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El sol y la luna

Artista imagen multimedia: misspanica1 (twitter)

"No puede ser, no puede ser" pensó Enid con desesperación. Eso no podía estar pasando. Después de su ruptura con Ajax, pensó que tal vez su destino era ser una loba solitaria. Jamás pensó que al cumplir los 18 encontraría a su pareja. Y que, para colmo, su pareja fuera ella. "Debe ser alguna clase de error", seguía pensando, mientras observaba a Wednesday teclear tranquilamente en su escritorio.

—Puedo percibir que me miras intensamente Enid —le dijo Wednesday a modo de reproche.

—No es así —respondió rápido la chica loba.

Su madre, como siempre al parecer, le había mentido. Ella le había dicho que una vez que se enlobara, podían pasar unos cinco años hasta que encontrara su pareja. Sólo habían pasado dos años desde la primera vez que se enlobó, que, curiosamente, había sido para salvar a Wednesday. Y ahora su cuerpo la traicionaba. Aunque también, eso explicaba por qué las cosas no funcionaban con Ajax.

Enid ni siquiera entendía del todo cómo funcionaba lo de la pareja en los lobos. Cada luna llena se enlobaba, y poco a poco fue controlando mejor su metamorfosis. Actualmente se podría decir que la controlaba a voluntad, hasta que sucedió eso. Por lo que temía que ahora que había encontrado a su destino, perdiera el control que tanto le había costado lograr.

Tuvo que salir al balcón a tomar algo de aire, estaba a punto de hiperventilar. Miró hacia el cielo estrellado, intentando calmar su respiración, relajándose poco a poco, hasta que un olor familiar le llegó desde atrás suyo. Era Wednesday, quien se situó al lado suyo, ni muy lejos ni muy cerca, lo suficiente para poder conversar sin alzar la voz.

—¿Pasa algo, Enid? Estás tan perturbada que interrumpiste mi concentración. Ya no puedo seguir escribiendo.

La joven loba se rio en voz baja. Esa era la manera oculta que tenía Wednesday para decir que le preocupaba. Ella lo había descubierto con el tiempo, después de todo, realmente eran mejores amigas, incluso habían trabajado en muchos casos de asesinatos y cosas turbias.

—Sí... Sucede algo conmigo, pero no quiero asustarte.

—Lo veo difícil, Sinclair.

Y cuando le molestaba algo, siempre le llamaba por su apellido. A veces también lo hacía cuando se trataba de algo serio. Se preguntaba si conocerla tan bien era porque era su destinada.

—Créeme, es algo que puede aterrarte —suspiró antes de continuar la charla—, la verdad es que... ¿Recuerdas cuando nos conocimos, y en este mismo lugar te expliqué que no quería morir sola? Porque los lobos tenemos una pareja destinada.

—Sí. Lo recuerdo —respondió Wednesday, su rostro se había vuelto sombrío. Enid notó que estaba molesta por alguna razón.

—Bueno, mi perspectiva sobre eso cambió cuando me enlobé para protegerte a ti. Mi mamá me explicó que, a partir de ese momento, transcurrirían por lo menos 5 años hasta que encontrara a mi pareja. Así que, cuando me separé de Ajax, supe que eso tenía algo que ver.

—Estás alargando demasiado esto.

—Sí, perdón... Es que me cuesta aceptarlo. Resulta que encontré a mi pareja, y...

—¡¡Wednesday!! ¿¡Dónde estás?!

Alguien gritaba desde el interior, ambas reconocieron esa voz, era Xavier. Entraron a la habitación con cierto fastidio. Enid observó con cierto desprecio al joven, el cual lo notó, por lo que se acercó más a Wednesday. La loba sintió ganas de estrangularlo, pero se calmó diciéndose así misma que eso no era sano.

—Encontraron un cuerpo en el bosque. Los policías creen que Tyler escapó otra vez. Pero... No estoy seguro, algo me dice que no es él. Ven, te llevaré a la escena del crimen.

Le tendió una mano, la cual Wednesday rechazó con una sola mirada. Él negó con la cabeza y le pidió que la siguiera. Dedos se subió al hombro de Enid, instándole a ir.

—Enid, ¿puedes acompañarme? Me servirá tu ayuda —pidió Wednesday. Algo inusual de su parte, porque generalmente daba por sentado que su compañera de cuarto iría.

La loba simplemente asintió. El hecho de que Xavier le ofreciera su mano a Wednesday le había causado una mezcla de repulsión y odio. Definitivamente iría con ella para protegerla de ese imbécil. Una vez que llegaron al bosque, a la escena del crimen, Enid se concentró e hizo lo que siempre hacía: ser el sabueso de Wednesday.

Se concentró para usar su nariz de loba, la cual cambió de forma ligeramente, haciéndose un poco más oscura, pero siendo suficiente para acceder a la infinita variedad de olores que ofrecía el bosque. Olía bastante a sangre, también un poco a sudor del uniforme de los policías que estuvieron allí, pero no había rastro del olor de Tyler. Era un aroma que conocía bien, y definitivamente no estaba ahí.

—No fue Tyler.

—¡Lo sabía! Esto no se parece en nada a sus ataques anteriores...

—Silencio, Xavier. Interrumpes a Enid.

La loba pasó de mirar con odio al joven a sonreír por cómo la defendía Wednesday, o al menos, eso parecía.

—Hay un aroma en particular que estoy intentando identificar, es muy leve, pero creo que puede ser una pista. Creo que puede ser una flor... Tal vez si vamos al invernadero pueda reconocerla, estoy segura que la he olido antes.

—Vamos. Gracias por el aviso Xavier, nos vemos —se despidió Wednesday, caminando rápidamente sin esperar una réplica de él.

Enid la siguió sonriendo, no podía evitarlo. Nunca le había agradado demasiado Xavier, sobre todo cuando estuvo en una breve relación con Wednesday. Él nunca comprendió la forma de ser de ella, siempre la atacaba por no comprender sus sentimientos, era muy egoísta en ese sentido, quería que ella cambiara para estar con él, eso era completamente inaceptable para Enid.

No fue una sorpresa que Wednesday decidiera dar por terminada la relación al poco tiempo después. Ellos no eran compatibles después de todo, de hecho, a Enid le parecía que ella había cedido por cansancio a intentarlo con el artista, después de todo, era más amable de lo que aparentaba. Desde entonces Xavier había estado intentando volver a acercarse a su ex novia, sin mucho éxito.

Enid lo detestaba por eso. Por arrastrarse por alguien que claramente no lo valoraba. Suspiró mientras caminaba por el invernadero instintivamente hacia las flores que recordaba oler. En un rincón del invernadero, yacían suaves y delicadas los tulipanes rojos, morados y blancos. Enid los señaló, Wednesday se acercó para observar, no había señal alguna que indicara que alguien estuvo allí recientemente.

Desde la muerte de Thornhill, Nevermore se había modernizado un poco, el invernadero tenía un sofisticado sistema de riego automático, por lo que era una zona prácticamente abandonada. De vez en cuando acudía un jardinero a podar las plantas cuando fuese necesario, y el club de jardinería de la academia había sido suspendido desde el incidente de hacía 2 años, sin avisos de su posible regreso.

Enid se quedó pensando, ese olor le parecía bastante familiar. Como si lo hubiera sentido antes, pero de forma muy sutil... Antes de enlobarse.

—Ya recordé donde he sentido este olor antes. En la tienda espantosa de animales disecados. Vamos, Wends.

Sin pensarlo demasiado, la loba agarró a Wednesday del brazo, la cual observó con el ceño arrugado cómo Enid la tocaba, pero lo dejó pasar, porque la soltó al salir del invernadero, momento en el que también se disculpó. Wednesday no dejaba de observarla, claramente notaba el comportamiento fuera de lo común de su compañera de cuarto.

Enid no quería volver a la conversación que habían dejado en ese balcón, por lo que estaba intentando enfocarse en aportar a la investigación. La dinámica de ambas se había vuelto una especie de Holmes y Watson, con algo de intimidad añadida. Estaban acostumbradas a vivir juntas, a pesar de ser diferentes, de ser como el sol y la luna, de alguna manera, funcionaba.

Wednesday confiaba en ella tanto como en Dedos. Enid estaba empezando a asimilarlo todo gracias a que el destino la había alcanzado. Pensar en lo mucho que le atraía le producía pánico. Porque tras esos sentimientos, estaba el rechazo, el amor no correspondido. Sacudió su cabeza mientras caminaban hacia Jericó. Ya era casi medianoche, la luna creciente estaba en su cénit.

Enid miró hacia atrás, los pasos de su compañera se habían detenido. Fue un error inesperado, la luz de la luna bañaba la silueta de Wednesday, y, ante los ojos de Enid, se veía completamente hermosa, incluso se veía menos pálida. La loba pensó, en un momento de locura, que lucía como un ángel caído. Tragó saliva. Se estaba poniendo peor, no podía ocultar lo que le pasaba por mucho tiempo.

—Estás actuando de forma extraña, Sinclair. Dime qué pasa. Pensé que éramos mejores amigas.

"Yo también lo pensé", pensó Enid, sin poder evitar bajar la mirada con cierta culpa.

—Algo te atormenta. Dime quién fue para rebanarlo en trocitos y quemarlo en ácido.

Enid sonrió al escuchar la amenaza. Alzó la mirada, una nube tapaba la luz de la luna, Wednesday ya no se veía angelical, pero sus ojos brillaban aún en la oscuridad. A la loba le recordó a un cuervo, y eso tenía mucho sentido para ella. Se giró nuevamente, para que Wednesday no notara que se estaba esforzando en ocultarle algo.

—Te estás preocupando por nada. Te estás volviendo blanda, Addams.

Wednesday apretó los puños, aquello había sido un golpe bajo.

—Intenté ser amable contigo, Enid, pero no me dejas opción.

La loba hizo una mueca de interrogación, y al girarse vio que Wednesday sacaba un cuchillo. ¿Acaso pensaba torturarla?

—¿Sabes que puedo enlobarme y lanzarte lejos, verdad?

—No me importa. Nadie que me haya insultado se queda sin pagar.

—Sólo sigamos con esto. Olvida lo que dije, era una broma, y sí, no lo volveré a repetir —dijo con cansancio.

Siguió caminando, pero al notar que Wednesday corría hacia ella, aprovechó la ventaja de distancia y corrió también. Llegaron hasta la tienda de animales disecados, Enid se estaba riendo, mientras Wednesday trataba de recuperar el aliento.

—Tenías que acuchillarme antes de llegar a la tienda, ahora estamos en modo investigación, no me puedes apuñalar, compañera detective —le dijo riéndose.

Wednesday sonrió levemente, mientras murmuraba "idiota". Dedos se coló en la tienda y les abrió la puerta. Enid caminó directamente al mostrador. El aroma a tulipanes no estaba por allí, siguió caminando alrededor de la tienda, estaba en algunos de los productos, lo cual se lo comentó a su compañera, que estuvo meditando un buen rato.

Wednesday recordó quién hacía esos muñecos de animales disecados y gustaba de los tulipanes. Pero no era posible. Ella estaba muerta. Era momento de colarse nuevamente al servicio médico legal.

—Dedos y yo seguiremos. Tú deberías volver a Nevermore, Sinclair.

—¿Qué? ¿Quieres que te deje sola en medio de la noche en un pueblo donde nos odian? No soy tan mala persona como para largarme ahora.

—Dos personas llamarían demasiado la atención, por eso iré sola.

—No, no lo harás —gruñó Enid. Wednesday hizo una mueca de sorpresa, ¿Enid le estaba gruñendo? Definitivamente estaba actuando raro.

­—Lo siento. Eso estuvo mal. Me quedaré afuera a vigilar para que todo vaya bien, ¿ok? —se disculpó la loba.

Cuando llegaron al lugar, Enid negó con la cabeza. Por supuesto que Wednesday intentaría colarse en la morgue. Wednesday notó que su compañera no aprobaba la idea pero simplemente entró al lugar como tantas veces lo había hecho antes. Se fue directo a los expedientes, donde tuvo la primera sorpresa. No había ningún expediente sobre ella, pero no recordaba haberla visto casi en dos años.

Tenía la noción de que esa psiquiatra entrometida había sido asesinada por Tyler. Pero al parecer no había sido así. ¿Por qué mataría a alguien al azar? Faltaba algo, una pieza que hiciera encajar al resto. Salió decepcionada, aunque sintió cierto alivio al encontrar a Enid a la salida. Dedos se subió al hombro de la loba, para comentarle que Wednesday estaba decepcionada y que tuviera cuidado, lo que hizo reír a Enid.

—Vámonos, esto fue una pérdida de tiempo —dijo casi murmurando Wednesday.

—Tenías razón —le susurró la loba a Dedos.

Con suerte, Enid podría llegar a dormir y Wednesday no haría más preguntas incómodas hasta el día siguiente. Y la loba tenía razón. Wednesday no dejaba de pensar en que aquella psiquiatra había sobrevivido al ataque de Tyler, y por alguna razón trataba de imitar al hyde en sus víctimas.

Enid no detectó nada más aparte de ese olor a tulipanes, nada más que destacara. Tampoco había otra cosa que indicara la participación de un grupo de personas o un dúo. Era extraño, casi como si fuera a propósito, que las hubieran guiado hasta esos lugares. Wednesday miró de reojo a Enid. No quería usar su habilidad premonitoria en ella. La última vez que lo había hecho en alguien que le importaba, había terminado bastante mal.

Además, algo le decía que Enid le importaba más que una amiga, esos sentimientos confusos ya no lo eran tanto. Pero ya no importaba, porque seguramente la loba ya había encontrado a su pareja predestinada, y ni siquiera ella podía interferir en eso. Tal vez era mejor no preguntar por ese asunto, que claramente iba a ser develado en el balcón. Lo mejor que podía hacer era soportar hasta que acabara el año y ambas tomaran rumbos diferentes.

Cuando llegaron a Nevermore, estaba otra vez la policía, aunque esta vez fue Bianca la que se acercó a Wednesday.

—¿Dónde estaban? Mientras estaban en su cita encontraron otro cuerpo, esta vez de un estudiante de Nevermore.

—No estábamos en una cita, estábamos investigando el asesinato anterior —aclaró de inmediato Enid, con voz nerviosa.

—Sabemos que no es Tyler como cree la policía...

—Claramente no lo es. Ahora la víctima murió desangrada, tiene unas marcas en el cuello. Los vampiros de Nevermore están siendo interrogados —interrumpió Bianca a Wednesday.

—¿Qué? Oh no... ¡Yoko! —Enid salió corriendo para ir por su amiga.

Wednesday la siguió con la mirada, luego volteó a ver a Bianca.

—Sabías que no estábamos en una cita, ¿por qué me molestas?

—Ay por favor. Todo el mundo sabe que ustedes dos se gustan, sólo ustedes no se dan cuenta.

Dicho esto se marchó a su dormitorio sin esperar una réplica de Wednesday, quien pudo ver el cuerpo antes que se lo llevaran. Efectivamente, la piel indicaba que se le había drenado la sangre al estudiante, el cual no conocía. Sin Enid no podía saber si se trataba del mismo asesino, por lo que tendría que colarse a la morgue con ella nuevamente al día siguiente.

Suspiró con desgana, resignada a irse a dormir. No escuchó llegar a Enid, se durmió profundamente hasta la mañana siguiente. Dedos le explicó al verla despierta que la loba se había marchado hace un rato.

Wednesday tardó un par de horas en dar con Enid, para su sorpresa estaba hablando con Eugene. Ambos se sintieron incómodos al verla llegar, algo que la pelinegra no pasó por alto.

—Enid, te estuve buscando. Ven, tenemos algo que hacer.

Eugene miró compasivamente por unos segundos a la loba, lo que tampoco pasó desapercibido para Wednesday. Sin embargo, no era de su incumbencia lo que estuviesen hablando, así que no indagó más mientras se encaminaban hacia la morgue. Esta vez se escabulleron en pleno día, por lo que fue un poco más difícil evitar al personal. Lo lograron a duras penas, pero confirmaron que el aroma a tulipanes persistía.

—Podría ir a investigar la granja de los Colt, ellos cultivan tulipanes también. Y tú puedes ir a robar documentos oficiales a algún lugar como siempre haces —sugirió Enid, que ya no podía seguir tanto tiempo junto a Wednesday, su olor la intoxicaba en cierta forma.

—Está bien. Nos reuniremos en Nevermore más tarde.

—Ok, Wends.

Al separarse, Wednesday llegó a la conclusión de que Enid sólo quería evitarla. Había estado todo el tiempo intentando alejarse de ella físicamente más de lo normal. Para colmo, en el hospital apenas alguien recordaba a la doctora Kinbott. Justo cuando estaba a punto de rendirse, un hombre viejo en una silla de ruedas, que al parecer estaba algo senil, se acercó a hablarle.

—Nadie lo recuerda ya, niña. Pero esa doctora que dices acabó en el psiquiátrico porque estaba haciendo experimentos extraños, incluso se dice que experimentó con humanos y monstruos. Lo peor es que hace unos meses escapó, siempre murmuraba algo sobre vengarse...

El hombre fue interrumpido por un enfermero, que se disculpó con Wednesday, explicándole que era un hombre que pasó un tiempo en el hospital psiquiátrico pero determinaron que sólo estaba senil, así que no debía tomar en serio lo que decía.

Entonces Wednesday comprendió que tal vez esa doctora quería vengarse de ella, ¿pero por qué matar a otros estudiantes? ¿Lo hacía para llamar su atención? ¿Por eso dejaba el rastro de los tulipanes? Pero eso no tenía sentido, sólo Enid tenía un olfato tan fino como para detectarlo.

De pronto, recordó las palabras de Bianca. "Todo el mundo sabe que ustedes se gustan". Enid era la única que podía identificar ese rastro. Enid. Enid estaba en peligro. Corrió con desesperación fuera del hospital, preguntando a una enfermera casi a la salida dónde se ubicaba la granja de los Colt. Una vez que lo supo, no dejó de correr hasta saltar el cerco de madera del lugar. Buscó con la mirada hasta que divisó el invernadero, el lugar en general parecía descuidado. Cuando pasó por la casa principal, sintió un olor nauseabundo que golpeó su nariz, ella supo de inmediato que había cuerpos pudriéndose ahí, probablemente los de los dueños del lugar.

Dudó en si seguir o no al invernadero, pero decidió caminar hacia allá con precaución. Un rastro de sangre apareció unos metros después en el suelo, el cual se perdía un poco entre la maleza y el pasto, pero al ser fresco, se notaba claramente. El corazón de Wednesday palpitaba frenéticamente, esa sangre podía ser de Enid, eso podía significar que estaba herida o ya estaba muerta.

Jamás se perdonaría si Enid muriera por su culpa, después de todo, le debía la vida. Y en ese momento cargado de adrenalina y por ende de lucidez, se dio cuenta de por qué Enid la evitaba. Ella era su destinada. Por eso le había advertido que podía aterrarle la noticia, por eso había hablado con Eugene y por eso se había puesto a la defensiva con Bianca. Todas las piezas encajaban, y gracias a eso, todo era más doloroso.

Entró al invernadero, donde lo primero que vio fue a Enid con los brazos colgando de unas cadenas de plata. En su costado derecho, un puñal que probablemente también era de plata era lo que le hacía sangrar. Wednesday apretó los dientes, lo único que quería en ese momento era matar a la doctora.

—Señorita Addams. Ya era hora de que llegara.

La voz aparentemente dulce se materializó, parecía que había salido de entre las plantas, pero el invernadero estaba dividido en dos, por lo que al entrar no se podía acceder inmediatamente a la otra mitad, sino que había que rodear todas las plantas. Vestía totalmente de negro a excepción de las zapatillas que utilizaba, que estaban manchadas con sangre. Su rostro estaba cubierto a la mitad por una máscara blanca, en el lado derecho, lo cual la asemejaba aún más a una villana.

—Ya estoy aquí. Dime qué quieres.

—Quiero vengarme. Y lo más fácil era vengarme de ti primero —sonrió perversamente.

—Aquí estoy.

—No lo sé, tal vez podría matar a tu querida amiguita primero, oh... Vaya, esa expresión de rabia es nueva, no alcancé a conocerla. Parece que ella te importa más de lo que aparentas ¿no?

Enid escupió sangre en ese momento, recuperando la consciencia. Miró a su alrededor y cuando vio a Wednesday, sintió tanto pánico que su rostro lo reflejó.

—¡Wednesday! ¡No te preocupes por mí, voy a estar bien, sólo llama a la policía! —gritó con desesperación Enid.

—Oh, en eso te equivocas querida. Ella jamás te dejaría —dijo la doctora.

Wednesday comenzaba a perder la paciencia, pero debía esperar el momento exacto para apuñalarla. Debía crear una oportunidad, a esa distancia, podía lograrlo con facilidad, sólo debía lanzar el cuchillo. El problema era que estaba demasiado cerca de Enid, podía hacerle daño.

—No intentes jugar a la terapia cuando es obvio que estás loca —la provocó Wednesday. Enid le lanzó una mirada preocupada. Su instinto le decía que debía enlobarse y proteger a la pelinegra, pero era imposible con esas cadenas de plata. Aquello era realmente una tortura.

La doctora cambió la mitad de su rostro por uno mucho más siniestro, y su ojo no se veía del todo normal. Se acercó unos pasos hacia Wednesday, quien no dudó, y en un rápido movimiento, le lanzó el cuchillo directamente al ojo desprotegido. La psiquiatra chilló del dolor y se tiró al suelo, momento en el que aprovechó de patearle el estómago, quitarle las llaves y liberar a Enid.

Sin embargo, algo pasaba en el cuerpo de la doctora. Wednesday, sin perder tiempo, rompió una manga de la blusa negra que estaba ocupando, para sacar el cuchillo de plata del costado de Enid y vendarle la herida mientras tanto. La loba apoyó un brazo en el hombro de la pelinegra, quien tomando a Enid de la cintura, la ayudó a caminar y salir del invernadero.

—Toma mi celular y llama a la policía, Wedns —pidió Enid, que apenas podía hablar.

Wednesday lo tomó y habló con la policía, le dijeron que debía hacer algo de tiempo hasta que llegaran para así atrapar a la asesina.

—Tenemos que hacer tiempo hasta que lleguen —explicó la pelinegra.

—¿Es una puta broma? Estoy herida, no puedo enlobarme si ella nos ataca, no puedo... no puedo protegerte. Tenemos que salir de aquí.

—No podemos dejar que escape.

—No puedo dejarte morir, Wedns.

—No voy a morir, tranquilízate Enid.

—Mierda.

La doctora, o lo que era el cuerpo de la doctora, salió del invernadero, transformada en algo muy inusual. La mitad de su cuerpo, específicamente la de su cara descubierta, era el de un lobo, tal como Enid. No era tan grande, pero era notoriamente más fuerte gracias a esa metamorfosis. Wednesday había guardado por instinto el cuchillo de plata de Enid, aunque no recordaba cuándo lo había hecho.

—Enid, tengo una idea, pero quizás no te guste. Sé por qué quieres protegerme, sé lo que soy para ti. Y, si esto sale mal, quiero que sepas que siento lo mismo por ti. Ahora, escúchame bien, debes actuar como la heroína sacrificada, ponerte delante de mí e intentar enlobarte. No lo pienses, sólo hazlo.

Enid la miró por unos segundos con una expresión indescifrable, pero hizo lo que le pidió, se puso delante de ella, intentando enlobarse, cosa imposible a causa de la herida. Wednesday observaba atentamente a la doctora, cuando ésta centró su atención completamente en Enid, que sólo lograba hacer crecer sus garras, volvió a lanzar el cuchillo, esta vez el de plata, directamente al estómago de la criatura.

La doctora nuevamente se retorció del dolor, lanzándose a la tierra, intentando arrancarse el cuchillo. Enid cayó de rodillas al suelo, pero a su lado llegó Wednesday, intentando sujetarla, abrazándola con cierta desesperación. Sabía que Enid estaba herida, y haberla forzado a realizar la metamorfosis no ayudaba a que se curara.

—¿Estás bien? —murmuró Wednesday en el oído de Enid.

—No, no lo estoy. ¿Cómo supiste que...

—¿Que era tu destinada? Simplemente lo deduje. Así como deduje que corrías peligro por mi culpa.

—Yo... no sabía cómo decírtelo. Pensé, de verdad pensaba que no era correspondida.

Enid soltó un quejido al terminar la frase, la herida le ardía mucho a causa de la plata.

—Yo tampoco sabía cómo decirte lo que sentía por ti, lamento que haya sido de esta manera. No mereces esto, mereces estar feliz y tranquila.

Enid alzó la mirada sonriendo directamente a Wednesday, quien sintió calidez en su pecho al ver esa sonrisa. Los policías estaban entrando a la granja, los podían escuchar. La doctora seguía en el suelo desangrándose. Pero nada de eso importaba, porque ambas sabían lo que querían. Enid tomó el rostro de Wednesday y la atrajo hacia sí misma para besarla, fue un beso cálido, que calmó los corazones de ambas.

Ninguna quería separarse de la otra, pero lamentablemente fueron interrumpidas por los policías que llegaron al lugar. Enid fue llevada a una ambulancia y Wednesday se subió para acompañarla al hospital. Sintiéndose algo mejor, la loba le sonrió a la pelinegra, claramente estaba de buen humor.

—Hey, Wednesday, ¿quieres tener una cita conmigo mañana?

Wednesday sonrió levemente.

—Si mañana puedes caminar, claro que sí.

***

Nota autora: Como el ship es wenclair y vi la serie en inglés, dejé a Wednesday con su nombre original en vez de la traducción. Tal vez haga una continuación, pero hasta el momento es un oneshot. Está difícil reflejar la personalidad de Wednesday, hice lo que pude. Recordatorio de que ambas tienen 18 en este fanfic, por lo que pensaba que tal vez lo siguiente podría ser más subido de tono xd.

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