15. Parkinson Macmillan, part 2
15. Parkinson Macmillan, parte 2
Febrero 29, 1976
Mackenzie salió de la tienda de Quidditch después de haber comprado unos guantes para Barty. Iba guardándolos en una bolsa que había llevado pero sintió como la tomaban del brazo y la llevaban a un callejón.
—¿Qué quieren?—Mackenzie trago saliva, asustada
Tres chicos de Gryffindor se pusieron alrededor de ella para evitar que escapara.
—Estas muy sola, ¿no crees, preciosa?—Hablo un chico rubio, parecía de séptimo año
—¿Qué es lo que quieren?—Volvió a preguntar Mackenzie
—Oh, solo queremos conversar—Dijo el chico de cabello negro—. Es raro verte sola, ¿dónde están tus perritos falderos? O perdón, tus amigos.
Mackenzie se tensó. Se sentía atrapada, traté de pasar entre ellos pero me lo impidieron.
—Déjame pasar—A pesar de que la voz había salido dura y autoritaria, Mackenzie tenía miedo
—¿Por qué tan seria?—Hablo el tercer chico—. Podemos divertirnos un poco, ¿no crees?
Mackenzie se sintió asqueada y furiosa.
—¡Son unos cerdos!—Mackenzie intentó volver a pasar entre ellos, pero no se lo permitieron
El chico rubio le sonrió, pero Mackenzie hizo una mueca de asco.
—Vamos, preciosa—El rubio susurro solo para que ellos escucharan—, no seas aburrida.
Mackenzie no sabía como reaccionar. Pensó en usar su varita, pero sus manos temblaban.
—¿Jugarás con nosotros, preciosa?
—¿Puedo yo también jugar con ustedes?
Mackenzie reconoció la voz. Cuando el chico que tenía enfrente se dio la media vuelta, pudo verlo. Su prometido estaba ahí, frente a ellos y tenía una sonrisa arrogante.
—No te metas en esto, niño—Dijo uno de los chicos—. Vete o te meterás en problemas.
—¡Ayúdame!—Mackenzie sintió como el rubio ponía una mano en su boca, callándola
—¿Lo único que sabes es gritar, no?—El chico regreso su mirada a Lucas—. ¿Acaso no me oíste? Lárgate.
—Bien.
Mackenzie sintió su sangre congelarse, su piel ponerse fría, incluso, pudo sentir sus ojos llenarse de lágrimas por el miedo. No creyó que Lucas la odiara tanto, como para dejarla a la suerte de los tres chicos.
Mackenzie sintió que el chico quitaba la mano de su boca, cuando el otro chico se acercaba a ella con una sonrisa, solo vio algo lo golpeaba en la nuca.
—Me iré con ella, así que es mejor que la suelten, cerditos—Lucas bajo y subió sus cejas
—¿Quien te crees? —Soltó el rubio con odio
—Un Parkinson—Contestó Lucas, con superioridad—. Algo que se nota que te falta, cerdito uno.
Mackenzie se asustó cuando el chico rubio apunto con su varita hacia Lucas, dispuesto a lanzarle algún hechizo, pero Lucas fue más rápido ya que le lanzó una patada en la muñeca impidiéndoselo.
—¿Quién sigue?—Preguntó Lucas con simpleza, mientras se arremangaba las mangas de la camisa negra
—¿Te crees astuto solo por dar una patada?—Mackenzie sintió como la soltaban, fue corriendo por la bolsa de regalo con la que Lucas golpeó primero, miro el interior y vio que era un libro que ahora estaba completamente roto
—Obvio—Respondió Lucas—. ¿Acaso ustedes no saben dar una patada?
Mackenzie se llevó las manos a la boca, cuando vio que el chico pelinegro iba dispuesto a golpear a Lucas, pero el Parkinson fue más ágil y lo esquivo. Mackenzie logró esquivar un hechizo que iba hacia Lucas, incluso, él lo esquivó, así que el hechizo fue a dar a uno de los otros chicos lanzándolo a la pared.
—Que mediocre, pensé que iban a durar al menos diez minutos—Mackenzie frunció el ceño. Lucas parecía divertirse en la pelea
Mackenzie estaba asustada, no solo por el hecho de pensar que si Lucas no hubiera llegado, ¿qué hubiera pasado? Si no por el hecho de la pelea, temía que en algún momento los chicos tomarán ventaja y terminarán golpeando a Lucas.
—¡Cuidado!—Grito Mackenzie
Lucas siguió peleando por otros segundos, hasta que tomo a uno de los chicos de la camisa.
—Jamás en la vida se le habla así a una mujer, cerdito—Después de eso, Lucas le dio un puñetazo en la cara—. ¿Oíste?
El chico se quejó pero asintió. Lucas lo soltó, tirándolo al suelo, para después agarrar la mano de Mackenzie y sacarla del callejón.
—Gracias—Susurró Mackenzie, cuando iban caminando
Lucas se detuvo, haciendo que Mackenzie chocara contra su espalda.
—¿Te hicieron daño o te tocaron algo...
—No—Murmuró Mackenzie—. No llegaron a eso.
—Podrías tirarles un puñetazo o rodillazo en sus partes bajas—Lucas frunció el ceño. Mackenzie supuso que estaba enojado, pero ¿por qué?—. ¿Qué tal si no llegaba a tiempo? ¿Crees que siempre estará alguien para rescatarte? ¡No!
—No...no sabía como, aún no puedo usar mi varita...
—¡Ese es tu problema! ¡Tan chica buena! Algún día matarán a esa chica buena y te perderás, necesitas protegerte para proteger a esa chica buena, si no, puedes perderte a ti misma.
—Yo...
—¿Qué haces con eso?—Lucas señaló la bolsa de regalo
—Lo recogí mientras peleabas y note que algunas paginas habían salido volando—Mackenzie le entregó la bolsa, Lucas la tomo y sacó el libro, roto—. Se nota que era de edición, perdón.
—Era para Lily—Lucas volvió a guardar el libro—. Supongo que tendré que darle un collar simple.
—¿Por qué?—Pregunto Mackenzie, curiosa
Vio como Lucas rodaba los ojos y siguió caminando. Mackenzie abrió los ojos y fue rápidamente detrás de él. No quería quedarse sola, menos con lo que acababa de pasar.
—¿Qué quieres?
—No quiero que me sigan—Respondió Mackenzie—, y si notan que estoy contigo no me seguirán.
Mackenzie sintió como Lucas la tomaba de la mano mientras asentía y la guió al interior de una joyería.
—¿Por qué le compras un collar a Lily Evans?—Preguntó Mackenzie. Lo peor que quería era que su prometido estuviera enamorado de alguien más, eso si no lo aceptaba—. Pensé que tu amiga era la ex de Sirius.
—¿Por qué te interesa tanto?—Pregunto Lucas, mientras veía la vitrina
—¿Curiosidad?—Dijo Mackenzie, más para ella misma que para Lucas—. Serás mi esposo, debo saber siquiera porque te preocupa.
Lucas miro a Mackenzie.
—Mañana es su cumpleaños, ambas son como mis hermana pero Hasley siempre será mi prioridad.
Mackenzie asintió, entendía el sentimiento, hasta cierto punto.
—¿Cómo tu alma gemela?—Mackenzie pensó en su mejor amigo, Barty Crouch Jr
—Si existen, supongo que ella es la mía—Dijo Lucas—. Quiero algo único para ella.
—¿Te gusta?—Mackenzie cerró los ojos cuando la pregunta salió de sus labios antes de que la pensara en su mente
—No debería interesar—Lucas contestó seco y con el ceño fruncido—. ¿Alguien atiende acá?
Una chica rubia apareció en el mostrador.
—¿Se le ofrece algo, señor Parkinson?
—¿Eres conocido por aquí?—Pregunto Mackenzie, en su susurro
—¿Te importa?—Respondio Lucas con ironía—. Vengo a recoger mi pedido, el diamante Zvyar.
—Claro, en un momento se lo despachó—La chica volvió al fondo de la tienda
—¿Ya tenías el regalo listo para Hasley?
—Estas muy preguntona hoy—Lucas rodó los ojos—. ¿No tienes un botón de apagar eso?
Mackenzie frunció el ceño.
—Dijiste que esos tipos de comentarios no deberían afectarme, y eso hago. No me importa lo que digas o si dicen que soy muy curiosa.
Lucas sonrió de lado, apretó la mano de Mackenzie al momento en el que la chica rubia volvía.
—Perfecto, futura Parkinson.
—Aquí lo tiene—Habló la chica que atendía
Lucas tuvo que soltar la mano de Mackenzie, para verificar lo que había dejado encargado.
Mackenzie sintió el frío en la mano, cuando Lucas la soltó, así que se abrazó a si misma para poder dar el mismo calor que le proporcionaba Lucas, pero no lo consiguió.
Se preguntó a sí misma, ¿por qué se sentía extraña cada que Lucas le soltaba la mano y se sentía tan bien cuando la tomaba de la mano? Fue cuando observó la mano de Lucas, los nudillos los tenía golpeado por la pelea.
[ ••• ]
Una vez llegaron a la sala común de Slytherin, Lucas se dio la media vuelta después de dejar un beso en la frente de Mackenzie, fue cuando ella recordó los nudillos y el golpe en el ojo.
Así que tomo de la mano a Lucas y lo arrastro hacia las escaleras de las habitaciones de mujeres.
—Aún no nos casamos y ya quieres consumarlo—Habló Lucas, cuando Mackenzie abrió la puerta de su habitación—. Creí que eras niña buena. Ya vi que el apodo de malvada, te queda perfecto.
—Cállate, Derek —Dijo Mackenzie rodando los ojos mientras lo empujaba suavemente para que se sentara en el borde de su cama
Caminó hacia su armario y sacó un pequeño botiquín mágico. Lucas la miró con una ceja levantada.
—¿Y ahora? ¿Vas a curarme? Qué considerada. No sabía que te importaba tanto.
—No me importas—Replicó Mackenzie rápidamente, aunque el leve sonrojo en sus mejillas la delató—. Pero te metiste en problemas por mi, y si vamos a que me importas por eso, entonces yo también te importo.
—Ah...claro, porque todo lo que hago es para fastidiarte—Lucas rodó los ojos, observando a Mackenzie mientras ella sacaba un frasco de esencia de díctamo y un paño limpio
Mackenzie se sentó a lado a él, tomando con delicadeza su rostro y comenzó a limpiar la sangre seca del rostro. Lucas cerró los ojos ante el contacto.
—Deja de moverte —Ordenó Mackenzie, ahora comenzando a limpiar los nudillos con el paño
Lucas dejó que trabajara en silencio por unos momentos, aunque parecía no poder resistirse a molestarla un poco más.
—No sabía que tenías un lado tan dulce, malvada. ¿Estás segura de que no estás enamorada de mí?
Ella levantó la mirada, fulminándolo con los ojos.
—Estoy segura de que quiero golpearte justo ahora, si eso cuenta.
Lucas dejó escapar una carcajada, pero luego sus ojos se suavizaron mientras la observaba trabajar con tanto cuidado. Mackenzie sonrió al escuchar la risa de Lucas, pero siguió curando su rostro.
—Gracias por lo que hiciste allá—Murmuró Mackenzie de repente, su tono más bajo de lo normal—. Esos chicos... podrían haber hecho algo horrible.
Lucas frunció el ceño y retiró su mano un poco, aunque no lo suficiente como para que ella soltara su agarre.
—No fue nada—La voz de Lucas sonó seria—. Nadie tiene derecho a tratarte de esa manera. A ninguna mujer.
Mackenzie continuó aplicando el díctamo en silencio, pero Lucas notó cómo sus manos temblaban ligeramente.
—Hey —Dijo Lucas suavemente, inclinándose un poco hacia ella—. No volverá a pasar, ¿de acuerdo? No mientras yo esté cerca.
Ella asintió, pero no levantó la mirada. Después de unos segundos, dejó escapar un suspiro. Mackenzie sintió sus ojos llenarse de lágrimas.
—Soy una débil, ¿cierto?—Mackenzie soltó la mano de Lucas y se limpió las lágrimas—. Es que...cuando empezaron a hablarme de la forma en la que... Me sentí estúpida, mi cerebro no reaccionaba. A veces siento que no soy lo suficientemente fuerte.
Lucas la miró fijamente antes de tomar su mano y entrelazar sus dedos con los de ella.
—No digas eso. Eres más fuerte de lo que crees, Mackenzie. Solo tienes que creerlo tú también. Y lo del miedo...es normal, no para mi. Pero lo es.
Mackenzie finalmente lo miró, sus ojos verdes azulados llenos de algo que él no pudo identificar del todo. Los ojos dd Lucas parecían suaves.
—Gracias, Derek.
Lucas sonrió suavemente, algo raro en él.
—No me agradezcas. Solo intenta no meterte en problemas otra vez, ¿vale?
Mackenzie rodó los ojos, pero esta vez había una pequeña sonrisa en su rostro.
—Intentaré.
—Bueno, espero que eso sea suficiente para Hasley—Lucas se levantó, tomando el regalo de Hasley, y se sacudió la camisa como si estuviera listo para irse
—¿Hasley? —preguntó Mackenzie, confundida—. Es un bonito diamante, yo creo que si le gusta. A cualquier mujer que se lo regalases le gustaría.
Lucas se giró y le guiñó un ojo.
—Claro, Hasley es la única que de verdad cree que puedo ser un caballero.
Mackenzie lanzó una almohada hacia él, pero Lucas ya estaba saliendo por la puerta con una risa ligera.
Mackenzie se quedó mirando la puerta durante unos segundos, escuchando la risa de Lucas mientras se alejaba por el pasillo. Suspiró y dejó caer la almohada sobre su cama, cruzando los brazos.
—Idiota —Murmuró Mackenzie para sí misma, aunque una sonrisa se asomaba en sus labios
Se levantó y guardó el botiquín en su baúl con movimientos lentos. Su mente seguía regresando a las palabras de Lucas y a la forma en la que él siempre tomaba su mano con tanta naturalidad. Había algo en él, algo en esa mezcla de arrogancia y genuina preocupación, que lograba desconcertarla.
No lo entendía. Y peor aún, no entendía por qué ese desconcierto no la molestaba tanto como debería.
Mackenzie sonrió y se acosto en su cama mientras se mordía una de sus uñas. Su puerta fue golpeada.
—Si eres Barty, no estoy.
La puerta se abrió mostrando a Barty y Eva.
—Cielo, no puedes negarte a verme—Barty cerró la puerta detrás de él
Mackenzie rodó los ojos.
—¿Ahora que quieren?
—Bueno—Eva se acosto a lado de ella—...veníamos subiendo las escaleras cuando vimos a tu prometido salir de la habitación riéndose.
—Nada es como se ve—Dijo Mackenzie—. O como lo piensan.
—¿Entonces?
—Solo le curaba unas heridas, eso es todo.
—¿Ahora así se le llama tener intimidad? ¿Curar heridas?—Barty se rio—. ¿Heridas de que?
Mackenzie suspiró, y les contó lo que había pasado en Hogsmeade, los chicos de Gryffindor que la molestaban, el como Lucas intervino y se peleó con ellos.
—...y por eso estaba aquí—Terminó de contra Mackenzie
—Y déjame adivinar—Hablo Barty—, te lanzó una mirada de "soy mejor que todos" y tu te derretiste.
—Cállate, Bartemius—Mackenzie rodó los ojos
—No, enserio—Hablo Eva—. Desde hace tiempo te hemos notado distraída. ¿Acaso eres una nueva versión de Mackenzie reformada?
Mackenzie frunció el ceño, pero no dijo nada. Barty ladeó la cabeza, divertido.
—Es fascinante verte tan vulnerable—Barty se rio un poco—. No es normal que te quedes sin palabras.
—No estoy vulnerable—Hablo Mackenzie rápidamente—. Solo cansada.
—Claro, porque siempre curas las heridas de la gente que te molesta, ¿no?—Dijo Eva
Mackenzie suspiró, mientras comenzaba a comerse las uñas, nerviosa.
—No se porque estoy teniendo esta conversación con ustedes—Dijo Mackenzie
—Porque somos tus mejores amigos—Dijo Barty—. Y somos los únicos que soportamos tu locura Macmillan.
Mackenzie se sentó en la cama, para golpear a Barty con una almohada.
Cuando dejo de golpearlo, Barty se reía, Eva solo sonreía.
—¿Y cómo lo hizo?—Pregunto Eva—. ¿Uso su arrogancia para intimidarlos o directamente fue a partirles la cara?
—¿Importa?—Mackenzie había evitado darles esos detalles
—Mucho.
Mackenzie suspiró.
—Los enfrento. Fue...directo, pero efectivo.
—¿Directo? ¡Mack, por favor! Estoy seguro que les lanzó alguna frase arrogante antes de golpearlos—Dijo Barty
Mackenzie trato de disimular la sonrisa que estaba creciendo en su rostro, pero no pudo. "Me iré con ella, así que es mejor que la suelten, cerditos"
—Tal vez un poco—Admitió Mackenzie
Barty y Eva se quedaron en silencio por un momento, estudiando a Mackenzie con detenimiento.
—Sabes, es divertido verte así. Nunca pensé que alguien pudiera ponerte nerviosa, pero Lucas... Lucas lo hace, ¿verdad?—Eva fue la primera en hablar
Mackenzie frunció el ceño, volviendo a mirarlos.
—¿Qué estás diciendo?
—Estoy diciendo que cuando estás con él, actúas diferente. Y no en un mal sentido. Es como si no pudieras controlar del todo lo que sientes.
—Eso es ridículo.
—¿Es ridículo? —Barty se acosto de nuevo en la cama, entrelazando las manos detrás de la cabeza—. Entonces, ¿por qué tienes esa expresión cada vez que lo menciono?
Mackenzie abrió la boca para responder, pero no encontró las palabras. Barty sonrió triunfante.
—Eso pensé.
—No tiene nada que ver con eso —Dijo Mackenzie finalmente, cruzándose de brazos—. Es solo que... no sé. Lucas es... complicado.
—Claro, claro —Eva hizo un gesto con la mano, como si no le creyera—. Lo que tú digas, Mack. Pero no olvides que te conocemos mejor que nadie.
Mackenzie no respondió. En lugar de eso, volvió a mirar acostarse en medio, tratando de ignorar la sensación extraña que le revolvía el estómago cada vez que pensaba en Lucas.
[ ••• ]
Septiembre, 1976
La sala común de Slytherin estaba tranquila, algo inusual para una tarde de sábado. La mayoría de los estudiantes estaban fuera, disfrutando de su tiempo libre y algunos en el entrenamiento de Quidditch, pero Mackenzie había decidido quedarse.
Estaba sentada en uno de los sillones frente a la chimenea, sus piernas cruzadas sobre el asiento y un pergamino extendido sobre la mesa frente a ella. Su pluma rasgaba el papel con rapidez mientras intentaba terminar su ensayo de Pociones que habían dejado hace dos dias y que era para dentro de dos semanas. No podía evitarlo; tenía una forma de hacer todas sus tareas y deberes los fines de semana, así el trabajo se entregará hasta dentro de un mes.
El calor de la chimenea le proporcionaba un ambiente cómodo, pero su concentración se rompió cuando la puerta de la sala común se abrió de golpe, dejando entrar a Eva.
—¿Es cierto? —Preguntó Eva, deteniéndose frente a Mackenzie con los brazos cruzados y una ceja perfectamente arqueada
Mackenzie levantó la vista, visiblemente confundida.
—¿Es cierto qué? —Preguntó Mackenzie, confundida, dejando la pluma sobre la mesa y girándose hacia su mejor amiga
—No finjas que no sabes de qué estoy hablando —Dijo Eva, ocupando el sillón frente a Mackenzie—. ¿Es cierto que tu compromiso con Lucas se canceló?
Mackenzie lo trato de ocultar la sorpresa en sus ojos.
—¿Qué? ¿De dónde sacaste eso?
—Entonces no lo sabes... —Eva suspiró dramáticamente, apoyando una mano en su frente como si la noticia fuera demasiado para procesar—. Se rumorea que Alessia Parkinson, tu futura suegra, está considerando romper tu compromiso.
Mackenzie la miró, incrédula.
—Eso no tiene sentido. Alessia Parkinson puede ser muchas cosas, pero no rompería un acuerdo sin una razón válida.
—Ah, pero parece que ya tiene una razón válida —Dijo Eva, inclinándose hacia adelante con una expresión de complicidad—. ¿Has notado a Hasley Evans últimamente?
—¿Qué tiene que ver Hasley en todo esto? —Preguntó Mackenzie, frunciendo el ceño
Eva sonrió como si estuviera a punto de revelar un gran secreto.
—Hasley Evans es la nueva aprendiz de Alessia Parkinson. Y déjame decirte, Alessia parece estar encariñándose mucho con ella.
Mackenzie se quedó en silencio por un momento, intentando procesar lo que acababa de escuchar.
—Eso no significa nada. Hasley puede ser su aprendiz, pero eso no tiene nada que ver con mi compromiso con Lucas.
Mackenzie no sabía porque le molestaba el hecho de que tan siquiera pensaran en romper el compromiso.
Eva dejó escapar una risa suave, como si Mackenzie estuviera siendo ingenua.
—¿De verdad crees que Alessia no lo consideraría? Hasley tiene todo lo que Alessia busca: es inteligente, ambiciosa y... bueno, no quiero ser cruel, Mack, pero parece que tiene más en común con la familia Parkinson que tú.
El comentario hizo que Mackenzie sintiera un nudo en el estómago, pero no dejó que se reflejara en su rostro.
—Eso es ridículo —Dijo Mackenzie finalmente, volviendo a tomar su pluma aunque no tenía intención de seguir escribiendo—. Alessia puede estar encariñándose con Hasley, pero eso no significa que vaya a cancelar el compromiso.
—Puede que tengas razón —Dijo Eva, encogiéndose de hombros—. Pero sería una mentira decir que Alessia no está considerando las opciones. Además... —Eva hizo una pausa, sonriendo de lado—. ¿No te molesta un poco la cercanía de Hasley con Lucas últimamente?
Mackenzie dejó caer la pluma y levantó la mirada, su expresión más seria de lo habitual.
—¿Qué cercanía?
—Oh, por favor —Respondió Eva, con una sonrisa que era más provocadora que amable—. Es evidente que Lucas la trata de forma especial. Después de todo, Hasley es su mejor amiga, ¿no?
Mackenzie no respondió de inmediato. Sabía que Eva estaba exagerando, pero había una pequeña parte de ella que no podía ignorar lo que su amiga estaba insinuando. Lucas siempre había tenido una conexión especial con Hasley, pero ¿realmente eso significaba algo más?
Mackenzie sintió que la impulsividad volvía a tomar de ella, se levanto y camino hacia la salida de la sala común.
—¿A donde vas?—Pregunto Eva
—Cuida mis cosas.
Salió de la sala común y camino directo hacia el campo de Quidditch donde sabía que estaría si prometido. No quería aceptarlo, pero Hasley le generaba cierta inseguridad. De por si, era una chica insegura, pero el hecho de la conexión entre Lucas y Hasley, la hacía sentirse más.
Cuando llego al campo, vio a Regulus que hablaba con otro chico de Slytherin.
—¿Y Lucas?—Fue lo primero que preguntó Mackenzie cuando estuvo frente a Regulus
—Hola, Reg, ¿cómo estás?—Hablo Regulus, sarcástico. Mackenzie lo vio de mala manera—. En los vestidores.
—Gracias...Reggie—Mackenzie se dio la media vuelta y camino decidida hacia los vestidores
—¡Regulus!—Corrigió el Black
Mackenzie parecía furiosa, ante cualquiera que la viera. Las palabras de Eva resonaban en su mente como algo molesto. ¿Cómo se atrevía alguien a siquiera mencionar de que su compromiso con Lucas estuviera en riesgo? No sabía si sentía rabia por los rumores o porque Lucas no le haya mencionado nada.
—¡Derek Lucas Parkinson!—Grito Mackenzie entrando a los vestidores
—¿Deseas algo, malvada?—Pregunto Lucas, con una sonrisa mientras se volteaba a verla
Mackenzie se arrepintió de haberlo ido a buscar sintió que su garganta se secaba. Había llegado dispuesta a enfrentarlo, pero al verlo sin camisa, todo pensamiento se desvaneció. Su mirada se perdió en los diseños que decoraban la piel de Lucas, especialmente los que decoraban las caderas, que se perdían en el inicio de sus short.
—¿Te comió la lengua el ratón?
—Ponte algo—Dijo Mackenzie, aunque su voz pareció sonarle débil
—La verdad que así está mejor. ¿Te pone nerviosa o algo?
—No—La respuesta de Mackenzie salió inmediatamente, tan rapido, que no convencía a nadie, y mucho menos a Lucas, quien avanzó hacia ella a paso lento
Mackenzie retrocedió hasta chocar con una de las puertas de la ducha.
—¿Entonces que venías a reclamarme?—Dijo Lucas, cerca de ella
—El compromiso...yo...
—¿Encontraste a alguien mejor que yo, malvada?—Lucas sonrió con burla
Mackenzie no sabía si mirar hacia los ojos de Lucas y seguir mirando los tatuajes. Trago saliva nerviosa.
—No...es...
Mackenzie sintió como Lucas la tomaba del mentón obligándola a mirarlo a los ojos.
—Cuando es del compromiso—Comenzó a hablar Lucas con seriedad—, necesito que me mires a los ojos. Así se si me mientes o no.
Mackenzie asintió, odiaba que los ojos de Lucas fueran de un color tan básico, pero odiaba más que no podía dejar de mirarlos.
—¿Es verdad que el compromiso se romperá?—Pregunto Mackenzie, con seguridad
—¿Lo dices por...?
—Hasley Evans—Respondió Mackenzie—, la nueva aprendiz de los Bensson.
—¿Quieres ser aprendiz de mi madre?—Pregunto Lucas, con una sonrisa—. No se si estas loca o te falta cordura.
Mackenzie frunció el ceño, molesta.
—¿Es cierto o no?
Lucas la tomo de las mejillas, quedando muy cerca. Fue cuando Mackenzie observó mejor el rostro de Lucas, sus cejas eran gruesas, sus pestañas eran largas y sus ojos...¡eran tan básicos, merlin! Y aún así, sentía que podía perderse en ellos. Mackenzie se tensó, cuando vio que Lucas también parecía analizarla.
— El día que yo mencione que se acabó el compromiso, ese día se habrá acabado. Pero no, el puesto de futura señora Parkinson seguirá siendo tuyo a menos que quieras darle el puesto a Hasley. Eso sería tu gran error— Mackenzie lo miro profundamente, tragando saliva, tratando de ignorar la cercanía—. Sigue siendo el primer puesto de tu generación, no importa si eso significa estar arriba de tus amigos, se más arrogante contigo misma, olvidate de los comentarios y céntrate en los tuyo.
— ¿Por que me ayudas?
Mackenzie espero una respuesta, pero Lucas no hablaba.
—¿Lucas?
— Shte bŭdesh moĭ ili shte poludeya, Makenzi Makmilan—Habló Lucas en Bulgaro.
«Vas a ser mía o me volveré loco, Mackenzie Macmillan»
—¿Qué?
Antes de que Mackenzie pudiera decir algo más, sintió que Lucas la tomaba del brazo y la arrastraba a una de las duchas.
—¿Qué tienes, bestia?—Exclamo Mackenzie, tratando de zafarse, sintiendo su corazón latir con fuerza—. ¿Vas a matarme?
—Voy a callarte la boca, Mackenzie.
Mackenzie se asustó, pensando que si iba a matarla. Porque, ¿de que otra formar la callaría?
Pero su miedo fue reemplazado por sorpresa cuando Lucas la empujó hacia la pared y sin perder tiempo la beso. Mackenzie soltó un gemido de sorpresa, era tanta que no supo como reaccionar ante el beso, se quedó quieta.
Lucas se separó.
—Supongo que esto no es lo que quieres, no te voy a obligar a nada, Macmillan.
Mackenzie no supo que decir, así que Lucas recogió la camisa del suelo, Mackenzie no quería que se fuera, pero las palabras no le salían.
Se rascó la nuca, y cuando se recargó en algo, vio que el agua comenzaba a caer, así que supuso que en lo que se había recargado era en la llave de la regadera, mojándolos.
—¿Enserio?—Dijo Lucas—. Ya entendí, no era necesario esto.
Mackenzie no pudo evitar reírse.
—No, yo no... Quise apoyarme y se abrió—Mackenzie seguía riendo, aún cuando sentía su cabello pegarse a su rostro—. Te prohíbo que te vayas así.
—¿Prohibirme?
—Seré la futura señora Parkinson—Mackenzie lo apunto con un dedo—, y no puedes besarme e irte como si nada.
—¿Qué?—Lucas parpadeo confundido
Mackenzie rodó los ojos y suspiró, odiaba cuando los chicos no entendían las indirectas.
—Que me beses, Derek.
Lucas no tuvo que pensarlo dos veces para soltar la camisa en el suelo de la ducha y juntar sus labios con la de ella. Ahora Mackenzie si le respondió el beso.
Lucas con una mano sujetaba el rostro de la castaña y con el otro lo tenía firme en su cintura, quería tenerla cerca, todo lo que ella podía ofrecerle. Mackenzie por el otro lado sus manos estaban en la nuca del Parkinson entre sus cabellos castaños y mojados por la regadera.
Al separarse, Mackenzie subía y bajaba su pecho, nunca antes le habían besado así, pero sentía que necesitaba más de esto, más de él. Ese chico egocéntrico, lo que tanto odiaba Mackenzie, era todo lo que es Lucas.
Lucas bajo del rostro para ir por el cuello, dejando pequeños beso en el. Mackenzie al sentir eso bajo sus manos por el pecho de Lucas dándole mejor asceso a su cuello, Lucas la apretó contra él, haciendo que ella sienta todo lo que estaba provocando con un, solo beso. Mackenzie no sabía que se podía sentir tanto con un solo beso.
— Zabranyavam na vseki drug da te dokosva, ti si moĭ. Nikoĭ ne pipa moya—Habló Lucas subiendo la cabeza mirándo a sus ojos
«Yo te prohibido que alguien más te toque, eres mía. Lo mio nadie lo toca»
— ¿Qué? — Otra cosa que odiaba Mackenzie, que Lucas le hablara en otro idioma. Aunque, ahora no le parecía tan malo, al contrario, le parecía algo excitante
— Mia y de nadie más— Dijo Lucas para volver a besarla con más fuerza
La cargo y Mackenzie de inmediato enrollo sus piernas al rededor de su cadera, Lucas la puso contra la pared y sus manos se paseaban por los muslos de la Macmillan provocando leves jadeos de ella. Si la seguía tocando así, Mackenzie juraba que podía derretirse ahí.
Eso la iba volver loca.
— ¡Derek! ¿sigues vivo? — La voz de Regulus hacia eco por la ducha
Mackenzie trato de separarlo pero Lucas no la dejo, bajo al cuello dando leves mordidas que, dejarían marcas. Ella lo sabía, pero no le dijo nada.
— Nos escuchara— Susurro Mackenzie
— Entonces aprende a callarte.
Lucas con una mano desabotono la camisa de Mackenzie para luego besarla por encima de su brasier, Mackenzie tuvo que tapar su boca para no lanzar un gemido ante lo que sus ojos veía.
— ¿Lucas?
Lucas aun no respondía pero sonrió al ver su cometido con su prometida, con la misma mano metió entre el pecho y la copa de la chica provocando placer a la Slytherin. Lucas se separó y dejó un beso en su barbilla y respondió al Black.
— Me estoy duchando— Contesto Lucas
— ¿Viste a Mackenzie? — Pregunto Regulus.
Él seguía jugando con el pecho de la Macmillan, viendo como ella se resistía para soltar un jadeo, sonrió arrogante.
La parte racional de Mackenzie le decía que tenían que parar, pero la parte irracional le decía que jamás la habían hecho sentir lo que sentía ahora y que si paraba, jamás lo iba a sentir de nuevo.
— Ni idea.
— ¿Te espero? — Pregunto Regulus.
— Voy a demorar— Respondió Lucas —. El agua esta fresca y parece una buena compañía ahora mismo.
Mackenzie le sonrió, débilmente mientras se mordía el labio inferior tratando de no soltar algún gemido.
Escucharon los paso de Regulus retirandose y Lucas volvió a lo suyo pero con más fuerza, y no solo retirando el brasier.
Mackenzie sabía que debería parar, pero no podía evitar rendirse a los besos, a ese momento. Porque, aunque no lo dijera en voz alta, había algo en Lucas que la había perder la razón, algo que, tal vez, ser suya no era tan malo.
[ ••• ]
Noviembre, 1976
El viento frío de la noche revolvía los mechones sueltos del cabello de Mackenzie mientras apoyaba los codos en el borde de la barandilla de la Torre de Astronomía. Desde allí, las luces del castillo parecían pequeñas estrellas en la oscuridad. Había subido hasta allí para buscar un momento de tranquilidad y aclarar su mente, pero claramente el universo tenía otros planes. Tratar de dejar de pensar en Lucas y el encuentro de hace dos meses.
—¿Otra vez huyendo de mí, malvada? —La voz familiar de Lucas rompió el silencio
Mackenzie no se volteó de inmediato; ya sabía quién era. Él siempre tenía esa manera irritante de aparecer cuando ella más necesitaba espacio, como si lo hiciera a propósito.
—¿No tienes nada mejor que hacer, Derek? —Respondió Mackenzie con un suspiro, sin molestarse en mirarlo
—Nada más interesante que esto, no —Dijo Lucas mientras se acercaba con pasos tranquilos y seguros, hasta apoyarse junto a ella en la barandilla
Mackenzie finalmente lo miró de reojo. Su cabello estaba algo desordenado, y su capa apenas abrigaba la camisa blanca del uniforme. Lucas Parkinson no parecía alguien que se preocupase por el frío.
—¿Qué haces aquí? —Preguntó Mackenzie, frunciendo el ceño
—Regulus mencionó que estabas algo... ¿cómo lo dijo? Ah, sí, "distraída". Así que decidí venir a comprobarlo —Contesto Lucas con una sonrisa ladina que Mackenzie quería borrar de su rostro
—¿Y si no quiero hablar contigo?
Lucas sonrió más ampliamente, apoyándose de lado en la barandilla para mirarla.
—Eso nunca te detuvo antes.
Ella lo fulminó con la mirada.
—¿Y si te lanzo por la barandilla?
—Entonces no tendrías prometido. Sería un gran escándalo, ¿no crees? —Se burlo Lucas
Mackenzie bufó y volvió a mirar hacia el lago, intentando ignorarlo. Pero Lucas, como siempre, no sabía cuándo dejar las cosas en paz.
—¿Por qué estás aquí sola, malvada? No me digas que estás pensando en mí otra vez.
—Por Merlín, Derek, ¿puedes dejar de ser tan... tan tú?
Lucas se rió entre dientes, esa risa baja que parecía vibrar en el aire entre ellos.
—Es mi mayor encanto, ¿no crees?
Mackenzie giró para enfrentarlo, sus ojos verdes azulados chispeando con frustración.
—No todo gira en torno a ti.
Lucas inclinó la cabeza, como si estuviera evaluándola.
—No. Pero sería más interesante si lo hiciera.
Ella rodó los ojos y volvió a apoyarse en la barandilla, esta vez cruzando los brazos.
—¿Por qué sigues aquí?
Lucas guardó silencio por un momento, algo poco común en él. Luego se enderezó, mirándola con una intensidad que desarmó a Mackenzie.
—Porque me importas, malvada. Aunque me quieras lanzar por la barandilla —Dijo Lucas, su tono más serio de lo que ella esperaba. Se dio cuenta de lo cursi que sonaba así que añadió;—. Y serás mi esposa, aunque me gusta más la idea de estar soltero toda mi vida, no soportaría a tu madre detrás de mi si algo te pasa.
Mackenzie lo miró, sorprendida por su honestidad. Por unos instantes, no supo qué responder. El viento seguía jugando con su cabello, y los ojos cafés de Lucas parecían más oscuros bajo la luz de las estrellas.
—Tienes una forma muy extraña de demostrarlo —Murmuro Mackenzie finalmente, bajando la mirada
—¿Qué puedo decir? Soy un Parkinson. Ser complicado viene en la sangre.
Mackenzie rió suavemente a pesar de sí misma, y Lucas sonrió al verla relajarse un poco.
—Tal vez no debería admitir esto, pero —Lucas hizo una pausa, acercándose un poco más—...eres lo único que hace que todo esto, el compromiso, la presión, las expectativas... valga la pena.
Mackenzie lo miró sorprendida, sus labios entreabiertos, incapaz de procesar sus palabras de inmediato.
—Eres un idiota, Lucas Parkinson —Dijo Mackenzie finalmente, aunque su tono carecía de la dureza habitual
—Y tú eres una testaruda, Mackenzie Macmillan. Pero, por alguna razón, no puedo evitar estar aquí, contigo.
Mackenzie no respondió. Por primera vez, no sabía qué decir. Lucas tomó suavemente su mano, entrelazando sus dedos con los de ella. Mackenzie dejó que lo hiciera.
Porque, aunque nunca lo admitiría en voz alta, tenerlo cerca en ese momento no estaba tan mal.
El agarre de Lucas era firme, pero no invasivo. Mackenzie sintió el calor de su mano incluso bajo el frío viento de la noche. Su mirada bajó al contacto, como si el simple hecho de entrelazar sus dedos hubiera hecho más ruido que toda su discusión previa.
—¿Qué estás haciendo? —Pregunto Mackenzie en un susurro, su voz casi llevada por el viento
Lucas inclinó la cabeza, estudiándola como si ella fuera un enigma que todavía no había descifrado.
—Sosteniéndote. ¿Te molesta?
—Sí —Respondió Mackenzie automáticamente, aunque no apartó la mano
Lucas soltó una risa baja, esa que siempre lograba irritarla y desarmarla al mismo tiempo.
—Eres terrible mintiendo, Mackenzie.
—¿Y tú eres experto en leerme ahora? —Le desafió Mackenzie, alzando una ceja
—Te leo mejor que cualquier libro que haya abierto en mi vida —Dijo Lucas con una sonrisa arrogante
Mackenzie lo miró con incredulidad, intentando ignorar cómo su corazón latía más rápido de lo que debería.
—Deja de decir esas cosas.
—¿Por qué? —Lucas ladeó la cabeza—. ¿Te incomodan?
Mackenzie apartó la mirada, incapaz de sostener la intensidad de sus ojos.
—Simplemente... no estoy acostumbrada, eso es todo.
El silencio que siguió no era incómodo, pero sí pesado. Las palabras que no se decían flotaban en el aire entre ellos.
Mackenzie no supo cómo, pero comenzó a acariciar la mano de Lucas, con su dedo pulgar y en algún momento la apretó.
Lucas no dijo nada, pero la miró con una intensidad que hizo que Mackenzie sintiera que el mundo entero se reducía a esa torre, a ellos dos.
—¿Esto significa que no me vas a lanzar por la barandilla? —Bromeó Lucas, rompiendo el momento con una sonrisa ladina
Mackenzie bufó, rodando los ojos.
—No por ahora. Pero no te confíes.
Lucas rió, y el sonido fue cálido, como un refugio en la fría noche.
—Qué generosa eres, malvada.
—Cállate, Derek —Murmuró Mackenzie, aunque no apartó la mano.
En un rápido movimiento, Lucas la acorraló entre la barandilla y él. Ambos se miraron a los ojos, gracias a la luna, Mackenzie podía ver los ojos de Lucas brillar.
—Mmmm, muy básico si me preguntan—Hablo Mackenzie de repente
—¿De qué hablas?—Lucas frunció el ceño
—De tus ojos. Un café muy básico, casi cualquiera lo tiene.
—¿Y eso qué...?
—Pero me gustan—Interrumpió Mackenzie, bajando la mirada—. Tal vez no tenga relevancia, pero mi color favorito es el café.
Lucas sonrió con arrogancia, tomo a Mackenzie de la mandíbula e hizo que lo mirar.
—¿Qué estás haciendo?—Susurro Mackenzie, sin apartar la mirada, pero sentía los nervios creciendo dentro de ella
—Probando algo—Respondió Lucas, con voz ronca
Sin previo aviso, Lucas inclinó la cabeza y presionó sus labios contra los de ella, con firmeza, pero sin prisa. Era un beso que pedía, no exigía, como si le estuviera dando la opción de apartarse. Pero Mackenzie no lo hizo.
En lugar de eso, sus dedos se aferraron a la tela de su camisa, como si eso fuera lo único que la mantenía anclada en el suelo.
El beso se profundizó, volviéndose más intenso, más desesperado. Mackenzie sintió el calor subir por su cuerpo, haciendo que el frío de la noche desapareciera por completo.
Lucas deslizó una mano por su cintura, atrayéndola más cerca de él, hasta que no quedó espacio entre sus cuerpos.
Mackenzie sintió cada músculo bajo su ropa, cada latido de su corazón. No podía pensar, no podía hacer otra cosa que no fuera sentir.
Cuando finalmente se separaron, ambos estaban jadeando, sus frentes tocándose mientras intentaban recuperar el aliento.
Lucas la miró con una intensidad que la hizo temblar.
—Dime que no quieres esto, Mackenzie, y me detendré ahora mismo.
Mackenzie lo miró, su mente aún un caos por lo que acababa de suceder. Sabía que debería decir algo, que debería poner límites, pero cuando sus ojos se encontraron con los de Lucas, todo lo que pudo hacer fue tirar de su camisa y atraerlo de nuevo hacia ella.
—Eres un idiota, Derek —Susurro Mackenzie antes de besarlo de nuevo, esta vez tomando la iniciativa
Lucas sonrió contra sus labios, sus manos recorriendo su espalda con una mezcla de ternura y deseo.
Solo estaban ellos dos, perdiéndose en algo que ninguno de los dos sabía cómo explicar, pero que ninguno de los dos quería detener.
Lucas tomó el control del beso, inclinando ligeramente la cabeza para profundizarlo, mientras sus manos firmes exploraban el contorno de la espalda de Mackenzie. La presión de sus cuerpos unidos hacía que todo lo demás pareciera desvanecerse.
Mackenzie, completamente atrapada en el momento, dejó caer sus manos desde los hombros de Lucas hasta su pecho, sintiendo la tensión bajo la tela de su camisa. Los músculos de Lucas se contrajeron bajo su toque, y ella sonrió contra sus labios al notar el efecto que tenía en él.
—¿Te divierte esto, Mackenzie? —Pregunto Lucas con voz ronca, separándose apenas lo suficiente para mirarla a los ojos
—Un poco, sí—Contesto Mackenzie, mordiéndose el labio inferior en un intento de contener una sonrisa
Lucas soltó una risa baja, una que resonó en su pecho y pareció vibrar directamente en ella.
—Eres una malvada, ¿lo sabes? — Murmuró Lucas, y sin esperar respuesta, tomó su cintura con ambas manos y la levantó para sentarla en el borde de la barandilla de la torre
Mackenzie soltó un leve jadeo, más por la sorpresa que por miedo. Sentir el aire frío contra su piel mientras estaba tan cerca del vacío debería haberla puesto nerviosa, pero la firmeza de las manos de Lucas, le daban una seguridad que no podía explicar.
—¿Qué haces? —Pregunto Mackenzie, sin aliento
Lucas se colocó entre sus piernas, que ahora estaban ligeramente abiertas para acomodarse. Su mirada se oscureció mientras bajaba los ojos hacia los labios de Mackenzie, luego a su cuello expuesto.
—¿Confías en mí? —Preguntó Lucas, aunque la respuesta ya parecía escrita en los ojos de ella
—No estoy segura de si debería —Respondió Mackenzie, aunque su tono no tenía la firmeza necesaria para sonar como una advertencia
Lucas inclinó la cabeza hacia su cuello, dejando un beso lento y deliberado justo donde podía sentir su pulso acelerado.
—Eso no es un "no" —Murmuró Lucas contra su piel, haciendo que un escalofrío recorriera el cuerpo de Mackenzie
Ella cerró los ojos y dejó escapar un suspiro. Sus manos subieron de nuevo hasta los hombros de Lucas, pero esta vez no para alejarlo, sino para anclarlo más cerca.
—Lucas... —Empezó a decir Mackenzie, pero no pudo continuar
—Shhh —La interrumpió Lucas, deslizando los labios por su mandíbula hasta llegar a su oído—. Estoy intentando concentrarme, malvada.
Mackenzie soltó una risa nerviosa, pero la risa se convirtió en un jadeo ahogado cuando Lucas mordió suavemente el lóbulo de su oreja. Era una mezcla de dulzura y provocación que la estaba volviendo loca.
—Esto no está bien —Logró decir Mackenzie, aunque no se movió ni un centímetro para detenerlo
—Claro, se me olvidaba que eres "señorita seguir las reglas"—Dijo Lucas, su voz baja y cargada de intención
Las palabras quedaron atrapadas en la garganta de Mackenzie mientras él bajaba sus labios nuevamente por su cuello, dejando un rastro de besos que parecían encender cada centímetro de su piel. Una de sus manos se deslizó por su muslo, apretando suavemente a través de la tela de su falda, mientras la otra se mantenía firme en su cintura, asegurándose de que no perdiera el equilibrio.
Cuando finalmente alzó la cabeza para mirarla, su respiración era pesada, y su sonrisa arrogante estaba de vuelta.
—Deberíamos parar —Dijo Mackenzie, aunque su tono carecía de convicción
Si, deberían de hacerlo. No por el hecho de que fueran a tener relaciones, otra vez. Si no por el hecho de que estaban en la torre de astronomía y cualquiera podía entrar y verlos.
Lucas alzó una ceja, claramente divertido.
—Dímelo de nuevo mirándome a los ojos, y lo haré.
Mackenzie intentó sostenerle la mirada, pero la intensidad de su expresión hizo que su resolución flaqueara. En lugar de apartarse, Mackenzie se inclinó hacia él y presionó sus labios contra los de Lucas una vez más, con una pasión que dejó claro que no quería que se detuviera.
La risa de Lucas se perdió en el beso mientras sus manos exploraban con más confianza, subiendo por su muslo hasta el límite de la tela. Mackenzie se aferró a él con más fuerza, completamente consumida por el momento, sin importarle nada más que el chico frente a ella.
El sonido de un carraspeo proveniente de la entrada de la torre los hizo separarse bruscamente, aunque Lucas no retrocedió mucho, aún con sus manos firmes en su cintura.
—¿Interrumpo algo? —Preguntó una voz familiar con un tono seco
Mackenzie sintió que su rostro se encendía al ver a Regulus apoyado contra el marco de la puerta, con una expresión de puro aburrimiento en su rostro.
Lucas, en cambio, no parecía ni remotamente afectado.
—¿Qué crees, Regulus? —Dijo Lucas con una sonrisa ladina
Regulus suspiró y cruzó los brazos.
—Quería asegurarme de no haberte mandado a tu muerte, pero ya vi que es todo lo contrario. Si no quieren una audiencia pública para su... lo que sea que estén haciendo, les recomiendo que bajen ahora. Los prefectos están haciendo sus rondas.
Mackenzie empujó a Lucas, bajándose rápidamente de la barandilla y acomodándose la ropa, su rostro aún ardiendo de vergüenza.
—Esto es tu culpa —Murmuró Mackenzie, lanzándole una mirada acusadora a Lucas
Él solo se encogió de hombros, claramente disfrutando de la situación.
—Admite que te estaba gustando.
—¡Lucas!
—Vamos, Macmillan—Lucas extendió una mano hacia ella, su sonrisa arrogante de nuevo en su lugar—. La próxima vez, tal vez no nos interrumpan.
Mackenzie ignoró su mano y empezó a caminar hacia la salida, pero no pudo evitar que una pequeña sonrisa se formara en sus labios. Lucas era insuportablemente molesto, pero algo le decía que no podría mantenerse alejada de él, incluso si quisiera.
[ ••• ]
Mackenzie estaba en su habitación, sentada en la cama con las piernas cruzadas y un libro de pociones abierto en su regazo. Intentaba concentrarse, pero su mente seguía regresando al calor de los labios de Lucas y la intensidad de sus manos. Su corazón aún latía descontrolado al recordarlo.
De repente, la puerta se abrió de golpe, y Regulus entró con una expresión neutral, pero con un brillo de curiosidad y molestia en los ojos. Cerró la puerta tras de sí y cruzó los brazos, apoyándose contra la pared.
—¿Quieres explicarme qué demonios pasó en la torre de Astronomía? —Pregunto Regulus, con un tono que no dejaba lugar a excusas
Mackenzie levantó la vista del libro, fingiendo estar más interesada en la fórmula de la página.
—No tengo idea de qué hablas, Regulus —Dijo Mackenzie con indiferencia.
Regulus dejó escapar un resoplido y se acercó, sentándose en el borde de su cama.
—Alejandra, no me tomes por tonto. Vi cómo te estabas comiendo vivo a Lucas y él a ti, y no me vengas con que fue "un accidente"—Regulus la miró con una mezcla de incredulidad y burla—. ¿Qué está pasando entre ustedes dos?
Mackenzie cerró el libro con un suspiro teatral y lo dejó a un lado.
—Si lo viste, ¿para qué preguntas?
—¡Porque quiero confirmarlo! —Exclamó Regulus, perdiendo un poco su paciencia—. ¿Qué es exactamente lo que estás haciendo con Parkinson? Y más importante, ¿por qué parece que no es la primera vez que ocurre algo así?
Mackenzie lo miró a los ojos, y una pequeña sonrisa juguetona se dibujó en sus labios.
—Porque no lo es —Respondió Mackenzie con calma
Regulus frunció el ceño, claramente esperando más.
—Explícate.
Ella comenzó a comerse las uñas, nerviosa, mientras pensaba cómo responder. Finalmente, se inclinó un poco hacia él, bajando la voz como si estuviera compartiendo un secreto.
—¿Recuerdas esa vez que fuiste a buscar a Lucas en las duchas?
El ceño de Regulus se profundizó, y luego su expresión cambió a una mezcla de confusión y comprensión.
—¿Qué estás diciendo?
Mackenzie alzó una ceja, disfrutando de la reacción de su amigo.
—Que no estaba solo cuando fuiste. Yo estaba allí con él...
Los ojos de Regulus se abrieron como platos, y por primera vez, Mackenzie vio cómo su amigo perdía por completo la compostura.
—¡¿Estabas en las duchas con Lucas?! —Pregunto Regulus, claramente horrorizado—. ¡Por Merlín, Alejandra!
Ella no pudo evitar reírse.
—Relájate, no es como si hubiera pasado algo escandaloso... aunque casi.
Regulus se llevó una mano a la cara, como si estuviera intentando borrar la imagen mental que acababa de formarse.
—Esto es peor de lo que imaginaba —Murmuró Regulus—. ¿Y ahora qué? ¿Piensas seguir... haciendo eso con él? Creí que se odiaban.
Mackenzie se encogió de hombros.
—No lo sé, Regulus. Lucas es... complicado. Pero no puedo negar que hay algo entre nosotros, algo que no puedo ignorar.
Regulus bajó la mano y la miró fijamente. la observó durante un largo momento, luego suspiró y sacudió la cabeza.
—Eres un desastre, Mackenzie Macmillan.
—Gracias, lo sé —Respondió Mackenzie con una sonrisa.
Regulus se levantó, aún murmurando cosas sobre lo insensata que podía ser, y Mackenzie volvió a abrir su libro, aunque la sonrisa seguía en su rostro. Por más que Regulus intentara advertirla, había algo en Lucas que no podía ignorar, y sabía que no quería hacerlo.
—¿Es exactamente por eso que viniste?—Pregunto Mackenzie
—No—Regulus detuvo los pasos
Mackenzie volvió a cerrar el libro.
—Mi madre me ha dicho que...me ha comprometido.
Mackenzie lo vio con una mueca y con compasión.
—¿Con quién?
—Tu amiga, la pelirroja.
—¿Eva?
—¿Otra chica que parezca una mini versión de mi madre?
—Tal vez no sea tan malo.
—¿Por qué? No todos somos tú y Lucas que se quieren estar comiendo en cada esquina del colegio.
Mackenzie le aventó el libro, Regulus logró esquivarlo.
—Podrías haberme matado, ¿lo sabes?—Mackenzie rodó los ojos ante del dramatismo de Regulus—. Dejando de lado que casi te quedas sin amigo. No se que voy a hacer. No quiero casarme con ella.
—A menos que quieres enfrentar a tu madre, no te queda de otra más que casarte.
—Te odio. Tenias que decirme que tu hablarías con mi madre.
—Ni loca. Suficiente tengo com aguantarla siendo la madrina de mi prometido, no quiero más, gracias.
—Iré a molestar a Lucas.
Mackenzie le asintió.
—Si, mejor, córrele.
Mackenzie lo guió hasta que salieron de la habitación.
—No corras muy rápido, puedes sudar o incluso caerte. ¡Adiós!
Mackenzie volvió a entrar a la habitación y suspiró, dejando atrás todo el drama y queriendo volver a concentrarse en el libro.
Pero a su mente vinieron dos chicos, así que se levanto de la cama y salió de la habitación. Incluso camino por los pasillos de Hogwarts hasta que estuvo frente al retrato de la dama gorda, dijo la contraseña entro, y los vio sentados.
—¡Justo hablábamos de ti, Mackie!
¿Que les pareció?
Enserio, disfrútenlo, son 8000 palabras. Disfruten la lectura, porque es el capítulo más largo que he escrito.
Luckenzie, mis papis 🙏🙏
Regulus cuando los encontró en la torre: :0
xoxo 😘
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