I
—Me parece que eso está un poco flojo. —Me dirigí a mi hermano.
—No creo que pueda fijarlo más, Niall —respondió.
[...]
Recuerdo que los primeros días me los pasé pensando en una forma de hacer creer a los comerciantes que era buena persona y me pudieran contratar. Fueron muchas horas intentando que este trabajo no terminara como otra mala anécdota que contarle a Ben. Al menos, no me negaron el puesto por incompetencia.
"No tienes fuertes manos, chico, ¿por qué abandonaste la escuela?". Parecían copias, hablando siempre el mismo tema, haciendo la misma pregunta.
—Un libro no se escribe aprendiendo ecuaciones —es todo lo que podía llegar a responderles para ser educado.
Carpintero, ayudante de los leñadores, incluso del doctor: todo terminaba mal. ¿Por qué? Así como yo me callo mis motivos, supongo que ellos mantendrán en secreto los suyos.
En este pueblo no hay ni una escuela. Todo lo que pude hacer fue a distancia, hasta que llegué a la universidad, eso ya tenía que ser algo más estricto. Una vez estudiamos de referentes literarios, todos con anécdotas salvajes que llenaba sus manuscritos. Yo quiero tener esa vida, si decidía volverme escritor podía salir de estas calles aburridas, ¿cierto?
Me siento como una pequeña rata por andar viviendo del dinero de mis padres, dormir bajo su techo y cenar su comida; o no. No puedo tomar nada que haya en el refrigerador, las ratas infestan los alimentos de otros si los tocan. Tengo los ahorros precisamente para eso, despilfarrar en frutas para seguir viviendo.
Desde hace años no salgo en ninguna foto de la casa, puedes ver marcas rectangulares de color claro en el tapiz de las paredes si te fijas bien. Ellos nunca me dijeron por qué lo hicieron, me desperté un día y ya no me sentí más en mi hogar. Pienso que es por la universidad, tal vez. Fue un poco caro pagarme alquiler en aquella ciudad, más encima mantener mis estudios, nunca debí abandonar una carrera asegurada por un sueño tonto. Entendería que se lo hayan tomado mal durante una época, aunque parece toda una vida desde entonces. Pero si solo fuera eso...
No sabría reconocer su voz ya, hace muchos meses que ni tan siquiera me saludan. En realidad sí me siento como una plaga aquí, usaron bien el veneno de la indiferencia.
Al principio intenté llenarme de todos los logros posibles para que me entendieran, pero nada funcionó. No he podido escribir nada aceptable, no tengo talento para esto. Supongo que aposté por el caballo incorrecto esta vez. Baile, pintura, canto; lo he intentado todo, tener un trabajo liberal para no sentirme como basura que se pudre en mi habitación. A día de hoy oculto toda mi falta de habilidad con la excusa de mis padres. "Necesito su apoyo, son lo que más tengo" les tenía que decir a los pequeños del pueblo que preguntaban por mi libro y les explicaba mi dependiente situación.
Ciertamente fui un chico excelente en todo ese tiempo de estudio, me la pasaba leyendo las lecciones para sacar buenas notas, pero también para no aburrirme tanto. Se sentía tan solo estar en esa ciudad sin nadie que me cuidara. Con un teléfono de tarjeta, ahorrando todos los segundos de llamada posible para alguna situación de emergencia. Aquellos que me pagaron la beca no pudieron acompañarme. Desde casa trabajaron como mulas para seguir permitiendo mis estudios.
Me reconforto habiendo visto a mis padres llorar, sentados en el borde de su cama, tal vez lo hacen por otro motivo, pero se siente genial pensar que es por arrepentimiento al tratarme de esta manera. Tengo un hermano mayor, de unos diez años por encima de mí, se llama Ben. Él siempre habla conmigo por el móvil, me da un poco de apoyo para seguir, hasta la llamada de la próxima semana. Dice que lo que hacen ellos está mal, pero también ha intentado buscarme empleo a distancia: nada con futuro. Aunque de todo esto solo puedo sacar que tampoco confía en mí o, por lo menos, no en la manera que yo quiero.
Me ha hablado incluso de salir a buscar por las calles. Vive en otra ciudad muy lejos, pagaría mi pasaje y yo estaría una semana con él. Si me buscaba un buen empleo podría incluso permitirme alquilar algo por ahí; ese era el plan que siempre me presentaba. Nunca lo acepté, tengo otros problemas aquí que prefiero no dejar de lado.
[...]
Pero no todo el tiempo me la paso culpándome en esa habitación, me suelo entretener dando paseos por el pueblo. No es uno muy grande, la verdad. Mi familia vino desde hace años desde Europa hasta el norte de América, buscando una mejor vida, pero todo tuvo un precio y solo nos pudimos permitir una casa en un pueblo muy alejado de la ciudad. Tenía un nombre de lo más extraño, así que lo limitaron a "Leeds" hace un tiempo. Aunque es algo a nivel social, si vas a la estación puedes ver el original. Este lugar no es muy diferente a mi anterior país, calles estrechas y empinadas por el terreno, casas descoloridas y el absoluto silencio de los callejones. Ningún vehículo pasaba por ahí, a no ser que quisiera quedarse atascado entre los pequeños caminos. Solo se podía andar por ellas o pasar con una bici, pero no me quejaba, para nada, era un lugar muy natural, con un río y bosque cerca, y un campo donde se pasaban el mayor tiempo los niños del lugar.
Dejar los horas correr mientras estaba sentado a orillas de la corriente era mi pasatiempo favorito, te daba paz, te dejaba divagar por horas de una buena vida, pensando en decenas de ideas, intentando encontrar una que me inspirara para escribir.
Pero llegó ese día, en que los pequeños vinieron corriendo de entre los árboles, yendo a donde sus madres a decirles que era cierto, que sí existe ese monstruo del que tanto hablaban ellas para evitar que fueran a ese peligroso lugar. "Criatura gigante con apetito insaciable, tu sabor es lo único que puede calmarlo." Es una extraña historia que supuestamente sucedió hace algunos años, donde varias personas entraban al bosque y nunca salían. Siendo este pueblo un anterior sitio de caza, no me extrañaba que se popularizaran esas anécdotas.
Me parecía muy curioso todo el asunto cuando era más pequeño e indagué un poco en mi escuela, quitando lo que ya sabía, pude comprender que es como un vampiro o un hombre lobo, solo un monstruo popularizado, ni tan siquiera habitaba cerca de nuestra comunidad. Lo gracioso es que ese bosque es frecuentado por osos, un pequeño vistazo a una criatura entre los arbustos que gruñe y anda a dos patas para imponer es más que suficiente para hacer creer a esos niños que las criaturas sobrenaturales existen. Aunque es mejor, no es para nada seguro andar en el territorio de esos animales salvajes, ellos realmente pueden comerte en minutos.
—Wendigo —susurró uno de ellos.
Es el nombre que le habían dado, pero nadie les hacía caso, siempre era la misma broma todos los días, y luego de que sus madres se preocuparan lo suficiente, se echaban a reír, como ahora.
Uno de los niños se gira y me empieza a retar:
—Niall, ¿no andas escribiendo un libro? —comenzó a decir con voz aún burlona—. Deberías ir y ver al Wendigo, tal vez te cuente una de sus aventuras y te hagas famoso.
—Claro, ¿me llevas?
Irónicamente, accedió y empezaron a caminar los tres pequeños tomando la delantera y dirigiéndose al bosque. Son niños, ¿por qué pensé que iban a entender que era broma? Pero los seguí, no me parece tan terrible la idea de ver un oso de nuevo.
Esa zona tenía unas vistas bastante impresionantes, eran las típicas de anuncio de camping, aunque si dejaran de arrojar basura al suelo fuera perfecto, nadie se acerca aquí porque se utiliza de vertedero. No solo huele fatal, también se pueden ver insectos rondando por encima de las sobras, ni tan siquiera estamos seguros de que todos sean inofensivos. Es un lugar inmenso y eso los turistas lo agradecen, aún hay días en los que se siguen encontrando pequeñas entradas a cuevas que ni se sabían que existían, pero nada de esto se aprovecha.
Los niños me llevaron al claro principal, donde la mayoría de los campistas llegan, no es lejos de la entrada y es espacioso, aunque es por su propia culpa que haya tanta basura en esos suelos.
—Detrás de ese arbusto hay un árbol con un rasguño, sigue caminando un poco y lo verás —dijo Will, el mayor de todos los niños.
No estoy seguro de si tienen miedo o simplemente no quieren pasar de esta zona, si yo fuera su madre no los dejaría ni acercarse aquí.
¿Qué iba a hacer yo si me encontraba con un oso? Pues no mucho, la verdad, por muy grande que sea el bosque, no hay muchos de ellos y ninguno es territorial por esos motivos. Aunque si decide atacarme, escalar un árbol y pedir ayuda era lo primero que haría. Solo una imagen muy patética venía a mi mente al pensar en ese plan.
Me adentré entre arbustos y troncos, ni tan siquiera paso por aquí seguido, estamos un poco al norte del país pero hay una humedad infernal debajo de estas hojas y los insectos son muy molestos.
Me giro y veo que los niños siguen ahí, viéndome caminar, eso me preocupa, no parecen estar muy emocionados porque les salió bien la broma. ¿En serio vieron un oso y salieron vivos? Serían muy afortunados, y yo me estaría metiendo en un terreno peligroso por ir tan confiado
Nunca perdí la compostura, no es que fuera probable que pasara algo. Divisé la marca de garras en la corteza de un tronco, pero justo al lado había un neumático totalmente desinflado, tenía el mismo arañazo sobre el caucho, ellos nunca mencionaron eso. Cerca de aquí hay un pequeño camino que conecta a la estación de trenes, pero no tiene una salida, a no ser que sea caminando, una bicicleta nunca podría subir esa loma tan empinada. Llega hasta una elevación vertical del terreno, de un par de metros de alto.
Tengo la luz del sol de mi parte, si fuera de noche no podría permitirme caminar por aquí sin estar temblando, o salía ileso de ahí o era comido por un monstruo que tres pobladores creyeron que existía en su época.
Pero ni una ni la otra, lo que había en ese lugar más adelante era ciertamente un coche, uno más que demacrado por el tiempo. Debe haber estado aquí más de un año, y no tiene ni una sola rueda, ¿serían vándalos? No veo el beneficio que sacarían de eso en este pueblo. Está manchado de un rojo desgastado en las puertas, la humedad del ambiente seguro había hecho que se oxidara muy rápido. Y como dije, estaba justo al lado de esa elevación, tal vez no pudo retroceder por algún problema. Parece un conductor que tuvo un accidente y quedó muy por debajo del terreno.
Olvidé por completo lo que dijeron los pequeños, asumí que su única pista fue la corteza y el neumático, un oso ficticio.
Pero los coches no hacen ese sonido de frutos secos machacados. Mi tranquilidad se había esfumado pensando que otro animal infeccioso de esos estaba comiendo algunas semillas. Ahora que lo dices, huele repugnante aquí, más que en el resto del bosque, el ambiente está muy pesado. Definitivamente era una rata, mi mente retorcida pensó por un momento en la posibilidad de que estuviera devorando al conductor inconsciente. Seis, cinco, cuatro pasos de distancia para poder observar por donde se supone que esté el cristal de la ventanilla, cada vez caminando más lento, no era fácil tomar el valor y ver lo que fuera que hubiera ahí.
"Solo tres pasos" pensaba, no podía moverme, solo tres pas-
[...]
Hay un hombre que levantó la cabeza porque me escuchó acercarme.
("corre") Retumbó en mi mente.
Me estaba mirando fijamente, con esa sonrisa de oreja a oreja, con esos repugnantes dientes amarillos manchados de rojo y con residuos de carne pegados. No era una criatura gigante, pero estoy seguro que un hombre devorando a mordiscos un brazo es lo más parecido a un Wendigo que podré ver. Lentamente, sacó su cabeza por la ventana, aún sonriendo y mirándome fijamente, sin pronunciar ni una palabra. Abrió la puerta y el cuerpo que se encontraba a sus pies se dejó ver, cayendo al suelo bruscamente. Su cara estaba desfigurada, solo podría reconocerse por su cabello y su ropa.
("corre")
Es uno de los mayores, de los que juegan con Will.
("corre")
Se estaba acercando lentamente, cualquiera huiría, ¿verdad? Yo apenas podía aguantar las piernas, las cuales pesaban cuatro veces más de lo normal. Se acercaba aún más, no lo conozco de nada, no es del pueblo. No podía moverme, no podía pedir ayuda porque parecía que hablar iba a ser como cavar mi tumba.
("corre")
Pero lo hizo, no fui yo el que corrió, fue algo dentro de mí, fue un instinto, uno demasiado fuerte. Ese hombre no me estaba siguiendo, estaba parado ahí, sonriendo todavía. No sé qué espera, pero de seguro no le voy a dar la oportunidad de atraparme.
Avanzo a toda prisa, no estoy siguiendo el camino por donde vine, solo me puedo orientar viendo el techo marrón de las casas de Leeds, me queda poco. Me van a ayudar todos, no es el final, no me está siguiendo nadie, pero la prisa lleva al fracaso, lamentablemente.
("duerme")
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