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3| sᴜᴍɪsɪóɴ |3

3 | ¿𝐘 𝐬𝐢...
𝐥𝐚 𝐫𝐮𝐛𝐢𝐚 𝐬𝐞
𝐜𝐨𝐧𝐯𝐢𝐫𝐭𝐢𝐞𝐫𝐚 𝐞𝐧 𝐬𝐮𝐦𝐢𝐬𝐚?

ıllıllııllıllııllıllııllıllııllıllııllıllııllıllııllıllı

— Eso quiere decir que Adha... — unió puntos Lily, Marlene asintió alzando la foto de la pelinegra y posicionando donde su marca indicaba.

— Metamorfomaga — recordaron las múltiples veces que vieron a Adha cambiar de apariencia para hacerlos reír — Una maga inteligente — no dudaban de eso, tenía uno de los más altos promedios de su curso — Y una Banshee — concluye Marlene — ¿Siguen creyendo que es una coincidencia?

Ninguno de los presentes dice nada y ella sonríe satisfecha de haber podido explicar su investigación sin ningún contratiempo. Miró por sobre su hombro el periódico que tenía escondido, pensando si era necesario o no sacarlo.

Dudó.

Esa pelinegra no le caía bien, pero... ¿Sería capaz de revelar uno de los secretos más dolorosos que había encontrado según su propia perspectiva? Si lo hacía, quedaría como una completa entrometida, ese descubrimiento ya no tenía que ver con la leyenda, tenía que ver con la vida personal de Jone...

Pero... ¿Era realmente importante? ¿Por qué sentía en ella la necesidad de desvelarlo, de conseguir que los leones odiaran a la pelinegra? Dentro suyo, existía un conflicto interno, una parte, una parte de su persona le pedía, le rogaba, porque se detuviera, porque no siguiera, porque no revelara lo que había descubierto.

Más la otra parte, aquella que se escuchaba como un susurro en su cabeza, la misma que comenzó a implantarse desde que sus amigas la abandonaron en el castillo por irse con esa maldita serpiente, le indicaba... le ordenaba, que lo dijera, porque sabría muy bien que sus amigos necesitaban despertar de la idealización que tenían de la pelinegra, que abriera sus ojos y vieran lo peligroso que era estar a su lado.

Porque lo que quería era que se alejaran de ella, debilitarla y obtener venganza al separarla de sus amigos, de quienes Adhara amaba.

Después de todo, ella lo había hecho ¿no es así? El pensamiento susurrante apareció, ella te alejó de tus amigos, de todos y cada uno de tus seres queridos, incluyéndolo.

Sí... sí, cedió, porque tenía razón.

E ignorando el clamor de su interior, Marlene nuevamente cedió a la manipulación del susurrante pensamiento.

- ¿Alguno de ustedes conoce a los padres de Adhara? - pregunta sin recibir respuesta - ¿Alguna vez ha contado sobre ellos? - ninguno habla. La rubia saca otro periódico y lo deja en medio - Allí están sus respuestas.

Ninguno de ellos comprendió lo que decía el titular, puesto que parecía ser de un idioma que no conocían, pero al leer los nombres de las dos personas que aparecían allí, comprendieron que estos eran los padres de su amiga.

— ¿Qué es lo que dice? — cuestiona Lily — Marlene ¿Por qué los padres de Adha aparecen en un periódico de otro país? — mira a su amiga, buscando una respuesta de su parte.

— Está en noruego — aclara antes de leer la traducción que tenía apuntado en su libreta — Vacaciones de terror. Turistas de Inglaterra son encontrados muertos. Y, según la autopsia realizada, ambos murieron de un paro cardíaco — los leones contienen su respiración, no son tontos, sabían muy bien que significaba tal declaración de parte de los muggles.

Los padres de Adhara habían muerto por la maldición asesina, la cuestión que ahora se instalaba en ellos era: ¿Por qué?

— Se habían escuchado gritos procedentes de la habitación en donde se encontraban, hasta que se hizo un silencio abrumador — prosigue, tan concentrada en la lectura que no ve las expresiones de sus amigos — Según nos relatan testigos, parecían que habían estado pidiendo piedad. Sin duda alguna, un trágico final para las vacaciones que tomaron — termina de relatar, admirando el impacto en sus rostros.

Bien hecho, creyó escuchar. Más la satisfacción que sintió duraría muy poco.

— ¿Por qué nos cuentas esto? — su voz salió más debilitada de lo que creía — ¡Si Adhara quería dejarlo en secreto debías de haber respetado su decisión! — expresó con molestia, encontrando únicamente su voz para defenderla — ¡No somos quienes para reprocharle el que ocultara tal tragedia! — los gritos de reclamo de Lily resuenan en la habitación.

— ¡Lo hago porque se deben de dar cuenta que ella es un peligro! — exclama Marlene, irritada porque no vieran lo que era tan claro para ella.

Hazlo, cree decirse a sí misma, haz que comprendan porqué deben de alejarse.

— ¿Quieres saber qué más dicen que escucharon decir? — cuestiona, siguiendo sus supuestos propios pensamientos — ¡Hubo otra voz aparte de las de la pareja! ¡Los muggles siguen creyendo que hubo alguien más involucrado! ¡Una voz repetía dos palabras! ¡Uno era crucio, y el otro...!

— Memoriuntac — todos callan al escuchar la intervención de Remus

E incluso Marlene, como sus pensamientos, se ven silenciados.

— ¿Es esa la palabra? — cuestiona él, más la de rubia melena no sabe qué pronunciar — McKinnon ¿Era esa la palabra? — repite la pregunta, pero esta vez de una manera más pausada, temiendo la respuesta.

Ella asiente, sin saber qué más decir.

No, no, no... se repetía, sintiendo un tremendo dolor en su cabeza, como si fuera un castigo porque... Porque si Remus conocía esa palabra quería decir que conocía el secreto de Adhara. Quería decir que lo que creyó descubrir de esa pelinegra para alejarla de sus amigos, no funcionaría.

Porque si Lupin lo sabía... Porque si lo sabía y seguía manifestando cariño, confianza, hacia la serpiente, no había nada que pudiera alejarlos de la pelinegra.

El dolor de su cabeza se intensificó, sintiéndose ofuscada cuando procedió a expandirse en su cuerpo, castigándose por no ser lo suficiente lista como para... Niega, aún cabía una esperanza, intenta convencerse... convencerlo, para que dejara de sentir tal dolor.

Aún... Podría... Se trataba de Lupin, ¿cierto? ¡Era Lupin! Podría haber leído tal término en algún libro... o simplemente haberlo escuchado... No, el no podía saber qué significaba la palabra que musitó.

Marlene necesitaba que Remus desconociera el significado de tal palabra.

— ¿Cómo lo sabes? — pregunta, rogando con creces porque sus suposiciones sean ciertas, y no que lo escuchó salir de la boca de la pelinegra.

Pero la respuesta que recibe no es para nada la que esperaba.

— Era lo que le pedía — responde perdido en sus pensamientos, recordando estragos de ese doloroso día — Era la razón por la que la torturaba.

Es mucho mejor de que lo que creía... Y lo era, ciertamente lo era.

— Lunático... — murmuró James al ver a su amigo temblar.

— Paula murió porque no sabía qué significaba — declara, sintiendo los recuerdos invadir su cabeza, como si un hilo se hubiera roto y ahora era capaz de recordar lo que sucedió el día de su muerte.

Un silencio se hace. Los presentes están digiriendo lo que el castaño ha soltado, forzándose a comprender qué demonios estaban descubriendo.

Y no puede mentir, Marlene, se siente destrozada por la revelación, porque estaban hablando de su amiga, de aquella castaña con la que casi siempre discutía, pero al final del día, terminaban riendo por sus payasearías.

Pero para su otra parte, tal revelación no le afecta tanto como para evitar sentir una satisfacción embriagarla.

No debería, pero lo hace.

El dolor desaparece, nuevamente siendo embriagada por un placentero sentimiento que la hace emocionarse, porque lo sabe. Ambos lo saben.

Ver las expresiones de los rostros de sus amigos es más que suficiente para descifrarlo, ellos han llegado a la misma conclusión que ella tuvo desde hace tiempo: Adhara era un peligro.

Y se emocionó, se emocionó porque lo había logrado, después de tantos años...

— ¿Aún creen que es una coincidencia? — murmura por lo bajo, no siendo capaz de contener su júbilo.

— ¡Cierra de una vez tu boca, McKinnon! — Peter ruge, sorprendiendo a todos — ¿Crees que es momento para tus estúpidos comentarios? — cuestiona con repudio — ¡Ten al menos algo de respeto por quien fue tu amiga! — espeta con furia.

— Colagusano, es suficiente... — intenta calmarlo.

— ¡Yo decido cuándo es suficiente, James! — rechazó la intención del aludido.

— ¡Peter! — regañó esta vez Lily, totalmente sorprendida de la acción de quien consideraba el más tranquilo.

— ¡Peter nada! — la corta, ignorando la furtiva mirada de James por haberle contestado de tal forma a la pelirroja — Escúchame bien McKinnon, las estupideces que salen de tu boca me llegan a la misma mandrágora — expresa con disgusto — ¿Crees que por haber descubierto una relación entre la muerte de los padres de Adha y de Paula has logrado algo? ¿De verdad crees que ese será suficiente motivo para dejarnos llevar por tus rumores que ella es seguidora de Voldemort? — ataca, sin miedo alguno, porque estaba defendiendo a su amiga.

Porque ya estaba harto, harto de seguir siendo el que seguía, escuchaba y atendía. No, el no volvería a esa faceta, menos cuando se trataba de escuchar a una rubia que únicamente buscaba envenenar los oídos de sus amigos.

No, Peter defendería a quien le había enseñado a tener voz, a quien le ayudó a defender su propia voz.

— No tengo idea de qué rumores hablas, Peter — se defendió ella — Y no digas su nombre — pidió, sintiendo un escalofrío entero recorriendo por su cuerpo.

— ¡Claro que lo sabes! ¡Y ni siquiera te atrevas a intentar negarlo! — ordena — Eres la razón por la cual los leones de primero le tienen miedo, eres la razón por la cual quienes gustaban de Sirius odian a Dhara, eres la razón por la cual casi todo Gryffindor cree que Dhara es una jodida seguidora de Voldemort — vuelve a repetir su nombre, solo para ver como la rubia se encoge en su sitio, disfrutando de su estremecimiento — Sé todos y cada uno de los rumores que corren en Hogwarts, conozco cada uno de los secretos de este castillo, porque también soy merodeador ¿Lo sabes no?

— Es obvio que lo sé — rueda los ojos, sin saber a dónde quería llegar el tonto e inferior rubio.

— ¡Ni lo intentas! — señala, casi riéndose del escepticismo — ¿Crees que ninguno de nosotros hemos notado el trato que tienes hacia mí? ¿Hacia el de menor importancia de los merodeadores? — la rubia palidece.

No, él no podría... ¿Cómo demonios podía saber exactamente como pensaba de él cuando jamás, jamás, lo pronunció en voz alta?

Y repentinamente, se sintió completamente expuesta.

— Lo sé todo, McKinnon, — declara con una sonrisa autosuficiente — ningún rumor, o pensamiento, puede escapar de mí.

— ¿Y qué con eso? ¿Por qué eso es de importancia ahora? — Marlene busca cambiar el tema, debe de cambiar de tema antes de que sea más expuesta.

Antes de que expongan esa susurrante voz.

— ¡Ya lo saben ustedes! — exclama, dirigiéndose a sus amigos e ignorando al rubio — ¡Adhara es la razón por la cual Paula murió! ¡Quien tú sabes quien la buscó para saber el significado de esa palabra! ¡La misma por la cual sus padres murieron! — declara, esperanzada porque despierten, porque vean que estar cerca de la pelinegra los condenaba.

— ¡Es por esa misma razón por la cual ella no es seguidora de Voldemort! ¿Siquiera escuchas tus propias palabras? — harto, Peter se siente harto de la ineptitud de la rubia — ¡Ha matado a sus padres! ¡Ha matado a quien consideraba su gemela! - le hace recordar — ¿Crees tú que lo seguiría? ¿En serio crees que lo seguiría?

— ¡No importa si lo sigue o no! — para ese momento, no importaba, lo único que quería, que deseaba, era que vieran el peligro — ¡Ella es la razón! ¡Ella es la causante y por su culpa, Paula está muerta! — ruge, esperando que la escuchen — Cualquiera que se relacione con ella está en peligro ¡Quien tú sabes la tiene en la mira! ¡Y si seguimos junto a ella, saldremos afectados! ¡Si seguimos junto a ella, terminaremos muertos!

— ¿Y crees que eso nos importa? — cuestiona, Marlene lo mira con sus ojos sorprendidos — ¿Crees que nos importa más el cómo podremos salir parados que el sufrimiento de nuestra amiga? — no... no, no quería seguir sintiendo ese dolor — ¡McKinnon, por una vez utiliza ese cerebro que tienes para analizar correctamente lo que descubres!

— ¿Qué quieres decir? — murmura, sintiéndose perdida entre sus gritos y el terrible ardor de su cuerpo.

— Que por más que Adha pueda estar involucrada, — toma un momento, suspirando antes de continuar: — No la dejaríamos — declara Remus.

— ¿Y así te hacías llamar la pareja de Paula? — espeta, deseando que dudara de su decisión.

— ¡Marlene McKinnon! ¡Ya basta! — Lily la detiene — ¡Es suficiente y ya estoy harta!

— ¡Adhara es la culpable, reaccionen! — pide, pide porque es lo único que necesita para dejar de sentirse tan mal.

— ¡Adhara no mató a Paula! — Remus gritó, tan exasperado con su presencia, que no se da cuenta del dolor que manifiesta — Tú no estabas allí McKinnon, pero yo sí — le informa — Quien tú sabes fue quien la asesinó, no Adha.

— ¿Y por qué Voldemort la quería? — pregunta, batallando con su propia persona, para conseguir que se alejara... que siquiera la odiara... necesitaba que la despreciaran -/— ¡Tu mismo lo has dicho! ¡Paula murió porque no sabía el significado de esa palabra! ¡De esa maldición!

— ¡Sé lo que he dicho! — grita — ¡Al igual que sé el dolor que Adha pasó! ¡Al igual que sé que ella estuvo peor que cualquiera de nosotros por su partida! — indica.

Porque, a pesar de ser él quien siempre era consolado, no era ciego al conocimiento de que, internamente, día tras día, Adhara sufría por la perdida de su amada gemela.

— ¡Bien merecido se lo tenía por haber causado la muerte de Paula! — expone.

Un golpe en seco se hizo presente.

Un dolor se sumó al que por todo su cuerpo recorría. Su mejilla ahora ardía con mayor intensidad y Marlene no quiso voltear la mirada, porque no deseaba ver a quien consideraba su amiga más íntima con la mano levantada.

Frank se acercó hacia una temblante Alice, pero esta se zafó de su agarre.

— Si querías que nos alejáramos de una persona, lo has conseguido — masculló con un enojo contenido, que fue difícil reconocer que se trataba de la misma dulce voz con la que había compartido cientos de agradables momentos.

— Alice... — susurra, sus ojos desesperados porque... porque no le dirigiera esa mirada llena de repudio.

— Adhara ha perdido a sus padres, ha perdido a su gemela — enumera ella — Y si tus sospechas son ciertas y la razón es por esa tonta leyenda, ha sufrido más de lo que cualquiera en este lugar ha pasado — asume, sintiéndose terriblemente afectada por sus palabras.

— ¿Y eso qué? — cuestiona — ¿El sufrimiento la exonera de todo lo que su presencia ha causado? — incrédula, se siente incrédula ante lo que sus oídos escuchan.

— No, el seguir adelante y al animar a los demás es lo que la exonera — declara Alice — La empatía y los buenos recuerdos compartidos es lo que la exonera — profundiza ella.

— No... No tiene ningún jodido sentido lo que dicen, — dice, aún convenciéndose de que puede logar su objetivo — esa serpiente... Ella puede ser la razón por la cual alguien más muera — les recuerda — Mientras que seamos sus amigos, si quiera conocidos, seremos los objetivos de ya sabes quién.

— Te equivocas, no somos sus amigos — interviene Frank — Somos familia.

— Lo que queremos decir, — da un paso al frente — es que no importa lo que pueda pasarnos, estaremos aún con y para Adha, porque ella siempre estuvo para nosotros — Remus informa.

— Sea lo que ella esté escondiendo, es por una razón — Lily se une — Y respetaremos esa decisión, porque ella tiene derecho de su propia privacidad.

— Y porque ella siempre respetó la nuestra — culmina James.

— Se arrepentirán, morirán por ella y se arrepentirán — Marlene soltó adolorida, sintiendo cada parte de su cuerpo congestionarse.

— Nunca me arrepentiría de haber dado mi vida por alguien a quien considero mi familia — Peter señala con firmeza — Ninguno de nosotros nos arrepentiríamos.

La rubia asintió, conteniendo las lágrimas, sin siquiera tener las fuerzas de recoger lo que había en la habitación, salió de ese lugar, sabiendo que ya no tendría ningún tipo de relación con ese grupo de leones. Sin reconocer que, el ruido en su cabeza y ardor en su cuerpo, la castigarían hasta que no soportara más.

Alice se permitió dejar escapar sus lágrimas retenidas. Marlene había sido una gran amiga como para no sufrir porque su amistad terminara de una manera tan estrepitosa. Le seguiría guardando un cariño especial por ser la primera en haberla ayudado con sus sentimientos, pero nunca tendría la misma relación con ella.

Se sentía destrozada por no haber sido capaz de reconocer su verdadera personalidad.

Se quedaron allí, parados, intentando calmarse después de la larga discusión que tuvieron con la que alguna vez fue su amiga. Tan impactados estaban, que no sintieron como unos pasos se dirigían corriendo, como tampoco escucharon las exclamaciones y risas tan conocidas entrar por la puerta.

— ¡No saben cuánto tuvimos que hacer para que pudiera entrar! — Adhara exclamó sonriente.

— Todo hubiera sido más fácil si es que te hubieras puesto el uniforme de Gryffindor y utilizabas tu metamorfomagia — señaló divertido Sirius, rodeando la cintura de su pareja para acercarla a él.

— ¿Y ponerme los colores de los leones? — cuestionó con incredulidad — ¡No puedes hablar en serio, Estrella! — se quejó ella, sonriendo más por mirada indignada de su chico debido a que se alejó de su agarre.

La pareja río, manteniendo el buen humor provocado por la travesía que atravesaron para que la pelinegra pudiera entrar a la sala común de Gryffindor, puesto que la dama gorda no quería darle el pase, menos aún, los mismos estudiantes que se hallaban en la sala común.

Los leones solo observaron con terror todos los papeles que había en la habitación, sin ser capaces de moverse por el horror de lo que podría suceder a continuación. Ambos pelinegros se dieron cuenta de su raro comportamiento, en especial cuando todos ellos miraron el suelo como si en ese mismo lugar se hallaba el quien no debe ser nombrado.

Y no es como si esa suposición no fuera tan certera...

La pareja de pelinegros se acercó a paso lento para ver la razón por la que sus amigos estaban congelados...

Adhara paró en seco al reconocer cada una de las hojas que se encontraban esparcidas.

Su sonrisa desapareció y su piel palideció.

Sirius tomó el periódico, reconociendo a las personas de la portada.

— ¿Qué mierda es esto? — cuestionó el ojigris, mirando a todos sus amigos con una seriedad que nunca habían visto en él.

— N-No... No es lo que crees, — su voz falló — Adhara esto no es de nosotros — Lily quiso explicar, dando unos pasos hacia ella.

La pelinegra retrocedió asustada.

— Esto no es... Yo no... — las palabras no salían.

Estaba completamente perdida, ida. No sabía, no sabía cómo demonios debía de reaccionar, escuchaba un pitido en sus oídos, uno que aumentaba cada vez que pasaba su mirada de las hojas a los leones, en un rápido vaivén que no tenía fin.

— Sabelotodo, no es lo que piensas, en serio... — quiso imitar la acción de su pareja, pero nuevamente la pelinegra retrocedió, aterrada al ver lo que habían descubierto.

Y reconociendo lo que estaba por hacer...

— Star, no lo hagas — intentó detenerla.

Pero ya era tarde.

Los mismos guantes transparentes, que en su momento, James y Lily vieron cuando la pelinegra los hizo desaparecer para derrumbar la protección que Lord Voldemort había puesto, volvieron a desvanecerse, y teniendo las manos libres, Adhara tocó la madera de la cama.

Sirius se paró de manera rápida hacia ella, asegurándose de que no cayera ante la rudeza con la cual, él sabía, estaba utilizando su don. Los chicos se preocuparon, más no dijeron nada, porque no tenían la menos idea de qué decir exactamente, ya que no comprendían qué demonios estaba haciendo su considerada amiga.

Y cuando menos se lo esperaban, ella cayó desmayada. Por lo que, preocupados de su estado, se acercaron a ayudarla...

Pero Sirius los alejó.

— Desháganse de eso — ordenó, señalando con la mirada lo que Marlene había dejado.

— Canuto, — intentó explicar — esto no lo hemos hecho...

— Muy poco me importa saber cómo lo consiguieron — masculló cortándolo, sin siquiera dirigirles una mirada.

— Sirius, debes de... — nuevamente se arriesgó.

— ¡No me importa! — rugió, mirándolos con fiereza — Y no me importará hasta que ella despierte — indicó, sujetando con suavidad a su pelinegra.

Los leones vieron como con una delicadeza extrema, acomodó a su chica en sus brazos, tal cual princesa, para salir de la habitación dejándolos con un sabor amargo en sus bocas. Y es que, la situación se había desarrollado tan rápido, que buscaban respuesta a una misma pregunta: ¿Qué demonios había sucedido?

•°•(...)•°•

Adhara se despertó sobresaltada, sintiendo como el aire le faltaba. Sus ojos miraron a todas direcciones, intentando encontrar algo que reconociera. Delante suyo una figura se acercó y su primer instinto fue el alejarse, pero escuchar su voz fue suficiente para tranquilizarse y dejar salir todos los sentimientos que estuvo reteniendo.

Sirius la abrazó, sin saber que más poder hacer. Acarició su espalda y dejó besos en la coronilla de su cabeza. Quería asegurarse de que ella se diera cuenta de que ya había regresado, que ella estaba con él. Asegurarse que sea lo que había sucedido en esa habitación, no era de importancia. Porque por más que se trataran de sus más íntimos amigos, lo que él consideraba que hicieron, sobrepasaba todos sus límites.

Ellos no tenían derecho alguno de investigarla, no tenían derecho alguno de sacar a relucir uno de los temores de su amada.

Había reconocido cada uno de los libros, periódicos y apuntes que se hallaban en el suelo de la habitación. Tenía conocimiento de cada uno de ellos, porque su Star se los compartió cuando tan solo eran unos infantes. Había reconocido el periódico que relataba la muerte de sus suegros porque, cuando se pusieron al día de todo lo que se habían perdido del otro, ella le contó lo que recordaba de la supuesta desaparición de sus padres, y él estuvo a su lado para secar sus lágrimas.

Sirius lo sabía. Oh, claro que lo sabía. El pelinegro conocía los más profundos secretos y temores de su chica. Él tenía el conocimiento de su don, tenía conocimiento de la verdadera historia de la leyenda, de la maldición que está misma traía y de las persecuciones a las que su novia se vio sometida.

Las peleas que a veces tenía con la castaña sobre quién conocía más a la serpiente siempre las consideró una completa broma. Paula jamás estuvo preparada para conocer todo de ella, el cariño que decía tenerle no era lo suficiente fuerte como para aceptar en su totalidad los secretos de su Star.

Sirius conocía desde lo más profundo hasta lo más superficial, Sirius tenía en su poder el conocimiento necesario para destruirla.

Pero jamás lo haría.

Él no podría.

Porqué teniéndola en sus brazos, escuchando sus sollozos, sintiendo como su corazón se contraía por observarla nuevamente en ese estado, sabía que esa chica era de las mejores personas que en su mierda de vida pudo haber encontrado.

Sintió un nudo en su garganta cuando notó como ella parecía querer hablar, pero las palabras no salían, Adhara se encontraba completamente pasmada y pérdida. Sus manos se aferraban fuertemente a su camisa, llegando a peñizcar su piel, más poco le importaba que tales acciones le dejarán marcas...

A él no le importaba nada cuando se trataba de estar allí, de hacer todo lo que era humanamente posible, para consolar a su novia.

En situaciones como esta, el único pensamiento que estaría presente en Sirius, era otorgar su propia persona para amar a su Star.

Con delicadeza la separó de él, con la finalidad de tomar su cara con sus manos e intentar que su vacía mirada conectara con la de él, con la finalidad de que volviera en sí, buscando que se alejara de la tormenta.

Sus ojos, los hermosos ojos chocolatosos en los que siempre se perdían, no estaban presentes. En su lugar, un oscuro azul cubría por completo el marrón que tanto atesoran, se encontraba, convirtiendo su mirada en una que no era ni cercanamente a los que algúna vez observó.

Porque la actual problemática superaba las anteriores pesadillas.

Juntó sus frentes y rozó sus narices, en un intento de que el beso esquimal pudiera traerla a la realidad. Y se sintió más relajado cuando ella también devolvió el beso, logrando que su respiración se tranquilizara de a poco, con hipidos en el proceso.

Se separó con lentitud, volviendo admirar sus ojos y sintiendo una paz interior al ver cómo el azul iba desapareciendo para volver a su color natural.

Cada vez que las emociones de la pelinegra desbordaban, su mirada lo representaba. Y no por cuestiones filosóficas de que las ventanas del alma eran los ojos, sino que se debía a la metamorfomagia que su chica poseía. Porque a pesar de haber sido sometida a grandes entrenamientos desde sus tres años para controlar este y sus otros dones, la estrecha relación entre sus sentimientos y su poder de transformación estaban muy conectadas, en especial cuando se trataba de momentos que evocaban sentimientos de gran intensidad.

— Lo saben... — murmuró cerrando sus ojos — Yo... ellos lo saben Sirius, yo no quería... tu sabías bien que esto... — negó, utilizando más fuerza para cerrar sus ojos de los que necesitaba — Mckinnon... ella, todo este tiempo....

— Hey, hey, hey — dijo en un tono de voz suave, queriendo que se concentrara tan solo en él y se olvidara por un momento de lo sucedido — Adha, Addie, por favor, mírame — pidió, sosteniendo con una mano la cara de la mencionada.

— Ellos no debían de enterarse, Sirius — murmuró, concentrándose en la grisácea mirada que tanta paz le brindaba — No ahora, no así. Yo... lo había hablado con Dumbledore y con Minnie, ellos no... — intentó negar nuevamente, pero Sirius detuvo su acción, aumentando su fuerza, sin llegar a ser brusco, al agarre que tenía en su rostro.

— Cariño, mírame — pidió y ella obedeció — Ellos lo entenderán — el pelinegro vio la negación crecer en sus dulces ojos amarronados, así que se apresuró a continuar — Ellos lo harán — afirmó, intentando transmitir confianza a la pelinegra.

Pero estaba en ella el dudar de todos, lo sabía muy bien. No era culpa suya, no del todo. Adhara había sido inculcada en ser arisca en temas relacionados con su don, le habían enseñado que jamás debía contárselo a alguien, le enseñaron a esconderse y mantener oculta cualquier señal o indicio que pudiera dar paso a una pista de su maldición.

Sirius sabía que los pensamientos de su chica estaban culpándola, gritándole que había fallado.

Fallado a sus padres, a su mentora... fallado a su gemela... a Dumbledore y a Minnie.

Sirius sabía que parte de su reacción, además del temor por cómo los chicos tomarían toda la historia de su don, era por el sentimiento de culpabilidad, el sentimiento de fallar.

Y por la inseguridad que cierta persona, antes de su muerte, llegó a implantar.

— Tan solo conocen lo esencial — menciona sin separarse de su agarre — Conocen las conjeturas de McKinnon, no saben todo. Y en cuanto lo sepan, ellos... — una lagrima cae por su mejilla.

Y sintiendo el dolor en su pecho por verla así, Sirius la seca, deteniéndose para acariciar su mejilla.

— Ellos no son Paula — aclara, sabiendo que era lo que más le causaba miedo en ese momento — Paula no estaba preparada, ella realmente no sentía lo que decía.

— Paula fue sincera — debatió Adhara, no queriendo manchar la memoria de su amiga — Ella era mi gemela, ella era mi persona, y ella... — sus ojos nuevamente empezaron a tomar un tono azulado — Ella me temió.

Y nada era más doloroso para Sirius, que escuchar su voz quebrada por quién no la supo valorar.

— Star... — quiso hablar.

— Si Paula me temió, — repitió, controlando el temblor en su voz — si Paula se arrepintió de su conexión conmigo cuando supo todo. ¿Cómo esperas que ellos lo comprendan? — preguntó con angustia.

— Ellos no son Paula — Sirius reiteró su afirmación — Ellos no van a...

— James la consideraba su hermana, Remus era su pareja, Lily era su mejor amiga, Alice era su confidente, Peter confiaba en ella y Frank adoraba sus reuniones espontaneas — le recuerda.

Y Sirius no es capaz de indicarle que estaba seguro sus amigos no me temerian, porque bien sabe el pelinegro que su pareja puede ser terca cuando se lo proponía.

— ¿Cómo ellos no reaccionarían igual cuando se enteren de toda la verdad? ¿Cuándo se enteren...? — negó ofuscada, sintiendo el nudo en su garganta —  ¿Cuando se enteren que es verdad que por mi culpa ella está muerta?

— Su muerte no fue... — intentó interrumpirla.

— ¿Qué es verdad que están en peligro? — pero ella no lo escucharía — Han muerto cuatro, Sirius.

— Cariño...

— Han muerto cuatro y yo tan solo tengo tres pétalos. Sabes muy bien que significa eso — él lo sabía, claramente lo sabía, pero no quería admitirlo.

Porque decirlo en voz alta lo convertiría en una realidad, una la cual no quería afrontar...

— Pueden seguir muriendo más mientras que tenga esa maldita marca en mi espalda — declaró ella.

Era una situación que deseaba no se volviera realidad.

— ¿Y es acaso tu culpa? — pregunta, teniendo la sincera esperanza, de que comprendiera que no debía cargar con el peso de situaciones que no era capaz de controlar — ¿A caso tu pediste esa marca?

— No — aceptó ella — Pero fue mi decisión quedarme en este castillo — musita.

— Adhara... — intenta detener lo que está por decir.

— Te amo — admite ella, sabiendo que era la primera vez que se lo decían.

Sabiendo que era lo necesario para bajar la guardia de Sirius.

— Y amo todos los momentos que hemos pasado, todos los recuerdos que he creado aquí, contigo y con los chicos — le indica, porque de verdad lo hacía.

— No lo digas — pidió él, sabiendo que siempre existía un pero cuando hablaba de tal forma — Cariño, por favor...

— Pero fue un error — ignoró su petición, sintiendo el mismo dolor por el que su amado pasaba — No tuve que haberme quedado, no tuve que haberme encaprichado... si tan solo hubiera hecho caso a lo que mi mentora me había enseñado... si tan solo yo no hubiera accedido a la propuesta de Dumbledore... tal vez... — sus ojos de lágrimas brillaron — solo tal vez...

— Ella seguiría viva — completó por la pelinegro.

Le dio un momento, respetando su dolor aunque aborrecía que sintiera culpabilidad por quien, a sus ojos, jamás la mereció.

— ¿Pero a qué costo? — murmuró tras unos segundos.

No sé dejaría vencer por las posibilidades del y si...

— ¿En qué momento hubieras podido crear estos momentos que amas? — pregunta.

Esperando que así se diera cuenta de que su decisión de quedarse no fue un error.

— ¿En qué momento nos hubiéramos reencontrado si te escapabas de Dumbledore?— y aunque sabe que su relación es importante, en ese momento, lo más relevante era: — ¿En qué momento podrías haber vivido?

— No lo merezco, — y Sirius sabe que se equivoca, porque ella merece más de lo que tiene — no cuando...

— No es tu culpa tener esa marca — le recuerda — No es tu culpa que el idiota de Voldemort sea un maldito y caprichoso obsesionado — le informa — No es tu culpa que ellos murieran y tampoco lo será si alguien más lo hace — afirma, esperando que lo crea.

Esperando que confíe en su palabra.

— Eres una persona, cariño, eres una magnifica persona de la cual estoy completamente agradecido de haberte conocido, porque no sabría en donde estaría si no fuera por ti — verdaderamente reconocía que sería una persona muy diferente a la que es sino fuera por su Star — Y sé muy bien que soy egoísta, pero ambos lo somos cuando se trata de nosotros.

Y tanta razón tenían, porque ambos se pertenecen tan intensamente, que sus cuerpos anhelarían su contacto profundamente si terminaran.

Que sus almas se desgarrarían si tan siquiera se apartaban.

— Te amo, Adhara — se confiesa — Y tú me amas, por lo que no hay razón suficiente para que todo lo sucedido sea considerado un error, — declara — no hay motivo para que deje de sentir lo que siento por ti, ni jamás existirá alguno que me aleje de ti — le promete.

— ¿Y si ellos no lo comprenden? ¿Si te hacen decidir? — pregunta con temor en un hilo de voz — Son tus amigos, James es tu hermano, al igual que Remus y Peter. Al igual que el cariño que le tienes a Lily, Alice y Frank. Tú los amas a ellos, al igual que me amas a mí. Ellos... — cierra sus ojos — Ellos son tu familia, Sirius.

Y lo eran, Sirius sabía que sus amigos eran las personas que más amaba en el mundo, eran aquellos que escogió para que se convirtieran en su verdadera familia, eran quienes lo acogieron y cuidaron cuando nadie más lo hacía.

Pero sobre ellos, siempre estuvo, y estaría, una persona que jamás lo abandonaría.

— Mi familia eres tú — la cortó.

Sin decir más, acercándose a ella, tomando sus manos y juntando sus frentes, expuso su alma, otorgándole su entero ser, con las siguientes palabras:

— Mi corazón y todo mi ser te pertenece, desde este día hasta el último de mis días. Siempre he sido tuyo y tú siempre serás mía - repite sus votos con vehemencia, centrándose en amar a su Star - Porque reconozco que cuando regreso de mis sueños, lo primero que mis ojos buscan, es a ti. Te elegiría, por sobre todas las cosas, solo a ti.

— Mi corazón y todo mi ser te pertenece, desde este día hasta el último de mis días. Siempre he sido tuya y tú siempre serás mío — repite sus votos, con la misma profundidad que su amada estrella la mira — Porque reconozco que cuando visito mis sueños, deseo que estés tú en ellos. Por sobre todas las personas, siempre te elegiré, solo a ti.

Sirius acarició su mejilla, transmitiéndole el amor y confianza que necesitaba. Adhara lo miró, sintiendo aún sus ojos acuosos, a su vez, que una leve sonrisa crecía en su rostro.

Con una sola mirada, ella le agradeció por todo. Con una sola mirada, él prometió no abandonarla. Y en un profundo abrazo, ambos sintieron que sus almas volvían a estar en paz.

Porque se eligieron mutuamente.

Porque confiaban en sus votos.

Votos que serían unicamente suyos.

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