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IX

     —No vas a ir con ella de nuevo, ya dije.

     —Pero, ¿por qué no?

     —Porque preguntarte cómo te sientes lo puede hacer cualquiera, sin cobrar.

     —Pero me regaló medicamentos caros para tratarme.

     —A ti no te van a curar medicamentos, Niall.

     —Todos ustedes fueron a su consulta de la semana, ¿cuál es la diferencia?

     —Les dije que fueran a comprobar —hablaba señalando a los chicos con el dedo, sin apartar la mirada de mí—. El día que viniste a la casa, me tocaba consulta, ¿verdad?

     —Sí, ¿qué con eso?

     —Desde aquí se pueden escuchar rumores de lo mala psicóloga que es Anne, solo te pregunta las mismas cosas para dejar pasar el tiempo con tus respuestas y llamarlo "progreso".

     No, claro que no. Es doctora y amiga de Julia, me ayudó cuando tuve mi ataque, ni tan siquiera yo como doctor trataría así a mis pacientes.

     —¿Cómo sé que n-

     —No miento, Niall. Nunca te mentiría a ti.

     En realidad, no hacía falta preguntarlo. En el piso de abajo se encuentran Douglas y Adam desayunando. Si Lilith hubiera mentido, me hubieran avisado. Tampoco creo que sea buena idea perder una consulta que me puede ayudar por un simple rumor.

     —Pero no quiero quedarme todo el día con la laptop de nuevo.

     —Acompáñame entonces. —respondió, tomando de vuelta su sonrisa habitual.

     —¿A dónde?

     —Fuera del pueblo, hoy es un día especial. —Junto a su respuesta, se escuchó un golpe seco en el piso de abajo, pero ella lo ignoró completamente—. Intenta no llevar ropa muy colorida, pregúntale a Douglas si tiene algo sobrio.

     Acepté sin más opción. Por lo menos aprovecharía el día libre. Bajé a desayunar con los chicos mientras ella se preparaba. Pregunté al de cabello oscuro por la ropa y me dijo que me podía prestar algo negro si deseaba. Adam estaba callado, desviaba la mirada de nosotros y se mantenía observando el mantel blanco de la mesa, envuelto en sus pensamientos. Está más enojado que ayer.

     Había pasado muy poco tiempo en esta casa, no era ni una semana desde que llegué. Me han tratado de maravilla, pero aún siento que no debería tomar tantas confianzas, justamente por cosas como la de él, puede que tenga algún problema y yo sería el último al que acudiría. Estoy más que agradecido con ellos y no quiero molestarlos, se me hace incluso irrespetuoso sentarme junto a todos durante las comidas. Me dijeron que éramos amigos, que me sintiera libre de hablar con ellos como si nos conociéramos desde la infancia, pero igual es raro. Yo en cambio les pedí que me avisaran si hacía algo que no les gustara, me sentiría horrible si eso pasara. Pero no se han quejado, hemos tenido noches de películas y tardes de juegos, siento que es una deuda que no les podré pagar nunca.

     Aunque siempre intenté dejar de lado todo eso, seguía cada día sin pensar en eso, esa etapa de mi vida ya había pasado, tengo que compensar los malos padres con buenos amigos.

     Terminé de desayunar y me di una corta ducha, incluso eso lo evitaba normalmente, mis mañanas se mantenían por café y trabajo. Douglas me trajo a la habitación un pantalón negro y una camiseta gris. Lilith dijo que algo sobrio, imaginé que iríamos a algún lugar elegante, pero creo que ir tan oscuro podría ser un poco extremista. Aunque no podía hacer nada, mi ropa es de lo más casual que hay, lo más elegante que tengo lo usé el otro día en la consulta y no está limpio. Me tuve que conformar con ir completamente fúnebre.

     Me sentí un poco mal al salir del cuarto. Al final del pasillo del segundo piso se encontraba la pelirroja con un vestido totalmente blanco y, cayendo en sus palabras, recordé que nunca se refirió a ropa negra. Éramos como la noche y el día en ese momento, aún así, solo soltó su típica risilla y me señaló la entrada principal, estaba un poco ansioso de a dónde iríamos, tal vez era una especie de fiesta, no me hubiera sentido cómodo estando en ese tipo de ambiente.

     Cada vez que pasábamos de calle, le repetía la misma pregunta: "¿Estamos cerca?", acompañada de la misma respuesta: "Unas calles más."

     Yo seguía ansioso a cada paso que daba, nuestro viaje se basaba en la misma conversación, el resto fue admirando un poco esa parte de la ciudad. Recuerdo que yo vivía antes por la zona más cercana a mi pueblo: al este. Y justo intentando mirar hacia ese lado, en busca de alguna calle conocida, mi vista fue bloqueada por la vitrina de un local. Era una especie de farmacia, pero en el fondo se podían ver productos de un supermercado.

     —Es la tienda principal de este lugar —dijo Lilith, dando media vuelta al ver que me detuve en seco, admirando a través del cristal—. ¿Se te hace raro? A los de aquí les pareció mejor idea unir todo en un solo espacio para construir más casas de hospedaje.

     Pero no era eso, en Leeds no hay lugares así, y en donde vivía antes era justamente igual. Incluso, la señora que me atendía las compras me contó la misma historia que Lilith. No era ese el problema, ¿por qué lo sería?

     —¿Recuerdas que Anne me regaló un bote de pastillas para tratarme? —pregunté, aún mirando fijamente al mismo punto.

     —Sí —parecía que ella tenía una idea de a dónde quería llegar—. ¿Es ese? ¿Quieres comprarte otro?

     —Ese costaba mucho dinero, según recuerdo.

     La chica se acercó más hacia donde estaba para observar mejor el producto:— No parecen muy caros.

     —En mi habitación todavía lo tengo, sé que en el precio de ese hay un cero de más.

     Lilith dejó de mirarme confusa luego de entenderlo.

     Una psicóloga me había estafado, cuestan diez veces menos de lo que yo pensaba. Incluso yo podría permitirme comprar varios de estos con solo un día de trabajo. Ni tan siquiera eran antidepresivos.

     —Solo quería ganarme... —susurraba.

     Estuve así unos cuantos minutos, cayendo en la idea de que otra persona más me había utilizado. Se me olvidó incluso que prometí acompañar a Lilith, y justo cuando levanté la mirada para seguir camino con ella, la vi salir de la tienda con una bolsa en la mano.

     —Toma —extendió el brazo con el que cargaba la compra, con esa sonrisa contagiosa—. Son los antidepresivos más caros que encontré.

[...]

     No soy egoísta, no. Necesito quedarme un pequeño tiempo a solas, pero también sonreír a la misma vez para que Lilith supiera cuánto me importaba lo que hizo.

     "Anne es solo otra zorra." Se escuchaba en mi cabeza.

     "Julia seguro le pidió que te traicionara." Por la noche lo escucho hablar, entre mis lamentos. Tiene un tono familiar que retumba en mi cabeza, pero nadie la oye, espero. No es aquella voz que me consolaba antes de venir aquí, esa voz me trataba bien. Aunque ambas suenan igual.

     "Tengo miedo."

     No puedo pensar aquí, tengo una habitación donde llorar, ahora tengo que mantenerme feliz, por ella.

     —¿Por qué sonríes? —preguntó al girarse—. ¿Te gustan estos lugares?

     Se había detenido, por fin habíamos llegado. Detrás de la delgada figura que me preguntaba, se alzaba una reja de color negro, de tal vez tres metros, o puede que más. Se podían escuchar las tristezas detrás de estas, Lilith no estaba sonriendo, nadie debería hacerlo.

     —¿Por qué estamos aquí? —Lo siento, pero yo tampoco mantuve la expresión que le prometí.

     —¿Recuerdas que te conté de una amiga en la consulta?

     —¿Aubrey?

     —Al final resultó que no era mentira. —respondió.

     No puedo creer que hayamos venido a la tumba de Aubrey, si hubiera sabido que iríamos a este lugar, no la hubiera preocupado tanto con lo de los medicamentos.

     —¿Está en este cementerio? —pregunté, sin mucha idea de cómo reaccionar a eso.

     Ella se limitó a reír ligeramente. Me tomó del brazo y rodeamos la gran verja de metal desde afuera. Justo detrás del fúnebre lugar había un pequeño terreno de césped libre. Unas hermosas flores blancas crecían desde esa tierra y llegaban a rodear las rejas, y entre esas, una tumba.

     Era tan refrescante todo, el viento mecía ligeramente los pétalos, mientras algunos caían sobre la lápida que se encontraba a sus pies. Estaba húmeda, seguro el sol no llegaba a secar la piedra tan rápido. Había más vida en esa tumba que en la ciudad entera.

     —Aubrey probablemente fuera la mejor persona que hubieras conocido, Niall —soltó mi brazo y se acercó a la pequeña roca incrustada en el suelo—. Ella plantó todas estas flores para que las personas pudieran llevarle a sus muertos.

     »Era un campo de margaritas este terreno. Todos se acordaban a último momento de las ofrendas para sus familiares, venían hasta aquí atrás y arrancaban todas las que podían para limpiarse la conciencia. Veían a una niña trabajando todo el rato en plantarlas pero no les importaba, ahora ven a una niña muerta y no tocan ni un pétalo. ¿No te enfada que la gente cambie tanto luego de que ella se fuera?

     Estás hablando de alguien más, lo sé. Lilith guarda tantas penas como mechones rojos en su cabeza. Sé que me lo quieres contar, hazlo.

     Me acerqué hasta ella, observando que la tumba no tenía nada escrito:— ¿Por qué no está dentro del cementerio?

     —Siempre dijo que ese cementerio era una carga moral, cada vez que visitabas a alguien debías llevarle flores para sentirte bien. Nosotros tres prometimos no arrancar ni una sola en su nombre. —Se giró hacia mí, tomó con delicadeza la bolsa de la tienda y sacó una pequeña botella que parece haber comprado junto a las pastillas—. Pero nunca prohibimos regarle las que ya estaban plantadas.

     Y empezó a verter el contenido de esta sobre los tallos que se erguían sobre los barrotes negros.

     No puedo preguntarle nada, la estaría cuestionando, pero Adam y Douglas dijeron que Aubrey no existe. No sé a quién le estamos regando la tumba, me imagino a otra pobre niña, totalmente ajena a Lilith, siendo visitada de vez en cuando y recibiendo el cariño que es para otros.

     —¿Qué le pasó a ella?

     ¿Y si la detenía? En mi cabeza solo existía el escenario de que Lilith estuviera inventando a su amiga, o que en realidad la creía muerta, a pesar de no ser real.

     —Me contó que vio algo desde muy arriba, desde lo más alto del hospital, en la azotea. Le pareció muy importante, al parecer; así que decidió lanzarse a por él.

     Es mentira, solo puede ser eso, ¿no? No me ha mentido en un buen tiempo, seguro es eso. Mírala, está feliz, sonriendo mientras riega unas flores. Es mentira.

     »Hoy es su aniversario. Fue hace un año que ocurrió, parece haber sido hace una semana... lamentablemente.

     Guardé silencio, estoy seguro de que es mejor pasar su dolor ella sola, pero aquí estoy yo, estorbando. No tuve que haber aceptado venir. Sea mentira o no, vivir en esa realidad debe ser difícil. ¿Por qué no la detienen ellos?

     —Su lápida no tiene nada escrito.

     —¿Sabías que las cosas en esa casa se someten a votación? Tal vez mañana decidan echarte a la calle solo porque dos de nosotros lo quisimos así.

     »Hace un año, dos de los tres decidieron enterrar toda la historia de Aubrey junto a ella, en esta tumba. La forma más fácil de lidiar con un problema es huyendo de él.

     No era la Lilith de esa sonrisa que contagiaba, incluso en las situaciones más tensas. No era la Lilith de la mirada al frente y la actitud positiva. Simplemente era ella, Lilith.

     —Fue muy duro, ¿cierto?

     —No te lo imaginas. —¿Por qué no te giras?

     —¿Adam y Douglas dijeron que no existía solo por eso?

     —Ojalá; ese mismo día también votaron ayudar a Adam.

     —¿Con qué?

     —Aubrey me contó que ella se lanzó buscando algo. —Me dio la cara, con lágrimas manchando los adornos del vestido, pero su expresión era de total calma—. Yo sé que huía él.

     "Ese día, Adam arrancó una margarita de más." susurró ella.

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