Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Irving y la máquina de escribir (Parte II)

El artefacto se me antoja una reliquia interesante, tanto que realizo mil cuestiones acerca de su uso y mantenimiento. Orgulloso, Irving coloca un folio y me invita a escribir. El teatrillo sirve para que echemos unas risas y nos rocemos un poco justo después de atreverme a teclear: "Elizabeth es la mujer más sexy que he conocido."

Me baja la cremallera del vestido y susurra en mi oído:

—¿Te han dicho alguna vez que eres muy sensual? Hasta tu nombre suena peligroso: Elizabeth...

Intercala sus palabras entre besos y jadeos sobre mi cuello, apretando con contundencia mis senos y sugiriendo en voz muy baja que vayamos a la cama.

Parecía más sereno en el local, pero ahora se muestra en actitud dominante, como el animal que se dedica a marcar el territorio con tal de dejar claro quién manda. No me desconcierta, mas tampoco es el tipo de relación que ando buscando, por lo que antes de permitirle darme la vuelta y mangonearme a su antojo, reclamo un segundo para aclarar las cosas.

—¿Dije algo malo? —expresa acariciando mis caderas.

—No es lo que has dicho sino cómo.

—Perdona, no te entiendo.

—Ibas muy bien hasta que te pusiste en modo "lomo plateado".

—Lo siento, de verdad —ríe mientras se toca la nuca—. Yo no soy para nada así. Es que... Bueno, estoy algo oxidado. Llevo años sin verme con una chica, ¿sabes? Pensé que buscabas algo de acción... No sé si me explico.

—Perfectamente. —Me aproximo a sus labios y después de lamerlos con suavidad, agrego—: Es acción lo que busco, pero aquí mando yo.

Él se limita a asentir. Derretido y controlando sus impulsos en un juego que se le antoja irresistible, acepta cada orden que le impongo: desde desnudarse lentamente, hasta que se tumbe sobre la cama con los ojos tapados. Tener a Irving sometido resulta más excitante de lo que esperaba. Apenas muerdo sus hombros comienza a reír y a comentar algunas cosas en inglés. Su acento me pone a mil y, después de responderle a cada cuestión en su lengua materna, me propongo hacer que viaje al Olimpo un ratito.

Ha empezado a reír de placer. Y eso es muy bueno. Sé que ahora va a esmerarse para estar a la altura.

—Now it's your turn —susurro dándole la espalda y elevando mis glúteos.

Se vuelve loco y básicamente cumple su cometido. Bueno, para ser honesta he de decir que no sólo lo cumple, sino que supera mis expectativas. Me encanta la actividad de su boca y cómo apura cada caricia con unas perfectas y suaves manos. Parece estar disfrutando con lo que hace, como si el hecho de saborearme le proporcionara más placer que cualquier otra cosa.

Tengo que reconocer que haber salido hoy ha sido todo un acierto y, aunque tengo claro que no habrá una segunda vez con Irving, me siento genial en este instante.

Se ha quedado agotadito. Pobrecillo. Hasta dormido dan ganas de tirárselo. Sin embargo, en lugar de despertar a la criatura y pedirle otra ración desesperada, prefiero marcharme sin despedidas, que nos recordemos mutuamente como ese polvo ideal que surgió un viernes cualquiera.

Me visto con sumo cuidado para no despertarle, aunque siento que ni un avión aterrizando en la cocina conseguiría sacarlo de su sueño. Y entonces atiendo a su máquina de escribir. Es una auténtica reliquia, uno de esos retro-objetos cargados de historia cubierto de una preciosa pátina de nostalgia.

Se me ocurre escribir algo y, después de pensar detenidamente qué sería más gracioso, decido dejarle una breve descripción de la escena que acabamos de protagonizar con una leyenda al final del texto que reza: "Quizá hasta te haya servido de inspiración para una nueva novela, Irving. Firmado: la pantera Elizabeth."

Me marché a casa y, una vez acostada sobre mi propia cama, sonreí de satisfacción.

Claro que no esperaba encontrarme dos años más tarde con lo que ahora veían mis ojos:

Y díganos, señor Walsh, ¿por qué después de hacer tantas novelas de suspense, de repente probó con un registro erótico? Pese al tremendo éxito de su nueva obra, no me negará que es un cambio que sus lectores encontrarán cuando menos curioso.

Cierto —rio—, pero esas cosas suceden. De pronto estás realizando una historia basada en los crímenes perpetrados por Al Capone y pasa que conoces a alguien que rompe tus esquemas.

Así que está de algún modo inspirado en una vivencia real...

Por desgracia sí.

¿Tan malo fue?

Soporífero. De hecho me quedé dormido. Casi agradezco que se marchara sin despedirse.

Así que no le satisfizo la experiencia...

En encuentros de esta clase es lo que suele ocurrir. Al final, aunque obviamente esta es sólo una apreciación personal, el sexo resulta más placentero cuando quienes participan se conocen, al menos lo justo para saber qué no hacer en la cama. Te evitas acabar invitando a casa a una ególatra que encima se permite el lujo de llamarse a sí misma "pantera". 

Es una lástima que se nos acabe el tiempo, señor Walsh, pero desde aquí instamos a nuestros espectadores a que lean "La noche que me aburrí del sexo", una fabulosa obra que invita a reflexionar respecto a cómo asumir un contacto físico no satisfactorio.

Y así fue cómo Irving Walsh me trasladó lo poco que le gustó nuestro encuentro. Si lo llego a saber, me hubiera acostado con Pietro.

Irlandés engreído...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro