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1| ᴄᴏɴᴠᴇʀᴄɪóɴ |1

1| ¿𝐘 𝐬𝐢...
𝐥𝐚 𝐬𝐞𝐫𝐩𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐬𝐞
𝐜𝐨𝐧𝐯𝐢𝐫𝐭𝐢𝐞𝐫𝐚 𝐞𝐧 𝐥𝐞𝐨𝐧𝐚? 

ıllıllııllıllııllıllııllıllııllıllııllıllııllıllııllıllı

El gran comedor, aún se hallaba en silencio, ni siquiera los profesores pensaron que aquella alumna, tan carismática y divertida, fuera seleccionada para esa casa.

Como he estado diciendo, nadie lo pensaba. Solo fue hasta que Adhara se paró con una sonrisa de triunfo para de ahí dirigirse a su casa, que todos reaccionaron.

Su casa, en la cual se quedaría por los siguientes 5 años, empezaron a celebrar y aplaudir por obtener una nueva integrante. Rebosaban de tanta felicidad que hacían burlas hacia las otras casas.

El cabello de la chica, a medida que caminaba y se acercaba a su casa, cambiaba de color. Eran los colores que representaban la casa a la que había sido seleccionada, la cual iba a amar y defender a toda costa.

Aunque dijeran que esta era donde más se llevaban por los prejuicios, ella estaba feliz de haber quedado allí. Porque grandes magos quedaron en esta misma.

Pero... en el fondo, no se sentía del todo convencida de dónde había quedado. Más no iba a darle tanta importancia o relevancia, a ese sentimiento, estaba feliz porque no habría dificultad alguna en poder volver a retomar su amistad con su amigo.

Estaba tan cerca de su casa y su cabello ya no era de su color natural, si no que en su lugar, estaban los colores rojo y amarillo (o dorado).

Sí señoras y señores. Adhara Casiopea Mía Jone Smith había quedado en ni más ni menos que en Gryffindor.

Junto conmigo - pensó Sirius.

°•°(...)°•°

Si Adhara definiera como se sentía en esos momentos, podría decir definitivamente que incomoda. Delante suyo, se encontraba nada más ni nada menos que el pelinegro que hace mucho tiempo no veía y a tres personas más que parecían ser sus amigos.

No sabía exactamente cómo, pero en algún momento ese grupo de cuatro la había rodeado, sentándose uno a cada extremo donde se hallaba y otros dos delante suyo. Había estado tomando su desayuno en el gran comedor mientras revisaba su horario de ese día, cuando llegaron sin aviso y sorprendiendola.

— ¿Y bien? ¿Que sucede? — cuestionó sin mostrar la incomodidad que sentía, podía tener confianza en el pelinegro pero no conocía de nada a los demás.

— Nuestro querido Sirius nos ha dicho que se conocen de antes — dijo el que estaba a su derecha, le diría intenso miope por mientras, ya que no conocía su nombre.

— ¿Y por eso ustedes..? — indagó más.

— Ignora a James — con qué así se llamaba el intenso miope — Solo queríamos saber si necesitas nuestra ayuda para llegar a tu próxima clase o algo — habló el de su izquierda. Tenía unas cuantas cicatrices en su rostro, quiso entonces recomendarle el mágico ungüento que utilizaba pero supuso que podría tomárselo a mal, por más que pudiera parecer el más calmado de los cuatro.

— Eso es falso, Rems — festejó internamente al saber que no tendría que preguntarles sus nombres, ya que parecían no tener intención de presentarse — Somos conocidos por nuestras bromas y la verdad, queríamos saber si quisieras formar parte de estas — habló el rubio pequeño frente suyo con total franqueza.

Parpadeó por un momento, se sentía anonada con tanta información contradictoria. Con ambas manos alzó la taza donde se encontraba su chocolate caliente y lo tomó mientras que meditaba la invitación que había obtenido. Cuando dejó de lado su bebida volvió a conectar miradas con el pelinegro, quien en toda la conversación no había dejado de observarla como si fuera un fantasma.

— ¿Estrella? — cuestionó hacia él, utilizando los apodos que de niños se habían dado. Ésto causo una sonrisa nostálgica en el aludido.

No sabía que tanto había extrañado que ella lo llamara de esa forma, hasta este preciso instante.

— Querían presentarse y querer ser tus amigos por todas las cosas que les conté de ti, Star — se encogió de hombros,na la par Adhara emitía la misma sonrisa que él — Pero creo que ya te diste cuenta que no trabajan bien bajo presión.

— Para nada bien, mejor dicho — rebatió ella burlona. Concentrándose solo en la mirada de su mejor amigo.

— No puedo negar lo que es cierto — siguió la burla, sin siquiera tener la intención de contradecirla o decir algo en defensa de sus amigos.

— ¡Hey! ¡Eso es traición! — se quejó el intenso miope de nombre James.

— No, eso es soporte y apoyo de mejores amigos — Sirius sonrió al notarla menos incomoda — ¿No es así, Estrella?

— Completamente de acuerdo, Star.

— ¡Injusticia! ¡Tienen mejores apodos que nosotros! ¡Y tu eres MI mejor amigo! — las quejas del ofendido consiguió que todos los presentes soltaran una risa, convirtiendo la escena incomoda en una más amena.

El trío procedió a presentarse, de una forma correcta, y a conocer más a fondo a la mejor amiga de la infancia de uno de sus mejores amigos. La nueva estudiante, imitó su acción y así comenzaron a platicar y conversar sobre cualquier tema que saliera.

Más para el pesar de James, todo tema que saliera parecía invocar recuerdos o momentos que los pelinegros habían tenido juntos, ocasionando que más de una vez dejaran de lado a los demás para tan solo concentrarse en ellos mismos.

Y solo por ello, a James no le agradaba del todo Adhara.

°•°(...)°•°

— No me agradas — Marlene soltó.

— Lo hemos notado, Rubia oxigenada — comentó Paula divertida.

Adhara solo la observó, invitándola a qué procediera con lo que la Rubia quería decir. Las tres se encontraban sentadas juntas en la clase de Herbología y estaban hablando entre murmullos.

— Es que, no puedo comprenderlo. ¿Cómo es posible que te hayan dado una habitación para ti sola? — cuestionó.

— Todas las de nuestro año estaban llenas — Adhara respondió con naturalidad mientras seguía con las indicaciones que la profesora decía — Minnie no deseaba que fuera la mala influencia de alguien de menor año o que llevará por el mal camino a alguien mayor, así que simplemente me dió esa habitación — dejó de lado la pequeña pala que tenía para mirarlas.

— Te envidio — soltó divertida McKinnon, para proseguir con el cuidado de su planta.

— Aw, yo también te he agarrado cariño, rubia — Adhara respondió de la misma forma.

El trío de amigas rieron juntas para proceder con lo indicado e intentar prestar atención a lo que la profesora señalaba sobre el cuidado de aquella planta que tenían delante suyo.

Gracias a Sirius y sus nuevos amigos, había conocido a Paula, quien era una castaña muy carismática y con mucha energía. Por ella había conocido a Marlene McKinnon, una rubia muy bonita que al principio se había mostrado reacia pero después de unas cuantas charlas había dejado aquella actitud para transformarla en una más divertida.

Por otra parte, no había logrado conocer y charlar con la pelirroja que, tanto Paula como Marlene, se esforzaban por juntarlas. Según lo que había comprendido, Lily Evans era la estudiante de ensueño pero para nada estricta o intensa, de hecho, era alguien muy amable y que se hacia querer rápidamente.

Lo único malo que encontraba Adha en esa pelirroja, era la razón por la cual Evans no quería ni siquiera hacer el intento de conocerla. A sus oídos había llegado el rumor, que en realidad era un hecho, sobre que ella era la mejor amiga de la infancia de Sirius y que por eso ahora formaba parte de Los Merodeadores, como se hacían llamar James, Remus, Peter y Sirius.

Al parecer, Lily se la tenía jurada a los Merodeadores, en especial a James. Por ello mismo es que no quería ni siquiera conocerla, porque decía que lo más probable es que fuera igual de irrespetuosa, irresponsable y rebelde que los chicos.

La pelinegra soltó un suspiro que solo fue notado por el pelinegro que se encontraba en el lado contrario de dónde se encontraban las leonas. Él observó a su mejor amiga, buscando algún indicio de lo que pensaba, pero no halló nada más que su mirada concentrada en la planta que tenía delante suyo. Sonrió al notar lo linda que se veía tan concentrada, pero, se le hizo más tierno, el verla resoplar para que el mechón que le fastidiaba.

Siguió su instinto y, haciendo uso del moño que siempre traía consigo por si su cabello le fastidiaba, se posicionó detrás de ella para sujetarle su melena en una coleta. El salón, incluida la profesora, detuvieron lo que hacían para observar con sorpresa la delicadeza con la que Sirius pasaba su mano peinando y sujetando el cabello de la nueva estudiante, quien parecía no estar sorprendida y hasta estar más que cómoda con ello.

Volvieron rápidamente a lo que hacían, antes de que ese par de dieran cuenta de que estaban siendo observados. Cuando Sirius termino Adhara le sonrió agradeciéndole, el otro asintió y ambos volvieron al trabajo que le habían dejado en Herbología, dándose empujones de vez en cuando y fastidiandose tomando las cosas del otro y no dándoselas por unos segundos.

Y ninguna acción compartida había pasado desapercibida por los estudiantes de su alrededor.

°•°(...)°•°

Adhara esperó pacientemente en las afueras de la sala común de Slytherin. Había ganado varias malas mirad y posibles amenazas por parte de las serpientes del lugar pero aquello no le importaba porque estaba esperando que cierta serpiente se dignara en salir y pudiera saludarlo como debía.

No cabía duda que su pequeño amigo se estaba tomando el tiempo si salir o no para reencontrarse. Le había pedido amablemente a un niño de segundo que si porfavor podría pasarle la voz a su compañero, ya que tenía que darle un encargo que cierto profesor la había dicho.

¿Era una mentira? Realmente no, si tenía que dar un encargo pero no a Regulus sino a un tal Snape, pero aprovechando que desde hace días quería reencontrarse con Reg, había transformado un poco lo dicho. Además, no conocía al tal Snape, pero suponía que Reg sí, así que no estaría haciendo un mal acto.

— ¿Que haces aquí? — escuchó que alguien le cuestionó.

Adha se dio la vuelta para encontrarse con un chico que, aparentaba su edad. Tenía el cabello largo y algo graso, podía decir que era un poco más alto que ella, pero no lo sabría hasta que estuviera más cerca. Los colores de su uniforme delataban que era una serpiente pero, ya lo había descubierto antes de analizarlo por el tono de voz con que le había hecho la pregunta. Sintió que su mirada se hacía más filosa al notar lo que tenía en manos y supo entonces que había encontrado a Snape.

— El Profesor Slughorn me indicó que entregará esto solo a Snape y a nadie más — contestó ella — Acabo de llegar, no conozco a las personas, por lo que le pedí a uno de segundo que le pasara la voz a alguien que conozco para que me pueda indicar quien es Snape — se encogió de hombros.

Pudo simplemente ignorarlo o haberle mentido, pero algo en ella le decía que se daría cuenta si lo hacía. Opto por decirle la verdad, y sí la suerte estuviera de su lado, capaz le preguntaría quién era la serpiente que conocía y se ofrecería a pasarle la voz. Internamente sabía que eso no iba a suceder, pero valía la pena el imaginarlo.

El pelinegros, quien en su momento tenía una postura muy firme, como si estuviera listo para atacar, se relajo al terminar de escucharla. Se acercó a ella y el murmuró que él era Snape. Ella sonriendo le entregó el paquete y sin más empezó a caminar para irse del lugar. Más algo la hizo detenerse.

— Si tanta curiosidad tienes ¿Por qué no preguntas en vez de leer la mente? — cuestionó al aire.

No obtuvo otra respuesta que el sonido de la puerta de la sala común abrirse y cerrarse. Se fue de aquel lugar sin más, no cabia duda que las serpientes también podrían ser demasiado intensas si se lo proponían.

— ¿Que le hiciste? — Regulus, quien era el que había habierto la puerta de la sala común le pregunto a su compañero de casa al observar como su amiga se iba.

— Nada — respondió él y sin más hablar entró a la sala común.

El menor de los Black se preguntó si sería buena opción el ir tras de Adhara, pero sabía que lo más probable es que ella ahora mismo estuviera pensando en ir hacia donde si hermano, y él no quería encontrarse con este. Vió como se le escapaba la oportunidad de hablar con aquella pelinegra a la cual le tenía aprecio, y no hizo nada para detenerlo.

°•°(...)°•°

— ¡Black! ¡Jones! — gritó la profesora.

Los aludidos siguieron corriendo mientras que reían y buscaban la manera de entrar en un pasaje sin que su perseguidora los buscaba.

— ¡Potter! ¡Pettigrew! ¡Lupin! — siguió gritando, esta vez al trío que se encontraba unos pasos más adelantados que el dúo.

— ¡Pensaba ya que nos había olvidado! — se quejó James, entre divertido y ofendido. 

— ¡Tu solo corre, James! — Sirius le reclamó. 

— ¡Oigan! ¡Nombres claves! ¿Recuerdan? — gritó Adha.

— ¡Ella tiene razón chicos, se supone que no debíamos de ser descubiertos! — el castaño grito.

— ¡Deténganse, por amor a Godric! —  ordenó su Jefa de casa.

— ¡Derecha!¡De-Derecha! — Peter les gritó entrecortadamente.

El trío les hizo caso, más ambos pelinegros conectaron para que, Sirius cerrara el cuadro antes de que James pudiera decir algo y seguir corriendo. Rieron un poco a sabiendas que las quejas del miope iban a empezar ni bien cayera en cuenta que habían escogido otro camino.

— ¿Lo hivieron de nuevo? — cuestionó Peter con gracia hacia Remus.

— ¿Dudabas de ello? Se demoraron más que otras veces — Le respondió el castaño.

— Ese par nunca cumple con lo planeado — James se quejó.

— Todos aquí sabemos el porque, pero son demasiados tontos para notarlo — Remus comentó.

— Llevan más de un año así y me sorprende que no hayn hecho más que tontear entre ellos — le respondió Pet.

— ¿De qué están hablando ustedes? — cuestionó James con completa confución.

— Culpable, al parecer no son los únicos tontos — Remus comentó.

— ¡Hey! ¡Sigo aquí! 

— De que ambos pelinegros se gustan entre ellos — soltó la bomba Peter.

James lo miró alegre por haber respondido a su duda, más después su rostro cambió a una de completa incredulidad y empezó a reír. ¿Su mejor amigo detrás de la pelinegra? Oh sí, no cabía duda que la falta de aire a la hora de correr había afectado a sus amigos. SI bien Adhara se había unido a su grupo de bromistas y entre todos habían creado una gran amistad, no se imaginaba para nada que Sirius, quien se hace llamar un alma libre, estuviera detrás de ella.

— Están hablando tonterías. ¿En serio creen que Sirius puede gustarle ella? — cuestionó al aire manteniendo su postura.

— Sí y es más que conocido ese factor, Paula también lo hace — mencionó Remus.

— La castaña no entra aquí, siempre apoya tus ideas Remus — exclamó.

— Eso no tiene sentido — negó con un rubor en sus mejillas.

— Ella gusta de tí, eso si que es verdad. ¿Pero Sirius de Adha? — siguió hablando.

— Paula no gusta de mí... — murmuró decaído, siendo ignorado por ambos amigos.

— Pense que el miedo de que Sirius te dejara por Adha ya se había ido, James — Peter dijo y James volteó rapidamente hacia él con una mirada de sorpresa.

— ¿Miedo? — repitió con voz aguda. 

— Nunca hablaste con ella sobre eso ¿Cierto? — James se sintió expuesto — Por más que nos dijiste que si lo hiciste.

— Yo... — el miope se sacó los lentes y los limpió con algo de nerviosismo mientras que pensaba que responder.

— James, Sirius es tu hermano del alma, lo comprendemos — Remus repitió las mismas palabras que hace meses le había dicho — Pero no por ello siempre tendrás que ser el único que acapare toda su...

— Atención, lo sé — completó él — ¿Pero Adha? ¿No sienten que algo raro en ella? 

Ambos chicos negaron y no le respondieron. Conocían de sobremanera la postura y pensamiento de su amigo sobre la pelinegra. Desde que esta había entrado a Hogwarts, hace ya un año, la relación que tenía con Sirius era prácticamente utópica y en ningún momento podrían ver a uno sin el otro. En clases se le podía observar trabajando juntos, algo sorprendente en Sirius, en los almuerzos uno al lado del otro, entre los recesos haciendo bromas o fastidiandose entre ellos, y hasta en las prácticas que Quidditch, James era testigo de que su amigo observaba todo desde las gradas y animaba a la pelinegra o festejaba con ella.

No era sorpresa que James se sintiera amenazado, pero lo que sí les sorprendía, es que en vez de darse cuenta de la envidia que le tenía, buscara una explicación para nada lógica en que la culpa recayera en ella y no en él. Por ello mismo, a veces la pelinegra no se juntaba tanto con ellos, debido a los comentarios algo pesados que el miope podía soltar a veces. 

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