Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Mi ex, Mario Party y yo (Parte I)

Su piel es tan suave que resulta difícil no tocarla incluso cuando todo apunta a que no es el momento oportuno.

¿Cómo es posible que una partida al Mario Party con mi ex haya acabado con ambos desnudos en su cama?

Bueno, las explicaciones según mi mejor amiga sobran, pero lo cierto es que las cosas están en un punto muy, muy complicado.

Hemos pasado dos años sin hablar. Me abandonó a mi suerte porque la distancia haría mella en nuestra relación. Bueno, por eso y porque un maromo lo aguardaba al otro lado del océano —información que se reservó de forma muy inteligente—.

Creo que le preocupaban otras cosas, como por ejemplo que su novio no fuera el prototipo ideal de sus padres. Supongo que esperaban que saliera con alguien relajado, algo sumiso y complaciente, una persona que le dijera un sábado por la noche que lo mejor era ver una película y dormir temprano en lugar de salir a beber sin control. Y quizá por eso yo sólo fui "su amigo Osmani" de cara a la galería.

Lejos de mostrar mi rencor y negarme categóricamente a un nuevo contacto, accedí a vernos en la cafetería del centro, un local muy modesto pero con encanto al que solíamos ir cuando todavía no me veía como a un leproso.

—Madre mía, ¡qué guapo estás!

Y así de fácil consiguió que bajara la guardia. Sólo con eso. En serio, ¿cómo puedo ser tan arrastrado? Elías se limita a sonreír con su cara de prostituto de lujo y ya consigue derretir a quien quiera. En cambio yo, con esta boca llena de alambres, tiro para atrás a todo bicho viviente.

Acudí a nuestra cita dispuesto a ponerle todos los puntos a nuestras particulares íes, pero tan pronto aspiré su fragancia cambié de parecer.

Me molesta tener que ceder de esta forma, dejar que me controle como si él fuera un empleado del acuario y yo la foca amaestrada —y teniendo en cuenta los kilos que he cogido en el último año, el comentario me viene que ni pintado—.

Generalmente hablábamos hasta por los codos, y esta vez no fue distinta. Empezamos con las típicas tonterías del instituto, ya sabéis, recordando algunas anécdotas y sobre todo criticando a esos personajes que nos caían mal.

—La tiparraca aquella que no dejaba de llamarme marica, ¿cómo se llamaba esa estúpida? —preguntó con cierto asco.

—Herminia —dije sin titubear.

—Ah sí, hasta su nombre era un despropósito. Se mereció aquello.

Permanecimos en silencio un minuto y luego rompimos a reír como desquiciados.

—¡Me tenía harto! —comentó llorando de la risa—. Y ya sabes cómo soy con la ortografía. ¿Te acuerdas de su cara? ¿Lo recuerdas?

Cómo no iba a acordarme, en su momento me produjo tal satisfacción ver tocada y hundida a semejante imbécil, que no limité mis carcajadas incluso con la profesora rogando silencio. Aquello hizo que me enamorara como un idiota del rebelde de la clase —cosa de la que se enteró todo el mundo gracias a la guarra de Herminia—.

—Te encantó que la dejara muda, ¿a que sí? —comentó el muy engreído.

—Sí, he de admitirlo... —expresé sonriendo.

—Me mataba que se metiera contigo. Ten claro que de haber podido la habría empujado escaleras abajo.

Pese a que el comentario me pareció bastante siniestro, tengo que reconocer que logró engatusarme. Si algo admiraba de Elías era que no se achantaba ante nada ni nadie, justo lo contrario que yo, que en un incendio saldría el primero dejando claro al mundo que soy la rata que aparento ser.

Y debí ponerme como un tomate porque segundos después esbozó esa sonrisa arrogante que tanto me gusta y me escama al mismo tiempo. Cambió de tema y aunque lo agradecí interiormente, supe poco después que no me ayudaría a mejorar mi tono.

—Bueno, eso era lo nuestro —agregó después de dar un sorbo a su cerveza—: tú estudiabas y yo era cojonudo con el Mario Party.

—¿Qué? —comenté frunciendo el ceño—. Eso es una falacia monumental y lo sabes.

—Bueno, pues acábate ese zumo de frutas del bosque y vayamos a mi casa para refrescarte la memoria.

Él bebía cerveza y yo un zumo. ¡Zumo! Eso ya lo decía todo de nosotros.

La casa de sus padres estaba tal y como la recordaba: el pasillo rosa, las lámparas blancas y los muebles en madera muy clara. Tan sólo un par de fotos próximas a la ventana parecían algo amarillentas por el impacto del sol.

—¿Y tus padres? —pregunté con ánimo de parecer alguien civilizado.

—Están de crucero.

Ahí estaba la araña tejiendo su trampa. Eso en él no había cambiado. Continuaba siendo el rey de la picardía y supongo que eso me situaba a mí como su súbdito. Tenía que darle una paliza al Mario Party —sí, jugando a un videojuego pretendía demostrar mi madurez—.

Su habitación seguía también exacta: libros de Geronimo Stilton que se mezclaban con cómics de The Walking dead en la estantería, un par de medallas de atletismo colgadas en la pared y sus zapatillas deportivas en la esquina del cuarto, cosa que su madre detestaba y que parecía seguir haciendo.

—Siéntate aquí —dijo señalando a su derecha sobre la cama—. Espero que estés preparado para perder.

Acudí raudo, como si el suelo en ese instante se hubiera convertido en ácido bajo mis pies. Tampoco yo había cambiado, pues continuaba siendo ese ser patético y dependiente.

Escogemos personajes. Él selecciona a Wario y yo a Peach.

—¿En serio? ¿Peach? —me pregunta algo sorprendido.

—Siempre elijo a Peach, ¿acaso lo olvidaste?

Claro que lo había olvidado. Él sólo se acuerda de lo que le conviene. Quien se había olvidado de su faceta egoísta era yo.

Empezó ganando los minijuegos y creyéndose el rey del Mambo hasta que servidor, Osmani "el quebrantahuesos", se alzó con la victoria —y lo hice con Peach, ¡chúpate esa, Wario!—.

—Has practicado todo este tiempo —señaló burlón—. Enhorabuena.

Extendió su mano para saludarme y cuando le devolví el saludo, me derribó como un luchador de sumo.

—¿Qué haces, loco? —dije incapaz de asumir su dominio en ese instante.

—¿No te apetece jugar a otra cosa? Sin Warios ni Peaches...

¿Una erección? ¿En serio? ¿Cómo iba a ponerme así con un juego de sometimiento como ese?

Estaba perdido.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro