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Hace mucho, mucho tiempo en un poblado cercano al bosque maldito vivían dos hermanos llamados Wendy y Dorian, ambos enamorados el uno del otro, pero ese amor era prohibido, es por ello que una noche decidieron huir de casa, cogieron algo de ropa y se encaminaron rumbo al bosque que daba paso a otro poblado.
Cuando entraron a aquel prohibido lugar comenzaron a sentir el frío y un gran temor calando sus huesos.
La hermana menor tomaba la mano del mayor y así siguieron el camino hacia las profundidades del bosque.
Pasaron unas horas hasta que deidieron parar confirmando que se habían perdido, es en ese momento cuando la menor tomó un pedazo de pan que se había llevado de casa y comenzó a dejar un camino de migas comenzando así a moverse de forma recta.
Tras un largo camino los hermanos llegaron a una extraña casa, dudaron un poco hasta que al fin Dorian dio el primer paso seguido por su hermana.
La casa, grande y de color marrón desprendía un olor dulce muy conocido por los niños, la joven decidió darle un bocado a la pared arriesgandose para comprobar que efectivamente, la casa era de dulces, o mejor dicho, de chocolate.
—Hermano, prueba esto, está delicioso. —le dijo Wendy a Dorian que, indeciso le pegó un bocado al chocolate de la pared.
Entonces unas preguntas aparecieron en la cabeza del chico, ¿Cómo podía el chocolate no deretirse? ¿Quién vivía en ese hogar? Cuanto más lo pensaba más preguntas aparecían para él. De pronto la puerta se abrió dando paso a su interior, para la sorpresa de los niños el interior estaba repleto de un variedad mayor de dulces. Con los ojos brillantes de sorpresa ambos corrieron a su interior para seguir devorando la casa.
—Comed pequeños humanos —dijo una voz de hombre.
Los niños sobresaltados dieron un salto hacia atrás para descubrir que de la oscuridad de la casa aparecía un muchacho de ojos turquesas, cabellera negra, piel pálida y ropajes oscuros, mirando hacia su rostro el joven pudo apreciar que de la cabeza del misterioso se hacían visibles dos delicados cuernos.
—¡¿Un demonio?! —gritó asustado el joven Dorian—
—Mi nombre es Rey —aquella criatura hizo una exagerada reverencia a los niños—¿Cómo os llamais? —su mirada turquesa perforó en el alma de los humanos— Ya veo, así que Wendy y Dorian ¿Eh? Mucho gusto tiernos humanos —
La malicia que rebosaba hacía que los hermanos retrocedieran cada vez más hasta dejar la salida a sus espaldas, desesperados se dieron la vuelta y tratando de salir vieron que la puerta estaba cerrada, aquel ser se encontraba ahora detrás de ellos con un aura de poderosa maldad.
—¡No nos haga nada! ¡Somos pobres, nuestra carne está sucia y sabe mal! —dijo Dorian en un intento desesperado de salvarse. Un risa divertida y varonil le hizo soprenderse mirando al demonio—
—¿Quién dijo que les comería? Yo solo deseo compañía, esta casa se hace demasiado silenciosa —la sonrisa de Rey se trasnformó en amable—
Desconfiados, ambos hermanos se miraron y asintieron cayendo en la trampa de Rey.
—Quedaros conmigo y os daré tantos dulces como querais.
Wendy y Dorian aceptaron quedándose en la casa.
*Días más tarde*
Los hermanos que habían caido en la trampa del joven demonio ahora la menor se encontraba engordando día tras día mientras que Dorian se hacía cada vez más delgado.
El mayor estaba suelto encargandose de las tareas del hogar y de las personales del demonio, mientras que Wendy estaba presa en la celda engordando sin cesar.
Rey había escogido a Dorian por ser un chico fuerte y joven que le obedeciera.
Los días de sufrimiento para ambos seguían día tras día.
Mientras que uno recibía los abusos del demonio mientras quedaba en los huesos la otra cada ve parecía que híba a reventar.
Hasta que el día llegó.
—Dorian~ —dijo de forma melodiosa el demonio— prepara el horno, yo iré a por la comida —dijo levantándose de la cama en la que se encontraba con el niño y fue hacia Wendy—
Wendy estaba aterrorizada pero ahora no podría escapar, abriendo la celda y cogiendola escuchó a Dorian.
—Rey~ ¿Me puedes ayudar? Yo no sé como se enciende el horno.
El suso dicho dejó a la humana y se acercó al muchacho, agachándose miró el horno para ponerlo en marcha, una vez hecho y cuando se híba a girar para poder dejar al chico notó unas manos en sus delgadas caderas que lo empujaban al fuego, trató de forcegear, en un principio creyó que lo lograría y luego castigaría al desobediente pero no fue así, pues el joven y astuto humano tomó impulso y de ese acto el cuerpo del joven demonio cayó al profundo horno.
—¡DORIAN! —gritó de dolor el demonio que, extendiendo una mano y cogiendo al chico le pedía ayuda, cosa que no recibió. La puerta del horno se cerró con fuerza y viendo como ese demonio gritaba de puro dolor fue retrocediendo sin apartar la mirada— ¡QUEMA DORIAN! fueron sus últimas palabras—
El humano corrió a por la chica y viendo que no se encontraba la llave tomó un hacha cercana para cortar las cadenas.
—Debemos salir de aquí, Wendy ¿puedes correr? —dijo tomando a su hermana del brazo para ayudarla a levantarse—
—No sé se podré, Dorian, huye tú —suplicó cuando vió que el fuego se comenzó a extender por la casa derritiendola y dando a conocer la verdadera forma de ese lugar, una casa vieja hecha de madera que comenzaba a desprenderse—
—Nunca te dejaré Wendy —las lágrimas del joven se transformaron en sangre cuando un humo negro se adentró en él— Nunca dejaría ir a mi comida —la sonrisa dulce se convirtió en diabólica y su voz de niño se transformó en una varonil—
Dorian había sido poseido por Rey, el cual con el hacha asesinó a la pequeña Wendy.
El demonio escapó con el cuerpo de Dorian hacia los poblados siguiendo con sus trampas mientras el fin de Wendy llegó a manos de su amado.
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