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XII

     Cada vez era más difícil saltar ese pequeño espacio hasta la base en la casa del árbol. Estaba muy cansado, había subido la misma escalera unas cien veces. Me preguntaba cuándo es que iba a despertar. No odio esta compañía, pero me preocupa Adam y el resto.

     —¿Por qué no pones un escalón ahí? —le pregunté a esa persona, ¿volver a llamarlo Wendigo sería apropiado?

     ("Por supuesto, así me llamo.")

     —No lo sé, ahí antes había uno —respondió luego—, pero se cayó, es una casa de árbol, es normal que la madera se pudra si no se cuida.

     —¿No podemos colocar uno nuevo ahora?

     —Creo que eso sería una ofensa hacia ti mismo. —respondió seriamente.

     —¿Por qué lo sería? —pregunté.

     —Hace mucho juraste no tocar esta casa para nada. Me sorprende que estés escalándola tantas veces sin ningún problema.

     —¿He visto esta casa antes? —No la recordaba para nada, mucho menos de este color.

     —La construiste tú cuando pequeño, en el jardín trasero de tu casa.

     —Mi casa no tiene jardín trasero. —respondí, esperando que fuera un chiste para pillarme.

     —Me refiero a la de cuando eras pequeño —sigue respondiendo seriamente, sin cambiar por un momento su tono de voz—. A la de Leeds te mudaste hace unos quince años, tuviste seis viviendo en otro continente.

     —Europa... —murmuré cayendo en su punto.

     —¿De tan lejos? —miró hacia arriba—. El cielo no parece tan diferente.

     —¿Ves algo ahí? —pregunté debido a su acción.

     —¿Tú no ves nada?

     —No.

     —¿No recuerdas nada de Europa? Debe ser horrible olvidar algo tan importante en tu vida.

     —¿Qué pasó en Europa? —Cada día se unían piezas del rompecabezas para aparecer nuevas más confusas.

     —Estás sentado encima del problema y no eres capaz de verlo —murmuró—. Eres bastante afortunado, ¿por qué no aprovechas eso y dejas de averiguar cosas del pasado?

     —Necesito saberlo. —Debajo solo estaba la base de la casa, era negra completamente—. Este suelo está oscuro, ¿tú ves algo diferente?

     —Yo veo todo el paisaje. Tu casa ahí delante, las aves del cielo, el verdadero color de la madera. Solo tienes que recordar —dijo—. Por ejemplo, ahí hay una flor. —Su dedo señaló un pequeño pedazo del suelo a varios metros de nosotros. Allí apareció una flor, completamente descolorida porque no recuerdo su color.

     —Entonces dime qué pasó aquí, ¿qué ves en la casa del árbol?

     —Ni yo quiero verlo, no quiero describirlo, no sabes la dicha que tienes al haberte olvidado de todo esto. —Él estaba mirando a un punto fijo, cerca de las raíces del árbol—. Si tanto lo deseas, solo intenta recordar. No creo que sea tan difícil.

     —¿Cómo se supone que me acuerde de algo que pasó hace quince años?

     —Me mencionaste a un Ben, ¿cierto?

     —Es mi hermano, nuestro hermano.

     —Yo no recuerdo ningún hermano. —respondió.

     »¿Mamá y papá te hablan? —asentí a su pregunta—. Entonces pregúntales a ellos, o a ese Ben, lo que quieras.

     Y entonces, la imagen volvió a recomponerse, vi a Adam despertándome de nuevo por unos segundo. Pero en realidad era Douglas, rogando a todo pulmón que me despertara.

     —¡Niall! —gritaba— ¡¿Dónde está Adam?!

     —¿Huh...? —Mi cabeza estaba procesando dos realidades diferentes,

     —¡Adam! ¡Dime dónde está! —gritó aún más fuerte, se escuchaba un poco rasgada su voz.

     —¿Adam? —Hasta que pude recomponerme—. Se fue... creo. —Me encontraba completamente adormecido.

     —¡¿Qué?! ¡¿Por qué no lo detuviste?!

     —Me dio una pastilla naranja, no... me siento muy bien.

     Y no era falso, no sé cómo es que lograba reconocer la imagen de Douglas entre tantos puntos brillantes en los alrededores que me cegaban.

    —Lilith, vamos a buscarlo rápido. —Creo que ella estaba en la puerta, no podía llegar a verla entre tanto borrón en la vista.

     —Voy con ustedes —dije, intentando levantarme—. Solo necesito recomponerme.

     —¿No crees que ya has actuado demasiado? —tomó su mochila del brazo de la figura, para salir corriendo hacia el auto en el piso de abajo.

     Yo no me puedo mover, la verdad, los hubiera retrasado.

     —¿No crees que sí me he metido demasiado en todo esto?

     ("Creo que ellos son los egoístas, sabían que tenías una enfermedad diferente y se lo callaron, te pidieron meterte en terreno pantanoso para ayudarlos y te pagan así, aún luego de intentar más allá de tus posibilidades.")

     —Pero ello no toman en cuenta eso.

     ("Por eso son egoístas.")

     Y así, conversando conmigo mismo, pude recuperar el control, ya todo era casi normal y caminar me era posible. Pasó otra media hora y el sonido del coche en la entrada me hizo bajar a toda prisa.

     —¿Adam? —pregunté al abrir la puerta, sin mirar ni tan siquiera la situación.

     Lilith estaba llorando en el asiento delantero, Douglas estaba en el mismo estado, pero se le veía más sereno. El mundo se derrumbó pensando que Adam se había suicidado. La puerta trasera se abrió y salía un chico de cabello castaño, bastante alto.

     —Hola. —era él, o no. No tenía la misma actitud de siempre, estaba apagado, ¿arrepentido? Supongo que las aves pierden su propósito cuando no pueden volar.

     Pero agradecí que siguiera vivo, Douglas y Lilith bajaron del auto y entraron a la casa, dándome la espalda.

     —Estorbas. —susurró Douglas al pasar por mi derecha.

     Quedé mirando el coche unos cinco minutos en la entrada, analizando lo que nunca esperé que me dijeran ellos.

     ("Habla con él.")

     Exacto, solo debo explicarle, no es mi intención fastidiarlos de esta manera.

[...]

     —¿Puedo hablar contigo? —se había calmado la cosa, habían hablado un poco y cada uno intenta volver a su vida normal. Douglas y yo nos encontrábamos en la cocina.

     —No quiero que me pidas perdón por nada. —contestó.

     —No lo voy a hacer. —No le debía ningún perdón, tal vez a Adam por golpearlo, pero aún así andaba justificado.

     —¿Qué quieres entonces?

     —Yo nunca vine a esta casa con el objetivo de joderles más la vida —dije calmadamente, esta vez no estaba dando una excusa o haciéndome la víctima—. Solo quise ayudarlos, Lilith me pidió hablarle de Aubrey a Adam para saber su versión de la historia, si hubiera sabido la parte oscura de ese asunto, definitivamente no me habría metido.

     —No me gustan las mentiras, así no empiezas bien. —respondió.

     —No te he mentido, te estoy diciendo toda la verdad.

     —Lilith sabe bien lo sensible de ese tema, lo mantiene siempre a discreción, por eso siempre está de mi lado cuando tengo problemas al recordarlo o cuando Adam tiene un brote de su enfermedad y necesita calmarse.

     —¿Dices que Lilith no me pidió hablar del tema?

     —Exacto.

     —¿De qué crees que estuvimos hablando en el cementerio ayer? —Creo que se notaba lo enojado que me estaba obligando a ser la situación en ese momento.

     —Interrogaste a Lilith, eso es todo. Ella vino con bolsas en los ojos de haber llorado, debe haber sido duro contestar tus preguntas y recordar todo eso.

     —¡Para nada! —expulsé un pequeño grito de ira reprimido—. Fue ella quien empezó a hablarme al ver mi confusión, cualquiera hubiera tenido la misma expresión.

     —Yo no te dije nada, Niall. —Lilith estaba en el umbral de la cocina, detrás de Douglas, parecía que acababa de llegar— Te dije que era un poco duro para mí contar todo eso, pero aún así me presionaste mucho. No le quise decir a Dou hasta que hablaste con Adam sabiendo que era malo para él.

     No lo puedo creer...

     —¿Ves? —respondió Douglas.

     —Pero eso no pasó así —estoy seguro que mi cara de confusión y víctima era inmensa—, tal vez solo es su enfermedad.

     —Lilith no nos miente a nosotros —inquirió Douglas, para luego girarse y preguntar a Lilith:—. ¿No es cierto?

     Ella asintió y, cuando Douglas se volvió a girar hacia mí, dándole la espalda, ella empezó a llorar, siguiendo su papel de víctima.

     Yo callé.

     —Perdón... —fue lo último que dije antes de irme de la cocina.

     Fui a la habitación de arriba, recogí mis cosas lo más rápido posible, me quité la ropa que me habían regalado. La dejé doblado sobre la cama, junto a una nota de disculpas. Calculé el costo de esta semana en su casa y les dejé todo el dinero al lado del papel. Bajé las escaleras y pude notar sus miradas de confusión al verme con mi maleta. Empezaron a llamarme, para luego gritar mi nombre al yo haberlos ignorado. Salí lo más rápido posible, luego de hacerle un gesto de disculpas a Adam. Al cabo de unos segundos, la puerta por la que había salido volvió a abrirse y ellos empezaron a perseguirme.

     —No voy a volver a molestarlos. —susurré todo el camino, mientras corría y escapaba de ellos.

     Pude llegar a una tienda, me quedaba muy poco dinero, compré un poco de comida y una ración para un día. También me compré unas herramientas y estuve a punto de gastar todo el dinero de un mes ahorrando. Los últimos dólares los dejé en la habitación del motel caro de la ciudad, me faltaba dinero, así que trabajé una hora con ellos en el almacén. Pasé el día en esa habitación vacía, intentando pensar cómo poder tener una vida normal, desde cero, sin que estos problemas me sigan persiguiendo. Mis padres me odian porque quise ser feliz, y los chicos me odian porque quise hacerlos felices.

     Eran muy tarde, tal vez las tres de la mañana. No me había levantado de la cama, me la pasé observando el suelo todo el rato. Me dirigí a la entrada principal a tomar mi mochila con las cosas que compré. Me sentía mareado así que comí un poco y me di un pequeño baño.

     —Dentro de unas horas tendré que pagar otros cien dólares para pasar otro día. —susurré, ya no había ninguna necesidad de callarme lo que pensaba.

     Organicé la cama, limpié lo poco sucio de la habitación y tiré los envases de comida rápida que había comprado.

     —Todo está perfecto ahora. —¿Cómo podría dejarles sucio esto? Al menos debía servir para algo.

     Desembalé las herramientas de la caja. Me sobraban muchas, con un clavo y un martillo era más que suficiente. Pero aproveché y coloqué un tornillo firme en un agujero hecho por taladro. Me di cuenta tarde que no debí taladrar la habitación de motel, pero igual no me iba a molestar en un futuro.

     Tomé la soga de mi mochila, me pareció gracioso que me hayan preguntado en la tienda para qué la quería. Yo contesté que para manualidades, siempre se me dieron bien. Tal vez tuve que probar hacerlas de manera profesional.

     —Será para la próxima. —susurré.

     Si Dios me castiga por morir de esta manera, estoy seguro que regresarme aquí de nuevo es el mejor castigo que se le habrá ocurrido.

     ¿"Doble" se le llamaba? No tengo ni idea de cómo hacerle el nudo a la soga. Improvisé un par de veces hasta que conseguí algo realmente firme. Tomé la silla del escritorio y la llevé hasta el baño, hice un nudo al extremo de la cuerda que conectara con el tornillo que coloqué.

     —No me piensas parar, ¿cierto?

     ("Yo he querido hacer esto desde hace años.")

     Me puse la soga al cuello, apreté el nudo y pateé la silla al suelo. Empecé a retorcerme mucho, siempre pensé que las personas que hacían eso era porque se arrepentían a último momento, yo solo lo hice por instinto. Me pregunto si Aubrey habrá llorado porque se arrepintió a último momento. La visión se vuelve negra y borrosa, puedo tener un pequeño deja vu de Douglas y Adam despertándome, veo sus siluetas y sonrío.

     —Espero no haber sido tanta molestia. —grité con todas mis fuerzas, mi voz era áspera, se me hacía casi imposible articular alguna palabra.

     Y cuando el negro tomó mi visión completa y dejé de escuchar a la voz en mi cabeza pensar, oigo mi puerta tocar, pero ya es tarde. Lo siento por no ayudarte, seas quien seas.

     Y antes de irme y perder consciencia, recuerdo escuchar un estruendo fuerte a mi lado. Parece una bala, no puedo mirar, espero que haya sido una bala.

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