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18. ¿Y si pudiera retroceder el tiempo?

Tom Odell - Another Love (0:20 - 1:12)

Noté que las personas se terminarían quemando si se acercaban demasiado a Jazmín, lo supe poco después de verla, y, aun así, la seguí buscando entre la multitud, atraída por su calidez y la forma magnética que tiene de ser. Por la manera en que te hace sentir y la forma que la oscuridad del abismo dónde estoy atrapada, se llena de luz cuando ella está cerca.

Supe que me quemaría, pero no previne que tan grave serían las heridas.

Llama la noche del treinta y uno, para hablar sobre que ya va a finalizar el año o algo así, pero una vez que esa conversación finaliza, terminamos conversando de otros temas, nada importante, solo temas banales y esa debió ser mi primera señal de alerta o una alerta de emergencia que indicara la fuerte radiación solar que había en esa zona y que lo mejor sería no acercarme. No hubo alerta y seguimos hablando por la simple satisfacción de conversar, cuando antes o después de cada concierto una de las cosas que más valoraba era el silencio y solo hablar bajo un propósito.

No hay ningún claro propósito en las conversaciones que estoy manteniendo con Jazmín durante mi ausencia de San Francisco debido a mi agenda.

La mayoría de nuestras conversaciones y vídeo llamadas empiezan de forma casual: Hola, ¿qué tal tu día? A veces ella empieza con un, ¿no sabes lo que me sucedió hoy? Lo cual tampoco lleva a ningún propósito, pero me gusta perderme en ese tipo de conversaciones, como ahora, dónde ella me cuenta una historia sobre Remy y una apuesta perdida, sobre la forma que está afrontando lo sucedido con Katie. Se ríe de una pelea que tuvo Remy con Carlos, el gato de Colin y Lennox, y es ahí, cuando me surge la necesidad de verla. De ver en persona esa sonrisa que debe tener y escuchar su risa en vivo y no a través de mi teléfono.

—Ojalá estuvieras aquí conmigo —le confieso.

—¿Por qué?

—Te extraño.

La confesión es en sí, sorprendente, sale de mis labios pintados de un tono nude —lo único de color que hay en mi atuendo—, de forma natural y auténtica. No puedo recordar la última vez que le dije a alguien que lo extrañaba.

—Extraño mi sol.

—¿Soy tu sol?

—Sí.

Me detengo y aparto mi mirada de las ventanas del hotel en el que me estoy quedando antes del concierto.

Eso fue demasiado lejos. No fue solo un comentario juguetón y casual, es una confesión con peso. He dejado escapar demasiado sobre lo que ella significa para mí y no es habitual comportarme de esa manera.

Usualmente tengo mejor control de todo. Sobre todo, de las emociones que casi no tengo, por eso llevo mi mano a mi pecho sintiendo los alocados latidos de mi corazón.

¿Por qué mi corazón late de esta manera? —me pregunto— ¿Estoy teniendo una especie de ataque de pánico por el concierto?

—Yo también te extraño. Mucho, Drea.

La conversación que estoy teniendo con ella, me hace pensar en una conversación y cuestionamiento que tuve hace tiempo con mi madre.

Tomo mi teléfono y llamo a mi madre, porque pienso que es la única persona que puede resolver mi duda.

—¿Mamá?

—Si, cariño mío.

—¿Cómo suena el amor?

Yo sé cómo suena la desilusión, cómo suena el desamor, y cómo suena la ausencia del amor, la perdida, la carencia. El completo y pesado silencio que aplasta mi pecho y me impide respirar con normalidad.

Pero, algunas noches, me pregunto, ¿hay algo más que esa sensación? ¿Cómo podría reconocerlo?

—Es de esos sonidos que sabes que son apenas y los escuchas —responde mi madre—. Suena diferente para cada persona, pero una vez que lo llegas a escuchar, ya no hay vuelta atrás.

¿A qué suena el amor?

Creo que el amor suena igual a la forma que tiene Lennox de mandarme recomendaciones de libros que creen me van a gustar.

O a la voz de Katie regañándome cuando no me estoy cuidando a mí misma.

El amor seguro suena al canto de mi madre cuando no puedo dormir por alguna pesadilla.

También a la voz de Lena dándome ánimos cuando tengo un mal día.

Pero todo eso es un tipo diferente de amor, el amor que aún no descubro cómo suena, es el amor romántico y me pregunto si algún día lo descubriré.

—Ojalá estuvieras aquí, Jaz.

Suelta un suspiro.

—Sí, ojalá.

Es nueva está sensación de extrañar a alguien mientras estoy de gira, usualmente no sucede, no tengo tiempo, mi mente está llena de ensayos, pruebas de vestuario, pruebas de sonido y demás cosas como para detenerme a pensar en alguien.

Hasta qué conocí a Jazmín, quien llama porque quiere saber cómo ha sido mi día y me encuentro queriendo saber sobre el suyo. Jaz quien envía mensajes de texto durante todo mi día con frases como, esto me hizo pensar en ti. Jazmín cuya sonrisa hace que sienta una extraña calidez en mi pecho, y quién al abrazarme me hace sentir menos sola y rota.

Pero todo eso suena muy peligroso.

—Estaré de regreso en unas semanas, será solo por unos días antes de tener que volver a mi gira —le digo.

Cuando conocí a Jazmín, quien es casi como un libro abierto, me di cuenta que no sabía cómo ser una amiga. No tenía idea de cómo compartir mi día a día de manera significativa. Sin embargo, eso no detuvo a Jazmín, quien siguió regresando día a día, para pasar tiempo juntas y mostrarme que no estoy sola, que ella no se va a dar por vencida conmigo como lo han hecho todos los demás.

A veces me encuentro pensando en cómo hacerle saber a Jazmín lo mucho que significa para mí.

—Estaba pensando y obviamente puedes decir que no —empieza a decir—, pero me gustaría que conozcas a Spencer de forma oficial ya que las cosas se están volviendo serias entre nosotros.

No, no sé cómo ser una buena amiga, pero lo intento. Le mando flores porque a ella le gustan y dice que le alegran el día. Hago tiempo para sus videos llamadas y respondo sus mensajes de texto lo más rápido que puedo. La escucho hablar sobre cualquier cosa, pero hay algo en particular de lo que casi no hablamos: Spencer.

Me dijo que tendrían una segunda cita y hablamos después de dicha cita y de cómo les fue, y me dijo que saldrían una tercera vez, pero después de eso no hablamos mucho sobre él.

Solo un vago, hoy salí con Spencer o tengo planes con Spencer, nada más.

—Puedes decir que no, no me molestaré —repite—, pero me gustaría que mi mejor amiga conozca a mi novio.

Novio.

La palabra tiene una sensación extraña y provoca un dolor agudo en mi pecho, ¿por qué?

—¿Novio? Eso suena serio.

—Sí, lo es. Me gusta, te lo dije.

Sí, ella lo mencionó una o dos veces.

Con Jazmín he aprendido los conceptos básicos de la amistad, de una amistad sana. He aprendido sobre los toques ligeros, el apoyo incondicional y simplemente estar ahí para mí amiga.

—Por supuesto que me gustaría conocerlo —le digo, de la manera más genuina que puedo—, solo dime cuándo y dónde.

—¡Eso será increíble! Drea, en serio gracias por hacer esto por mí.

—No tienes nada que agradecer, para eso están las amigas, ¿cierto?

La escucho reír al otro lado de la línea.

—Por eso eres mi favorita, Drea. Te quiero, debo irme, hablamos después.

—Adiós, Jaz. Cuídate.

Me quedo mirando la pantalla apagada de mi teléfono tratando de entender las extrañas sensaciones que estoy sintiendo. ¿Qué son? Intento pensar en otras ocasiones que me he sentido de esta manera y una vez que he localizado los recuerdos, es más fácil descubrir que es este extraño sentimiento: Celos. Me siento celosa.

¿Por qué? ¿A qué se debe?

Ahora que se lo que es, me obsesiono con tratar de entender el porqué de este cruel sentimiento de celos que se arremolina en mi pecho, enroscándose dentro de mi sin querer dejarme.

¿Por qué siento celos?

Pienso que no quiero compartir a Jazmín con Spencer porque jamás he tenido una amiga como ella, así que quiero tenerla solo para mí, lo cual no es en sí una sorpresa, soy egoísta por naturaleza.

—Sí, debe ser eso —me digo, guardando el teléfono en mi bolsillo y admirando la vista de la ciudad.

¿Qué más podría ser?

No entiendo en qué punto pasé de no sentir nada a sentir tantas cosas que desconozco. Para sentir algo necesitaba recurrir a excesos y ahora las emociones vienen solas. Es confuso. No me gusta del todo, quizás porque no estoy acostumbrada.

—Tu cena está aquí —anuncia, sin previo aviso, Jeny.

Salto, con una mano en mi pecho y una maldición en mis labios.

—Dioses, Jeny, ponte un cascabel o algo así. Casi me matas de un susto.

—Ya sabes lo que dicen, el que se asusta es porque tiene la conciencia sucia.

—¡Nadie dice eso!

Jeny no se inmuta y me señala la cena que ha dejado en la mesa.

No tengo apetito, pero estoy trabajando en dejar de saltarme las comidas, ayuda el que tengo a alguien para recordarme que debo comer.

—Jaz quiere que conozca a su novio —suelto mientras me siento para comer—, y dije que sí.

—¿Novio? Interesante.

Levanto la mirada hacia Jeny.

—¿Por qué lo dices?

—Nada en especial. ¿No será raro para ti conocer a su novio?

—No, conozco a personas todo el tiempo.

—Ya, pero está es la primera vez que conoces al novio de una amiga porque él novio de Emilia no cuenta.

Pienso un momento en lo que ha dicho.

—Deja de poner malas ideas en mi cabeza.

—Yo no estoy haciendo nada —dice con un leve encogimiento de hombros—, aunque incluso sí aquello sale mal, no creo que Jazmín se aleje.

—¿Por qué lo dices? —le pregunto por segunda vez está noche.

—A pesar del gran dolor de cabeza que eres, tienes algo que hace que a las personas les resulte difícil alejarse de ti —responde—. Disfruta tu cena. Buenas noches, Drea.

Sin agregar nada más, sale del lugar dejándome sola con mi cena y mil preguntas en mi cabeza.

*******

Jazmín organiza una cena para que Spencer y yo nos podamos conocer en la segunda semana de marzo, porque es cuando estoy libre —si se le puede decir así—, al menos de conciertos por un tiempo.

El restaurante elegido por ella es el de Katie, porque según Jaz no hay mejor opción que esa, confío en su elección y me dirijo ahí en mi auto, indicándole al chófer que lo llamaré cuando termine.

Hace frío afuera, es normal, es casi final del invierno.

Me acomodo el abrigo y empiezo a caminar hacia el lugar. Hay una figura envuelta en un enorme abrigo azul y una bufanda gris afuera del lugar, cerca de una lámpara, pero no está sola, Spencer también está ahí, ambos sostienen una conversación. Sonrío al ver la forma en que las lámparas naranjas del restaurante iluminan a Jazmín y como ella se entierra en su bufanda para mantenerse cálida.

Cuadro los hombros y me preparo para lo que viene.

—¡Drea! Me alegra tanto que hayas podido venir —Jazmín se lanza a mis brazos a penas y me ve, dándome un fuerte abrazo como tratando de llenar todo el tiempo que llevamos sin vernos—. Es tan bueno verte al fin. Te extrañé mucho.

Le devuelvo el abrazo que estoy segura dura más de lo necesario, pero ninguna de las dos parece querer alejarse. Una vez que nos alejamos, ella mantiene una mano en mi antebrazo y me sonríe, antes de girar su cara hacia el hombre parado cerca de nosotras.

Spencer Baxter.

Lo he visto, no en revistas y periódicos porque si hay algo que se de él, es que odia los medios de comunicación y la prensa amarillista —estoy de acuerdo con él en eso—, por eso él y su familia casi no tienen exposición mediática. Spencer es el director del departamento de farmacología en Silver Lab, los laboratorios de su familia.

—Drea, quiero que conozcas a Spencer —empieza Jazmín con las presentaciones—. Spencer, está es mi mejor amiga Drea.

Le devuelvo la sonrisa a Spencer y estrecho la mano que él extiende.

—Hola, Drea. Es bueno conocerte de forma oficial.

Sé a lo que se refiere.

Cómo dije, nos hemos visto antes, es un círculo pequeño en el que nos movemos y su familia y la mía han tenido negocios juntos. Él es hermano de la amiga de mi hermana, pero, aun así, solo hemos compartido un saludo casual. Solo meras y simples cortesías.

—Igualmente —Lo digo más por cortesía que por otra cosa—. ¿Estamos esperando a alguien más?

—No, en realidad, te estábamos esperando —responde Spencer con una sonrisa y señala a Jazmín con la cabeza—. Jaz insistió en qué te debíamos esperar aquí para asegurarnos que llegues bien.

No sé cómo responder a esa declaración y solo miro en dirección a Jazmín, quien me está mirando de esa forma a la que me he llegado tanto acostumbrar.

Jazmín tiene una forma particular de hacerme sentir especial.

—Lamento si tardé un poco más en llegar, pero el tráfico está terrible a esta hora.

Tanto Spencer como Jazmín asienten con la cabeza y luego algo en la expresión de Jazmín cambia, la forma en que inclina un poco la cabeza y me devuelve la mirada provoca que mi corazón lata un poco más rápido y tal vez sea porque aún seguimos expuesto al frío de San Francisco.

Entramos en el restaurante y el maître nos lleva hasta nuestra mesa, la cual Katie ha reservado para nosotros en la parte de atrás para darnos privacidad. Algo que agradezco.

Nos acomodamos en la mesa y Jazmín no tarda en preguntarme sobre mis conciertos, le da una explicación vaga a Spencer sobre alguno de mis conciertos y le explica el éxito que han tenido cada uno de ellos. Spencer la escucha atento y agrega un comentario cuando es oportuno, dejando que sea Jazmín quien dirija la conversación, pero no parece molesto por el tema de conversación elegido por ella.

—Debo ser honesto y decir que no había escuchado tu música, pero cuando se lo dije a Jazmín ella pegó un grito y dijo que debíamos cambiarlo, así que ahora conozco tu discografía de la misma manera que conozca el ciclo de Krebs.

Su comentario hace sonreír a Jazmín, como si fuera una broma privada que ellos comparten.

No hay malicia en el comentario de Spencer, incluso comenta algunas canciones que le han gustado de mi último álbum.

—Como tú fan número y próxima presidenta de tu Club de fans, era mi deber hacer que él escuche tu música.

—¿Y si no le hubiera gustado mi música?

—No estaríamos aquí cenando con él —responde Jazmín, dedicándole una sonrisa a Spencer—. ¿Verdad, Spencer?

Él sonríe.

—Sí, es verdad.

No parece una mala persona.

Cuando lo busqué en internet antes de esta cena y casi un poco después de que él tuviera su tercera cita con Jazmín, me dio cierto recelo la casi nula información que había sobre Spencer Baxter en la red, luego Lennox me explicó que odian la exposición mediática y que su familia se mantiene alejada de aquello.

Fue la misma Lennox que llenó los vacíos y aclaró las dudas que tenía sobre él.

Es una buena persona, sin vicios o ex que lo atormenten —me dijo mi hermana—. Ama a su familia y su trabajo. Según Davina, es muy leal y le gusta la honestidad sobre cualquier otra cosa. No le hubiera presentado a Jazmín si no creyera que sería bueno para ella.

Luego me sonrió y me dijo que no debía preocuparme.

—¿Sabes? La familia de Spencer también tiene un restaurante, deberíamos ir a comer ahí la próxima vez.

Si está vez sale bien —agrego en mi mente.

Realmente me pierdo en mis pensamientos y no sé de qué estamos hablando, pero escucho a Jaz reír de algo que dice Spencer y veo como él se inclina un poco hacia ella para susurrarle algo y no puedo evitar arrugar un poco mi frente hasta que soy consciente que lo estoy haciendo y me detengo, tratando de mantener una expresión casual.

La conversación se interrumpe cuando el teléfono de Spencer suena, él ve la pantalla y se disculpa para atender, murmurando que son los laboratorios del extranjero que tiene su familia y que debe ser algo importante.

—Solo tardaré un minuto.

Se ha ido por menos de cinco segundos cuando la camarera viene a nuestra mesa a tomar nuestro pedido, disculpándose por la demora y explicando la demanda que han tenido está noche.

Pienso que Jaz le va a decir que aún no vamos a ordenar para esperar a Spencer, pero ella tiene otros planes.

—No hay problema, nosotras entendemos —le dice a la camarera—. Yo voy a querer pollo a la parmesana con ensalada y una botella de Santa Ema Amplus Cabernet Sauvignon. Dicen que va de maravilla con este plato. Esperemos que así sea.

Me guiña un ojo y comenta que pidió esa botella —que no es muy cara para mis estándares—, porque de todas formas Spencer paga.

—Para mí un filet mignon con una ensalada cesar y solo agua con unas rodajas de limón.

Pero antes que la camarera se vaya, Jazmín agrega:

—Y él comerá calamar de Bordighera con salsa bagna cauda. Extraño lo sé, pero son sus gustos. Aquí no juzgamos.

La camarera sonríe y asiente, anotando el pedido que le acaba de hacer Jazmín antes de retirarse.

—¿Cómo supiste lo que él quería? —la pregunta sale de mis labios antes que pueda darme cuenta que la he hecho.

Realizo la pregunta en voz baja, de la misma manera que me he dado cuenta, hago cuando estamos en medio de otras personas, pero la pregunta es para Jazmín y solo para Jazmín. Porque he aprendido que, dependiendo de mis dudas, suelo necesitar la respuesta suave que ella usualmente me da acompañada de su mirada amable.

Además, me gusta la forma en que respeta cada una de mis dudas y no las cuestiona.

—Hemos venido aquí antes, eso es lo que usualmente come —responde, observándome con una media sonrisa—. No sé porque, pero a él le gusta.

Me quedo en silencio procesando lo que acaba de decir.

—¿Drea? ¿Estás bien?

Lo estaba, pero ese terrible nuevo sentimiento que se está volviendo cada vez más familiar, y el cual ya odio, ha regresado. Ese sentimiento que me hace querer gritar, dónde mi pecho y estómago se sienten pesados y como si los hubieran abierto por la mitad y estuvieran desagriándose.

Celos.

¿Por qué me siento celosa? No tiene sentido, ¿me molesta que Jazmín conozca su pedido? O tal vez es el hecho de que acabo de caer en cuenta que ellos han debido comer aquí o en otros sitios con demasiada frecuencia para que conozcan lo que al otro le gusta.

—Estoy bien, solo tratando de hacerme la idea de que no hay nada de vino en mi menú.

Jaz abre los ojos.

—Dioses, ¿quieres que cancele mi pedido de vino? No necesito...

—Oye, está bien. No me importa.

Y es la verdad, aquello no es lo que me molesta.

Aunque no debería sorprenderme el saber que Jazmín y Spencer salen con frecuencia, son novios y han estado conociéndose por... tres meses. ¿Ya han pasado tres meses desde que se conocen? Vaya, el tiempo vuela. Al menos para mí que he pasado de gira.

—¿Segura?

—Sí, Jazmín.

No parece satisfecha con mi respuesta, pero deja caer el tema porque los amigos no se presionan.

Spencer regresa a la mesa y le lanza una sonrisa a Jazmín que es pequeña y privada, acompaña de una mirada cálida que es para Jazmín y solo para ella.

Aquel sentimiento que estoy odiando crece.

—Pedí por ti —le comenta Jazmín—. Lo de siempre.

Siempre suena como un tiempo tan extraño y amplio.

Él se disculpa por la demora y explica de forma breve sobre su llamada, Jazmín le pregunta sobre algo en lo que él está trabajando y el rostro de Spencer se ilumina ante la mención de aquel proyecto.

Es interesante ver la dinámica de ambos. Notar la forma en que Jazmín lo conoce y viceversa. Y de nuevo, no debería sorprenderme, están en una relación y se llevan conociendo por tres meses. Es entendible o en teoría debería serlo, porque mi cerebro no logra comprenderlo del todo.

—Me alegra que hayamos podido hacer esto, Drea. Eres la mejor amiga que alguien podría pedir.

Le devuelvo la sonrisa.

El sentido de pesadez aún sigue en mi pecho y no parece querer irse, sobre todo porque una voz muy dentro de mi cabeza piensa que ahora que Jazmín tiene a Spencer me va hacer de lado.

—Lo que sea por ti —respondo.

Intento no pensar en aquello y disfrutar de la cena, y lo consigo. Solo un poco. Porque me mente me vuelve a gritar que ya he pasado por algo similar antes y que la historia se va a repetir.

I think I've seen this film before. And I didn't like the ending...

"En algunos sistemas binarios, una estrella puede comenzar a transferir masa a su compañera. Esto puede ocurrir debido a la expansión de una de las estrellas, por ejemplo, en una estrella gigante roja. La transferencia de masa puede alterar las propiedades de las estrellas y afectar su evolución".

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✨Buenas, buenas. ✨

Para quienes estén interesadas o interesados, hay  un grupo de WhatsApp para hablar sobre esta y mis otras historias, donde pueden hacerme las preguntas que deseen. Si quieren entrar en el grupo pueden comentar aquí o mandarme un mensaje para mandarles el link 💜

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