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VII

     Anne parecía totalmente de acuerdo con este tipo de presentación, ni tan siquiera ha dicho una palabra y ya empezaron a contar sus historias.

     —Me llamo Lilith, como ya te dije. No vivo en esta ciudad, somos de unos kilómetros más al sur. Mi única familia son estos dos —señaló a los chicos—. Mi pasado es muy raro, así que me lo ahorro.

     —¿Qué? ¿No me lo vas a contar? —miré a la psicóloga, esperando que interviniera.

     —¿Tú nos contarías el tuyo? —rió la pelirroja.

     —Ya ella lo hizo —apunté discretamente a Anne, aunque todos alcanzaron a oír lo que dije.

     Lilith guardó silencio y continuó:— Pensé que entraban a robar a mi casa y me asusté mucho. Mis padres suelen guardar una escopeta en el armario de su habitación.

     —¿Mataste a alguien? —entré en cuenta que infravaloré las situaciones que me iba a encontrar aquí, demasiado.

     —Recordé que mis padres mencionaron llegar tarde esa noche —contestó.

     Mis pies giraron rápidamente y miraron a la puerta de salida. Mi cuerpo se tensó unos segundos antes de salir disparado y huir del lugar. Ando con asesinos, tengo miedo.

     Anne agarró fuertemente mi brazo al darse cuenta, yo me calmé y recobré rápido la postura para que nadie más se percatara. Mis pies temblaban todo el tiempo, tuve que cruzarlos y esconderlos debajo de la silla de una manera un poco rara. Yo guardé silencio, sin querer hacer la pregunta que en la cabeza de todos rondaba. Creo que sus lágrimas llegaban a ser respuestas suficientes.

     —No habías dicho ni una en todo el día y tenías que soltar la primera ahora. —interrumpió Douglas.

     Dirigió su mirada hacia mí, luego de hacer que la chica dejara de sollozar.

     »Lilith no ha dañado a nadie en toda su vida —dijo, a la pelirroja se le notaba aliviada por su comentario—. Yo que tú me acostumbraba a esto; ella miente mucho.

     ("¿Perdón?") La voz de mi cabeza seguía el mismo pensamiento que yo.

     —Probablemente te vuelva a decir más mentiras si cuenta su historia —prosiguió él—, así que lo haré yo. Lilith es una mentirosa compulsiva, mitomanía se le dice de manera clínica. Siente la necesidad de mentir para parecer más interesante.

     »Cuando era pequeña, dijo que ella había golpeado a un compañero y lo había herido, cuando en realidad fue otro chico. La mandaron a un reformatorio, donde nos conocimos los tres. Y para que te alivies, sus padres están vivos.

    Mi vida se ha vuelto un circo, no se sabe ya de dónde vienen los golpes. Relajé el cuerpo al fin e intenté mantener una conversación algo normal.

     —¿No puede controlarlo? —le pregunté.

     —Claro que no —responde el de pelo negro—. ¿Por qué alguien iba a mentir sobre algo tan serio?

     —Tienes razón, supongo...

     »¿Y por qué anda en una consulta de esquizofrenia si solo miente? —caí en la cuestión.

     —¿Consulta de esquizofrenia? —Anne toma la palabra—. La tarjeta que te di decía que esto es un grupo de apoyo nada más. Todos aquí son casos aislados de enfermedades raras. Aunque algunos solo vengan para acompañar. —miró a los otros dos chicos.

     —¿Y qué pinto yo aquí? ¿No tiene un grupo específico de esquizofrenia? —No era una afectación tan rara, asumí que debían haber más personas en la ciudad con ella.

     —Niall, ni tan siquiera sabemos si de verdad tienes esa enfermedad —respondió—. Tus ilusiones llegaron a un extremo muy grande. Te traje aquí para ver si podíamos averiguar algo mientras te abrías.

     —Entonces, ¿puede que sea algo menos grave?

     —O algo incluso más. —finalizó.

     Miré al suelo, mientras la esperanza de recuperarme descendía por las patas de la silla. Pude ver, por un momento, una pluma a mis pies.

     »Todos ellos ya conocen tu enfermedad, les conté la mayor parte de todo lo que hiciste desde que llegaste —me indica la doctora—, pero no les dije nada de tu historia. Necesito que te abras con ellos, justo igual que conmigo en la primera sesión.

[...]

     Les conté absolutamente todo, creo que ni tan siquiera dejé de lado el más mínimo detalle. Incluso pude ver a Anne tomando nota, probablemente haya escuchado algo nuevo que omití esa primera vez.

     —Ayer sentí que necesitaba un poco de apoyo, llamé a mi hermano pero andaba ocupado. Le dije que me llamara luego, pero no ha pasado —finalicé—. Ben se ha distanciado mucho desde hace tiempo. Siento que estoy perdiendo ese tiempo de charla que tanto me ayudaba.

     —Me recuerdas mucho a Adam —respondió Douglas—. Él tenía unos padres casi inexistentes, se le notaba mucho esa falta de afecto cuando lo conocí.

     El otro, de pelos castaños, le hace un gesto para que se calle:

     —Se supone que cada uno contaba lo suyo.

     —Adelante entonces. —dijo Douglas.

     Adam toma una gran cantidad de aire, hace una pequeña pausa casi dramática e inclina hacia delante su cuerpo.

     —En realidad, yo veo a mis padres como personas que se preocuparon mucho por mí, ¿sabes? —pronunció—. Les cansaba mucho cuidarme y me metieron a una casa de locos solo por tener ansiedad. Si lo ves de manera positiva, hasta parecen sobreprotectores.

     —¿Cómo te internaron por solo ansiedad? —Me surgió la duda.

     —Ellos tenían contactos, algunas llamadas a doctores y se libraban de mí.

     —Lo siento mucho.

     —No lo hagas, aunque sí preferiría haberme quedado en casa.

     —¿Y con quién vives? —pregunté.

     —Con los padres de Douglas, igual que Lilith.

     —¿Viven en el mismo lugar? Pero los padres de Lilith están vivos, —Me giro hacia ella—, ¿por qué no vas con ellos?

     —Estos dos son más divertidos —responde sonriente—. Los papás de Dou dicen que no les importa, tienen muchas habitaciones libres.

     "Son un poco millonarios." escuché decirle por lo bajillo.

     Empezó a contar un poco la historia de cómo fue su estadía en aquel centro. De sus palabras se podía distinguir la tristeza más profunda, aquella que proviene luego de la alegría más pura. Anne no parecía notarlo, nadie parecía hacerlo. Estaba omitiendo un detalle, uno tan grande que hacía su historia como una montaña rusa de emociones, con muchas subidas que terminaron en una inmensa bajada.

     Ha sido muy extraña esta sesión hasta ahora, lo veo todo muy raro. Aquellos delante de mí se mueven como con hilillos en sus hombros, hablan como si hubieran memorizado un guión y están hartos de interpretarlo. De Adam, de sus historias alegres sobre ese lugar, de la boca que escupía esos relatos que parecían mentira, salían más plumas, no sé de dónde provienen. ¿Estaré teniendo algún brote?

     El ambiente cambió mucho luego de todo eso. No era pesado, no estaba esa incomodidad del primer encuentro, siento pena de Adam, que está llorando en su silla, en silencio, con la excusa de haberse emocionado de las tantas maravillas vividas tras esas paredes grises. Ciertamente estoy feliz (dentro de lo que cabe), es increíble que en tan poco tiempo me hagan sentir en una zona de confort. Tal vez todo se trata de pasar la tormenta en compañía.

     —Lo siento mucho. —Me dirigí a Adam, quien evitaba contacto visual y restregaba fuertemente sus manos contra los ojos para secarse las lágrimas.

     Nos quedamos en silencio un rato, disfrutando del ambiente calmado y cómodo. Me siento muy desesperado, pero en realidad creo que pueden ayudarme. Tienen recuerdo bonitos y emotivos de una cárcel a la que fueron enviados por injusticias, saben buscarle el lado colorido a la tormenta. Tal vez debería aprender de ellos

     —Sé que es momento de asimilar. —Anne corta el ambiente—. Pero no tengo mucho tiempo, chicos. El próximo grupo viene dentro de unos minutos, y todavía falta Douglas.

     —Cierto —dirigí la mirada hacia el chico callado, el que cubría sus ojos con el cabello.

     Él empieza a hablar sin vacilación, sin preparación previa como Adam.

     —Mi problema no tiene trauma detrás, no me pienso demorar mucho. Es depresión simple, he tenido ataques y eso, pero nada raro.

     —Dile todo —apuntó Anne.

     —No es nada malo, he tenido pensamientos suicidas, pero nunca lo he hecho. No es por la depresión, simplemente recuerdo momentos malos. ¿A que tú igual piensas lo mismo cuando te pasan cosas desagradables?

     Yo callé para no quitarle la razón. Yo no me quiero suicidar, es solo otro Niall el que busca hacerlo.

     »Me da un poco de rabia que Adam se controle más que yo. Él ha pasado también por algo parecido, pero fue algo temporal, cosa de algún trauma oculto. Se callaba, intentaba quedarse quieto y estirar sus piernas, donde sea que se encontrara sentado.

     »Lilith y yo sabíamos darle su tiempo para esas cosas. Yo lo intento, pero siento trepar por mis pies, en esa pose tan indefensa, hormigas que susurran mis miedos. Tengo pavor de despertar en un lugar donde ellos no estén, darme cuenta de que tengo una soga al cuello, o las muñecas cortadas, o que me duela el estómago por las pastillas.

     Douglas ciertamente estaba a la defensiva, con los brazos cruzados y sin apartarme la mirada. Todos cuentan sus cosas demasiado a la ligera, me dan miedo, ¿o tal vez es pena?. Este no es su primer grupo de apoyo, puede que hasta me hice falsas ilusiones pensando en mantener una amistad, solo tal vez.

     —Debe ser horrible —murmuré lentamente, con la mirada perdida, intentado encontrar la manera en la que se puede tener una vida normal con eso.

     —No te disculpes, tú pasaste por lo mismo —continuó—. No me duele, no me daña ni empeora mi salud física. Solamente están ahí esas pequeñas hormiguillas, esperando el momento en el que te olvides de ellas para atacar.

     Me quedé en silencio, cualquier cosa que dijera podría incomodarlo.

     —No te preocupes tanto. —Se dirigía hacia mí, Lilith—. Por suerte, él tiene medicación, si la toma no llegará a peores.

     —¿Puede llegar a peores?

     —Esa falta de seguridad todo el rato puede causar más cosas, Niall —respondió de nuevo—. Todos podemos hacerlo, tú puedes desarrollar algún tipo de bipolaridad si llegas a los extremos y no te controlas.

     "Todos nos movemos por hilillos frágiles." finalizó.

     Ellos ya lo asumieron, es todo lo que me han dejado claro. Han aceptado hasta las peores opciones. Si yo hubiera hecho eso desde el primer momento, ni tan siquiera estuviera aquí, preocupándome si mañana despierto en comisaría.

     —Eso es un poco agobiante. —Adam toma palabra.

     —Para nada, simplemente lo ayudo. Esta es su primera consulta en grupo, ¿te imaginas que hubiera dicho que se iba a morir mañana y me hubiera creído? Yo no me puedo controlar, Niall. Ninguno de los cuatro puede.

     »Hemos pasados por otros grupos. Solo estamos aquí porque era uno solo más en consulta, habían menos posibilidades de fastidiarla.

     —¿Fastidiarla cómo? —pregunté.

     Anne estaba tan interesada en esta conversación como yo. Era este otro detalle que ella desconocía de su historia. Los otros dos chicos se miraban preocupados, rogando con sus ojos que ella se detuviera, pues parecía que era un tema difícil.

     —Hemos tenido muchos amigos —dijo la pelirroja luego de pensarla un tiempo—. Todos nos miraban raro por nuestras enfermedades. Douglas incluso empeoró en una época por culpa de esas palabras a espaldas.

     Ambos, Adam y Douglas, respiraron tranquilos y dejaron de tensar los hombros. Lo de Lilith era una mentira, pero ellos se alegraron de sus palabras. Anne, quien había tomado nota como una tonta al creerle a la chica, no los iba a ayudar jamás, no si siguen ocultando cosas. Intentar arreglar la bajada de esa montaña rusa que los tres temían.

     Luego de un largo silencio, Lilith finalizó:— Mira, Niall, nunca confíes a la primera a este tipo de gente. Nosotros éramos cuatro, hasta que, por creer ciegamente en otros, Aubrey se desvaneció.

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