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Segunda Parte: 'Abyecto'

Desde que Yeonjun volvió ese día con su maletín a la habitación y le dijo al tipo que dormía en la litera de arriba: "Tú, largo. Alpha, quinto piso, habitación A-7, tercera litera" y el chico solo huyó sin rechistar al ver quien era quien se lo demandaba, Soobin supo que sonreiría más seguido, por y gracias a Yeonjun.

Esa semana inicial que pasó con él, fue drásticamente diferente a las dos que intentó sobrevivir por su cuenta.

Seguía siendo horrible claro, pero era mucho menos horrible ahora que no estaba solo.

"Esto es como una cárcel. Quiero decir, ¿has visto la comida?" dijo Soobin con una mueca asqueada mientras ambos tomaban asiento con sus respectivas bandejas, totalmente alejados del resto.

Yeonjun rió negando.

"Lo sé Soobin, la he visto y la he comido" dijo riendo. "No sé como esperas que sea. La comida militar en general es así de desabrida, una mierda. Aunque mira, la cena no es tan mala"  señaló con aires de positividad su plato con compota de fruta.

"Es cierto, pero se sigue sintiendo como una cárcel. Es aterrador y todos se visten igual y ugh, lo odio".

Ese comentario le provocó al mayor otra carcajada.

"Estos ocho días que he estado contigo, solo te he escuchado insultar al subteniente y quejarte de todo; que hace mucho frío, que las duchas, que la comida, que correr, que el rifle es muy pesado" Yeonjun sonrió burlón y palmeó su espalda dos veces con fuerza "Como se nota que no es tu juego, muñeco".

"¿Puedes dejar de burlarte de mí? Muchas gracias, señor perfecto" entornó los ojos.

Yeonjun, aprovechando que Soobin estaba algo distraído, levantó su plato y pasó la mitad del contenido al suyo. Cuando se dió cuenta, Soobin dejó de sonreír y lo detuvo con las cejas enarcadas.

"¿Qué estás-"

"Me has estado rechazando el almuerzo porque dices que es feo, y bueno, lo es" Soobin sonrió victorioso porque no había forma que Yeonjun, por mucho que amara esas cosas, dijera que esa masacota estaba buena "Pero la cena es pasable, y te la vas a comer, también la mía. Necesitas recuperar fuerzas".

"Pero-".

"No hace falta que me conozcas mucho para saber que lo que digo se hace. ¿O te gustaría probarme?".

Yeonjun empujó la lengua contra su mejilla interna mientras volteaba a escrutarlo con una mirada filípica, seria.

Esa chipa autoritaria e imperativa de Yeonjun, que Soobin por obvias razones no poseía, le provocaba cosquillas en el estómago. Era extraño.

"Paso, gracias" Soobin rompió el contacto visual "Disfrutaré esta porquería de bebé en tu nombre".

Yeonjun volvió a soltar una carcajada. Se reía mucho con Soobin. No se había reído con tanta frecuencia desde... nunca.

Jamás había conocido a un chico como él.

"Eres increíble" lo dijo en el peor de los de los buenos sentidos.

"Lo sé, gracias" reprimió una risa.

Yeonjun iba a agregar algo más para burlarse de vuelta, pero entonces recordó algo más importante.

"Oh es cierto. Hoy fue tu cita con el doctor de campo, ¿qué te dijo".

"Oh, bueno, solo se disculpó por respondernos tarde, me revisó con la misma cara que pusiste tú cuando viste los moretones y me recetó pastillas y una crema" contó luego empezando a comer.

"¿Tomaste las pastillas?".

"Hace unas horas".

"¿Cuando se supone que te echas la crema? ¿No te dio vendajes? ¿No tienes un derrame interno?" sin querer empezó a bombardearlo con preguntas.

"Wow, tranquilo" rió bajito el menor "Ni mi papá se preocupaba tanto por mí".

"Oh cállate" dijo con una mueca irritada que a Soobin le pareció adorable "Solo dime".

"En la noche antes de dormir".

"Entiendo... ¿Ya acabaste de comer?" su plato estaba casi vacío por lo que preguntó, y como sospechó, Soobin asintió. "Perfecto, vamos al dormitorio".

"Pero si recién son las siete..."

Las actividades terminaban a las seis de la tarde. Los cabos podían hacer lo que quisieran en el campus, el cual por cierto era ridículamente enorme, hasta las 9:00 pm, que era el toque de queda.

"Es mejor que te apliques la crema antes de que todos esos idiotas lleguen a la habitación. A menos que quieras ponerte la crema con ellos viendo, claro".

Preferiría comer cinco de esos pastosos almuerzos.

"Vamos".

Ya en la habitación vacía, Yeonjun se sentó en la litera del menor, le pidió que le extendiera la crema recetada, Soobin la sacó del gabinete que le correspondía a su litera y se la dió.

"Ven aquí".

Escuchar eso, con su natural voz grave y rasposa, le provocó una punzada en el vientre bajo, que obviamente ignoró. Nada más optó por obedecer.

De pie, entre las piernas abiertas del mayor.

"Recuéstate, Soobin".

El más alto se puso ligeramente nervioso.

"¿P-para qué?"

Eso había sonado muy sugerente en su cabeza, al mayor le pareció gracioso y sonrió ladino.

"Tranquilo, muñeco, no muerdo" dijo burlón "Solo voy a aplicarte la crema".

Los nervios aumentaron al pensar en Yeonjun tocando su cuerpo. Lo más tranquilo posible, Soobin dió un paso atrás y negó con la cabeza.

"No tienes que hacer eso por mí, hyung. Puedo hacerlo solo".

"Soobin, estoy seguro de que tienes marcas en la espalda también. Solo déjame ayudarte. Mejor ahora que tenemos privacidad".

"Hyung, puedo hacerlo, yo-"

"¿Tienes ojos en la espalda? ¿Eres contorsionista por casualidad? No y no, discusión finalizada".

En esa semana que iban conociéndose, Soobin comprendió que Yeonjun era demasiado terco y no entendía un "no" como repuesta. Era por gusto intentar discutirle.

Soobin resopló rendido y se acercó de nuevo de mala gana.

"Debiste estudiar para abogado" refunfuñó.

"Tal vez" rió bajito "También me gustan las letras".

Soobin se esforzó en esconder su sonrisa, al parecer tenían mucho más en común de lo que él creía.

"Si te molesta recostarte, entonces de pie, ¿te parece?".

Eso significaba que tenía que sacarse el traje y la camiseta, y joder no quería. Aunque en las duchas otros tipos, (que no eran más de tres porque Soobin era muy cuidadoso con mantener su privacidad o lo que restara de ella) lo habían visto desnudo, de todas formas se sentía... ansioso más que incómodo, tal vez porque era Yeonjun quien lo vería, ¿la razón? no quería saber.

No quería tener que iniciar otra discusión innecesaria que el mayor terminaría ganando por su terquedad, así que solo lo hizo, se quitó el traje, la camiseta, terminando solo en unos shorts deportivos negros ni tan pegados ni tan holgados.

Soobin se mordió el labio inferior por el nerviosismo al sentir y ver por sí mismo como los ojos desvergonzados del mayor recorrían todo su cuerpo con atención. Desde la punta del cabello hasta la punta del pie, con una mirada extraña que no supo interpretar.

Soobin siempre fue delgado, pero ahora lo estaba un poco más de lo usual. Aun así, tenía unas piernas increíblemente hermosas y lechosas que parecían femeninas, un culo redondeado y respingado, y a pesar de la delgadez, unos músculos que gracias a los genes, no desaparecían.

Yeonjun estaba impresionado, porque si incluso no era el cuerpo más varonil que había visto, era el más delicado y en general bonito que alguna vez vio.

Lo que más le sorprendió, pero supo ocultar muy bien, fue aquella cintura; estrecha, curvilínea, un cuerpo que cualquier mujer desearía tener, pero que seguía sin perder ese toque preciso de masculinidad. El primer pensamiento que tuvo al ver esa cintura, ese cuerpo... fue: precioso.

Anheló volver a dejar inconscientes a esos idiotas que se habían atrevido a manchar su suave y tersa blanca piel con tantas heridas y marcas. Muchas más de las que creyó.

"Voltea" exigió molesto.

Soobin dió una vuelta volviendo a sentir esas cosquillas cada vez que oía su voz autoritaria.

La espalda igual de maltratada, en los muslos. Dios.

"Voy a matarlos. De verdad voy hacerlo" masculló, su sangre hirviendo.

"Hyung, por favor, no hagamos más problemas" suplicó.

Yeonjun exhaló aún sintiendo su sangre hervir, mas al final haciendo caso. No quería hacerle más problemas al pequeño.

Una vez tuvo en sus dedos la fría crema, acercó sus manos con cierta inseguridad y tanteó un moretón con dos yemas.

Sentir su piel le transmitió al mayor una corriente eléctrica placentera que lo desconcertó al inicio, pero aceptó luego de unos toques. Había algo en la situación que lo hacía sentir de alguna manera feliz y cálido.

La crema estaba muy fría, por lo que inevitablemente, el menor terminó suspirando con cada toque. Por el silencio, Yeonjun no se lo perdió tampoco, y para su sorpresa, a él le gusto oír esos suspiros provocados por él. Yeonjun se dijo mentalmente que estaba enloqueciendo por disfrutar del sonido de los suspiros de otro hombre. Se concentró en su misión, pero era difícil considerando lo atraído que se había sentido a su cuerpo, además de que Soobin dejaba escapar jadeos en vez de suspiros cada vez que sus dedos tocaban en los muslos, la parte interior de estos, cerca del short, del elástico de este, también en la espalda. Ninguno capaz de mirar al otro.

Ambos estaban muy nerviosos y ninguno sabía por qué.

Yeonjun finalizó luego de diez minutos de silencio, minutos en los que exploró su cuerpo con su tacto, cada rincón ya que había moretones por doquier.

Él había hecho eso antes con otros amigos de su antigua división, pero con Soobin se sintió tan jodidamente diferente que había una sensación de culpa borrando esa calidez que sintió la mayor parte del tiempo.

"G-gracias".

"No hay de qué" sonrió al ver un rubor natural en sus mejillas.

Es gracioso que ambos pensaran que esa extraña sensación se dió porque fue la primera vez, que se iría.

Gracioso, porque esa ya era la tercera semana juntos, tercera semana en la que a la misma hora, luego de cenar Yeonjun ayudaba a aplicar la crema que ya estaba terminándose, tercera semana en la que se habían hecho mucho más cercanos, mejores amigos.

Eran diferentes, sí. Pero congeniaron tan rápido... Era casi mágico.

Yeonjun ahora era conocido como el gorila de Soobin. Nadie podía verlo feo al niño porque sino saltaba su perro guardián a morderles el trasero.

La vida militar tal vez sí podía ser algo divertida, solo si estaba Yeonjun claro.

"Ya no puedo, hyung" terminó por recostarse en el suelo, exageradamente abatido. Felizmente era de noche y el aborrecible sol no le quemaría la cara en esa posición.

Yeonjun apretó con más fuerza sus tobillos y resopló frustrado.

"Soobin-ah, solo has hecho veinte malditos abdominales, VEINTE".

Soobin se apoyó en sus codos y formó un adorable puchero que derritió al mayor. Soobin sabía que cuando Yeonjun se ponía bravo, un puchero era la solución en forma de fuego que derretiría cualquier actitud gélida.

"Pero ayer hice quince. Esto de la práctica está haciendo efecto" dijo orgulloso.

Yeonjun solo pudo sonreír cansado ya sin saber que decir para no matar su ilusión, se puso de pie. Soobin no tenía arreglo, y... quizás así es como le gustaba.

Con ayuda de Yeonjun, Soobin se puso de pie.

"Vamos a practicar tiro".

"¡No! ¡Piedad!" lloriqueó el menor ya exhausto.

¿Creen que tuvo piedad?

Ya no es terco como la mula, ahora se dice terco como Yeonjun.

Entraron al lugar especializado para tiro (otro descampado con unos muros) donde habían otros chicos perfeccionando sus habilidades de tiro.

(Rifles cargados con balines de pintura, con silenciadores).

Cuando Yeonjun tuvo en mano el rifle que sacó del almacén, se puso detrás de Soobin y lo rodeó con los brazos por sobre los suyos, como abrazándolo para que sostuviera de forma correcta el arma. Soobin se tensó y la arritmia que cada vez era más común desde que Yeonjun llegó a su vida, atacó de nuevo.

"¿Q-qué haces?".

"Enseñándote".

Yeonjun hizo que Soobin sostuviera el rifle por su cuenta, ya apuntando al blanco, los brazos del mayor por encima de los del menor.

"Haz fuerza. Pégalo a tu pecho".

Oh Dios, Yeonjun estaba muy cerca, sus cuerpos totalmente juntos por la presión, espalda contra pecho.

No sabía si era su propio corazón alocado que latía con tanta fuerza o si lo que estaba sintiendo en la espalda eran los latidos de Yeon.

"Pesa mucho, hyung".

"No está descansando en tu pecho, Soobin" .

De repente, Yeonjun se apegó mucho más, más bien se apretó contra Soobin para poder darle la fuerza necesaria a su agarre en el rifle. Soobin jadeó por la sorpresa.

Su cálido aliento y su dulce aroma a mentol contrastando con la fría brisa de verano lo hacían sentirse adormecido. Sus labios, joder, sus labios rozando el lóbulo de su sensible oreja.

"Así" susurró.

Y eso fue como una motivación para Soobin, como si presionaran los botones correctos en él, una sensación de plenitud, nerviosismo, felicidad y extrañeza que jamás sintió antes.

Apretó el gatillo.

Disparando justo en el medio.

No podía creerlo.

Yeonjun se separó lentamente con una sonrisa mirando el resultado.

Los ojos de Soobin agrandados por ver su hazaña, su respiración inestable por la cercanía de hace unos segundos.

"Podrías ser muy bueno con la práctica. Me encantaría seguir practicando contigo" lo escuchó decir detrás de él. Soobin tenía la impresión de que seguía abrazándolo mientras susurraba cosas en su oído.

Algo en su subconsciente le dijo que lo pensara de nuevo, cuando lo hizo, algo se sentía mal de todo el asunto, pero como lo había disfrutado tanto, le costó descubrir que era: "Dos hombres no pueden acercarse así, no deben".

Avergonzado de sí mismo, intentó cambiar el tema y hacer desparecer ese pequeño ambiente íntimo que se empezaba a formar entre ellos.

"Estoy todo sudado por el ejercicio".

"Que claramente no hiciste" se burló poniendo el rifle en el barril antes de empezar a caminar lejos del lugar, haciendo que Soobin lo siguiera.

"Quiero darme una ducha".

"¿Ahora?" preguntó como si estuviera loco; el agua era helada y en la noche hacía un frío para matarse. Por eso eran muy pocos los que se duchaban en el turno de la noche.

"Sip, vamos" también quería enfriar su cuerpo y cabeza con todo lo que había pasado y estaba seguro, no debía sentir.

"¿Quien dice que yo iré?" provocó y detuvo su andar, se cruzó de brazos y levantó una ceja. Yeonjun sabía que no podría negarse al final, pero pretender que lo haría era divertido.

Soobin se dió cuenta de que caminaba solo y se giró para verlo, devolviendo ese ambiente amical que debía mantenerse y nunca cambiar.

"Nunca te alejas de mí" devolvió sus pasos hasta él, Yeonjun bajó la mirada en ese momento por alguna razón.

"Eso no es cierto" y curiosamente, la única persona en el mundo que podía hacer a Yeonjun titubear mientras miraba avergonzado al suelo, era Choi Soobin.

"Claro que lo es" se burló Soobin, sintiendo extrañamente satisfacción al verlo cabizbajo pues sabía que era obra suya "Tú me amas y lo sabes" se le escapó.

"M-maldita rata, tú te aprovechas de eso" se animó en sostenerle la mirada para no perder, con las orejas rojas hasta la punta.

Soobin rió manteniendo una sonrisa que en realidad no sentía, y empezó a caminar hacia los dormitorios, dejándolo atrás.

Yeonjun lo siguió en silencio.

[...]

Yeonjun se quedó pensando un momento en su propia reacción mientras se desvestía dentro de la ducha. ¿Él nervioso? Ni su padre con sus mejores reprimendas había logrado eso, nadie.

¿Era solo efecto de Soobin? ¿Tal vez porque era muy adorable?

Luego evocaron a su mente imágenes de sus ojos de cachorro recorriendo su cuerpo después de una ducha, cuando solo una toalla cubría lo que debía cubrir. La mirada de Soobin sobre él era extraña, muy intensa. Al principio no lo creyó nada raro.

El caso era que lo había atrapado haciendo lo mismo muchísimas veces, y era raro, sí, pero lo peor de todo era que no le resultaba incómodo en lo absoluto y no sabía por qué.

Sus dudas se acentuaron cuando por causalidad mientras se bañaba, desde una pequeña rendija que se formó entre la pared y la cortina, le fue posible ver a otra persona hacer lo mismo que él, por exactamente el mismo espacio, el de una cortina y una pared.

Soobin.

Un pequeño jabón en su mano recorriendo toda su suave y lechosa piel libre de moretones. Sus piernas, su cuello, su pecho, su abdomen plano, su cinturita estrecha, sus labios de muñeca entreabiertos, su nariz pequeña, sus ojos cerrados, sus cabellos mojados cubriendo su frente, su... Wow. Cada parte de su cuerpo brillando por el agua que recorría cada espacio.

Mierda.

Yeonjun cerró la cortina rápidamente cuando sintió cosquillas en el vientre bajo, previa señal de que tendría una erección.

Quiso sacarse la cabeza en ese momento. ¡Un hombre! ¡Por un hombre! ¡Que ridículo!

Yeonjun pegó la cabeza a la pared y cerró los ojos con fuerza por la frustración. No había manera en la que se tocase, solo se quedaría muchísimo rato más bajo el agua helada.

La voz de Soobin llamándolo fuera, diciéndole que estaba demorando demasiado pues ya iba más de cuarenta minutos, no ayudaba.

Ya se daría una explicación después, buscaría una.

"Hyung, ¿soy yo o has estado muy... raro conmigo en estos últimos días?"

"No Es ciErTo" para nada a la defensiva.

"Tu voz acaba de cambiar de nuevo" inculpó.

"¿Qué? ¡No!" para nada a la ofensiva x2.

"Hyung" exhaló Soobin "Estamos juntos las veinticuatro horas del día. En serio, creo que ya puedo decir que te sé leer perfectamente".

No, ¿Por qué Soobin tenía que decir eso?

"¿Eso es? Ahora que te veo tan confiado creo que ya puedo irme a mi antigua división entonces".

La boca de Soobin se abrió para decir algo, pánico en sus ojos.

Yeonjun sonrió al ver su reacción. De todas formas no quería irse tampoco.

"Soobin, eres un idiota" dijo serio, de la nada.

"P-pero, ¡¿ahora que hice?!".

Gracioso, tan patético que era gracioso. (Soobin no, él).

Yeonjun se partió de la risa después de ese comentario, tanto así que cayó  en sus rodillas y se sostuvo el estómago, Soobin con el ceño fruncido no entendía por qué.

"Hyung" miró a sus costados un vez sintió todas las miradas sobre ellos. Se supone que tenían que hacer un ejercicio de pesas en pareja, pero Yeonjun había estallado en carcajadas. "H-hyung" le dió un empujoncito en el hombro. Tantas miradas sobre él lo hacían sentir avergonzado "Hyung, nos están mirando".

Yeonjun continuaba riendo de... nadie sabía de qué.

"Hyung..." insistió avergonzado, intentando que se pusiera de pie.

Yeonjun por fin, de a pocos, detuvo sus risotadas, se puso de pie, y con sus manos sobre sus rodillas, se tomó unos segundos para ver a Soobin, fijamente a esos ojitos asustados probablemente causa de la vergüenza. La sonrisa desapareció de su rostro.

Solo son unos ojos. unos simples y aburridos ojos cafés, tan comunes y tan...

"Soy un tonto" pensó.

Soobin seguía mirando a sus costados, algo paranoico de que los regañaran.

"Deja de mirarlos a ellos cuando estás conmigo. Es una falta de respeto" espetó serio mirando ahora al suelo, enderezándose por completo.

Yeonjun casi nunca lo trataba con "dureza" y si era así, era de broma. Pero justo porque ya lo conocía bien, sabía que esa vez no era un juego.

Soobin, sin entender el cambio en su actitud, se cohibió y empezó a hacer el ejercicio en silencio, Yeonjun luego le siguió. En ningún momento volvieron a compartir otra palabra hasta el fin de esa clase, mucho menos una mirada.

Cuando esta terminó, Yeonjun intentó levantarse e irse sin esperarlo, lo cual era sumamente extraño considerando que literalmente estaban juntos todo el día, solos los dos, y se sentía muy bien que fuera así.

Soobin lo detuvo por la manga, sintiéndose mal por algo que de seguro él había hecho para que su único amigo se comportara así con él.

"¿Hyung?" preguntó temeroso.

Su corazón golpeó con fuerza cuando el mayor se volteó y vio el agarre en su muñeca. "¿P-pasó algo? ¿Hice algo malo?".

La mirada de Yeonjun quiso encontrarse con los brillantes ojitos del menor y no le quedó de otra que suavizar su expresión. Ni siquiera era su culpa ¿Como decirle que estaba perdiendo la cabeza? Nadie quiere un amigo loco, o por lo menos no con esa clase de locura.

"No pasa nada, Binnie. Lo juro. Es algo tonto". negó con la cabeza mientras le ofrecía una sonrisa ladina no del todo sincera.

"¿Entonces no estás molesto conmigo" preguntó con ligera emoción y alivio.

Soobin era como un niño, un niño necesitado de él. Yeonjun exhaló.

"¿Por qué estaría molesto contigo? No digas estupideces. Solo vámonos, ¿okey?".

La sonrisa amplia que le dedicó, esa de ojitos de media luna acompañados de unos preciosos hoyuelos, le confirmó a Yeonjun que de verdad estaba enloqueciendo, o... que ya estaba loco.

Volvieron al dormitorio y se quedaron conversando un rato más, sentados cruzados de piernas en la cama del menor, como solían hacer cada noche.

Algunas se las pasaban caminando por el campus, otras como aquella cuando hacía demasiado frío, donde preferían quedarse en la habitación. De cualquier manera era cómodo, muy cómodo, aunque... a veces no tanto.

Cuando llegó el momento de dormir, Yeonjun no pudo pegar un ojo en toda la noche. Y ¿culpa de quien era? De Soobin, su reciente insomnio tenía una razón y era ese pequeño gigante idiota, su decadente rendimiento por la falta de concentración también tenía un criminal por autor, Soobin.

Soobin, Soobin, estúpido Soobin.

Estaba con él todo el día, pero en esos pequeños momentos en los que no, seguía pensando en él, como antes de dormir por ejemplo.

Ah, era tan frustrante. El idiota culpable de seguro estaba durmiendo plácidamente babeando la almohada debajo de él.

Yeonjun miraba el techo preguntándose como de querer ayudar a una pobre víctima de abuso, terminó encariñándose tanto al punto de lograr emocionarse con gestos ínfimos y tontos como su sonrisa.

Ansioso, así es como se sentía. Porque no entendía como algo que estaba mal podía sentirse tan jodidamente bien.

Tomó la almohada y usó para cubrir su rostro y ahogar un gritito de frustración. Es que... ¿quien tenía que mandar a Soobin a ser tan... lindo, adorable, bueno, guapo y-

Ugh. De verdad estaba volviéndose loco, incluso la situación le daba risa, porque nadie, ni siquiera él mismo se había imaginado que alguna vez tendría problemas de esa índole.

El sueño no vendría a él por más que quisiera, así que se dispuso a pensar en cualquier otra cosa que no fuera ese principito torpe de 1,87 cm.

El tiro le salió por la culata.

Sus planes se vieron arruinados cuando escuchó pequeños jadeos y quejidos provenientes del demonio bajo su cama.

Se sentó ceñudo, prestando atención. Eran quejiditos, sí.

Con una expresión preocupada y penosa, bajó ágilmente de su litera y se puso de cuclillas para observar que sucedía con el menor.

Un puchero se formó inmediatamente en sus labios. Su pequeño estaba teniendo una pesadilla, una fea y aterradora pesadilla que lo hacía retorcerse, fruncir el ceño, y quejarse, parecía asustado.

Yeonjun se negaba a seguir viendo eso. Con leves empujoncitos en el hombro y suaves llamados, logró despertarlo; sus grandes ojos llorosos y el pecho subiendo y bajando. Sus ojos se encontraron con los de Yeonjun e inmediatamente fue como si le dieran un sedante.

"Binnie, tranquilo, ya está" susurró y lo abrazó, se subió a la cama de rodillas y en plena oscuridad casi total, (exceptuando el brillo de la luna) lo atrapó en un abrazo tranquilizador. "No llores, Soobinie" se separó para verlo bajo el brillo de la luna"¿Una pesadilla, verdad?" limpió con delicadeza las lágrimas y lo vio con dulzura intentando calmarlo.

Soobin asintió aún algo asustado. De nuevo había soñado con las golpizas inhumanas que lo traumaron los primeros días. Yeonjun volvió a atraparlo en un abrazo.

"Shhh, ya, ya" Yeonjun acarició sus cabellos y sintió a su corazón dispararse desbordante al sentir las manos contrarias hacerse puños atrapando parte de su camiseta."No te asustes, yo estoy aquí" le susurró porque lo sintió temblar. No hubo respuesta de Soobin por lo que Yeonjun sugirió lo que creyó era la mejor idea "¿Quieres que me quede contigo?".

Soobin se separó de él con una mueca extraña. ¿No sería muy raro que ellos hicieran algo... así? No quería que los demás malentendieran las cosas, aunque bueno, todos estaban dormidos a esas horas de la madrugada.

Al ver duda en los ojos de Soobin incluso cuando notaba que necesitara más que nunca de su compañía, Yeonjun volvió a hablar "Solo no lo pienses tanto ¿sí? Tú... estás asustado y sé que conmigo te sentirás seguro. No lo pienses mucho, Soobin. No vamos a hacer nada malo".

Siempre pensaba mucho las cosas y tal vez por eso no disfrutaba nunca nada. Esta vez haría caso, porque por más raro y errado que sonara, a él le fascinaba la idea de dormir acurrucado junto a Yeonjun toda la noche.

Asintió suavecito ganándose una sonrisa cálida por la parte contraria, quien se metió a la cama, cubriéndolos a ambos con las sábanas y permitiendo que Soobin recostara su cabeza en su pecho, él rodeándolo en un medio abrazo.

No dijeron mucho. No era necesario.
Yeonjun le proporcionó caricias endulzantes y sedantes que fundieron al menor en un cálido sueño, esta vez libre de pesadillas. Los latidos del mayor fueron la mejor canción de cuna.

Yeonjun en cambio, no pudo pegar un ojo en toda la noche una vez más. Porque mientras la cabeza de Soobin pesaba en su pecho y en su corazón, mientras lo veía dormir tan impasible sobre él, mientras se sentía tan etéreo estar así juntos, tenerlo así por primera vez, mientras disfrutaba cada microsegundo del tacto, de su respiración tranquila, de su aroma y cercanía... Por fin entendió y aceptó que se había vuelto loco, completa y absurdamente loco.

Y tenía miedo, muchísimo miedo, pero ¿negarlo? Ya para qué.

No pudo resistirse y besó su frente una vez confirmó estaba completamente en los brazos de Morfeo. Se levantó de su cama y volvió a la suya.

La mañana siguiente, Soobin despertó solo, pero no solamente en el sentido de compañía en su cama, sino que esta vez Yeonjun no lo había despertado como cada mañana con almohadazos y un "Despierta idiota, vamos tarde de nuevo por tu culpa". Esta vez estaba solo y tarde. Revisó si por casualidad se había quedado dormida, pero nada. ¿Le habria pasado algo? Se preocupó.

Se saltó la primera clase porque ya era demasiado tarde. Recién se dispuso a bajar para el desayuno. Lo primero que hizo fue buscar a su amigo, no estaba en el campus, tampoco por los dormitorios. Solo cuando se hizo muy tarde como para reclamar el desayuno, buscó en la cafetería y lo encontró comiendo solo en la mesa de siempre, con una expresión aburrida que podría confundirse con una triste.

Él no era un niño, pero ¿por qué no lo había buscado ni despertado? Era algo que hacían todos los días y que de la nada fuera diferente hacía preocupar a Soobin.

Ya se habían acabado los desayunos, así que solo fue y se sentó junto a él hasta que acabara su comida.

"Te busqué por todas partes. ¿Dónde estabas?".

"En clase" respondió tan frío mirando a su plato, que un escalofrío recorrió a Soobin.

"¿Pasó algo?".

"No" tajó y se llenó la boca con comida declarando que no hablaría más.

Soobin solo pudo verlo de reojo, pensando en qué podría haber pasado para que repentinamente se comportara así con él. Tal vez había tenido un mal inicio de día, de seguro se le pasaría.

[...]

Cuando una semana se cumplió de estar con ese Yeonjun frío y distante, Soobin ya no sabía si sentirse triste o desesperado, tal vez ambos. Era muy frustrante no saber lo que había sucedido. Desde ese día, Yeonjun evitaba a Soobin aunque permaneciera a su lado acompañándolo como siempre. Al decir "evitaba" me refiero a que Yeonjun jamás miraba a Soobin a la cara cuando él le decía algo o viceversa. Honestamente, a las justas habían compartido un par de frases y diálogos clichés estúpidos y aburridos en vista de que Yeonjun no hacía más que cortar la conversación que antes fluía como agua, solo respondiendo frases cortas, monosilábicos, muchas veces sin palabras.

Y a Soobin le dolía que siempre no ocurriera "nada".  Yeonjun se veía tan aburrido... Esa noche que decidió ir al dormitorio apenas acabaron las clases del día, sus ojos se llenaron de lágrimas por pensar tanto y por fin llegar a una explicación válida de su actitud. No derramó ninguna en el campus para evitarse más burlas y vergüenza, pero apenas llegó a la habitación que sabía estaría vacía a esas horas, solo fue hasta el fondo de la habitación a enfrentar a la pared y  llorarle a la pared, porque sin Yeonjun, ahora sí que estaba completamente solo.

Claro que Yeonjun se había aburrido de él, de estar con un inútil como él; las promesas son frágiles, las mentiras son fáciles y los corazones son tontos. Era muy obvio, también debió esperarse eso, pero por alguna razón no dolía menos, porque él en verdad le había agarrado muchísimo cariño al mayor, tal vez más del necesario.

Tanto, pero tanto, que dolía un infierno el solo pensar en él.

Por el otro lado, Yeonjun de hecho, sí miraba de vez en cuando a Soobin de reojo, solo que se aseguraba de no hacerlo mucho y de hacerlo siempre y cuando el menor no se diera cuenta.

Cuando terminaron las clases del día, eso hizo, y cuando a vio sus ojos llorosos irse, intentó no seguirlo, de verdad que lo intentó, pero su cariño y preocupación fueron más que su convicción y terminó por ceder.

"¿Soobin?" el menor escuchó su voz a su espalda, se tensó notablemente. No quería que pensara que era aún más patético por llorar, jodido infierno.

"¿Qué?" la voz ahogada delatándolo, agresivo y a la defensiva.

"¿Qué es lo que sucede? ¿No te sientes bien?" pasos acercándose, sentía su mirada pesada en su espalda. "Oye-"

"Solo vete, ¿ok? Tampoco quiero estar contigo".

Yeonjun frunció el ceño por dos razones: oír eso lo hizo sentir mal y no entendió el contexto.

"¿Por qué estás-"

Soobin se giró para enfrentarlo. ¿Para que esconderse? Él podía esconderse de todos menos de él. Sus mejillas mojadas, sus ojos aún derramando silenciosas lágrimas, sin embargo su voz firme.

"No sigas mintiéndome en la cara, Yeonjun. No tienes que seguir conmigo por pena, de verdad que no. Es estúpido que-"

El ceño de Yeonjun se frunció aún más.

"¿Qué?".

"Por favor Yeonjun" se rió con amargura, tanteando el dolor "Se nota que ya no quieres estar aquí. Me ignoras y no quieres hablar conmigo cuando lo intento, es como si fuera un jodido castigo impuesto el estar conmigo. ¿Tan molesto es? Vete entonces, ya nadie se me va a acercar. Solo regresa" espetó con dureza.

WTF, Soobin se había llevado la idea equivocada.

"¿Qué? ¡No! Soobin, no es por eso..." por fin pudo ver a sus ojos después de una semana. Se le apretujo algo dentro del pecho al verlo llorar después de tanto tiempo.

"No tienes que hacerlo, de verdad, solo es m-más humillante" no quería seguir llorando, mucho menos que la voz se le quebrara así, pero ¿tenía opción? Él era su todo en ese funesto lugar.

Yeonjun se alarmó, sintió una ansiedad sofocante acompañado de un dolor en el pecho al verlo llorar por su culpa, y peor aún, por malentendidos.

"Soobin, no me quería alejar de ti. Jamás me aburriría de nosotros" se acercó más, diciendo con total convicción, pero manteniendo una expresión asustada.

Pero de nuevo, las palabras son vacías.

"¡¿Por qué mientes?! ¿¡Tienes idea de como me he sentido esta semana que te has comportado como si yo fuera una peste, comportándote igual que todos?! ¿¡Por qué no solo puedes irte y dejarme solo?! gritó ahogado todo aquello con la única intención de que se fuera esta vez.

Yeonjun lo miraba con los ojos bien abiertos. No podía creer que le había dado esa impresión, él solo estaba intentando pensar mejor las cosas y por eso había elegido distanciarse. Lo observó anonadado unos segundos antes de responder con la misma agresividad, gritando. Lo que le había dicho lo había herido; él se arrepentía de sus acciones por más que no habían sido intencionales, pero Soobin dijo todo eso intencionalmente sabiendo que Yeonjun le tenía un aprecio incomparable. El único receptor de sus "Te quiero mocoso" acompañados de su sonrisa felina. Él único.

¿Pensar mejor? Sí, a la mierda.

Se acercó peligrosamente al menor atrapando su cuerpo entre la pared y el suyo. Sin escapatoria. Soobin estaba perplejo y turbado al mismo tiempo.

"¡¿Quieres saber por qué te he estado evitando todo este jodido tiempo?! ¡¿Quieres saberlo?!".

Y lo besó, Yeonjun lo besó.

Sin dudarlo, tomó los bordes del cuello de su camiseta blanca y lo apegó a sí mismo, aplastando sus labios con los suyos con fuerza.

Más que un beso fue un contacto de tres segundos unilateral prieto de labios quietos. Yeonjun cerró los ojos con miedo y fuerza, Soobin los abrió con sorpresa y estupefacción, su cuerpo tenso y relajado al mismo tiempo.

Yeonjun se separó con la respiración alterada, apoyando su cabeza en la pared justo al costado del cuello del menor.

Mierda, ¿que había hecho? ¿Por qué carajos dejó que su cabeza caliente se llevara lo mejor de él? La ansiedad que sentía se multiplicó por mil. 

No podía verlo a los ojos, su rechazo, su asco, su miedo. Sería demasiado para él. Sus manos no abandonaron el borde de la camisa, sus dedos apretaban allí con fuerza para intentar desviar su nerviosismo que sentía haría que cayera por la debilidad que empezaba a sentir en sus piernas.

Soobin lo iba a ver como si fuera un monstruo. Al final no pudo matar esos sentimientos, ni siquiera alejándose.

Bueno, era mejor que Soobin lo alejara que viceversa. Él no aguantaría ser el culpable de sus lágrimas.

"Era por esto" musitó con la respiración aún inestable, aterrado de su reacción, abrió los ojos ahora mirando sus pies "Por eso no te quería cerca. L-lo siento tanto, Binnie" musitó dificultosamente por el nudo ácido que se formaba en su garganta "Yo... te prometo dejarte tranquilo, irme y no volver molestarte después de esto, solo-"

En menos de un segundo, una mano acunando su mejilla obligándolo a alzar la cabeza, unos labios sobre los suyos.

Soobin le estaba devolviendo el beso. Estaba besándolo de vuelta.

Soobin movió sus labios sobre los suyos quietos, quietos ya que aún no procesaba del todo que no fuera un sueño o una alucinación.

Parecía una fantasía surrealista, ¿Soobin sentía lo mismo? Su cuerpo de pronto se sintió mas liviano, dopamina siendo liberada como torrentes, de repente sintió que estaba flotando.

¿Loco? Tal vez, pero dicen que las mejores personas lo están, ¿no?.

Quizás solo debía aceptar el hecho de que sí, quizás no solo era su corazón el que latía a su compás.

Soobin soltó un suspiro de satisfacción en su boca cuando por fin lo sintió corresponder.

El primer beso nunca se olvida. Y aunque no hubiese sido el primero para ambos, igual jamás hubiera podido pasar al olvido.

Sus labios bailaban con parsimonia, como si hubiesen estado esperando por ese momento durante siglos. Los brazos de Soobin descansado en los hombros del mayor mientras acariciaba su cabello, Yeonjun se encargaba de sostenerlo de la cintura con toda la firmeza del mundo, acariciando, el dorso de su mano sintiendo la fría pared. Soobin jadeó cuando la lengua del mayor se hizo paso por todo su labio inferior, así permitiéndole entrar y comenzar con una guerra de estas, un baile sublime y un desfile de piquitos, leves succiones y mordidas traviesas que los hacían sonreír durante el beso.

Yeonjun se sentía tan pleno y feliz que podía llorar, Soobin se sentía más que nada drogado, pero era un adicto feliz.

Después de unos tres dulces minutos, Soobin fue quien rompió el contacto. Tan avergonzado que se negaba a verlo a la cara, solo refugiando su cabeza en el hombro del mayor que sonreía cono idiota, su nariz rozando su cuello con cariño.

La abrumante felicidad que Soobin no debió estar sintiendo, contrarrestaba ese sentimiento de culpa, culpa porque era un hombre, culpa porque había besado un hombre y lo había disfrutado tanto que creyó desfallecer. Culpa, esa clase de culpa.

"Te extrañe mucho, hyung" susurró  "Yo... te quiero. Pero no quiero estar enfermo, de verdad no quiero..." murmuró, de pronto sonando afligido.

Yeonjun frunció el ceño porque no entendió a lo que se refería, pero tampoco quiso preguntar, estaba demasiado feliz. Prefirió aferrarse con más fuerza a su cintura, pegando sus cuerpos por completo, como si fuese uno. Un abrazo necesitado.

"Lo siento. Yo... jamás volveré a alejarme de ti. Te lo prometo" susurró sobre la piel de su cuello, dándole la tranquilidad que no sentía. Depositó un besito en esa zona haciéndolo relajarse una vez más, haciéndole olvidar a Soobin por un momento que era una aberración, que estaba mal y que tal vez ambos estaban locos.

Porque juntos, incluso las peores cosas, se sentían bien.

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