XIV
Después de Adam irse, me dejó dormir un rato más. Era de madrugada y mi cuerpo lo notaba. No volví a soñar con el Wendigo, no soñé con nada, creo. Recuerdo estar viendo por horas una televisión vieja y oír conocidas canciones de radio a lo lejos. Era bastante lúcido todo, sabía que no era la realidad. Pasé la primera hora con miedo a que fuera otro ataque y estuviera haciendo algo en la vida real; pero él me dijo que no volverán a ocurrir esas cosas.
Estuve todo el tiempo sentado en una silla de madera, mirando la estática del televisor viejo enfrente de mí. El radio que escuchaba debía estar colgado en la pared de detrás. No es que estuviera obligado a ver esa pantalla, es que a mi derecha, donde tampoco podía girar la vista, había algo malo. Tenía miedo, tal vez era un monstruo, o tal vez es de esas zonas que te prohíben ir tus padres cuando eres pequeño y le creas un miedo absurdo. Pero tal vez estén ellos tres, alejándose de mí.
Estuve unas cuatro horas mirando la luz de delante, escuchando canciones de rock una y otra vez, y en espera a que la oscuridad de mi derecha no fuera a atacarme. A mi izquierda no pude apreciar tanto debido a la poca luz. Y, detrás, girar mi cabeza era imposible, y levantarme de la silla sería salir de ese punto seguro que mi cabeza imaginó para estar a salvo. Los segundos se diluían en pequeñas gotas de lluvia que resonaban sobre la madera. Deseé, en ese momento, ser como los pequeños pajarillos que escapaban de entre las ramas, evitando la oscuridad que teñía sus plumas.
Algunos se quedaron, prefiriendo ver cómo acababa todo, saber qué era lo que a mi derecha maldecía mi nombre, con la excusa de estarse refugiando de la tormenta. ¿Por qué no puedo ser yo cómo ellos? Yo quiero volar y salir de todo esto, pero las alas desaparecen cada vez que las necesito.
Perdí mi oportunidad de alzar vuelo hace mucho, cada vez que intentaba perseguir un sueño y fracasaba, era una pluma menos en mi espalda. Viéndome ahora, supongo que he fallado muchas veces.
Desperté, aún escuchando la estática, y, de las canciones, pude recordar que eran de las que pone Adam cada mañana. Todo lo malvado que en mi mente rondaba nunca existió. Nunca existió un televisor roto, ni esa silla podrida, ni esa sombra en la puerta, ni las alas que una vez quise presumir.
—Tal vez fue una pesadilla común. —murmuré.
La voz en mi cabeza no resonaba, tenía que aprovechar el poco tiempo de tranquilidad que me quedaba. Me arreglé un poco el cabello. Había dormido con la ropa que no era y solo me quedaba un par limpio. Agobiante, las pequeñas cosas se me iban acumulando y mis días se dejaban de teñir azules.
Abajo estaba Douglas, llorando sin ningún motivo aparente, al verme, corrió hacia donde estaba a pedirme perdón por todo.
No entendí, pero acepté. Él es la imagen de chico responsable que odia que las cosas se salgan de su plan, no puedo verlo llorar por algo tan estúpido. En medio del apocalipsis suena un violín.
Me siguió hasta la cocina como perrito, a mis espaldas, apartando del camino unas sillas que ni tan siquiera iban a tocarme.
Por suerte, Lilith estaba allí.
—Douglas, ¿me puedes traer mi móvil? Creo que lo dejé en mi habitación. —odiaba pedirle un favor en ese estado, pero fue lo primero que se me ocurrió.
—Claro. —Y así fue, subió corriendo escaleras de dos en dos, tuve que haberle pedido algo más tardío.
—Dime rápido qué le pasa. —di un golpe seco en la mesa donde estaba Lilith, por muy graciosa que pareciera la escena, yo me encontraba hasta las cejas del miedo que me daba esa actitud.
—Tranquilo —dijo ella apresuradamente, sabía perfectamente por qué le había mandado a Douglas buscarme el móvil—, es parte de su problema, creemos.
—¿Creen? —pregunté alterado, no me servía una creencia. Por una de estas me encuentro ahogado en esta casa.
—Puede que sea también su autoestima —replicó—. Siempre que le sale algo mal tiende a exagerarlo y se le derrumba el mundo. ¿No te diste cuenta? Por eso tuve que acompañarlo aquella noche de la discusión de Adam a su cuarto. Nunca lo ha intentado, pero su baño está lleno de cuchillas.
"No pienso perder a otro más" susurró, aunque pude llegar a escucharlo.
En ese momento, vuelve él con mi móvil. Recordé las palabras de él en el sueño, hace rato no hablo con Ben, tal vez se le haya olvidado llamarme; siempre le pasaba.
—¿Sí? —respondió una voz femenina, creo. Había mucha estática, tal vez era solo mi hermano.
—¿Ben?
—¿Eres Niall? —Era la novia de Ben, en ese momento pude reconocer su voz, no puedo creer lo diferente que suena. Hace mucho tiempo no hablaba con ella
—Sí.
—¿Puedes dejar de llamar de una vez? Te dije que Ben no te iba a hablar más, acéptalo.
—¿Qué? —Mi relación con ella era bastante buena, aunque odiaba las bromas.
—Estoy cansada de darte excusas. Por favor, no está aquí, y estoy seguro que aunque lo estuviera, no iba a querer hablar contigo.
Y cuelga el teléfono.
—¿Quién era esa? —pregunta Adam, seguro escuchó los gritos de la cocina y vino a comprobar.
—Creo que era la novia de mi hermano. —contesté, aún analizando la situación
—¿Le hiciste algo a tu hermano? —Al menos Douglas seguía teniendo esa actitud en estos momentos serios.
—No creo, la última vez que hablamos solo me dijo que estaba en casa de su novia.
—Tal vez ande ocupado, o tal vez terminaron y no quieren hablar del tema. —agrega Douglas.
—Hace mucho no hablo con él, me preocupa un poco. —seguía mirando el teléfono, esperando una llamada de vuelta diciendo que era broma.
—Tu hermano es como diez años mayor, seguro que se sabe cuidar solito. —sonrió Lilith buscando que me reconfortara en esa idea.
—Supongo...
Cada vez es más raro, y dejarlo de lado va a retrasar más las cosas, pero si me voy seguro habría problemas. No todos están bien, Douglas va a mis espaldas, como si la vida me debiera. Lilith y Adam no se dirigen la mirada, siguen teniendo roces. No soy el salvador, pero necesito por lo menos quitarme este problema de arriba.
("¿Vas a llamar a tus padres?")
Lo haré, pero es demasiado estrés el que cargo con estos tres nada más. Tengo que pasarme por la habitación de Lilith para pedirle ayuda. Si mis padres me vuelven a hacer algunas de las suyas, y estos vuelven a tener esas peleas, me voy a sentir totalmente culpable de ambas, y con eso no podré.
Vuelvo a abrir el móvil, buscando en la agenda sus números. Tuve que llamar en frente de ellos porque no creo haberlo podido hacer solo.
—¿Niall?
—Hola, ¿saben algo de Ben? —creo que sería la conversación más corta que pensaba tener con ellos.
Del otro lado del teléfono solo se escuchaba silencio.
—¡Respondan!
—Por eso es que no podemos darte cariño, hijo. Siempre vas a querer hacernos daño sin ningún sentido.
Y cuelgan el teléfono.
Todos mantenían silencio, no sabían cómo reaccionar a esas palabras. Ni yo, lo hice con lágrimas, como a todo lo que pasa. Lilith se levantó del lado contrario de la mesa y fue a abrazarme, tomó mi teléfono y anotó un número de la agenda. Luego lanzó el móvil en el vaso de leche que estaba bebiendo.
—Una vez hice algo parecido, fue de lo mejor. —sonrió.
—¿Qué? ¡Ahí tenía el número de Ben y de mis padres! —grité al divisar por última vez el móvil, antes de llegar al fondo del vaso.
Ella extiende el papel donde había escrito:— Aquí tienes el de tu hermano. Tus papás ya se pueden ir despidiendo de ti.
Lo acepté, sin saber reaccionar con un abrazo o enojarme con ella. Supongo que es su forma de hacer una buena acción, creo que el único número del que dependo es el de Ben.
—¿Tienes el de Anne? —pregunté.
—¿Huh? ¿Para qué quieres eso? —Se entrometió Adam.
—Tengo que saber algo. —Sus miradas se clavaban en la pequeña hoja pegada a la nevera, para luego juzgarme silenciosamente.
»¿Es ese?
Copié, debajo del número de mi hermano, el que estaba en el papel amarillo delante de mí. No sé qué le voy a preguntar, ni cómo se lo vaya a tomar. Pero lo dijo el Wendigo, debo hacerle caso.
Luego de todo eso, transcurrió una tarde amena, nos la pasamos hablando de lo mismo. Yo, entre todos, el más incómodo, Douglas no me quitaba ojo de encima y Adam y Lilith peleaban por cada cosa, o simplemente dejaban de dirigirse la palabra.
Llegó la noche, era muy tarde y yo estaba cansado, podría dormirme nada más tocar la cama, pero decidí salir de mi habitación y tocar la puerta de Lilith. Rezaba por no despertarla, aunque a esas horas no podía estar haciendo otra cosa.
Abrió la puerta al instante:
—Oh, ¿qué pasó? —respondió preocupada, ocultando sus manos detrás del vestido. ¿Por qué sigue con un vestido a estas horas? Debe ser incómodo, a pesar de lo holgado.
—Solo quiero hablar de Adam contigo. —respondí, me metí en su cuarto sin ella pedírmelo, no pensaba irme con un "no" como respuesta.
Su habitación estaba a oscuras, poco pude ver de ella. Era todo muy organizado, cuadros minimalistas y se notaba un ligero aroma a incienso que había sido encendido antes. No me quejaría de decorar mi habitación así algún día.
—Tienes mucha suerte, Niall —dijo entre risas—. Justo ahora le estaba haciendo una carta a Aubrey.
—¿Una carta?
—Cada mes le escribía una, este me demoré un poco por todos los problemas que hubieron.
—¿Le haces una carta a Aubrey sabiendo que está muerta? ¿Y a dónde la envías?
—A su tumba, obviamente. —se vuelve a sentar en su escritorio para continuar con su papel.
—¿Crees que ella las lee?
—Espero que no, sería un poco raro. —Y antes de que pudiera seguir preguntando, añadió:— Pero Adam sabe que le mando cartas, cada mes las abre en secreto y las lee. ¿No es gracioso? Digo muchas mentiras aquí para quedar bien, pobre Aubrey si tuviera que leer todo esto.
—¿Por qué tendrías que quedar bien? —Me senté en su cama. Suena muy sádico todo, ¿a que sí? Al oso no le puedes demostrar el miedo.
—¿No te cansas de preguntar tanto?
—¿Te cansa de que pregunte?
Ella guardó silencio.
—Simplemente intento dar una mejor imagen de la que ya tienen. —contestó al fin.
—No dices nada que tenga que ver con su muerte, ¿cierto? —Puedo dejar permitir algunas cosas entre mi baja moral, pero siento que todos aquí viven manejados, a través de hilos, por otro.
—¿Crees que eso sea algo gracioso?
—Para nada.
—Ahí tienes tu respuesta.
—Tampoco me lo parece que le engañes con esto.
Y volvió a callar.
De lo que más envidio de ellos es que tienen la oportunidad de salir de aquí, como pajarillos que previeron la tormenta. Pero no, prefieren vivirla, como aquellos que se posan en las ramas. Pero claro, es difícil alzarse si se arrancan las plumas entre ellos, una por cada día juntos.
—Toma. —Del tercer cajón, con una llave que escondía debajo de la cama, sacó un papel amarillento en forma de carta. Tenía un sello muy elegante y todo.
—¿Qué es esto? —pregunté mientras admiraba los detalles del sello rojo.
—Viniste para que Adam y yo hagamos las paces, ¿no? —Y como mente maestra, aquella que maneja los hilos de mis hombros y piernas, mis intenciones las supo desde antes.
—¿Esto es una carta tuya para Adam? —pregunté—. ¿No crees que es mejor cara a cara?
—No es una carta —empezó a burlarse—. Tampoco es mía, solo dásela a Adam, estoy segura que le va a ayudar a incluso superar su trauma de Aubrey.
—La última vez no terminó bien, ¿estás segura? —Tenía demasiadas sospechas de que era algo escrito por Aubrey, algo malo y Adam sería el próximo que desciende desde esa azotea.
—Créeme, él no es un niño, seguro que acepta todo si lee eso.
Tomé la carta con ambas manos, sabiendo que era algo tan importante.
—¿Crees que esto va a solucionar lo tuyo con Adam también?
—Adam solo está así porque dice que le escondo algo, con eso ya no se podrá quejar, supongo.
—¿Yo la puedo leer?
Ella se rió un poco, bastante poco de hecho— Mañana se la pides, pero de que te la de no estoy segura.
—Algo personal, lo pillo. —prefiero callarme, bastante recompensado salgo de aquí.
—No necesitas nada más, ¿cierto?
Negué con la cabeza, quería estirarme todo lo posible para alcanzar a leer qué tipo de cosas le cuenta a Aubrey, pero no creo que pueda con todo esta sola noche.
—Pásale la nota por debajo de la puerta antes de irte a dormir. —Me dijo mientras me llevaba hasta la puerta.
—¿Lilith?
—¿Sí? —respondió luego de sacarme de su habitación.
—¿Has leído esta nota?
—Claro —alzó una ceja—. ¿Cómo iba a saber entonces que iba a ayudar a Adam?
—¿Y por qué no está roto el sello? —pasaba mis dedos por los bordes para comprobar alguna fisura que se me haya pasado.
Ella río ligeramente— ¿Sabes? Sí me molesta un poco que preguntes tanto.
¿Estaré metiéndome demasiado? En todo caso, decidí ir de puntillas hasta la siguiente habitación, pasé el papel por debajo de la puerta rápidamente para luego salir corriendo a mi habitación. Tenía miedo de que estuviera despierto y escuchara el sonido del papel deslizándose. Me quedé detrás de la puerta de mi cuarto escuchando si abría la suya. No pasó nada, así que fui a dormir tranquilo, estaba emocionado, el tema de Aubrey podría ser enterrado completamente esta vez y sin dejarnos nada atrás.
Supongo...
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