estaban viviendo en el nuevo apartamento del Cap ya que facilitaba las misiones y evitaba que el soldado tuviera que exponerse innecesariamente después de los eventos en Bucarest. Todavía algunas personas lo consideraban culpable o peligroso – o ambas – y ciertos encuentros con las fuerzas del orden u otros Vengadores podían llegar a ser desagradables. A ella simplemente le daba lo mismo. Era una mercenaria y en el argot popular esto era casi el equivalente a ser una gitana. Cualquier sitio estaba bien mientras sus compañeros de piso no se pusieran demasiado insufribles.

Cuando ella salió de su habitación, Buck estaba sentado en el sofá. Los brazos cruzados sobre el pecho, la mirada perdida y el ceño fruncido, ni siquiera le prestó atención. La chica se sirvió un zumo de naranja y se sentó en la encimera a disfrutarlo.

—Por favor dime que no llevas toda la maldita noche ahí sentado —pidió acercándosele.

Él dejó de mirar al vacío y la contempló unos segundos: llevaba solo una remera que le cubría hasta algo más abajo de la cintura y las bragas negras. Sus largas piernas eran hipnotizantes.

—¿No crees que vas con poca ropa? Y no, no llevo toda la noche aquí sentado.

—Vivo con dos ancianos y ninguno de ellos es un violador en potencia. Estoy bien así, gracias por preguntar.

Bucky apartó la vista, pero no pudo evitar dar una mirada de reojo cuando ella se tumbó en el sillón y se estiró, haciendo que la camiseta se subiera y mostrara parte de su abdomen.

—¿Dónde está papá Rogers? —hizo un mohín de niña pequeña al preguntarlo.

La imagen provocó que a él empezara a sudarle la palma de la mano derecha, la humana. Se puso en pie y se fue a la cocina, intentando calmarse. Desde que habían comenzado a vivir los tres juntos sentía que ella lo desesperaba y lo atraía al mismo tiempo, provocando una especie de corto circuito en su ya maltrecho cerebro.

—Se fue a lo de Stark. Necesitamos información sobre el paradero de nuestro objetivo de anoche —explicó.

—O sea que son las 9 a.m. y no tenemos nada que hacer.

—¿No me escuchaste cuando dije que...?

—Ya, ya... Información sobre nuestro científico loco que se escapó de hecho frente a las narices del reconocido Capitán América... Aburrido —bostezó y volvió a estirarse.

Bucky se quedó observándola. De verdad podía ser una mujer exasperante cuando se lo proponía.

—¿Para ti todo es una maldita broma? ¿Un juego?

—Ese es tu problema, soldado, eres tan rígido como si te hubieran metido ese brazo de metal en el trasero.

Él dio un respingo. Tuvo que contenerse para no saltarle encima y estrangularla. En lugar de eso se concentró en intentar preparar café, pero las nuevas tecnologías no eran lo suyo y la cafetera eléctrica parecía burlarse igual que la chica. Maldijo y golpeó la máquina con el brazo de vibranium. Los pedazos de plástico y cristal saltaron por todas partes.

—Y... ahí tienes lo que decía.

—¡Déjame en paz, Raven! ¡Maldición! ¡Maldición! Steve va a matarme.

Ella contempló el desastre de la cocina con gesto de "te lo dije". Buck intentó limpiar un poco y solo consiguió tirar un par de vasos al suelo, que se sumaron a los restos de cristales.

Rave lo tomó del brazo y lo apartó de la catástrofe antes de que continuara haciendo más destrozos.

—Estás descalza, vas a...

—Seh. Seh. Lo que sea. Hazte a un lado súper soldado o dejarás este sitio inservible —comenzó a recoger— ¿Sabes cómo podemos evitar que el Capi descubra lo que le hiciste a su cafetera, cierto?

Él estaba ensimismado observándola moverse, el corazón le latía casi como si estuviera en medio de una batalla. Intentó serenarse pero no ayudaban mucho las malditas bragas de encaje negro que llevaba. Incluso descubrió que ella tenía una cicatriz en el tobillo y se preguntó cómo se la habría hecho.

—Tierra llamando a James Barnes ¿hay alguien en casa? —chasqueó los dedos frente a su rostro.

Buck parpadeó un par de veces.

—¿Qué decías?

—Que podemos conseguir una nueva cafetera antes de que Steve note que hiciste pedazos la suya. ¿Me estás mirando el trasero?

—Vete al infierno, Raven. Dame un respiro —se tumbó en el sofá y cerró los ojos— ¿Qué tenemos que hacer?

—¿Acaso no es obvio, súper soldado? Salimos a comprarla.

—¿QUÉ? No, eso no. Steve dijo que era mejor que nos quedáramos aquí y ni siquiera tenemos dinero —de repente parecía un niño pequeño con miedo de que sus padres le riñeran por escaparse.

—Vamos soldado, estás tan desesperado por salir de este apartamento como yo. Además el dinero no es preocupación —fue a su habitación y regresó con varias tarjetas de crédito en las manos.

—¿De dónde...?

—Ah. Ah. Nada de preguntas, chico listo. ¿Quieres reponer lo que destrozaste o no?

—¿Las robaste? No. Las falsificaste ¿verdad?

Ella hizo un gesto restándole importancia y volvió a mostrarle las tarjetas, tentándolo. Bucky respiró profundo ¿qué había de malo en dejarse llevar, al menos una vez? Asintió.

》》》

La chica lo contempló con cara de espanto mientras señalaba su ropa.

—¿Te das cuenta que si luces como culpable es porque lo eres, verdad?

Bucky se acomodó la cazadora y se caló la gorra de béisbol hasta que no se le vieron los ojos. Empezaba a arrepentirse de seguirle el juego a aquella loca. Raven lo obligó a sentarse en una esquina del sofá.

—Empecemos por lo básico —le sacó la gorra y la tiró a un lado— Esto sobra.

—¿Qué diablos crees que estás...?

—Dame los guantes, no los necesitas.

Él la miró con una expresión totalmente escéptica.

—¿Te has vuelto loca? No, espera, ¿para qué pregunto?

Rave deshizo la cola de caballo que llevaba y con la goma le hizo un semiecogido a pesar de sus protestas. Ahora su rostro quedaba completamente descubierto. Esto le puso más incómodo de lo que ya estaba.

—No voy a salir así —se cruzó de brazos y frunció el ceño. Ella se echó a reír. Le parecía muy tierno cuando hacía aquellos gestos de cachorro enfadado.

—¿Nunca te enseñaron que el mejor escondite es a simple vista? Si sales por ahí con el aspecto de uno de los criminales del top5 lo estarás haciendo obvio. En cambio, si pareces un chico normal sin nada que ocultar... —lo señaló con un gesto— Tendrás un montón de miradas de mujeres encima, pero no de la forma que crees —volvió a reír.

Buck empezó a relajarse. Era claro que ella no estaba bien de la cabeza, sin embargo también debía reconocer que tenía un punto de lógica en su explicación. Decidió arriesgarse. A fin de cuentas Steve le había dado pruebas al mundo de que él no era culpable de ninguna de las acusaciones que se habían hecho en su contra.

¿Por qué seguirse escondiendo? ¿Por qué seguir actuando como un criminal si no lo era?

Se encogió de hombros.

—De acuerdo, desquiciada. Por esta vez vamos a seguir tus instintos —"Y rezo porque funcione", pensó.

Ella imitó una pistola con sus dedos. Le apuntó *¡bang!*. Se sacó del bolsillo de los vaqueros las llaves de la motocicleta de Rogers y se las lanzó.

—Los cuervos nunca se equivocan, forastero. No olvides eso.

》》》

Recorrieron el centro comercial hasta dar con los electrodomésticos. Tal y como había predicho Raven, las chicas se quedaban medio embobadas mirando al soldado, pero nadie pareció reconocerle. Buck llevaba la mano de metal oculta en el bolsillo de la chaqueta y cada vez que las miradas de las personas con que se cruzaban se hacían demasiado inquisitivas – al punto de hacerlo sentir incómodo – seguía las instrucciones que ella le había dado al llegar:

*Tómame de la mano. Ríete. Baja la vista lentamente y si no funciona, pasa tu brazo sobre mis hombros y bésame. Las muestras de afecto en público siempre obligan a la gente a mirar hacia otro lado*

Aunque era justo reconocer que había estado evitando la segunda opción a toda costa.

Raven entró en cada una de las tiendas de ropa que encontraron en el camino. Tomaba un montón de prendas, se las probaba, desfilaba como si estuviese en una pasarela y luego seguía adelante. Se comportaba como una adolescente hormonada. Sacándolo de quicio en todo momento.

—¿Cómo se supone que vas a divertirte si no te relajas? —ella se estaba probando unas gafas de sol con forma de corazones.

Rodó los ojos y prefirió ignorarla. Cada uno de sus sentidos intentaba concentrarse en analizar posibles amenazas a su alrededor y en evitar las cámaras de seguridad. La escuchó hablar con la cajera mientras pagaba su nueva colección de baratijas sin sentido que sabía luego olvidaría o tiraría a la basura.

—¿Tu novio es así de serio todo el tiempo? —preguntó la joven.

—Seh. Detesta hacer compras. Siempre tengo que obligarle a venir —dejó ir una risilla de confidencialidad— Lo que sucede es que preferiría estar con sus amigos bebiendo cerveza y viendo fútboll.

Bucky quedó sorprendido de la facilidad con que ella lograba inventarse historias absurdas. Las escuchó reír de nuevo, como si fuesen dos viejas amigas de la secundaria contándose secretos de los chicos que les gustaban.

—Es el problema con los muchachos lindos, todos son... —la cajera estaba desatada.

Él se acercó, tomó a Rave del brazo forzando una sonrisa torcida.

—Princesa, creo que deberíamos marcharnos.

La rubia de la caja hizo un gesto que indicaba "¿ya ves lo que te decía?" y Buck tuvo que apretar los dientes hasta sentir que se hacía daño para no contestarle de mala manera. Le lanzó una mirada asesina a su acompañante, volviendo a tirar de ella.

Raven lo empujó con suavidad. Rió y le plantó un beso sin previo aviso. Después se despidió de la joven y echó a andar.

—¿Qué diablos fue eso, Raven? —ahora estaba furioso.

—¿Hablas de mí siendo amable o del beso que tuve que darte para salvar la situación?

Ella volvió a hacer un mohin de niña pequeña, dedicándole un guiño.

Bucky apretó los puños. Se sentía frustrado. Aquella había sido una mañana demasiado larga para su gusto. Comenzó a caminar hacia la salida, Rave lo siguió y se le colgó del brazo pero al instante siguiente volvió a dejarlo y corrió hasta una de las vidrieras.

—¿Cuánto alcohol se supone que puede resistir ese suero del súper soldado? —se mordía los labios mientras hacía cálculos mentales.

Él la contempló sin entender qué nueva locura se le había ocurrido esta vez.

—Tengo la solución a tus problemas, señor gruñón, al menos por hoy —señaló la tienda de licores y le mostró los dientes en una sonrisa.

—No, eso no. Llevo demasiado tiempo sin beber.

—¡Justamente!

Chasqueó los dedos y se coló en el local.

》》》

Raven necesitó tomar un taxi para regresar al apartamento con las compras, que incluían, en su mayor parte, todo tipo de bebidas alcohólicas. Dejaron las cajas en la sala y ella instaló la cafetera recién comprada.

—Listo. Borrada toda evidencia del desastre. Ahora a lo que importa: ¿vodka o whisky?

Bucky escogió al azar: Absolute Vodka. Si estar ebrio iba a hacer que dejara de fastidiarlo, pues entre más rápido, mejor. Ella prefirió un Jack Daniels.

Se sentó en el suelo entre las bolsas y le hizo señas para que la acompañara.

—Ya sabes cómo va esto, súper soldado: arriba, al centro y adentro.

Suspiró resignado mostrándole la botella. – Cheers – la alzó y comenzó a beber hasta llegar a la mitad. Sonrió. Le habían borrado la mayoría de sus recuerdos, sin embargo el sabor del vodka seguía intacto en su memoria.

Cuando el Capitán Rogers regresó, las risas de sus compañeros de piso se escuchaban desde el pasillo.

"Finalmente esos dos comienzan a relajarse un poco" pensó y dejó escapar una sonrisa.

Sabía que las discusiones entre su viejo amigo y la mercenaria no eran verdadera enemistad. Incluso Sam se había dado cuenta de la tensión sexual acumulada que parecía rodearlos. Aunque se abstuvieron de comentar nada. Entró al apartamento y la imagen lo dejó sin habla. Botellas vacías por todo el suelo: vodka, whisky, vino, tequila. Raven tumbada en el sofá y el soldado sentado en el suelo a su lado.

—Bucky ¿qué diablos sucede aquí?

—Lenguaje, Capitán —comentó la chica y los dos se echaron a reír.

Buck se puso en pie. Se tambaleó. Los dos volvieron a reír como hienas y contempló a Steve con seriedad al preguntar

—¿Quién diablos es Bucky?

El Capi se puso pálido y ellos dos volvieron a estallar en carcajadas.

—¿Están ebrios? —era una pregunta tan obvia que desató otra ola de risas.

Raven caminó por encima de los muebles y se subió a horcajadas sobre la espalda del soldado.

—¡Capitán, tenemos un reporte de misión para usted! —volvieron las risas tontas en ambos.

Rogers los hizo a un lado e intentó recoger parte del desorden que habían causado con su pequeña fiesta personal. Ellos se quedaron observándole. Cada uno sostenía una botella y le daba pequeños sorbos.

—Deberían irse a dormir. Esta no es hora para estar ebrios y mi apartamento no es un bar.

—Aguafiestas —Rave chasqueó la lengua. Tomó un par de botellas que quedaban llenas y se dirigió a su habitación— Hey chico rudo. Esto no va a terminarse solo —le hizo señas para que la acompañara.

Buck quería disculparse con su amigo por la broma pesada de antes, pero la cabeza le daba vueltas y sentir la lengua pastosa al punto de que le costara articular las palabras no ayudaba. Optó por seguir a la chica y hablar con el otro más tarde.

Ella se sentó en el suelo. Abrió los últimos whiskys y propuso.

—Juguemos —dio un trago— Va así: tú me haces una pregunta. La que te venga a la mente. Yo respondo. Luego tú bebes y es mi turno —hizo una seña para que comenzara.

Bucky se recostó a la cama. Cerró los ojos, pensó por unos segundos y recordó la imagen de esa mañana y la duda que le había dejado.

—¿Cómo te hiciste esa cicatriz que tienes en el tobillo?

Raven emitió una risilla. Se la mostró.

—Cazando. Literalmente cazando osos en Alaska. Por error pisé una trampa, me quedé allí de pie sangrando hasta que Slade... —se detuvo y se frotó los ojos— Vale, ya tienes tu respuesta. Mi turno.

Él no insistió en saber el final de la historia. Era consciente de que ciertos temas eran complicados para la chica. Bebió.

—Si no te hubieras alistado en el ejército ¿qué habrías querido hacer?

La pregunta lo tomó por sorpresa. Se quedó viendo el techo, abriendo y cerrando la mano de metal. Intentando recordar qué hubiera querido el James Barnes de 19 años que una vez había sido y que ahora le parecía un completo desconocido.

—Viajar —afirmó finalmente— Supongo que me habría gustado viajar, aunque la verdad es que no lo recuerdo. Quizás lo único que se me da bien es ser un soldado.

Se quedaron en silencio, contemplándose. Ella sonreía. Entendió por qué cuando la conoció le había parecido hermosa a pesar de su locura. Era el contraste entre su sonrisa, tan sincera, que te hacía olvidar el resto y sus ojos, que ardían como ascuas, obligando a quien los contemplara a pensar en infiernos como el de Dante.

Siguieron con el juego hasta que ambas botellas se vaciaron y las preguntas comenzaron a ser absurdas. Siempre evitando entrar en terrenos personales que podrían ser dolorosos o incómodos.

Raven se tumbó en la cama, los ojos cerrados, la respiración tranquila. Bucky la estuvo observando un rato. Al final pensó que estaba demasiado borracho para lo que se proponía, pero siguió adelante. Se recostó a su lado, pasó un brazo bajo su cabeza y la acarició, con ternura.

—Última pregunta —le concedió ella mientras pasaba las manos entre su pelo.

—¿Puedo besarte?

Rave volvió a reír. Le brillaban los ojos. Asintió y él la atrajo suavemente.





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