💧Sechszehn💧
-¿¡Por qué lo hiciste!?
-Porque estabas destrozada por un amor de verano, (T/n). -Dijo su madre con expresión seria.
-Ese chico entró en coma por salvarme, madre. -Puntualizó (T/n) estirando su dedo índice delante de sus labios. -¡No sabes lo que ha sufrido por esa carta!
-¡Ese chico me da igual! ¿No te das cuenta? ¡Eres mi hija! ¡Y estás por encima de cualquier alemán que te gustase a los dieciséis años! -Repuso la mujer levantándose y gesticulando con sus manos para expresarse mejor.
(T/n) tragó saliva y contuvo la respiración.
-Quizá no sepa lo que él había sufrido pero sí lo que tú sufriste. Tenías un talento magnífico para el piano, eras un prodigio y no iba a dejar que tu vida se echase a perder solo porque echabas de menos a un chico de un pueblo alejado de la mano de dios.
-¡Pero eso era decisión mía!
-(T/n). -Su madre le enseñó sus dedos contando uno por uno sus argumentos. -No comías, no salías, no dormías. ¡Estabas destrozada!
-¡Porque el chico del que estuve enamorada y me salvó ni siquiera me escribía! ¡Sus cartas no llegaban! ¡Estaba preocupada y ni siquiera sabía que había estado en coma!
Y una vez se despertó, él intentó escribirme pero tú tenías las cartas.
-(T/n) estuve contigo desde que murió tu padre. Apoyándote aún cuando te empeñaste en tirar tu vida a la basura deprimiéndote por un chico.
Yo quería que estuvieras bien, y si para eso tenía que alejarte de Tomioka, lo haría.
Porque tú eres mi hija, no él. Tú no lo entiendes porque no tienes hijos (T/n).
Las lágrimas comenzaron a salir de los ojos de la joven.
-Solo me importas tú, cariño. -Suavizó su madre, su intención no era hacerla llorar. Se acercó a ella y frotó su espalda con ternura. -Yo creía que ese chico no iba a beneficiarte en absoluto. Que ibas a ser una sin nombre en un pueblo de Alemania que nadie conocía. Y con tu talento no quería alguien así para ti.
Quería darte una vida mejor... Espérame aquí.
La señora Alden dejó a su hija en el salón y volvió con una caja de cartón. Varios álbumes de fotos, e incluso algunos pequeños trofeos.
Se sentó a su lado e ignoró los brillantes y relucientes trofeos de su hija para buscar una fotografía en especial.
-Esta. -La mujer la miró y se la enseñó a su hija. Quien había empezado a calmarse. -Esta te la tomamos a los quince años en tu primer recital. Nunca habías dado clases de solfeo o técnica musical... Y sin embargo ahí estabas. Llevándote los aplausos de todo el mundo.
Tenías talento. Tienes talento. Natural. Innato, algo que no tiene todo el mundo, (T/n). Tú no estabas bajo la maldición de lo ordinario, tú eras un prodigio. Por mucho que trabajes, llega un momento en el que necesitas algo especial para ser mucho más que perfecta.
Y tú lo tienes.
-¿Y ahora? -Gimió la joven sorbiendo por la nariz apoyándose en el hombro de su madre.
-Ahora eres muy mayor para ser llamada "prodigio" (T/n). -La mujer se echó a reír al ver a su hija de casi veintitrés años comportarse como si tuviera dieciséis. --¿Tanto te ha sorbido el seso ese chico? Le recordaba guapo pero...
--Madre por favor. --Suspiró hundiendo su rostro entre sus manos con un sonrojo evidente invadiendo sus mejillas, como una gota de tinta en un vaso de agua cristalina.
--¿Le echas de menos?
--Mucho. --Suspiró mientras su madre se echaba a reír.
Agradecía que ese enamoramiento hubiera vuelto ahora que su hija se encontraba mejor.
--¿Has hablado con él desde que volviste?
--Ojalá.
Su madre sonrió con malicia y miró la hora en su reloj de pulsera.
--Alomejor se presenta en Londres.
--Lo dudo mucho.
--Bueno... En los aviones no se puede utilizar el teléfono... Y conozco a ese chico desde que nació antes que tú. Un coma no consiguió pararle. Ni una madre.
Supongo que tampoco lo pararán unos cuantos miles de kilómetros en avión.
Giyuu se sintió como un estúpido al salir del London Heathrow Airport.
Inglaterra es un país hermoso, y cuando el joven lo vio desde la ventana de su asiento en el avión.
Pero él estaba acostumbrado al clima frío y seco de Alemania.
Inglaterra tenía un clima frío... Pero húmedo.
Un enorme chaparrón le cayó encima cuando quiso buscar la dirección de la casa de los Alden Brooke.
Podría haber comprado un paraguas en una de las tiendas de souvenirs que había en el aeropuerto, pero todo le resultaba innecesario cuando se trataba de encontrar a (T/n).
Aunque por supuesto que le habría encantado mantener la piel seca una vez llegase a verla.
Sin embargo cuando aquesto ocurrió, Giyuu no se sentía los dedos.
La lluvia había calado hasta el último gramo de calcio de sus huesos. El agua de lluvia goteaba de sus labios fríos entreabiertos y temblorosos, sus pestañas se habían empapado y adornaban sus ojos de una manera entrañable y tierna.
O eso fue lo que pensó (T/n) cuando le vio.
Giyuu ni siquiera supo que era (T/n) cuando una figura grácil y elegante se aproximó hacia él en la ruidosa y fría lluvia.
--¿¡Qué diablos haces aquí Giyuu!? --Gritó (T/n), quien ni ella misma se oía.
--He venido a buscarte.
--¡No me refiero a eso! ¿¡Por qué no te has metido debajo de un porche!? ¿
¡Vas a morirte congelado!
--(T/n) siento todo el daño que yo haya podido causart...
--Giyuu yo no escribí esa carta. --(T/n) decidió guardar la expresión de Giyuu para toda su vida. Su cabello encharcado en agua gélida de lluvia londinense otoñal se le había pegado a los pómulos, y algún delgado mechón se había colado entre sus labios.
El agua goteaba de su nariz y de su barbilla como lo hacían la felicidad y el anhelo de sus ojos, estos
parecían dos enormes orbes azules que la miraban casi desconcertados.
Por último sus labios estaban entreabiertos con sorpresa, balbuceando palabras imposibles.
Su corazón dio un vuelco.
La necesidad de besarle se adelantaba a las de explicarle todo.
Sería demasiado egoísta por su parte satisfacer un beso sin antes decirle todo.
¿Pero acaso alguien podría culparla?
--¿De verdad? --Preguntó esperanzado y aliviado. Ni siquiera le importaba quién demonios hubiera escrito esa carta. Siempre y cuando no hubiera sido ella, todo estaba más que bien para él.
--Sí.
--¿Entonces nunca dejaste de quererme? --Los ojos del joven estaban fijos en ella, reteniéndola en ese lugar.
(T/n) habría querido moverse para resguardarse de la lluvia y del viento pero no podía. No podía ni mucho menos quería moverse de ahí.
Habían pasado unos cuantos instantes desde que las palabras de Giyuu absorbieron su capacidad de sentir frío.
--No. --Respondió en un hilo de voz.
La sonrisa de Giyuu no se hizo más ancha pero sí más dulce y más cercana a la de ella.
--¿Pensaste en mi?
La luz detrás de sus pupilas le indicaba a la joven todo el tiempo que él llevaba esperando por esos tres momentos.
Giyuu se hubo imaginado a sí mismo preguntándole todo aquello gritando furioso, exigiéndole explicaciones...
Y sin embargo ahora se sentía como si aquellos cinco años de sufrimiento nunca hubieran ocurrido.
--Sí. Sí pensé en ti. Nunca he dejado de pensar en ti. --(T/n) se preparó para hacerle una pregunta a Giyuu que le aterraba. --¿Crees que podrás volver a amarme como lo hacías hace cinco años?
Una sonrisa genuina inundó los labios de la joven con su aliento.
--Jamás he dejado de hacerlo. --(T/n) vio un enorme bosque tras los ojos de Giyuu. Una casa abandonada con un precioso piano de cola por el que nunca paseaba sus dedos el tiempo.
Escuchaba el rugir de una motocicleta, y sentía un prisma azul colgando de su cuello empapado en el agua salada de una playa alemana.
Sentía la ternura y la pasión de una sesión de sexo en la ducha y de besos acalorados por todo su cuerpo.
Sentía el correr del agua por los vidrios empañados de aliento y suspiros sobre la mampara, el ritmo acelerado de un beso inexperto que se mezclaba con el miedo a las alturas en la cima de una noria, sentía unos labios melancólicos y hambrientos de amor sobre su cuello en una feria ambulante, sentía un terror al océano perderse poco a poco en las suaves olas calmadas que balanceaban un colgante perdido en el mar de los ojos de Giyuu.
No pudo darse cuenta de cuánto había ansiado ese beso hasta que sintió poco después de todo aquello, los labios del joven contra los de ella.
El agua de lluvia mojaba sus pieles en aquella caricia una vez más.
Una intensa oleada de placer le provocó un cosquilleo en el cuello cuando Giyuu asió con un cariño aterciopelado su nuca para calmar su boca en los confines más íntimos más allá de sus labios.
El pecho de Tomioka inundaba con un calor inhumano su corazón, consiguiendo que se erizase el vello de sus brazos y su nuca.
Centellas de deseo y ternura pero sobretodo, amor cruzaron los ojos de (T/n) Alden cuando ambos rompieron el beso incluso si sus bocas no habían dejado en ningún momento de tocarse.
Giyuu acarició su rostro con adoración prometiendo mundos sin mover sus labios de la calidez del aliento de (T/n).
Podría permitirse perder cualquier cosa en el mundo.
Pero no a ella.
Jamás a ella.
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