Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Swinger party (Parte I)

—¿¡Cómo se te ocurre proponerme algo así!? ¿¡Es que has perdido la cabeza!?

Después de 8 años de convivencia a Celso no le parecía tan descabellado proponerle a su mujer asistir a un local de intercambio de parejas. En su momento él también se mostró reticente cuando su amigo Andoni le ofreció acompañarle a una fiesta de temática liberal.

—Será divertido, tío. Además, a Gema siempre le has parecido un hombre interesante —expresó su amigo.

—¿Te estás oyendo? —dijo él asombrado.

—Ah, tienes prejuicios...

—Es que a ver, Andoni, no me estás invitando a ver un simple partido de fútbol en tu casa. Esto es completamente distinto... ¡Por Dios, que es tu mujer!

Andoni se echó a reír. Comprendía que todo aquello le pareciera extraño, pero, convencido de que acabaría cambiando de opinión, le dijo que asistiera a la fiesta únicamente para mirar, y si después la idea seguía sin convencerle, sería la última vez que hablarían del tema.

Pese a que estaba como un flan, acompañar a la pareja fue todo un acierto. Ver cómo los presentes mantenían relaciones con tanta naturalidad, sin temor a ser juzgados, sin forzar a nadie y todo solicitado desde una educación exquisita, le pareció, aparte de estimulante, un estilo de vida atractivo y hasta poético. «Qué poderoso vínculo se ha de tener con una persona para no sentir inseguridad», pensó atendiendo a cómo una de las mujeres de la fiesta miraba cómo otra realizaba una felación a su marido. No vio disgusto en su expresión, sino más bien complacencia. Percibir el sexo como una simple conducta y no como algo exclusivo entre dos individuos se le antojó liberador, además de un mecanismo perfecto para no dejarse arrastrar por la cargante y monótona rutina.

Pero Norma, su esposa, consideró la propuesta todo un oprobio, como si de pronto su marido se hubiera arrancado una máscara que cubría su verdadera identidad en pos de arrastrarla a un pozo infecto donde el desenfreno y la impudicia borrarían cualquier atisbo de moralidad que albergase.

—¿Por qué te pones así? —preguntó Celso—. No deberías hacerte una idea equivocada de lo que estoy diciendo, cariño.

—¡No me llames cariño! ¡Eres un vicioso, un pervertido! ¡No podías ser adicto al porno o un putero más, no! ¡Tenías que ser una cucaracha de ese submundo! ¿¡Por qué me pasa esto a mí, Señor!?

—Oye, deja ya de gritar y sobre todo de insultarme, ¿quieres?

Tras dedicarle una mirada cargada de odio, Norma tomó asiento y, aunque había prometido serenarse, el movimiento incesante de sus rodillas denotaba que esa calma tan ansiada no llegaría.

—Cielo, no era más que una idea. No pretendo hacer nada si tú no quieres.

—¿Quieres decir que no te has convertido en un salido cabrón?

—Claro que no, mi vida —dijo sujetando sus manos—. Jamás haría esto sin ti. Ya lo sabes.

—No quiero que acabes acostándote con otra sólo porque sea más liberal... O más joven —comentó apenada.

—Por Dios, deja de pensar estupideces, ¿vale? Vayamos a cenar. Hay un restaurante estupendo nuevo en el paseo marítimo. Hace mucho que no salimos juntos y creo que es bueno que de vez en cuando cambiemos nuestros hábitos.

La idea entusiasmó a Norma, quien no tardó en arreglarse y ponerse uno de sus mejores vestidos. Iba a salir con su marido, no lo consideraba una cita como tal, pero al mismo tiempo sintió mariposas en el estómago; la posibilidad de volver a sentirse atractiva y deseada otorgaba al momento un extra de emoción.

La velada se desarrolló en un ambiente inmejorable: cálida iluminación, música agradable, comida y bebida excelentes... Ni planeándolo hubieran pasado un momento tan magnífico.

Después de unos besos y de acariciarse las manos en una tierna expresión, Norma se sintió más valiente que de costumbre:

—Quizá sea por el vino, pero...

Echó a reír como una niña pícara que planea una travesura y prosiguió:

—¿Dónde queda ese local de intercambio?

Incrédulo pero celebrando el inesperado comentario, buscó en su teléfono móvil la ubicación del pub en cuestión.

Para su sorpresa, el sitio estaba cerca, de hecho llegaron hasta allí andando. Nerviosos pero dejándose llevar como un par de adolescentes ingenuos, atendieron a cada movimiento del interior con sumo interés.

Una mujer se acercó pasados unos veinte minutos. Apartando levemente la ondulada y rubia melena que le llegaba hasta la cintura, se presentó y mantuvo una amable conversación. Mariela, nombre con el que se hacía llamar en los intercambios, tenía una conducta delicada y unos labios muy llamativos. A Celso le pareció muy guapa y Norma la encontró encantadora, por lo que aceptaron tomarse una copa con ésta y su novio.

Sentados en una mesa apartada, las dos parejas compartieron risas y sugerentes comentarios. El novio de Mariela, Berni, gozaba de un físico imponente. Alto y muy atlético, fue quien tomó la iniciativa acariciando las piernas de Norma.

Fue extraño recibir el contacto de aquel desconocido, pero percibió el movimiento de sus manos como electricidad recorriendo su organismo. Estaba en conflicto con su parte más pudorosa, la misma que horas atrás le reprochaba a su esposo haberle propuesto tal disparate y, sin embargo, abrió las piernas facilitando la tarea que Berni se había propuesto.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro